domingo, 30 de enero de 2022

ÁCRATA DE POSTAL

 



   A mí el Evaristo me aburría, ni más ni menos que como cualquier otro tonto de pueblo, o de donde sea, que, por la cosa esa de que en esta sociedad esencialmente ágrafa, bienqueda y mitómana cualquier bocachanclas, y el de Agurain lo es de manual, pasa por ser el más listo de la manada en cuanto levanta un poco la voz para ir supuestamente a la contra soltando cuatro bobadas más o menos recurrentes. Un listo de esos que ya con veinte tacos daban grima porque en el fondo, y también en la superficie, los notas de entonces eran simples chulos de puta con cresta y poco más. Luego ya, después de ver el programa de marras de la ETB, me he dado cuenta de que el Evaristo además me deprime.


- Mi enfermedad es mi problema...

Lo oigo y al instante me imagino los aplausos desde sus casas de la plana mayor de las generaciones entre las que se encuentra la mía, miles de mentecatos que han convertido a este bocachanclas ignorante y payasete, simpático, txirene y así, el colega pasado de rosca que todos quieren en la cuadri para que anime el cotarro con sus ocurrencias, en un ídolo a seguir porque, entre que es de casa y una educación tirando a pedestre de la mayoría, esa de la que han surgido hornadas enteras de ciudadanos de chichinabo que cuando oyen la palabra Cultura se echan las manos a los huevos para que se los coman, tampoco tenían mucho donde elegir.

Evaristo me deprime, sí, porque me resulta muy cercano geográfica y generacionalmente y conozco el tirón que tiene su personaje de ácrata de pacotilla y agropunky que presume de decir las verdades del barquero con ese acento/gracejo que además es el nuestro, nos guste o no. Verdades no muy distintas, por cierto, de esas otras que enarbolan a ambos extremos del arco ideológico legiones de individuos que hacen bandera del individualismo feroz porque, en el fondo, si algo son de verdad eso es auténticos reaccionarios.

- No, imbécil, en una pandemia tu enfermedad no es tu puto problema, es el de todos.

Y sobre lo de los violentos que nunca lo fueron... Nada que añadir que no pueda hacerlo cualquier persona decente por sí misma. A decir verdad, para lo único que sirve un individuo como Evaristo con la frivolidad, insensibilidad e ignorancia con la que habla de "los violentos", es para darnos cuenta de hasta qué punto representa todavía hoy en día a una buena parte de la sociedad vasca, esa que durante décadas jaleó o justificó la violencia de ETA, ya fuera por connivencia con su proyecto totalitario o por simple resentimiento de clase contra todo aquello que consideraban lo establecido, y que sigue estando enferma y sin posibilidad alguna de recuperación por simple y pura burricie.


LO LLEVABA EN EL CARDADO

 


Ayer mirando la lista de restaurantes veganos, vegetas o cualquier otro alternativo por pura curiosidad: Billy Bob, Senderipity Vegan Food, Bowie´s, First Watch, Saigon Flavors, Bernie's Gourmet To Go, BJ's, Mike´s, Feten Food&Sidra, Khaisen Shusi Bar, Tasty Poke Bar, Nature Chigre... Alguno se podría pensar que este finde nos hemos cogido un vuelo charter a Londres, Liverpool, Manchester, Cardiff, York, Edinburgo, Glasgow, Dublin, Belfast o saber qué otra ciudad de cualquiera de las islas británicas para una visita rápida de fin de semana. Pues no, nada más cerca como Oviedo, ciudad en la que, al igual de lo que ocurre en el resto de España, la plana mayor de la peña a la que te podrías dirigir en inglés como mucho podría balbucear alguna frase corta en dicha lengua y para de contar. Sin embargo, y en lo que solo se puede calificar como un proceso de "auto colonización" inducido única y exclusivamente por la estupidez de nuestra época, y al que parecen sumarse entusiasmados todo tipo de mentecatos que de ese modo se creen más modernos e internacionales. De ese modo, el número de negocios de todo tipo con rótulos en inglés, o con términos en este idioma (wine&food, beauty, fitness, coworking, store, phone house...) cada vez prolifera más y con más saña si tenemos en cuenta lo que decía antes de que la inmensa mayoría de la población a la que se dirige ni siquiera es capaz de pronunciarlos correctamente, llegando incluso a darse el caso de gente que no entra a determinados comercios porque no saben qué venden dentro dado que el letrero está exclusivamente en inglés: "Naya Shop". Por cierto, ¿nadie se ha dado cuenta de la celeridad con la que cierta peña corre a corregir al prójimo porque pronuncia o escribe mal un término en inglés para dárselas de "estudiaus" y/o "viajaus" al mismo tiempo que no para de darle patadas al diccionario y/o a la ortografía en castellano, y no digamos ya el desprecio secular e instintivo de la mayoría monolingüe hacia el resto de lenguas oficiales y no de la cosa esta llamada España? Pues, eso cosmopaletismo en vena, el verdadero signo de nuestra época.
Dicho lo cual, y como en realidad se trataba de saciar una curiosidad y poco más, ayer nos volvimos a nuestro hogar a prepararnos una comida "comme il faut" (yo en realidad soy tanto de anglicismos como de galicismos; pero, con tal de ir contra a la contra...): ensalada, tortilla de patatas y callos a la asturiana. Todo ello regado con un Murua reserva, el cual, casualidades sin mayor trascendencia, es hoy en día algo así como una bodega astur-alavesa, más que nada porque se trata de una centenaria bodega fundada por los Murua de Elciego que no hace mucho fue adquirida por el grupo empresarial Masaveu, una de las familias asturianas (de origen catalán como bien atestigua el apellido) más poderosas del Principado y cuyo legado centenario ya se encarga de salvaguardar la fundación homónima sita en Oviedo.
Y si, por supuesto, cómo no recordar ayer entre trago y trago a uno de los miembros del ínclito clan riojano-alavés que dio nombre a la bodega de marras: Adela Murua. Mi profesora del latín en el instituto, una mujer que me temo yo que ya era una señora mayor cuando nació, una de esas que llevaban el franquismo recogido en el cardado. Cómo no imaginártela levantándose todas las mañanas para ir al instituto mascullando todo el rato: "No es verdad, Franco no ha muerto, no es posible, sigue entre nosotros, a mí no me engañan, no..." La muy hija de... su tiempo nos hacía rezar el Ave María en latín al comienzo de cada clase, "Ave María, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in muliéribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc...", cosa que a muchos de nosotros, que en aquellos años de plomo estábamos muy por lo de aportar nuestro granito de arena en pro de la liberación de Euskadien über alles y el socialismo molón que te cagas a escala planetaria desde las aulas, nos traía por la calle de la amargura. Así que no solo nos dedicábamos a profanar a diario el crucifijo que doña Adela, "... gratia plena, Domenicus tecum, benedicta tu in muliéburus...", se empeñaba en recoger de la papelera con auténtica resignación cristiana (eso cuando no aparecía con un cigarro entre las piernas o vestido con la camiseta del Alavés) para devolverlo a su lugar destacado encima de la pizarra, acto que provocaba de inmediato las protestas del alumnado aludiendo a la condición de centro público de nuestro instituto y por lo tanto supuestamente laico. Protestas que continuaban con la interrupción del rezo en latín por parte de los cuatro miembros de la insurgencia adolescente que en ese momento se ponían a canturrear el Eusko Gudariak emulando aquel otro acto heroico de los diputados batasunos en las Juntas de Gernika durante la visita, sonada, del hoy Emérito. En fin, chiquilladas que con el tiempo, esto es, como consecuencia de la famosa espiral "acción-reacción" a escala instituto de provincias, acabó derivando en cosas acaso todavía más chungas y peligrosas que ahora no vienen a cuento porque me estoy alargando demasiado y además creo que ya las he contado en alguna otra parte.
Pues eso: ¡Viva el vino!

