martes, 12 de octubre de 2010

FLANEUR DE PROVINCIAS



Flaneur de provincias porque te encanta pasear por los cascos viejos de las ciudades que visitas, prácticamente es lo único que te gusta ya de las ciudades, callejear entre las huellas de su pasado, descubrir la modesta belleza de esos edificios que el tiempo ha respetado por indiferencia o verdadero apego de los lugareños al mismo, pequeñas joyas olvidadas en forma de la hornacina de una Virgen o un santo incrustada en una fachada medieval, escudos nobiliarios que crees que antes no estaban ahí pero ahora sí, detalles hornamentales de las viejas casas gremiales todavía visibles o casi, de los palacios todavía en pie y también de aquellos que la imaginación o la irreverencia del arquitecto de turno van transformando en algo que no fue, que ni pega con la época que fueron levantados sus cimientos ni con la biografía de sus dueños, a veces de repente un medievo sobre un edificio del Renacimiento o el Barroco al que sus dueños fueron añadiendo durante generaciones nuevos elementos y que la imaginación desquiciada o ágrafa de un particular con ínfulas restauradoras ha vuelto, ya no a su época original, sino a otra en la que lo que allí había era otra cosa, otra casa. Paseas para poder constatar que otros edificios tildados de monumentos o casi todavía están ahí, que lo que hasta hace unos días era un palacio abandonado a su suerte, a la desidia de sus dueños, las inclemencias del tiempo y la infamia de los que cubrían sus muros ya no sólo con pintadas supuestamente subversivas sino incluso con las fotos de los heraldos de la muerte que ellos creen héroes.

Paseas y ya no sólo encuentras la chabacanería de antaño en los baretos del territorio comanche donde todas las noches se brindaba a mayor gloria de una manada de asesinos. Pasas por delante de sus vidrieras y a ratos incluso crees reconocer algún que otro conocido, de los que siempre estaban ahí, al mando del negocio o de la bronca, no se han jubilado, sólo han encanecido, se han echado años encima y mucha, pero mucha mugre (ayer paseando por la Kutxi vi al otro lado de la ventana del Uxarte al mismo cachalote barbudo de hace décadas, inasequible al desaliento y puede que también a la bayeta, como que hay que ser muy simpatizante de la cosa pericolosa para llevarse al gaznate cualquiera de sus pinchos...). Paseas y descubres que, pese a que todavía las pintadas y los pasquines sólo anuncian más de lo mismo, lo alegre y combativo ya sólo es un reducto menguante hacia el interior de lo viejo y prácticamente ya en una sola calle. El resto se ha renovado para no morir, han cubierto sus barras de pinchos e incluso se diría que también han echado mano a la escoba, algunos hasta han puesto terraza ahora que el invierno parece una broma, que ni el otoño cruje como antes ni hay que temer por la integridad del mobiliario porque la jarana borroka ya no es el pan de cada de cada día, del fin de semana como entonces, yo creo que hasta ellos se habían cansado de aquella rutina.

Así que sigues merodeando por el territorio de tu juventud y compruebas que lo que siempre estuvo allí pero que apenas se veía, por si las moscas, ahora reluce en todo su esplendor, no sólo los pequeños negocios que ahora exhiben en plena calle su mercancía de exquisiteces, los escaparates de otros nuevos que apuestan por otro concepto más auténtico de lo alternativo, ropa de diseño o sólo para vestir la disidencia antisistema de lujo, alguna de esas franquicias de siempre más de lo mismo pero a precios de espanto, artesanía de los herederos con pediente de los antiguos y verdaderos maestros (como que me parece que han cerrado la última botería de la Corre), mucha bisutería, souvenirs con mucha txapela e ikurriña para los turistas a la sombra de la catedral de Santa María y su tinglado mercantil, pinchos que quieren ser tan de diseño como la decoración de los bares cuyo suelo apenas hace unos años se cubria de serrín y algún que otro vómito. También han limpiado las fachadas, reparado algunas afrentas arquitectónicas, glosado en lápidas de mármol o de lo que fuera la historia de la ciudad, rescatado del olvido el nombre de muchos de sus moradores ilustres. Hay en medio de la estampa medieval de lo viejo elementos nuevos como las escaleras mecánicas, jardines interiores o los murales que cubren fachadas menos o nada nobles, que quieren embellecer esa otra parte de lo viejo en cuyas casas reinaba la precariedad del espacio y de la vida en suma, las casas de los marginados de la ciudad, siquiera sólo de los menos favorecidos, el guetto de la ciudad autosatisfecha de su nivelazo de vida, la que gastaba a espuertas para colocar en cada barrio un centro cívico, un polideportivo, un parque, un carril bici o lo que fuera, sería por dinero... Ahora muchas de esas casas de la parte alta han sido rehabilitadas o levantadas desde sus cimientos para construir otras acaso un poco más amplias, más habitables, con encanto que dicen, respetando o simulando incluso fachadas en hipotética armonía con su entorno histórico, pintadas de alegres colores para contrarrestar el gris glacial que invade todo la mayor parte del año. Hay tramos verdaderamente atractivos gracias a este colorido de las casas y la apuesta de muchos pequeños comerciantes por lo exquisito no sólo en su mercancia sino también en el aspecto exterior de sus comercios. La entrada a la Correría es una de ellas, el rincón de la entrada trasera de San Miguel con su modesto pórtico, la sombra imponente de los muros del palacio de los Corcuera y los pinchos de diseño de la Malquerida una verdadera joya donde nos demoramos todo lo que se pueda mientras lo permita la climatología.

En fin, también anoche estuvimos de cena en la casa de unos amigos al final de la Zapa, como siempre de cine, rabo de toro, chipirones y un montón de todo. También yo pienso que merece la pena renunciar a ciertas comodidades de las urbanizaciones del extrarradio, un garaje a mano, cierto ruido nocturno o lo que sea, allí donde la ciudad ya parece que deja de serlo y se convierte en campos de concentración para parejas jóvenes con hipoteca, a cambio de poder vivir en el centro, en lo viejo incluso, lo cual es vivir en el meollo de todo, vivir la ciudad de lleno, al alcance de todo, un bar en cada esquina. El caso es que mientras discutiamos a grito pelado como y por lo de costumbre, reíamos otro tanto y algunas bebían como nunca, pues que al otro lado de la ventana a la que me asomé por curiosidad, de repente una escena de película mala, Mohamed intentando pasar sustancias ilegales a una pareja de treintañeros que al rato le sacaron la placa, lo plantaron de una hostia contra la pared, le abrieron las piernas de una patada en sus partes y allí estuvieron escudriñándole la existencia, no joden poco ni nada las autoridades a los autónomos. A saber qué pasaría, supongo que nada porque de vuelta a casa vimos a Mohamed tan pancho por la calle, puede que con cara de pringado por no haber sospechado de lo extraño de dos treintamuchos queriendo pillar costo en una calle donde la media de los asiduos a sus baretos apenas pasa de la veintena. Hay que espabilar Mohamed, anda que no debe joder poco ni nada darse luego un garbeo por algún local de esos molones para treintañeros y ver cómo disfrutan otros de tu mercancía por todo el morro.