PIEL DE CLAVO Y CANELA


 

    No doy abasto con las pesadillas desde que me vacuné el domingo a la mañana. Pero bueno, hoy ya saco un ratico para intentar contar la más absurda de todas ellas y, por lo tanto, supongo que la más divertida o no.

Me encontraba con mi mujer en la antigua casa de la Avenida Gasteiz donde vivía de pequeño con mi familia. El piso estaba dividido en la parte que ocupábamos la familia y esa otra donde mi viejo tenía la peluquería, una cosa como muy de entonces.
Pues bien, por las cosas esas de lo onírico yo tenía la edad que tengo ahora y me encontraba en el piso con mi señora por vete tú a saber con qué motivo. Entonces llamaban a la puerta y aparecía una preciosa mulata que me anunciaba la entrega de un pedido que supuestamente había hecho mi padre. Así que de repente veo a un par de empleados que empiezan a acumular cajas a la entrada de la casa, por donde creo recordar que se accedía por una puerta a la peluquería y por la otra a lo que era nuestra intimidad doméstica. Algo así, pues no estoy muy seguro de si lo que recuerdo del sueño se ajustaba a la realidad con exactitud, y la verdad es que tampoco importa mucho.
El caso es que, una vez que los dos empleados acaban de amontonar las cajas obstaculizando el paso a la casa, la mulata me hace firmar el albarán de entrega y me suelta al despedirse: "Dê um beijo em seu pai!" La mulata me deja con la mosca detrás de la oreja mientras me pongo a mover todas las cajas al interior del pequeño salón donde solíamos ver la tele de canijos como si me fuera la vida en ello. En ese momento aparece mi padre por la puerta y lo primero que hace es preguntar: "¿Y todas estas cajas?" Entonces yo ya empiezo a chinarme del todo.
- Tú sabrás que has pedido, peazo cabrón.
-¿Cómo, qué me dices?
- Cabrón, que eres un pedazo de cabrón. Mira si no lo que nos dejado tu amiguita.
-¿Qué amiguita?
- Cómo que qué amiguita, la mulata brasileira, no digas que no la conoces porque me ha dado un beso para ti.
- Mira, José Mari, no sé de qué hostias me hablas, pero te estás pasando...
- Por supuesto, por supuesto, yo me estoy pasando. ¿Y tú? ¿Qué hostias hay en estas cajas?
- Y yo qué cojones sé si no conozco a ninguna mulata y tampoco he pedido nada.
- Ya, eso dicen todos.
Entonces ya me despierto con el consabido sobresalto para no variar. El recuerdo de lo que acabo de soñar me deja un mal cuerpo que no te veas. Ya no solo porque en mi puta vida se me habría ocurrido tratar a mi padre de ese modo, como que de la hostia que me da salgo volando por la ventana; pero, es que la sola idea de ver a mi viejo en brazos de una mulata brasileña todavía se me hace mucho más cuesta arriba. Eso aun teniendo en cuenta que muchos años después estuvo en Bahía por un asunto relacionado con los negocios en los que se metió tras dejar los peines, y que una de las cosas que nos contaba a la vuelta, como una de esas curiosidades que le dejan a uno estupefacto a la vez que le permiten hacerse una idea de por dónde van las cosas en el país en el que recala, fue que en el Hotel donde estaba alojado con su socio les ofrecieron, sin ni siquiera haber insinuado ellos nada al respecto, un dossier con todas las fichas de las "garotas" que podían contratar como señoritas de compañía perfectamente clasificadas según edad, color de piel, estudios, aficiones y lo que fuera necesario para satisfacer la curiosidad del cliente de turno.
En fin, un malestar que se me pasa al momento cuando recapacito y concluyo que puede que esté otra vez leyendo por encima de mis posibilidades dado que estos días ando con las obras completas de Jorge Amado y que anoche me acabé "Gabriela, cravo e canela":
„Eu acredito que ela tem o tipo de magia que provoca revoluções e promove grandes descobertas. Não há nada que eu goste mais do que observar Gabriela no meio de um grupo de pessoas. Você sabe o que ela me lembra? Uma rosa perfumada num bouquet de flores artificiais.“
Gabriela, cravo e canela - Jorge Amado

EZ GARA GU, ZUEK ZARETE

 


  Eta gaurgero gurekin buruzagi, oraingoan kaputxa barik, noski: bizi osoko demokrata peto bat. Badakizue, garai berriak direla eta... Eta hau behin esan era gero (des)memoria historikoaz jardungo dugu, hau da, segun norena eta nori komeni zaion...

-Eta orain serio demonio. Atsekabetzen nau izugarri, lotsagorritzen nau etengabean, ikusteak nire herkide asko eta asko ETAren iragana ezinbesteko kritika hori gabe onartzeko zeinen arin eta prest dauden, nolatan saiatzen diren ETAren buruzagien krimenak kosta ahala kosta eta lehen baino lehen ahaztu arazten edozein aitzakia dela eta, eta, batik bat, betiere ETAren jarduera kriminala argi eta garbi ez salatzearren, hau sa, euren iragana agerian eta uztearren, are euren ezkerreko garbitasun itxurosoa -gubetieregizabanakoguztienaskatasunarenaldeetaabaretabaretabar- kolokan ez jartzearren, zeren eta ematen baitu ezin dela Ezker Abertzaleari inolako kritikarik egin sakrosantua, ukiezina, aratzetan aratzena, balitz bezala, ez baldin bada hori, hain zuzen, sinestarazi nahi digutena nahitaez, hau da, sasi guztien gainetik eta hodei guztien azpitik. Izan ere, urteetan gure herrian gertatukoaren islada luzea ematen du: ETAren bidegabekerian aurrean lehen eta orain beti epel. Edo bestela esanda nola da posible batzuen bekatuak hain azkar barkatzea beste batzuenen aldean? Psikologia tratatu baterako gogoetagai amagabekoa.

 

lunes, 24 de enero de 2022

IÑAKI Y AINHOA

 


Venga pues, un poquito de salsa rosa, sí. Anoche pensaba que el tema iba a monopolizar la cena con la cuadri por la cosa esa de que, para una exclusiva que surge en nuestra negra provincia flaubertiana, vamos a exprimirla a base de bien. Pero, al final tuve que ser yo quien sacara el tema para no quedarme con las ganas. Y eso que reconozco que no puede haber asunto que me la traiga más floja; pero, así no tanto las reacciones de mis paisanos, las cuales siempre son susceptibles de nutrir lo que sea que me venga en gana para mi territorio mítico o literario particular, de chichinabo, claro; no te voy a escribir de las obras y milagros de los lobos de Wall Street o las aventuras de un cazador de osos en los Urales.
Así también aprovecho mi condición de copiloto en el viaje de vuelta a las Asturias para echar el rato rastreando cosas de la parejita -no todo va a ser intentar descifrar el tratado lógico-filosófico de los cojones de Wittgenstein-, y me encuentro esta y suculenta crónica y declaración de un paisano a cuenta del barrio donde creció Ainhoa, el cual yo solía frecuentar a menudo de pequeño porque tenía y tengo familiares:
“Este era un barrio muy humilde en la época. Así que ahora que no vaya de pija”, dice un antiguo compañero de San Ignacio, el colegio público en el que ella cursó la EGB, ubicado en Adurza, una zona industrial con pisos típicos del desarrollismo de los años sesenta donde en tiempos estuvo la fábrica de bicicletas BH y la de las barajas Fournier; un lugar muy alejado del ambiente señorial de arboledas y palacios de indianos que rodea la casa de la matriarca de los Urdangarin, Claire Liebaert."
¿No me diréis que no es precioso? El periodista se ha marcado todo un novelón decimonónico (o una telenovela turca para los de la LOGSE) en cuatro líneas. Sólo le ha faltado mencionar a los malos del folletín: la princesa despechada, la suegra y reina boba y meapilas y, cómo no, el suegro que enseñó a robar al chiquillo y emérito huido de las Españas. Pero, lo mejor el apunte sociológico: "..que no vaya de pija ahora.. que es de barrio obrero." Delicioso, todo el resentimiento social en una sola frase, verdadero orgullo de clase: "¡Recuerda de dónde vienes!" Y ella una heroina en toda regla, de esas que se ponen el mundo por montera, rompen las cadenas con las que la tribu quiere atar siempre a los suyos a su carro, y les lanza un contundente y "emponderador": "¡Anda y que os den por culo, yo con mi coño hago lo que quiero, y si me quiero follar al Duque Empalmado, tranquilos que no voy a ir a la Asociación de vecinos de Adurza a pediros permiso..." Di que sí, Ainhoa, qué hostias, pues, que les jodan a todos.

III VACUNA

 


         La foto es del poteo de ayer sábado por la mañana. La pongo porque me parece más chula que sacar una a la sala de Txagu donde me acabo de vacunar y escribo estas líneas mientras pasan los 15 minutos que me han pedido que espere por si empienzan a darme espasmos o no sé qué otras hostias. También lo hago para evitar coger del cuello al subnormal que tengo delante paseando todo el rato en círculos a un palmo de mis narices, que mira que no hay sitio ni nada. Ya, puede que suene un poco violento; pero, es que estaba deseando sentarme en un sitio con calefacción después pasarme media hora tiritando de frío ahí fuera. De hecho, creo que llevo tiritando de frío desde anoche. Joder qué mal lo pasé en el trayecto desde el centro al coche a eso de la una y pico de la mañana. Me helaba literalmente, fijo que he cogido algo. Por bobo ya que iba solo con una camiseta debajo de una camisa vaquera y el chamarro heredado de mi viejo y que creo que solo me lo pongo por eso. A lo que hay que añadir que ya se me había olvidado el salto térmico que hay de la cornisa a Siberia-Gasteiz; -3° a eso de la una por la zona de Lasarte. Luego ya a la mañana he visto que por Abetxuko, que está en llano, han estado a -5.5°, con lo que calculo que en casa hemos tenido que estar a -7/8°, como que cuando he bajado estaba todo blanco como una sábana de hospital. Cómo sería el frío que al llegar a casa estaba como si no hubiera trasegado con los colegas un Eguren, Piérola, Godello con el único propósito de facilitar la ingesta de la cecina, pulpo, alcachofas, litiruelas, champis y no me acuerdo qué más, postres y copas aparte. En fin, un horror que me place recordar.

Ya me voy en lo que cierro. Acabo de oirle a una ATS decirle a una moza:

-Y ahora a pasar el domingo tranquila. ¿Te vas a Paiueta a ver a la amama?

-¡SÍÍÍ!

Hay que joderse, Paiueta, ya son ganas, masoquismo en vena, probablemente el pueblo más frío de toda la provincia allí en la montaña tirando a tomar por culo. Me lo contaba mi viejo explicándome que para morirse de frío no hacía falta apuntarse en la División Azul. Lo decía cada vez que pasábamos cerca hacia el puerto de Ribas porque su padre, o su abuelo, yo qué sé, había estado cuidando ganado en Paiueta de chaval y algo ya debía saber, ya. Mira, espero que le dé una buena reacción a la chavala, siquiera como la que seguramente me va a dar a mí. Yo recién pinchado y resacoso soy un auténtico hijo de perra.


ARRAINDEGIAN


   

    Baietz ba oso aspergarria, egoskorra, ipurterrea eta gura adina naizela; baina, gero eta nekosoagoa egiten zait Gasteiza eta bertako jendilajearekin tratuan egitea Asturiasekoen aldean. Esaterako, gaur goizean goiz biharko itsaski arroza prestatzeko superrera jaitsi naizela, arrain-saltzaileari arrozerako zapo edo kongrio zati bat eskatu eta berak ezetz, osorik eroan behar nuela

- Zelan ba, bizi osoan arrozerako zatixak eruan ein dittut.
- Oin ez, arrain osoa eruan biezu.
- Bale ba, eta muskuilu edo mejilloi poltsa osua be hartu biot?
- Bai.
- Baina, nik erdixa baino eztot gura... Gainera, ni bizi nazen hurixan, Oviedon, problema barik emuten duste.
- Ondo ba, hamen ez, ez zauz Oviedon...
- Txipiroiak garbiketana hobe dauket ez itauntzia be, ezta?
- Ez...
- Eta noztik daukotzue bezeruai gauzak ez errazteko politika bitxi hau?
- Barkatu?
Ba hori, beste behin ere, enegarrenez egia esanda, harrituta, nire hiri gorroto/maitagarrian txitean-pitean topatzen dudan bezeroekiko tratu benetan zantar eta batik bat antikomertzialarekin.
Eta bai, baliteke norbaitek bere buruari galdetzea zer dela eta berbeta Debagoieneko euskaraz; baina, ni oso maltzurra naizenaz gain, nik uste dena ez duzuela jakin behar.