Claro que para pringados con laudem aquel navarrico de Oronoz-Mugaire al que unos cabrones le ordenaron desde un telefóno móvil ponerse de rodillas para rezar un Ave María haciéndose pasar por Guardia Civiles, eso tras haberle ordenado también que metiera el dedo en el agua del radiador del coche, comprobara la varilla del aceite y toda la hostia. Y encima las hay que se indignan porque la broma nos hace gracia a algunos de puro chusca, que somos unos desalmadados prepotentes, mala gente, que nos reimos de la debilidad ajena. Será que no se puede ser tan lerdo, tener tan poca dignidad como para creer que porque un uniformado te lo ordene te tienes que humillar porque al él le dé la gana. A ver si ahora va a resultar que estamos en Corea del Norte, Irán, Marruecos o por el estilo. Y no digamos ya nada si luego vas y autorizas que hagan pública la broma, que ya no es que tuvieras un mal momento, es que eres tonto del culo y punto. Ya nos entendemos, ya.

lunes, 11 de octubre de 2010

NACIONALISMO Y RELIGIÓN


Leo el artículo de título EL PUEBLO DE EGIBAR publicado por mi editor donostiarra, Luis Haranburu, en EL CORREO/DIARIO VASCO hace una semana. Se trata de la respuesta de éste a un artículo anterior del jeltzale indómito y puro entre los puros, Joseba Egibar, el cual, precisamente, volvía a reprochar al gobierno vasco desde su púlpito de la ortodoxia nacionalista su falta de fe en el pueblo vasco. Como es evidente, la respuesta de Luis no lo era tanto para un Egibar que sólo podrá ver en ella la pataleta de un vasco renegado, un traidor, un españolista de mierda, como a los lectores de Egibar, con el fin de recordarles el otro lado de la moneda que éste lleva siempre en el bolsillo:

Es una de las obsesiones recurrentes de Joseba Egibar: la imputación de incredulidad en el pueblo vasco a sus adversarios políticos. «No cree en el Pueblo que representa», achaca al lehendakari Patxi Lopez y aún concreta más su tremenda acusación cuando se refiere al actual Gobierno vasco como el «Gobierno que orienta su estrategia a la desfiguración de la identidad del Pueblo Vasco, de su autogobierno y de su sistema institucional». Todo esto y más hemos podido leer en su último artículo publicado en estas páginas (EL CORREO, 2-10-10)

Cuando Egibar invoca a su 'pueblo vasco' se está refiriendo a una «mayoría social» que está integrada por el mosaico de formaciones nacionalistas que sí creen en el Pueblo Vasco. Se trata por lo tanto de la fe que una determinada ideología profesa y su formulación supone la imposibilidad de que quienes no compartimos su ideología podamos creer, amar o desear el bien de nuestro país.

Es grave la acusación que Egibar formula al actual Gobierno vasco y es insultante su presunción de negarnos a muchos vascos la posibilidad de creer en nuestro pueblo. Solo desde el sectarismo más zafio e incivil se puede condenar a sus conciudadanos a lo que Aristóteles consideraba como el mayor de los oprobios: la condición de apátrida. Y es que para Joseba Egibar amar y querer de una forma distinta a la suya, es no amar ni querer lo propio; es «negar la identidad» de lo vasco.


El tema no puede ser más recurrente en este pequeño y eternamente mal avenido paisito, lo hemos oído desde pequeños, a todas horas y en todos los sitios, cómo no hacerlo cuando ellos, los auto erigidos en portadores de la única realidad vasca revelada (no entro en sí por Sabino, Telésforo, Agirre, Arzalluz o su p...) han mangoneado el paisito a su antojo desde hace décadas. Sin embargo, precisamente por eso, por mucho que aburra ya el tema, resulta casi obligado que alguien recuerde una y otra vez, en lo que ya se me asemeja una eterna letanía, lo obvio. Esto es, que Egibar se obstina hablando de Pueblo Vasco contraponiéndolo a Sociedad Vasca, y piensa que quienes apreciamos la cualidad ciudadana de los habitantes de este país lo hacemos con menoscabo de nuestra pertenencia a una cultura determinada. Pero se equivoca. Se equivoca de cabo a rabo. Se equivoca, sobre todo, en su trasnochada y arcaica idea del pueblo vasco étnicamente inamovible. Lo que en Sabino Arana pudo entenderse como una respuesta a la desaparición del Antiguo Régimen y sus privilegios, suena en sus actuales seguidores a pura y dura reacción.

Insisto, recordarlo resulta tan aburrido, manido, triste incluso, como imprescindible. Y sin embargo, uno también tiene la convicción de que, dejando a un lado los que todavía puedan titubear entre uno y otro artículo -que aquí como en el resto de España deben ser poco menos que los ejemplares del lince ibérico- no sirve para nada. Porque luis protesta, matiza y sobre todo rebate la idea excluyente del pueblo vasco que tiene Egibar como el que discute con un cura trabucaire acerca del absurdo de la Sagrada Trinidad. No hay posibilidad de acuerdo, de apelar al concurso de la razón o el sentido común, cuando se trata de poner en tela de juicio las verdades como puños del creyente en la fe única y verdadera. Porque, insisto, éstas han sido reveladas desde el lado más irracional, primario, sentimentaloide, del cerebro. Ni siquiera podemos entender la obcecación del creyente a admitir pega alguna a su credo con pretextos tan hueros como que este modo de ver las cosas es exclusivo de la fe del carbonero.

Luis lo sabe y por eso también afirma en su artículo: Egibar es un hombre inteligente y sabe utilizar los conceptos con propiedad, pero en la cuestión de la identidad vasca su obnubilada fe le impide ver las cosas con realismo. En efecto, es precisamente en el carácter meramente religioso de la ideología de Egibar, el que impide cualquier consenso alrededor de lo obvio, del derecho de cada cual a concebir la sociedad en la que ha nacido y/o vive de tal o cual manera. Egibar no puede aceptar eso desde el punto de su fe como tampoco aceptan, todo lo más se resignan y la padecen, los católicos ultramontanos la sociedad moderna y democrática que admite la libertad de cultos, el derecho a no tener ninguno, a que cada cual pueda vivir según su conciencia y no la que dictan otros desde sus púlpitos. Egibar no acepta que otros vascos podamos tener una idea de nuestra sociedad distinta de esa otra de la comunidad nacionalista, una idea que ni siquiera es original o única, es la que deriva de una ideología religiosa ya existente antes incluso de que naciera su lider fundador. Más que una idea, los tipos como Egibar también nos niegan los sentimientos. Negación de nuestra condición de vascos si no sentimos como ellos, si no nos acoplamos a su definición de lo que debe ser un vasco, no vale con haber nacido y/o vivir en el País Vasco, ni siquiera en la Euskal Herria que algunos sentimos, más que defendemos, que para qué, como un concepto meramente socio-cultural (tan en casa aquí como en Pamplona, puede que incluso que más en Pamplona o en Estella que en Bilbao o Azkoitia por una simple cuestión de latitud geográfica e histórica), negación incluso al derecho de saberse simplemente vascos por puro accidente y aún ásí ser completamente indiferentes ante ello, que te traiga al pairo la cosa terruñal porque estás a otras cosas siempre más edificantes.

También es verdad que a los creyentes como Egibar los vamos a tener que aguantar siempre como aguantamos a los otros con su apego por la sinrazón metafísica, como que no tenemos derecho a exigir a nadie que deje de creer en su Dios o en su nación para consumo propio, que habría que aceptar tanto la libertad de culto como la adscripción a una nacionalidad y no otra independientemente de lo que diga el documento nacional de indentidad. Eso y que el resto también podemos compartir o no, según el momento de nuestra vida, estado de ánimo o cantidad de la ingesta de alcohol correspondiente, la creencia en un dios o una nación, podemos incluso declararnos por unas horas politeistas, polinacionales, y luego ni lo uno ni lo otro. Pero, sea como fuere, también es verdad que, de la misma manera que hoy en día no aceptamos que se nos imponga ningún tipo de religión por muy mayoritaria, arraigada y concordada que sea ésta, tampoco deberíamos aceptar que otros pretendan hacernos comulgar con su credo nacional, no importa cuál sea éste, los sentimientos no se imponen, no se legislan, el orden establecido sólo es una convención que dura lo que vale ésta, y en este momento de la historia está más que demostrado que, si no el perfecto, esta democracia constitucional con todas sus taras y posibles mejoras, ha resultado el mejor sistema de todos cuantos hemos conocido, el que nos ha hecho más libres y plurales de lo nunca habrían podido imaginar nuestros mayores, el marco de convivencia que con sus más y sus menos, sus amagos de que se rompe pero no, el eterno conflicto entre lo centrípeto y cetrífugo, con alguna que otra arista por limar, algún que otro límite que establecer, todo debería ser posible por las buenas y de buenos modos, de lo contrario no merece la pena, de lo contrario unos rompen la baraja y otros lanzan sus anatemas, más de lo mismo.

No obstante, me repito una vez más, en esto me importa un bledo, el sectarismo de Egibar no es exclusivo de él y su partido, es el que destilan todos los patriotismos hechos ideologías, el sentimiento lógico y respetable, puede que hasta inevitable -en negarlo hay más de impostura, de reacción ante el hartazgo sobre lo que escribo, que de realidad-, de pertenencia a un lugar, convertido en un sistema de creencias, adhesiones inquebrantables, mitos y tabués al servicio de la causa de unos pocos, en dogma establecido por los gurús de la cosa y del que como te salgas estás listo, ya los tienes al cuello, ya has dado en hereje, renegado, bicho raro, candidato a una de esas hostias que lo arreglan todo. No importa el himno o la bandera, se es mal vasco si reniegas de Egibar y su parroquia, si despotricas o te burlas de ella, si la idea de una Bizkaia ampliada simplemente te da arcadas, si las independencias a lo Kosovo te hielan el alma como en una madrugada balcánica. Pero, ojo, no eres menos malo si frunces el ceño ante la España una e indivisible, incuestionable también por algunos, que no reconoce, o si lo hace siempre es a regañadientes, por conveniencia coyuntural o simplemente electoral, la complejidad cultural, lingüística y sobre todo indentitaria que la conforma, que lucha precisamente contra ésta negándola, o siquiera sólo menospreciándola, a mayor gloria de una Castilla también ampliada hacia un imperio en el que lo que nos une no es una bendición sino una obligación, y para el que ya no tiene ni fuerzas ni medios, tabla rasa sobre todo aquello que no sea un destino en lo universal en una sola dirección, una España de eternas exclusiones, siempre de verdades eternas acerca de su esencia, conceptos sagrados que la Historia demuestra que sólo son casuales, arengas aunque sólo sean para brincar de emoción con la selección rojigualda y si no directo al pilón. Religión, siempre religión.

Y lo más triste de todo, comprobar hasta qué punto la concepción simplista del nacionalismo rebasa y con creces al rebaño de sus creyentes, cómo asimilan otros que dicen no serlo, que incluso no pueden serlo porque les pilla lejos o no tienen edad ni conocimiento del terreno, sus dogmas y tabués a la hora de concebir la identidad propia o ajena. El pasado sábado ironizaba una amiga mía comentándonos que uno de sus hijos, nacido y criado en Madrid, le había dicho que ella no era una vasca de verdad porque no sabía euskera. Un comentario inocente que sin embargo revelaba una idea inculcada por detrás y también un desconocimiento de lo obvio -si bien del todo lógico al tratarse de un niño- sobre la complejidad de la sociedad vasca en la que los vascoparlantes apenas son (tirando por lo alto tras décadas de incorporar nuevos hablantes gracias a la enseñanza escolar o de adultos y sin incluir Navarra o el País Vasco francés) el 40% del total, del hecho histórico del retroceso de la lengua desde sus territorios más allá incluso del Ebro y su postergación en la educación y la administración durante siglos por parte de las propias élites del país. Una concepción harto curiosa de la identidad vasca que llevada a su extremo, e incluso dentro de sus mismos parámetros tribales, anacrónicos, para los que nacer y vivir en un determinado territorio no es suficiente para pertenecer al mismo, que ya tiene bemoles, niega la condición de tales a miles y miles de vascos cuyos antepasados llevan aquí desde hace generaciones. Lo oyes y te riés de puro absurdo, sobre todo como constancia de ese en el que vivimos. Reír por no llorar de pena y hartazgo.

Sea como fuera, vuelvo a insistir que el tema aburriría, de hecho aburre, todo el día a cuestas con la patría grande, chica o como sea, como si no hubiera otra cosa, y uno no recurrería a él si no fuera porque forma parte de la realidad que uno ha conocido desde pequeño, la que siente y padece aquí o en la distancia, porque es consciente de que por mucho que intentes obviarlo, que mires a hacia otro lado y te dediques a otras cosas, reitero, siempre más edificantes, sobre todo divertidas, que es a lo que servidor cree que se tiene que dedicar de puro sinsustancia y orgulloso de serlo, y a menos que no seas un descerebrado que pasas de todo de puro egoista o ya directamente autista, siempre estará ahí, forma parte del paisaje no sólo político, también humano. Así que no puedo evitar fruncir el ceño cuando leo a mi otro editor, Juan M. Martínez Valdueza, en su blog, el cual recomiendo http://encampoabierto.blogspot.com/,, que propone, no sólo una reforma del sistema electoral que impida la sobrevaloración del voto nacionalista (lo cual podría tener su lógica si de verdad hubiera una cámara cuyos miembros respondieran al precepto de un hombre, un voto, y otra territorial. Porque, España, pese a quien pese, es algo más que la suma de voluntades individuales, también es el resultado de la de diferentes hechos territoriales con sociedades, también pese a quién pese, con una concepción identitaria de sí mismas y de España harto diferentes y acaso no por ello, siquiera en principio, divergentes del resto; luego habría que establecer las atribuciones de cada cual, pero siempre con preponderancia de la primera) sino también cuando dice que descarta o no comprende la presencia en la política española de posiciones independentistas y/o revolucionarias. Presupongo un planteamiento puramente teórico, porque abogar por la prohibicion de estas posiciones se me antoja un paso de cangrejo en la aceptación de las reglas del juego democrático por parte de los revolucionarios con txapela y/o puño en alto, como que no hay pocos de ellos que se estarían frotando las manos ante una prohibición de este tipo; ya os lo habíamos dicho, no hay democracia en España, nos niegan incluso el derecho a berrear nuestras consignas en un parlamento, las armas siguen siendo el único medio que nos queda en la consecución de nuestros sueños, ya se lo decía su padre, el que estuvo con el cura Santa Cruz en la guerrilla, a mi abuelo requeté, pin, pan, pun, la única manera de resolver las cosas que conocemos...