EN EL CONFESIONARIO


 

   Hoy he soñado que estaba en la capilla del cole a donde nos llevaban los jueves por la tarde para confesar los pecadillos de la semana. A mí, que aunque me mandaban a estudiar con aquellos frailones toda la cosa de la religión me la sudaba y mucho porque en mi casa no eran precisamente practicantes, me gustaba aprovechar el momento para dar rienda suelta a la imaginación cuando entraba en el confesionario y no paraba de soltar una trola tras otra, la mayoría de las veces con el propósito de escandalizar al cura al otro lado de la celosía. Otros gustaban más de confesarse con los curas que los esperaban apartados en los bancos de la capilla. Y digo que les gustaban porque todos sabíamos que aquellos curones se les iba la mano a la rodilla nada más sentarte a su lado, y de ahí para arriba, o para abajo, eso ya a gusto del cura sobón. De hecho, la mayoría se sentaba a sabiendas de que sería más o menos manoseado mientras confesaba erecciones que no habían tenido viendo a sus hermanas cambiarse de ropa en casa o con la dependienta de turno con la que todos en aquellas edades empezamos a darle gusto a manubrio.

Yo era más de entrar al confesionario, siquiera por simple higiene mental y porque la cosa solía ser más rápida: tres pajas cada día durante la semana pensando en las vecinas del portal de al lado, una por cada, y algún que otro juramento cubriendo a Dios de purines cada vez que alguien me metía un gol jugando al futbolín, y algún que otro exabrupto dedicado a mi madre por esa manía suya de ponerme sesos de cordero rebozados para cenar, lo que al cambio eran un par de padrenuestros y no me acuerdo ya que otra monserga.
Sin embargo, en el sueño el compañero que había entrado antes al confesionario no acababa de contar sus pecados, como que estoy seguro de que debía tratarse del puto Abaurrea, el cual acostumbraba a tardar lo suyo y al salir te dejaba dentro el aroma de sus pedos. Entonces oigo que el profe nos ordena ponernos con los curas de los bancos para que no se haga tarde. Para mí es la primera vez y reconozco que siento verdadera aprensión al sentarme al lado de aquellos curas ya jubilados que parecen dedicarse a esos menesteres en exclusiva. Tal es así que cuando al final llega mi turno y me siento al lado del cura enseguida descubro que se trata de un viejales del que todo el mundo cuenta que acostumbra a ir por los pasillos del cole sacándole la lengua a los alumnos que más le llaman la atención. Creo que se me cierra el culo de golpe; pero, entonces va el tipo y me pone la mano en la rodilla mientras me pregunta: "¿Tienes de lo que arrepentirte, hijo?" En ese momento pego un brinco para levantarme del banco y dejo al cura plantado con el cuento de que el colega del confesionario acaba de salir justo en ese momento. Así que me meto de cabeza en el cubículo oscuro aquel de las confesiones, más que nada confiando estar a salvo de la mirada, la cual ya solo puedo imaginar libidinosa, del cura que me acaba de poner la mano en la rodilla. Entonces oigo una voz desde el otro lado de la celosía
- ¿Tiernes argo que arrepentirrrrte, lieber Mein Sohn?
- Sí, sí, padre, he pecado, de hecho llevo toda la semana pelándomela sin parar pensando en las vecinas, la frutera, la pescatera, la churrera del barrio...
- Was sagst du zu mir, Sünder? Ich werde auf deinen Schniedel schauen müssen, um zu wissen, wie du ihn hast, um zu sehen, wie sehr du gesündigt hast (¿Qué me dices, pecador? Voy a tener que mirarte la pilila a ver cómo la tienes para saber cuánto has pecado).
- Pero, ¿por qué me habla en alemán? ¿Quién es usted?
Momento en el que derribo de un manotazo la celosía y descubre que el tipo que está al otro lado no es otro que Ratzinger, vamos, el anterior Papa, Benedicto no sé cuántos. Con todo, tampoco lo puedo calificar de susto, porque para tal el que he tenido cuando sentía que alguien me ponía la mano el la cabeza y me he despertado de sopetón tras arrearle a mi señora un manotazo en todos los morros. Pues sí que empieza bien el fin de semana

KRISTALAK GARBITU


 

     Arren, esaidazue gauzatxo bat, esaidazue zuek ere kristalak, beirak, ispiluak-eta garbitzea gorrotatzen duzuela. Nik behintzat gogotik gorrotatzen dut. Izan ere, gehienetan paso egiten dut; baina, noizik noiz hain zikinak dira ezer garbitu beharrean zuaden nahi eta ez. Orduan sufrikarioa hasten zait. Nik kristalak garbitzen itzel sufritzen dut eta. Egia esanda, kristalak garbitzen ari naizela Gasteizen oso-oso aspaldi izan nuen bidaia agentzia gogora etortzen zait, nik neuk astero erakusleihoa ekinaren ekinez garbitzen saiatzen nintzelako, behin baino gehiagotan auskalo nork aurkeztutako profesionalen bati nola egin galdetu eta gero, eta betiere alper-alperril, gure erakusleihoa Lakua auzoko zikinena, maiz ere likitsuena, izan ohi zen eta. Eta bai, banuen ezinbesteko eskuila miraragarria ere; baina, sekula ezin nuen behar bezala erabili, lehen esan bezala, ez dakit zenbat bider norbaitek erakutsiagatik. Ba etxeko kristalekin berdin, ez naiz sekula behar bezala garbitzeko gauza. Hortaz, saiatutakoan amore ematen dut, nire bi semeekin aspaldi ere amore eman dudan bezala domekero nirekin batera etxeko garbiketak egin ditzaten, zeren garbiketa ikaragarri nekosoa suertantzen baldin bada, zer esanik ez etxeko astapotroekin tai gabe errietan egin beharra, hau da, igande goizeko lehenengo orduetatik aginduka, mehatxuka, biraoka, hori bai nekagarria. Horrebestez, tristea da, etsigarria, baina aitortu beharrean nago domeketako garbiketak erabat atsekabetzen nauela, besteak beste aita bezala ere sarritan ere amore ematen dudala gogoratzen didalako. Kuxidadea dut etsia eta etsaia.

     