domingo, 10 de octubre de 2010

HISTORIAS DE MOROS


Resacón de aupa tras un sábado de jarana desde el mediodía encerrados en medio del campo. Por si fuera poco tengo la impresión de que de siete adultos el único que le dio ayer al frasco fui yo y a conciencia. A ver si va a resultar que soy el último de la cuadrilla por madurar o algo así, qué miedo, cualquier día de estos me ponen en la mesa con los niños...

En fin, receso para una entrada tras perseguir a los enanos por toda la casa. De nuevo frente al ordenador paterno y la estampa del dorado otoñal de las hojas de los árboles del jardín, la hojarasca arremolinada que cubre el cesped del jardín y el horizonte gris sobre los tejados de las casas de Berroztegieta después de un inesperado amanecer refulgente que parecía anunciar una mañana soleada, esto es, de tregua pluvial, rostros expuestos todo lo más al rigor de viento sur, paseo dominical, pincho, vermute y períódico, pero que luego ha quedado en un cielo encapotado y un bajón de ánimo que te diré, casi me dan ganas de ponerme fados.

Ayer por las tierras del valle de Zigoitia sorprendentemente secas para esta época del año, horizontes pardos de las estribaciones del Gorbea y la sombra al fondo de éste y sus montañas hermanas, no muy lejos de las míticas cuevas de Mairulegorreta donde las sorginas, lamias, basajaunes y demás seres mitológicos hace ya lustros que cedieron el interior de la cueva a los excursionistas, y también de vez en cuando a las más variopintas reivindicaciones. No obstante, el nombre de la cueva hace referencia a otro tipo de personaje mítico, más que mitológico, a los mairuak, esto es, a "los moros". Siguiendo una costumbre extendida por toda la península, el personaje del moro es una reminiscencia de los tiempos de la reconquista al cual se le atribuye todo tipo de cualidades, desde las que hacen referencia a la maldad innata de los mismos y que convierten a los lugares bautizados con tal nombre en sitios malditos o por el estilo, sitios a los que los niños de los pueblos tenían mejor no acercarse porque les podía pasar cualquier tipo de calamidad, desde que los secuestraran los pérfidos moros para el tráfico de órganos o por el estilo, a que se cayeran en una torka donde se escondían éstos, a otro tipo de leyendas más simpáticas y sugerentes que hacían referencia a la existencia de tesoros escondidos por los mahometanos. Así de ambiguas parecen haber sido siempre las relaciones con el vecino del otro lado del Estrecho.

Por lo que parece, o más bien leo en la Enciclopedia Auñamendi, la cueva de Mairulegorreta también tenía su tesoro todavía sin encontrar, lo que me hace sospechar que muchas de las jaranas que se celebran en su interior pueden estar relacionadas con la búsqueda encubierta del mismo.

Y así como sin quererlo, ahora que escribo a las faldas del Zaldiaran, recuerdo que también dice una leyenda que en el desparecido castillo en lo alto de este monte vivia una mora de gran belleza que solía peinarse los cabellos con un peine de oro. Nada se sabe ya de la estupenda mora, aunque no sé yo si la señora habrá cambiado de domicilio, trasladándose a apenas un par de kilómetros, en concreto hasta un caserón con luces de neón y farolillos rojos abierto las veinticuatro horas que hay en el vecino pueblo de Ariñez. Si es cierto eso de que toda leyenda tiene un trasfondo alegórico o lo que sea, la leyenda de la mora del Zaldiarán bien podría hacer alusión a la pionera de la zona en ese ramo profesional tan reputado del sector servicios; otra cosa es que sus sucesoras ahora hablen con acento brasileño o por el estilo.

También, y ya para terminar sin salir de la provincia, recordar la leyenda de "la casa del moro" a las faldas del Toloño, más en concreto a la altura de despoblado de Taborniga o Tabuerniga en el municipio de Labastida. Se dice que en la casa vivía un moro con tres hijas. Las hijas se enamoraron de tres cristianos por lo que decidieron escaparse ante la negativa de su padre a permitir la relación. Lo hicieron una a una para no despertar al progenitor. El padre, al darse cuenta de que se habían escapado les echó una maldición para convertirlas en roca. Por ello, desde la casa del moro podemos observar tres grandes rocas que se corresponden con cada una de las hijas convertidas en piedra en el lugar donde se encontraban al darse cuenta el padre de la traición. Bonito, y también muy ilustrativo acerca de lo ya de antiguo que viene la cosa esta del Conflicto de Civilizaciones...

sábado, 9 de octubre de 2010

ORBELAREN LILURA


Beti bezala hiru astean behin gurasoenera bueltan, oraingoan ia udazkenminaren irudi hunkigarria aitaren bulegotxoko leihoan zehar, gaztainaondo, intxaurrondo, bananondo, lizar, zumar eta malaletako osto horiztatuei txunditurik begira, haize boladek aldian behin zirimolan jostatzen duten lur azaleko ostailari adi-adi, itzel maite dudan orbela, zeru ainutsuaren mende ekaitzaren zain, leihoaz bestaldean somatzen dudan zapatu goizeko hozkirritik salbu. Eta behin berriro ere goiz-goizo ohetik jaikia haurren erruz (benetan sumingarria M.rena, astean zehar ia ezinezkoa izan ohi da bere orduan altxaraztea, baina asteburuetan ordea zortziak baino lenehago jotake izorratzen badago).

Edonola ere, banago oso goizetik ordenagailurari atxikita eta batik bat lagun batek bidalitako musikako horrialde bati begira, benetan zoragarria, gaur egungo talde zein kantari famatu gehienen zerrenda azaltzen da izenen gainean sakatu orduko bideoak zein letrak eskuratzearren. Tamalez, gaur egungo musika gehiena ez ur ez melur begitantzen zait, benetan hotz eta motz gedatzen naiz hainbeste memelakeriaren aurrean, ez dakidala zein izen sakatu gehien-gehienek ikaragarri aspertzen naute-eta. Hala ere, badaude aspaldi honetan famatuak egin diren bi neska bitraniar, Anny Winehouse drogazale cokney judu tximaluze/trakets/zimela eta Buffy neska gales ilehori lirain eta zintzo-zintzoa. Ying eta Yang, beltza eta zuria, eguna eta gaua, lurra eta ura. Ezta deus berria, britaniarrek aspaldi asmatu zuten The Beatles eta The Rolling Stonesen artekoarekin, asmatu zituzten ustez edo inondik ez zeuden tirabirak-eta, haiek bakarrik zekizkien ezinikusiak. Bi neska pertxenta hauen kasuan (bai, nik halakoa deritzot ere Annyri tatuai itsusiez josita edo drogak hezurretaraino argaldutakoan ere) ez dakit nik norainokoa ote den, baina ezin hobeto topatutako elkarrezintasuna begi bistan dago, Anny neska gaiztoa, dograren hatzaparretan eroria, etengabeko desintoxikazio ezinezkoan, bere maitaleen jostailu apurtua. Besteari, ordea, ez zaio ezer txarrik, eskandalagarririk topatu,-esanaiet galesa izateaz gain, galesez txukun-txukun egiten du-eta, ingeles askok begi beti okerrez ikusten duena) oso neska atsegina, zintzoa, panpoxa omen da, edonork aiko-maikorik gabe hautatuko zuen neskalaguna. Bion musika beltza da, hau da, EE.BBetako beltzek asmatutako gospel, jazz, ritmy&blues, blues hutsa, motton town eta batik bat soula.., ene ustetan musikarik ederrena, goxoena, narritagarriena, baina Annyren iluna ezta bere musika, izugarri kitzikaria dena, benetan lizuna, ezin aproposagoa jorratzen dituen gaiak abesteko, oso garai on, oparo batekoa ematen du, musika benetan ona eta oparoa omen zenekoa.

Duffyren ahotsean, aldiz, ez dago ilunik, lilura baizik, benetako lilura goxoa, hunkigarria, lasagarria, neska gazte eta eder baten gogo zolia, aparteko lerdentasun bizigarria. Liluratzen zaitu, txunditzen zaitu, maitemintzen zaitu, sekuka ez hotz eta motz, bere kanta gehienak klasiko hutsak dira, bai, baina berak -Annyk ere bere kasa ezin hobeto egin bezala-, haize berriak eman dizkio, berpiztu egin ditu, aspaldi ez bezala hauspotu ditu duda izpirik gabe; cry to me delakoak zeharo zoratzen nau. Hau guztiau goxoagoa bilakatzen zaizu udazken partean entzuten baldin baduzu, batez ere entzungai duzuna udazken giroko Warwick Avenue bada.


When I get to Warwick Avenue
Meet me by the entrance of the tube
We can talk things over little time
But promise me you wont stand by the light

When I get to Warwick Avenue
Please draw the past and be true
Don’t say we’re okay
Just because I’m here
You hurt me bad but I wont shed a tear

I’m leaving you for the last time baby
You think you’re loving,
But you don’t love me
And I’ve been confused
Outta my mind lately
You think you’re loving,
But I want to be free, baby
You’ve hurt me.

When I get to Warwick Avenue
We’ll spend an hour but no more than two
Our only chance to speak once more
I showed you answers, now here’s the door

When I get to Warwick Avenue
I’ll tell baby there we’re through

Cause I’m leaving you for the last time baby
You think you’re loving,
But you don’t love me
And I’ve been confused
An outta my mind lately
You think you’re loving,
But you don’t love me
I want to be free, baby
You’ve hurt me.

All the days spent together
I wish for better,
And I didn’t want the train to come
Now it’s departed, I’m broken hearted
Seems like we never started
All those days spent together
When I wished for better
And I didn’t want the train to come.
No, no.

You think you’re loving
But you don’t love me
I want to be free, baby
You’ve hurt me
You don’t love me
I want to be free
Baby you’ve hurt me

jueves, 7 de octubre de 2010

GARCÍA


Creo que García trabaja de repartidor o algo así porque alguna mañana a la vuelta del cole lo he visto con un toro bajando de un camión. Claro que García trabajara un par de horas o así, el resto lo pasa junto a la esquina de la barra de la cafetería donde desayuno todos los días. García siempre está ahí, a la mañana cuando me tomo el café, al mediodía cuando paso delante de la cafetería camino de la guardería del pequeño, a las tardes cuando llevo los nenes al parque, cuando los regreso a casa y vuelvo a pasar por delante de la cafería en dirección a lo viejo para tomarme una pinta mientras leo cualquier papeluchu al alcance de mi mano, a veces hasta me decido por La Razón o La Gaceta, no tengo pocas tragaderas ni nada, también cuando me regreso a casa antes de las ocho e incluso lo he visto alguna que otra vez permanece en el mismo sitio cuando he tenido que bajar al Alimerka justo antes de la hora del cierre.

García debe tener más de cincuenta años y no piena canas porque no tiene donde peinar nada. Pero García destaca siempre de entre los parroquianos, ya haya sólo un par o esté la cafería a rebosar, lo hace por su estatura y también, o sobre todo, porque sólo se le oye a él departir de lo divino y lo humano. García además departe siempre a voces, las que según la necesidad de epatar al personal o de hacer callar a los contados y osados disconformes con alguna de sus más que estrambóticas teorías sobre todo tipo de temas. García diserta tanto de fútbol, política, economía, sociedad, ciencia, como del color de las bragas de una mulata. De hecho hay semanas que basta poner la oreja para adivinar cuál será la alienación del Madrid ese fin de semana (sí, García como casi todos los carbayones es del Madrid...); para mí que Mourinho le debe consultar o algo así. García, cómo no, ya sabía lo de la crisis antes de que Zapatero la anunciara, ya, no es que sea nada original, eso lo sabía todo el mundo, pero es que García ya había avidado hacía años que tanto ladrillo no podía traer nada bueno, eso y que nunca hay que fiarse de los bancos por principio, por eso, y también porque ya había pagado el piso hacía años, jamás se le pasó por la cabeza pedir un crédito vivienda cuando poco más que los regalaban. García, que es un desclasado de puro listo, tampoco vio bien lo de la huelga general, dice que hay mucho listillo en los sindicatos, y como le rebatas, que algunos lo hicieron porque esto es Asturias y la cafetería a la que acudo no es precisamente la del Rift o el Sacher de Viena, te saca a colación toda su parentela de la cuenca minera; parásitos, que son todo unos parásitos, asegura sin cortarse un pelo; yo supongo que el camión y el toro serán suyos, que será autónomo. Claro que al día siguiente también le verás echando pestes de Diaz-Ferrán y compañía, sacando a relucir las prácticas escandalosas de algunos empresarios que se aprovechan sobre todo de los más jóvenes y le ofrecen contratos leoninos por los que ya no es que les hagan contratos sólo por ir a buscar el café, es que incluso les obligan a firmar su carta de despido antes de ponerse a trabajar. A García se le nota que debe tener algún hijo (aunque no sé si estará casado, pero si yo fuera su mujer hace tiempo que habría pedido el divorcio por ausencia reiterada del domicilio conyugal)o sobrino que acaba de saltar al mercado laboral, el tema le escuece y mucho porque, cagondios, si tenemos la mejor juventud de Europa y encima aquí en Asturies todos a la emigración. García también gusta despotricar de los políticos a diestro y siniestro, ahí no le verás sectarismo alguno, lo mismo echa pestes del Pepiño o tilda de memo a Zapatero, que pone a caer de un burro al galaico-calzonazos de Rajoy o te suelta al más puro estilo carpetovetónico que la Soraya lo único para lo que se sirve es para un viaje de una sola dirección. Otra cosa es que cuando se le menta a García Esperancita Aguirre éste se ponga hasta colorado, que al hombre le va y mucho la señora marquesa, según él porque es la única que dice las cosas claras y tiene más cojones que el resto de los políticos del PP y el PSOE juntos. La presidenta ya es harina de otra costal, porque a los tipos como García que una señora de su clase, de su porte, de su título incluso, parezca que se dirige a él de tú a tú, les pone y mucho, vamos, que se sienten por un momento como si hubieran nacido en Serrano o algo por el estilo, de hecho creo que está pensando en empadronarse en Madrid para poder votarla. Pero claro, García también es muy asturiano y está convencido de que como en su tierra en ninguna parte, que es lo que piensa casi todo el mundo de la suya para no variar. Otra cosa es que según sus palabras todos los políticos asturianos sean de lo malo lo peor, y no precisamente por mangantes, que iso non ye propiu d´aqui, oh, sino por huevonazos y babayus, los más tontos del corral, no como él, que es listo que te cagas pero de pura molestia se conforma con manejar un toro. Como que García está seguro de que después de tanta movida en el PP asturiano, el alcalde, Gabino, tendrá que enfundársela para postrarse al instante a los pies de ese Pelayo revivido que el resto de la derechona astur cree haber encontrado en Cascos. García no tiene ninguna duda, ni de eso, ni de que el amiguito de Camps, el inefable Costa, volvería antes o después al parlamento y sus cargos tras haber simulado arrepentimiento por su castigo, renunciado a las tentanciones del hunte y la palmadita en la espalda, a su acento pijongoso y demás mandangas. García lo ve de lo más normal, él no entiende la chorrada esa de que la mujer del Cesar no sólo tiene que ser honrada sino también parecerlo, eso deben ser cosas de los suecos o de por ahí, que son como muy serios en eso de la moral pública, como que dimiten a la menor de cambio, nenazas, él lo achaca a la empanada luterana, que no saben montárselo como en España, el último en poner el cazo no es que sea tonto, es que no tiene derecho a llamarse español.