PRO SAMANIEGO SIEMPRE




   
Me enmienda la plana un fulano a colación de un comentario sarcástico que hice a una entrada del amigo Javier Hernández Landazabal en el que ironizaba comentando que nadie había preguntado a los animales en el asunto del ministro Garzón, "¡Cómo q no han preguntado a los animales si los de Vox y PP no han parado de rajar!", diciendo que "Insultar a los humanos usando la palabra "animal" (o "cerdo", "vaca" o "mono", etc., etc.) es un gran error". Al principio me lo tomo de coña; pero, como aun así no hay nada que revuelva más que la peña que le enmienda la plana al prójimo por definición, no dudo en contestarle más o menos airado diciéndole que, a diferencia de otros, no tengo por costumbre humanizar a los animales, es decir, atribuirles reacciones o pensamientos humanos como si fueran nuestros; eso y que como todavía no se me ha quejado ningún bicho personalmente por compararlo con Casado o Abascal, pues yo a lo mío. Entonces el fulano me responde todo serio con un tono tan catecúmeno que no puede sino revolverme todavía más las tripas: "....el problema no está tanto en las palabras que usamos sino en los procesos de pensamiento arraigados que subyacen a los pensamientos que desencadenan nuestro uso del lenguaje, un lenguaje que refleja nuestra visión antropocéntrica del universo. Si pudiéramos pensar de manera diferente, el mundo podría ser un lugar diferente y mejor."
"¿Visión antropocéntrica del universo? ¡Pues claro, hostia puta, no vamos a tener una visión equinocéntrica, bovinocéntrica, felinoocéntrica o asnocéntrica del universo siendo, fíjate tú qué cosas, hu-ma-nos. Yo reconozco aquí que el rechazo visceral que me provoca este tipo de gente que va por la vida adoctrinando a los demás con la mejor de las intenciones, se supone, puede deberse al hecho de haber aguantado a curas y frailes durante mi infancia hasta verdaderos extremos de vómito, sobre todo cuando en mi casa el fervor religioso imprescindible para soportarlos sin que a uno le entren ganas de meterse a león comecristianos -¡uy, ya estoy ofendiendo a un animal…!- era era tirando a cero. Digamos que creo oler los santones puritanos de lejos, o dicho de otra manera, a esa gente tan sensible y bien intencionada cuyo único propósito en la vida es convertirnos en buenas personas a su imagen y semejanza en pro de un mundo mejor, y me enervo.
Otrosí, como la cosa va de no tomar los nombres de los animales en vano y he recordado al fulano que los seres humanos llevamos recurriendo a los animales para caracterizar a los comportamientos humanos desde que estábamos en las cavernas, enseguida me acuerdo de las fábulas de Samaniego, más que nada por ser mi paisano, porque todos sabemos que muchas de las fábulas del de Laguardia estaban inspiradas o eran versiones de las del gran fabulista griego Esopo, y me digo: “Mira, otro que si pudiera censuraría a Félix, y por extensión a cualquier otro fabulista, con la mandanga de que atenta contra la dignidad de los animales.”
Ahora bien, y a pesar de la vehemencia con la que me expreso, no solo admito, sino que también respeto, este perfil tan humano del santón proselitista que llevado por sus empeño de ser mejor persona, se entiende que mejor que todos los demás, arremete contra la propia condición humana por considerarla imperfecta, indigna, pe-ca-do-ra, y acaba dando, ya no solo en inquisidor de guardia de los supuestos pecadillos y contradicciones del prójimo, sino también en enemigo de sí mismo. Cómo no voy a hacerlo si forman parte de la Historia de la humanidad desde mucho antes incluso del triunfo de los peores de todos ellos: los cristianos primigenios.
Siempre va a haber gente más sensible y concienciada, perfecta, que la mayoría de todos nosotros, almas puras e iluminadas que confunden el continente con el contenido, santones necesitados de pecadores para dar sentido a su existencia, mojigatos laicos. Lo asumo porque de eso va precisamente mi alegato, de que no hay nada más patético y peligroso que emperrarse en imponer al prójimo la propia visión de la vida por muy justa que sea siquiera ya solo en apariencia.
También asumo que estas personas necesitan encontrar su antítesis en aquellos que les rebaten adjudicándoles ideas o intenciones que en realidad no tienen al estilo de lo que hacían los cristianos antes citados cuando presentaban a los paganos que se les enfrentaban tachándolos de cómplices de todo aquello de lo que ellos abominaban. Me parece muy bien, están en su derecho, a eso y a bloquearme, que es lo que se estila en esta mierda de las redes a poco que le lleves la contraria a alguien o descubran que no comulgas con su pedrada de turno, eso o echar todas las pestes que quieran sobre mí, lo cual siempre será mejor, y sobre todo más leve, que lo lapiden a uno en público o lo quemen en la hoguera.
Con todo, un consejo, propongo que toda esa gente que dice amar tanto a los animales, sobre todo más de lo que ya lo hacemos otros y además desde siempre, lleven su compromiso hasta sus últimas consecuencias y, en lugar de decirnos a los demás lo que deberíamos hacer o dejar de hacer para ser tan puros como ellos, tomen ejemplo de los santones de la India que vestidos con una túnica raída –a ser posible tejida por ellos mismos- caminan con una especie de cepillo con el que van barriendo el suelo por donde pasan para no pisar a bichito alguno. Entretanto, servidor, como redomado faltón y sectario que es, seguirá homenajeando a Félix María Sánchez de Samaniego, y por extensión también a su maestro Esopo, tildando de asno a Casado, jabalí a Abascal, ratas a todos los ultras que le siguen, cerdo a cierto alcalde madrileño, perra a la que todos sabemos y de borregos a todos los que aplauden las ocurrencias de esta última. Insisto que siempre y cuando no tenga una queja personal de dichos animales, lo cual no creo poco factible de momento porque anoche le pregunte a Argi, la perra cuadrúpeda que vive con nosotros, y la única respuesta que obtuve fue un lametón en el dedo índice porque acababa de comer un yogur y parece que la enana no tenía suficiente con la tapa que le había dado para rebañar.
Por cierto, ganadería intensiva caca, extensiva guay.

MATRINONIOS DE ANTES


 