En fin, ahí tenemos a García todas las mañanas ejerciendo de oráculo desde su rincón de la barra, que lo mismo te desgrana los secretos entre líneas de la prensa que te aconseja un par de truquitos financieros o la quiniela de la semana -a él no le ha tocado nunca porque piensa que jugar a esas cosas es tirar el dinero-. García que sabe de todo, que ha estado en todas partes, que como buen español nunca tiene dudas y todo lo ve blanco o negro, que ya sabía él que al final el Fran se la pegaría a la Belén Estebán, si se veía venir, nosotros es que no nos damos cuenta de nada. García es la hostia, yo no sé cómo no tiene un blog, como que estoy pensando regalarle el mío, eso si no fuera porque García también piensa que los que escriben bloges o están dados de alta en el Facebook, el Twitter o yo qué sé qué otras cosas, no es sólo que sean unos frikis como se dice ahora, es que lo que les falta es que les hagan una buena mamada, y él conoce a una mulata que...

miércoles, 6 de octubre de 2010

AUTOBOMBO


Que resulta que cuando estuve en Caracas un primo mío me llevó a un restaurante por el Águila que ya cuando llegamos me dijo que lo regentaban unos etarras muy simpáticos, pintorescos incluso, y aunque no cenamos y nos limitamos a tomar unas Polares en el interior de aquel local, que no era nada del otro mundo, más bien tirando a chigre o txiriboga de por aquí, acaso la fama, el morbo, nada excepto alguna que otra fotografía y un escudo tremendo en madera de Euskal Herria anunciaba quiénes eran los que lo regentaban, qué oscuras biografías que no estuvieran a mano en cualquier hemeroteca. Se hablaba mucho en Venezuela de etarras, de cómo entraban y salían como Pedro por su casa del Centro Vasco de allí, de que si prácticamente vivían a papo de rey y no precisamente a partir de la llegada de Chavez, ya el inefable Carlos Andrés Pérez parecía que los utilizaba de moneda de cambio con su amigo y colega del alma español, Felipe. También se hablaba mucho de un tal Ezponda y su tortilla a la ETA. Que resulta que también hablaban mucho unos vecinos y conocidos de su hijo extraditado a Cabo Verde, hablaban los padres como el que no quiere enterarse de nada, de que si no había derecho, la culpa siempre era de otros y no digamos ya del pérfido estado español y sus poderes fácticos, para no variar, que poco más que lo habían inducido a meterse a correveidile de la banda, a hacer labores de intendencia para el posterior asesinato de gente siempre inocente. Otros también hablaban de éste y su primo, pero no precisamente para glosar las vacaciones pagadas que se estaban pegando en el archipiélago africano. Que resulta que entre una cosa y otra, de las que vi siquiera de pasada, que me contaron uno y otro de de éste y aquellos y que luego ya yo pasé por mi filtro, entre la documentación acerca de las actividades hosteleras de varias camadas etarras en Montevideo. Aquellos sí que se lo habían montado bien, sí que hacían dinero, como que tenían a medio país engañado, en Venezuela no pasaban de exóticos; los etarras, los vascos no, esa ya es otra historia. Con todo esto y también los perfiles de un tipo u otro que hacía tiempo que me rondaban por la cabeza, más o menos cercanos, ya lo fueran sólo por formar parte de mi paisaje más inmediato, más o menos representativos, siempre verídicos, lamentablemente reconocibles, con mi estilo o falta de, pero siempre con la ironía y la mala leche como combustible, acaso también con algo de melancólica condescendencia, pues que resulta que con estos mimbres y las imprescindibles dosis de imaginación, perpetré la novela cuya portada encabeza la entrada y que figura a un lado de este blog. Una novela con etarras en Venezuela, una novela con más fondo del que quisieran algunos, con menos hipérbole de la que parece, no sé yo si con toda la rabia que merece. Una novela por lo que se ve de actualidad, y mucho.

martes, 5 de octubre de 2010

KAPARRAKERIA


Entzun berria, goizero bezala, EUSKAL IRRATIAN, ari ziren galdezka ea nola esaten zitzaion EHn zehar PEN DRIVER euskaraz. Espero bezala herri edo hiztun gehienek berdin esaten zioten: pendriverra edo. Baina, Gasteizko ez dakit zer ikastola edo institutotan galdetu eta bertan "kaparra" izena eman diete EIkoei. Kaparra erdarazko garrapata da, hau da, odola xurgatzen duen mozorroa. Ulertzen da alde horretatik, azken buruan pen driver delakoak ordenagailuaren informazioa xurgatzen duen tramankulu bat baino ez baita. Oso hitz egokia, zuzena nik uste, eta batez ere fenomeno berri baten adierazle, euskeraren etengabeko egunerokotzearena, dagoeneko zeharo urbanoa den hizkera baten etengabeko areagotzea, kasu honetan informatikari dagokiona. Eta ezta aurrenekoa, "segapoto" hitza ere aspadi asmatu baitzuten tamalez nagusi den "mobila" adieraztearren.