Confieso, o más bien recuerdo, que muchas de las pesadillas que narro en este medio me las saco de mi imaginación más o menos desquiciada. Otras no, claro que no. Ahora bien, cuando transcribo una de veras procuro adaptarla, acaso adornarla, con el fin de darle una forma, si acaso, más literaria. A veces ni siquiera eso, a veces me basta con procurar recordar la pesadilla lo más fidedignamente posible. Claro que eso suele pasar cuando las pesadillas son de las duras, esto es, desasosegantes con ganas, de las que te despiertas de golpe con el corazón en un puño y te quitan las ganas de seguir durmiendo por si acaso. Anoche tuve una de esas.
Acabábamos de llegar a casa de mis padres en Berrozti como cada dos o tres semanas. Tras los saludos y besos de rigor, amén de los comentarios sobre lo mucho que habían crecido los críos desde la última vez, tres semanas a lo sumo, nos sentábamos en el salón para departir sobre lo humano y lo divino. ¿Todos? No, todos no, mi madre apenas hacía un pequeño amago de unirse a la conversación y en seguida se volvía a la cocina donde repartía el tiempo con la cama obligada por sus muchos dolores endémicos. En ese momento daba igual lo mucho o poco que insistiéramos para que se quedara con nosotros, incluso que yo me enfadara afeándole el detalle de privarnos de su presencia tras semanas sin vernos. No había manera de convencerla porque se trata de una mujer que una vez que se levanta de cama es incapaz de estarse quieta aunque vaya con muletas como era el caso hasta no hace mucho. De cualquier manera, y tras haber huido a sus habitaciones para enchufarse a sus respectivas maquinitas una vez superado el interrogatorio preceptivo de su abuelo sobre las cosas del colegio y… y poco más, mi mujer, mi viejo y yo nos quedábamos de charleta hasta la cena. Esa era la situación a la que me remetía el sueño cuando, de repente, mi madre regresa al salón y, sin mediar palabra, le pregunta a mi mujer.
- T. ¿Cómo preparo la merluza?
MI mujer que no acierta a comprender por qué extraña razón su suegra se dirige a ella para hacerle semejante pregunta interrumpiendo la conversación que mantenemos con mi padre.
- A mí qué me preguntas, Mtx, es tu hijo el que cocina en casa?
- Sí, pero cómo quieres que la prepare.
- Pues cómo quieres que sea, en salsa verde como siempre –interrumpo yo visiblemente molesto por lo que considero el enésimo feo que mi madre me hace delante de mi pareja.
- Deja, ya voy yo a prepararla. Tú siéntate con ellos – dice mi viejo, casi ordena, al tiempo que se incorpora de su sillón para ir hasta la cocina casi que a la carrera. Vamos, para no darle opción a su mujer para que le bloquee el camino.
- ¿Pero qué irá a hacer este hombre? –pregunta mi señora madre con evidente desasosiego.
- Pues a preparar la merluza, ¿no es lo que querías? –pregunto yo un tanto escamado porque intuyo por dónde van a ir los tiros- Déjale que cocine, es lo que le gusta.
- Ya, pero luego me deja la cocina hecha unos zorros.
- Eso no es verdad, lo que pasa es que nunca le das tiempo a que la recoja después de….
- Voy ver qué está haciendo, no me fio ni un pelo de este hombre.
Así que mi mujer y yo nos quedamos solos en el salón y mirándonos perplejos el uno al otro. Al rato vemos que se abre la puerta de la cocina y aparece mi viejo hecho un basilisco, si bien el tal basilisco al lado de mi viejo cuando se enfadaba parecería parecer un osito de peluche.
- ¡No aguanto más, quiero el divorcio!
Jamás me podía haber imaginado a mi padre, tan de vieja escuela él, tan de sortear las discusiones con mi madre cogiendo la puerta para largarse hasta que escampara y vuelta a la rutina de la convivencia avinagrada tras décadas de soportarse mutuamente en la convicción de que en eso y no en otra cosa consiste el matrimonio tal y como les habían enseñado y ellos habían visto a todo el mundo a su alrededor, pronunciando esas palabras. Así pues, mi sobresalto es mayúsculo.
- Que no, que no aguanto más. O nos vamos cada uno por su lado o acabamos muy mal, muy mal. Esta mujer me va a volver loco.
En ese preciso momento aparece mi madre secándose las manos con el trapo de la cocina.
- Cómo te vas a divorciar tú si eres incapaz de no manchar nada cuando te pones a hacer algo en la cocina.
- ¡Cuando se cocina se mancha y luego se limpia, no al revés, jodida tarada! –le increpa mi viejo.
- J no me faltes al respeto delante de tu nuera.
- No me toques los cojones tú con tus manías. Estaba solo en la cocina preparando la merluza y de repente aparece ella por detrás pasando la bayeta de la cocina por donde estaba cortando la cebolla. Luego voy a echarla a la sartén y me encuentro que me la ha quitado del fuego con el aceite hirviendo porque dice que no era esa la que tenía que usar. Y luego encima me dice que le eche pimiento rojo a la merluza porque a ellas le gusta más así que en salsa verde.
- Pero eso no es motivo para… -se aventura a decir la nuera.
- Claro que no es el motivo, es el colmo…
- Déjale, T, si se quiere divorciar que se divorcie, que ya era hora.
- ¿Cómo? –profiero yo sin poder creer lo que estoy oyendo.
- Que sí, que yo también me quiero divorciar desde hace tiempo.
- Pues no se hable más, para algo en lo que ambos estamos de acuerdo...
- ¡Pero qué cojones estáis diciendo! –bramo harto ya de todo lo que estoy oyendo-. No tenéis edad para esas cosas, la gente de vuestra edad no se divorcia, eso es cosa de jóvenes que no aguantan nada y tiran la toalla a la primera. Vosotros sois de la generación de piedra que aguanta carros y carretas. Vosotros existís para darnos ejemplo a los demás.
- Txema, ¿tú te estás oyendo? Tanto presumir de ir a la contra de todo convencionalismo, de ir de librepensador por la vida, tanto predicar que hay que romper todas las cadenas que nos impiden ser libres, y ahora vas y les dices a tus padres que se jodan y sigan siendo víctimas de un matrimonio en el que cada cual prepara la merluza de un modo diferente-
- ¡Que son mis padres, cojones, que son mis padres! –chillo ya completamente fuera de mí-. Está gente no se divorcia porque discutan todo el rato, esta gente se casa para discutir todo el rato.
- ¿Eso es lo que quieres para nosotros? Si es así yo también quiero el divorcio –me desafía mi señora esposa completamente en serio.
- No me puedo creer lo que está pasando.
- Yo tampoco que estuvieras hecho un cabrón heteropatriarcal como todos.
- ¡Por favor, quiero despertar de esta pesadilla de una puta vez, que todo vuelva a ser como antes, no volveré a ver series de princesas suecas que flirtean con presidentes tullidos de los Estados Unidos y príncipes herederos noruegos que hacen honor al tópico de sus antepasados vikingos.

lunes, 10 de enero de 2022

REVISANDO LOS CLÁSICOS: ASESINATO EN EL COMITÉ CENTRAL - MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Artículo para la revista EL SAYÓN:  https://www.elsayon.com/revisando-los-clasicos/?fbclid=IwAR0ivAN6zyyTDaFvpc5evn2WROC6QX5vh7O4uu-XcD8BOjh0ckKvCqfJY6Y