Bitxia benetan, baina aldi berean ere, eta enetzat behintzat pozkarria ere, azpimarratzekoa Gasteizen bertan sortu izana, horrek erakusten baitu norainokoa den bertako euskaldungoaren konpromizua edo hizkuntzarekiko, ez dugu eta nahikoa ikastearekin asmatu ere asmatzen ditugu hitz berriak gaur egungo bizimodurako egokiak, gaur egungo bizmodu zeharo urbanorako hain zuzen ere. Eta gutxi balitz bezala, gure ondarera jotzen dugu iradokitasun bila, EIko berriemaleak esan bezala, kapar hitza euskaratik hartua baldin bada, Arabako erdaraz ere erabiltzen da antzeko esanahiarekin. Izan ere, Gerardo Lopez de Gereñuren VOCES ALAVESAS izeneko liburutxoan caparra hitza azaltzen da: persona molesta, pesada (Lagrán). RAEn ere azaltzen da alavesismo gisa eta esanahia:1. f. Ar. garrapata (‖ ácaro). 2. f. Ar. Persona impertinente, especialmente en su conversación o advertencias. Ederra benetan.

Esan bezala, ezta lehedabizikoa, ez dakit hor nonbait idatzita dudan ala ez, baina beti harira ekartzen dut Gasteizko neska ikastolakumeek aspaldi asmatutako hitz guztiz polit bat, gainera informatikaren mundutik irteteke: "klikatu", hau da, ordenagailuaren sagutxoarekin egiten dena emakumezkoen masturbazioa adierazteko asmotan; ezin azkarragoa.

lunes, 4 de octubre de 2010

LECCIONES BALOMPÉDICAS


De entre la lectura de tanto sesudo, acreditado y no poco sectario artículo de uno y otro signo que me impongo por la cosa esa, irremediable, incurable, de la letrafagia que le aqueja a uno, y la cual sólo gracias a Internet y la generosidad de los bares impide que acabe ya definitivamente en la ruina, si hay un autor cuyo trabajo realmente me complace, me divierte incluso y no es poco, ese es el de John Carlin en su columna dominical de la sección de deportes.

Exacto, de deportes, y más en concreto la futbolera pura y dura, ¡oh, sacrilegio! Jonh Carlin es suficientemente conocido. Un inglés trotamundo con un vínculo muy especial no sólo con España sino con lo hispano; su español, por cierto, es increiblemente perfecto. Es autor de la también célebre novela-reportaje "INVICTUS", la cual creo traducida como "El Fáctor Humano" (aprovecho para sugerir que los editores incluyan una nota del traductor en cada trabajo suyo para explicar los criterios de sus cambios de título, a veces uno, pedante de las narices que lee habitualmente en algún que otro idioma, y traductor también por narices, se queda verdaderamente pasmado con las libertades que se toman algunos con el original), una maravillosamente bien narrada crónica del proceso por el cual Mandela consiguió valerse del rugby, tan amado porlos afrikaners como odiado por el resto de los sudafricanos, para crear un clima -en su momento climax- de confratenizacíón entre etnias, razas y lo que se quiera (un libro que luego más tarde el genial Clint Eastwood convirtió en su peor obra cinematográfica al aceptar el encargo de llevar a la pantalla un guión basado sólo en menos de una cuarta parte de la última mitad del libro de Carlin, lo relacionado en exclusiva con el equipo de rugby y de un modo harto empalagoso, previsible y sobre todo descontextualizado).

El caso es que los artículos de Carlin son una delicia porque con la excusa, o no, de comentar los pormenores, bien que menores por mucho que nos guste, del fútbol y sus contornos, siempre se acaba sacando lecciones sobre lo divino y humano; al fin y a cabo, el fútbol no deja de ser con toda su inanidad circundante uno de los escenarios más populares y recurrentes donde se representa la comedia de la vida con todas sus variables.

Así pues, en el artículo del domingo Carlin comentaba su estupefacción ante el hecho de que un trayectoria tan dispar al comienzo de liga como la del Madrid y el Barça susciten por parte de sus respectivas aficiones unas reacciones tan dispares en comparación a lo que ocurriría, u ocurre, en su páis con el Chelsea y el Liverpool en una tesitura similar. O lo que es lo mismo, cómo se entiende que aún ganando todos los partidos el entrenador del Real Madrid, el portugués Mourinho que juega a a hacer creer al personal que está encantado de conocerse a sí mismo, sea abrumadoramente denostado por los realistas y en cambio, Pep Guardiola, bé maco e amb tot el seny que volguem, no reciba ni la más mínima por el errático comienzo de liga de su equipo. Carlin no duda en achacarlo al carácter de los españoles, esto es, a cómo nos ve él desde el cariño y todo lo que se quiera:

Lo fascinante es que exista un consenso general en España sobre esta cuestión. Es fascinante porque la palabra "consenso", salvo como concepto abstracto, es desconocida en estas tierras. España se define por el antagonismo, la fractura, la crispación. Pero en el terreno donde se supone que existe más división, la rivalidad Barça-Madrid, de repente hay acuerdo. El público y la prensa madridista, salvo contadas excepciones, cuestiona a Mourinho y admira a Guardiola. Igual que el público y la prensa barcelonista.

Y yo me pregunto si esto, que algunos intuimos o padecemos desde hace mucho, debe ser muy, pero que muy, evidente visto desde fuera. A ver si va a ser el verdadero rasgo de la identidad hispana que nos iguala a todos sin excepción.

En Inglaterra, cuando estaba Mourinho en el Chelsea, había más matices. Y también más coherencia. Si eras del Manchester United, venerabas a Ferguson y detestabas a Mourinho -y a Wenger y Benítez-. La afición del Chelsea adoró a Mourinho. Decía ayer un abonado de toda la vida de Stamford Bridge que la mañana en que los fans se enteraron de que abandonaba el club reaccionaron como cuando oyeron que habían asesinado a Lennon o a Kennedy. "Fue un momento icónico atroz", explicó el amigo del Chelsea.

Quizá las cosas acaben igual con Mourinho y la afición del Madrid, pero hoy costaría creerlo. Quinientos años de absolutismo católico han dejado su huella en los hábitos mentales de los españoles, sean o no creyentes. Relativizar es cosa de paganos. Hay buenos o malos. Se santifica o se demoniza. Los grises son cosa de guiris.


Y como no puede faltar el fino humor inglés, la coña un tanto displicente, como el que no quiere la cosa, pero siempre molestando lo justo, ahondando en esa sospecha de que la verdadera seña de indentidad que iguala a todos los españoles no es otra que nuestra incapacidad innata para los matices.

Pero no hay mal que por bien no venga. La llegada del anticristo portugués a tierras españolas podría tener un valor a largo plazo incalculable. Puede ser que estemos, por fin, frente a un fenómeno que una a los españoles -el jamón ibérico sería otro, evidentemente, pero hasta ahora no ha funcionado-. El paso de Mourinho por España podría acabar superando incluso sus gigantescas expectativas. Junto a Guardiola, cuya virtud Mourinho el Malo enaltece y expande, podría acabar siendo el factor aglutinador nacional más importante desde tiempos de los Reyes Católicos.