    Hay que releer a los clásicos, claro que sí, sobre todo con el ánimo de cotejarlos con los contemporáneos. En el caso de la novela negra en castellano, y más en concreto española, no hay mejor ni más incuestionable clásico que la saga de las novelas de Pepe Carvalho escritas por Manuel Vázquez Montalbán. Una saga cuya trascendencia no estriba solo en el éxito comercial que con el tiempo rebasó los límites de lo exclusivamente editorial para saltar a la pequeña pantalla con igual resultado, un verdadero fenómeno mediático si tenemos en cuenta la exigua producción y todavía más escasa acogida que había tenido hasta entonces la novela negra escrita en castellano a diferencia de esa otra escrita originariamente en inglés, francés e incluso en italiano, sino también por lo que supuso de revelación de la novela negra como un género que rompía definitivamente con la idea de que las novelas de policías o detectives con crímenes de fondo eran, o debían ser, exclusivamente de rápido consumo, para entretener y poco más. Nada más lejos de la pretensión de Vázquez Montalbán a la hora de concebir su Pepe Carvalho, a decir verdad una especie de sosias, no tanto del propio autor como de la generación de antiguos combatientes antifranquistas que con la muerte del dictador, tras la llamada Transición y la llegada de la democracia bajo los auspicios de una segunda restauración borbónica tuvieron que reconvertirse o adaptarse lo mejor que pudieron a la nueva situación. De ese modo, la intención de Vázquez Montalbán a la hora de poner en escena a su Pepe Carvalho no fue otra que aprovechar el formato que le ofrecía el género negro como una mera coartada para escribir su propio retrato galdosiano de una época y unas gentes, la suya propia. No es extraño, pues, el interés que suscitó entre los coetáneos de Vázquez Montalbán la saga del detective gastrónomo y desencantado de todo que de tanto en tanto quemaba los libros de su biblioteca en lo que era a todas luces su particular ajuste de cuentas con su pasado. Empero, una de las claves del éxito de Pepe Carvalho no solo fue un acierto parir un personaje con el que muchos españoles de su generación enseguida se vieron identificados, en especial todos aquellos que habían militado a favor de la utopía en los años previos a la muerte del caudillo gallego y que tras la componenda entre los poderes fácticos de la dictadura con la mayoría de los principales líderes de la llamada oposición democrática dio lugar a la segunda restauración de la monarquía borbónica amparada por una constitución tan democrática como inmovilista, un verdadero dique de contención para cualquier aspiración de cambio o reforma todavía más democratizadora que pudiera darse en el futuro, sino también, o sobre todo, aquello que el propio Vázquez Montalbán comentó varias veces a lo largo de su vida sobre su propósito de hacer todo lo contrario que se esperaba de un escritor de novela negra, como, por ejemplo, evitar a toda costa ese cliché tan propio del género según el cual el inspector o detective tiene que ser poco más que un héroe que al final siempre se salía con la suya, o dicho de otra manera, una trama en las que al final siempre triunfaba el bien, es decir, el orden y la ley. Ahora bien, ese rechazo a los supuestos cánones del género era lo que Vázquez Montalbán denominó en una entrevista en enero de 1988 en la revista literaria Quimera“ burla del esquema genérico” y que, en mi modesta opinión, no se trataba tanto de su pretensión de ponerse por montera los supuestos cánones de la novela negra clásica americana que él decía admirar, la de Chandler, D. Hammett, C. Himes o R. Wright, como su empeño en sobrepasarla haciendo algo que la acercara más a la obra de su todavía más admirado Leonardo Sciascia, del cual afirmaba que hacía la mejor novela política aprovechándose del género negro, ni más ni menos que lo que se advierte a lo largo de toda la serie Carvalho. Tal es así que uno no puede evitar sospechar que el verdadero o más importante referente literario de Vázquez Montalbán no fue otro que el escritor siciliano, aquel que le indicó el camino para hacer una novela negra que no fuera un simple remedo de esas otras americanas sin otra ambición que entretener al público, una novela enraizada en un entorno europeo, todavía más mediterráneo, y, ya muy en especial, con un evidente trasfondo político en lo que se refiere a retratar el momento histórico en el que se ambientan las tramas (curioso también que no mucho tiempo después, otro siciliano, Andrea Camilleri, considerado en cierta medida el sucesor natural de Sciascia, si bien que a mucha distancia de este, iniciara su serie negra como el inspector Montalbano como protagonista y confeso homenaje a las novelas negras del autor catalán). Ambos, Sciascia y Vázquez Montalbán, escritores comprometidos políticamente con su tiempo y su entorno habían llegado a la misma conclusión:

“La novela negra posee condiciones técnicas para asumir y aprehender el realismo superiores a las que pudo tener en su momento el realismo socialista o el realismo crítico.” (Quimera, enero 1988)

Solo así se explica que escritores considerados a sí mismos como esencialmente literarios, se atrevieran, incluso procedería decir que se dignaran, a cultivar un género que por entonces seguía siendo considerado ni más ni menos que subliteratura, siquiera ya solo literatura no culta o de masas, algo de lo que Vázquez Montalbán era muy consciente y de ahí su deseo de mantener las distancias, puede que de justificarse, a toda costa:

Yo jamás he considerado que escribiera subliteratura, de ser así nunca la hubiera escrito, y de hecho casi siempre, salvo cuando no he tenido más remedio, he editado mis novelas en colecciones no policiales; no porque considere que el género es menor, para mí Chester Himes es un novelista tan importante como Richard Wright o como cualquier novelista de la nueva negritud, y Dashiell Hammett es tan importante como Hemingway o Faulkner. Pero no he escrito jamás con la voluntad de hacer subgénero ni de hacer subliteratura.” (Quimera, enero 1988)

De cualquier forma, servidor rescata de las estanterías de su biblioteca Asesinato en el comité central (1981), publicada por primera vez en 1981, la novela de la saga Carvalho que más dificultades técnicas le supuso por lo supuso de procurar encajar la pesada carga ideológica de la historia con la trama estrictamente negra sin que rechinara ni lo uno ni lo otro, según declaraba el propio Vázquez Montalbán en la entrevista antes citada (por el contrario, de las que más satisfecho se sentía por considerarlas las más equilibradas de todas son Los pájaros de Bangkok (1983) y La rosa de Alejandría (1984), y no puede sino confirmar todo lo apuntado anteriormente. Para empezar, no puede ser más evidente eso que yo denomino el pujo galdosiano de querer aprehender un momento concreto de la Historia, en este caso tanto de la España como de la universal, a través de las peripecias de unos personajes. En este caso todo el trasfondo histórico, incluso ideológico, del crimen que le toca resolver a Carvalho en Asesinato en el comité central se sitúa en el cisma que sufre el comunismo europeo occidental con la aparición de lo que se denominaría eurocomunismo, o lo que es lo mismo, la puesta a punto de los partidos comunistas occidentales para adaptarse al juego parlamentario de las democracias de corte libera tras liberarse de la carga ideológica e incluso orgánica de la Unión Soviética y sus directrices. Una cisma que en todas partes supuso un verdadero cataclismo entre los viejos camaradas que habían estado al frente del partido en las duras y en las maduras, siendo quizás el caso español el más paradójico o conflictivo de todos por lo que tuvo de renunciar al capital simbólico acumulado por el Partido Comunista de España como principal fuerza opositora durante el franquismo. Un capital que apenas le supuso rédito alguno dados los parcos resultados electorales tras las primeras elecciones democráticas, todo un baño de realidad ante el que los militantes reaccionaron de maneras muy diversas, desde el empecinamiento en la defensa de las esencias a toda costa hasta el desencanto absoluto, siendo el propio Carvalho uno de los ejemplos más preclaros de aquellos que se decantaron por lo segundo. Tal es así que en Asesinato en el comité central Carvalho no es solo esa figura del detective al que se recurre para resolver un caso cuyas circunstancias e implicados suelen serle desconocidos hasta el preciso momento de aceptar el caso, sino que más bien es la excusa para el reencuentro del viejo combatiente antifranquista con carné del PCE en la clandestinidad con muchos de sus antiguos camaradas. Un reencuentro que le sirve al autor para ofrecernos una mirada, la cual una vez releído el libro vuelvo a tener las dudas de la primera lectura respecto a si dicha mirada es más nostálgica que crítica, y eso a pesar del continuo desapego que Carvalho muestra respecto a sus antiguos camaradas, con no pocas gotas de delicioso cinismo; pero, sin llegar a ser nunca verdaderamente cruel sino más bien todo lo contrario, yo me atrevería a afirmar que hasta tierno. Dicho lo cual nos encontraríamos con la segunda característica fundamental de la saga Carvalho, quizás la que más se distinguió en su momento de la mayoría de las novelas negras a las que el público estaba acostumbrado: su irreverente sentido del humor. A decir verdad, si no es por el humor en su vertiente más irónica e incluso surrealista, eso que M.V.M denominaba “burla del esquema genérico”, éste jamás habría escrito una sola novela negra al uso, es decir, una novela en la que la resolución del crimen fuera lo único que importara dentro de la trama. Ahora bien, tampoco estamos hablando de una parodia de la novela negra al estilo de lo que El Quijote representa para las novelas de caballería de su época. Ni mucho menos, Vázquez Montalbán siempre fue consciente de que esa siempre teórica parodia del género, la cual solo lo es en la medida en que el absurdo se impone a cierta lógica de los hechos, debía ser siempre contenida para no desfigurar el contenido esencialmente negro, es decir, la trama criminal. De hecho, es el propio Vázquez Montalbán quien avisa de los riesgos de pasarse de frenada con la susodicha burla del esquema genérico:

Es más difícil hacer humor con el sexo que con la novela policíaca: con esta última se puede hacer humor, pero siempre relativamente, a no ser que la propia novela sea una parábola escrita en clave de humor. Yo lo he ensayado en una de ellas, en El balneario, que es de hecho una parábola. Chandler constantemente está haciendo humor, pero con una contención tremenda para que la novela no caiga en la incredibilidad.“(Quimera, enero 1988)

Con todo, en Asesinato en el comité central, así como en la práctica totalidad de la saga de Pepe Carvalho e incluso del resto de su novelística, hay ironía y guiños humorísticos a raudales, no en vano hablamos de una de las características más notorias del estilo del escritor barcelonés y probablemente también una de las principales razones de su éxito de público. Un humor que puede atisbarse en multitud de detalles en principio no tan evidentes como esas dos inclinaciones tan características de Carvalho como quemar libros y su obsesión, porque es imposible calificarlo de otra manera, gastronómica, dos referencias tan tópicas de una generación muy concreta de españoles, los cuales pasaron de la noche a la mañana de la austeridad comunista al hedonismo pequeñoburgués, y en las que, a poco que se sepa de la biografía de M.V.M, resulta evidente que éste se está parodiando a sí mismo y probablemente también a toda su tribu. Otra cosa es que en Asesinato en el comité central ese humor flirtee de continuo con el cinismo de un Carvalho cuando al investigar el asesinato del secretario general de Partido Comunista de España se reencuentra no solo con muchos de sus antiguos camaradas, cada cual con su propia evolución ideológica-sentimental o no a cuestas, así como esa joven militante en la que Carvalho cree reconocer el entusiasmo y no poca sana y hasta entrañable ingenuidad de sus años mozos, sino sobre todo con su pasado. Un pasado que no deja de ser, una vez más, el de casi toda una generación de idealistas que con el paso del tiempo acabaron como Pepe Carvalho, quemando los libros con los que machacaron sus cabezas a conciencia y sustituyendo el ardor revolucionario por la gula pura y dura en versión emuladores de Paul Bocuse de fin de semana.

En cualquier caso, una relectura increíblemente gozosa en el que servidor se reencuentra no solo con un episodio de la Historia de España y el mundo como fue la crisis de identidad de la ideología más importante, o al menos determinante, de la primera mitad del siglo XX, sino también con un modo de poner en escena dicho episodio desde la novela negra y con una eficacia extraordinaria, ni más ni menos que la habitual  de un verdadero maestro de las letras que fue Manuel Vázquez Montalbán. De hecho, disfruto tanto con el modo como ese episodio histórico concreto se engarza en la trama criminal que Carvalho debe resolver, y muy en especial con el tono irónico, insisto que también cínico por momentos, que no puedo evitar preguntarme por los hipotéticos discípulos contemporáneos de este tipo de novela negra en la que el autor poco más se aprovecha el género para hablarnos de cosas de mucha más enjundia que la simple resolución de un crimen. Una pregunta que viene a ser la misma que la que le hace el entrevistador de la revista Quimera a M.V.M cuando le inquiere por el estado de la novela negra escrita en castellano y en España, y este le contesta que ve dos caminos diferentes, pero no por ello divergentes, el que representa Andreu Martín con su fidelidad a las reglas del género, es decir, una obra en la que la resolución del crimen condiciona el conjunto de la Historia sin apenas desviarse un milímetro de lo que tiene que ver con éste, y ese otro de Juan Madrid en donde sí hay lugar para una mirada más allá de lo exclusivamente criminal:

Andreu Martín es muy fiel, en su obra se produce un efecto de mímesis bien resuelto; no quiero decir que sea un escritor mimético, sino que toma el género y lo respeta totalmente, incluso rechaza cualquier variedad que no se pueda denominar novela negra; en cambio en Juan Madrid se transparenta la novela negra, evidentemente, el cine negro, pero también está Baroja, la tradición de novela barojiana urbana, no solamente del ciclo de La lucha por Ia vida sino las novelas-crónicas cortas de los años treinta.” (Quimera, enero 1988).

Dicho lo cual, creo que determinar qué autores contemporáneos de novela negra pueden adscribirse a la lista de los que han tomado uno u otro camino es tarea del lector de estas líneas. Yo ni siquiera me voy a tomar la molestia de aventurar nombres, ya sea para no alargar en exceso este artículo, como en la convicción de que sería repetir por mi parte los mismos nombres de siempre que acostumbro a citar en mis artículos y reseñas, nombres que además no son ni de lejos todos los que son, sino tan solo aquellos que yo frecuento con cierta asiduidad y tanto por devoción como por mera curiosidad. Nombres en los que, en cualquier caso, me temo que no estarían la mayoría de los autores de trilogías de éxito, y aquí excuso decir el motivo, o más bien lo aplazo para otro artículo. Nombres entre los que, insisto, faltarían muchos de los autores que han irrumpido en el panorama de la novela negra española por la simple razón de que la oferta actual, siquiera en comparación con la que era en la época de Manuel Vázquez Montalbán, es hoy en día apabullante, puede que incluso desmedida, como si todo el mundo se hubiera puesto a escribir novela negra con la excusa de que es la única que vende como consecuencia de los sucesivos “booms” como el escandinavo y todos los que le han sucedido por emulación y, sobre todo, por obra y gracia de la mercadotecnia editorial.

Por mi parte, solo una declaración de intenciones. Confieso que, si bien considero tan digno e interesante el camino que según M.V.M apuntaba la novelística de Andreu Martín como insigne representante de cierto purismo o clasicismo dentro de la novela negras, eso sí, siempre adaptado a la idiosincrasia española, tal y como salta a la vista en sus novelas ambientadas en Barcelona, y también siendo consciente de que la mayoría de la novela negra española que sucedió a Montalbán hasta nuestros días tomó ese derrotero, como además era de esperar dado que, por lo general, quienes aseguran el éxito de un género suelen ser antes que nada los amantes de las esencias más puras de este, yo me decanto sin lugar a duda por el estilo más ecléctico e incluso políticamente comprometido de Juan Madrid. Dicho de otra manera, soy más de Sciascia que de Chandler. Es decir, más de Manuel Vázquez Montalbán que, me temo, cualquier otro escritor de novela negra español.

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