Entretanto, y sin salir del circo balompédico, este fin de semana nos ha dejado en el terreno de lo épico la reconciliación del héroe Cristiano Ronaldo con los dioses de su Olimpo particular, su entrenador de revancha contra el mundo con corte de manga incluido, y en de lo trágico al campeón otra vez de espaldas a su gloria, y la moraleja de que por muy alto que hayas llegado en lo tuyo desde lo más bajo y lo mucho que te apliques para mantenerte ahí, como en el caso del tunecino Ben Arfa y estrella del Newcastle, la fatalidad, o en su caso una baraka bien chunga, siempre puede cebarse sobre ti en forma de karateka holandes, ese tal De Jong que en su momento casi le parte el pecho a Xabi Alonso durante la final del pasado mundial.

domingo, 3 de octubre de 2010

ELKARREKO BEREBEREEN ALFONBRAREN AZPITIK


Irakurri berri dut inon ez den nobela bat, egilea armiarma literatuta sarean bilatzekotan bere azkeneko lanak topatuko dituzu, baina nobela honen arrastorik ez, bitxia benetan. Badirudi Hiria Argitaletxeak argitaraturiko bigarrena izatea, badirudi ere, ohikoa denez, inolako ohiartzunik ez izana, bai liburuaren apaltasunagatik, bai Hiriaren liburuekin halako ezbide susmagarria ohikoa ere delako. Izan ere, egile honen liburuen aurreneko kritikak Elkarrekin argitaratutakoekin azaltzen dira, Burua Txoriz Beterik eta Mendaroko Txokolatea liburuekikoak; nire uste txit maltzurrean gauza ikaragarri adierazgarria. Behin berriro egile baten bizi literarioa edo Elkarrekin hasi eta batez ere kontuan hartzen da, eta beti ere egilearen onerako, antza denez inperioaren morroi bilakatzea baita existitzeko bide bakarra.

Nolabait ere nik leitu berri dudana 2003 urtekoa da, aspaldikoa bai, eta ziurrrenik ere dagoeneko merkatu eta agian ere Hiriaren biltegitik erabat desagertua. Ez dit batere ardura, nik ikaragarri goxatu dut berez oso apala ematen duten nobela labur honekin, bai idazkera arin eta goxoaren aldetik, bai gai beltz eta halaber ere exotikoaren aldetik. Istorioa ez da batere korapilotsua, oso laua baino, baina hori ezta akatsik. Egileak taxutzen dituen pertsonaien gorabeherek eta batez ere Errifeteko Xahuen girotzeko moduak mamitzen dute liburua. Ondo mamituta gainera, lehen idatzi bezala, idazkera oso zehatza, zaindua eta aldi berean ere oso arin-arina ere, ulerterraza eta baliteke oso aproposa gazteendako zein euskarazko ikasleentzat eta orohar euskaraz gauza zoliak irakurri duenendako ere. Nik uste meritua dela, oso parada ona erdi beltza erdi abenturazkoa den nobela labur bat euskaraz goxo-goxo irakurtzeko, berriro diot. Badakit euskal lituraturaren buruzagietariko batek, Saizarbitoriak berak, euskarazko literatura hain txikia izanda, liburu txikiak argitaratzeko esfortzua merezi ez zuela esan zuela, ia denbora alperrik galtzea dela, euskal literaturak liburu handiak, borobilak, bikainak ekoiztu behar zituela halabeharrrez betiere gainontzekoekin parekatze aldera. Ni guztiz kontra nago, nik uste denetarik izateko parada eta eskubidea behar ditugula, bestela zer nahi luke gure idazle hain goraipatu honek, lau katuk baino irakutzen ez dituzten euskarazko liburuak? lau katu oso ikasi eta finak, bera bezain buruargiak eta kritikak arrunt gurtuak direnek argitaratzeko eskubidea izatea, eta beti ere, jakina, benetan handiak diren edota dirua zein ospea ziurtatzen dituzten beste hizkuntzetako itzulpenei begira?

Badakigu euskal literaturaren ajeak zer nolakoak diren, agian gehiegi argitaratzen dela eta gehiena ahazturaren zakarrontzira doala zuzen-zuzen, dena ez dela espero bezain ona, edo gutxienez euskal guru batzuek ontzat emateko bezainbeste, guruok kanonaren bila uniformazio literarioa ez ezik, euskal letreena eta batez ere beren merkatuarena ere helburu dutela. Baliteke ideologikoa ere nolabait bilatzea, edo gutxienez euskal letretan ere nagusi den euskal onkeria postabertzalearen bidetik, hau da, denok ez aspaldi bezain sutsuak baina bihotzez eta agian sortzez ere abertzale zintzoak, gure herritxo honetako bidegabekeriak azaletik bakarrik tratatzen ditugu eta beti ekidistantziatik baztertzeke, zeren ondo baino hobeto baitakigu zeintzuk diren guretarrak eta ezin diegu inoiz traizorik egin, eta bien bitartean idatzi bai gauza politak, gauzak agian ere larriak, bai noski, zer nolako aurrerakoiak, moderkoal, kontzentziatuak garen erakustearren, bego sentiberatasun postmodernoa, kritika ditzagun gure gizartean bala-bala ari diren bidegabekeria politikoki zuzenak, emakumezkoekikoak, etorkinekikoak, gurean ere zibila izan zeneko biktimekikoak, em> baina egundo ez azken urteotan pairatu dugunarekikoa, ez baldin bada gainetik, azaletik, noski, eta beti zenbat eta urrunagotik gero eta hobeto, nolabait erakutsi nahian batzuk zein besteak nola edo hala euren patuaren errudun direla, gu ez, gainontzekook beti erdibidean, alemanak nazien ondoren bezala, bai zera!

Baina, esan bezala, ez gaitezen izan maltzurrak, euskal literaturak saldu behar du-eta, horretarako daude elkargune erraldoiak, taxuzko euskal literatura parrastan saltzearekin batera beste kultura produktu pila bat ere denon eskura jartzeko. Irasizabalen aspaldiko nobelatxo hau oso duina omen zen euskaraz goxatzeko, denporapasa bikaina (badago euskal kritikalari bat Irasizabalen beste nobela berriago bat halako iruzkina egin ziona: Erraz irakurtzen da, ordea, eta ziur aski institutuetako ikasleen artean arrakasta izango du.) Egia esan, batzuen kanonean sartuko zatekeen ondo asko. Tamalez egilearen nobelatxo hau ez zegoen elkarren eskuetan funtsezko produktu bat bilakatu ahal izateko.

viernes, 1 de octubre de 2010

FIGURAS Y PAISAJES POLÍTICOS DE LA ESPAÑA DEL XIX


Presentación en el Real Instituto de Estudios Asturianos de Oviedo del libro Figuras y paisajes políticos de la España del XIX, de Fernando Álvarez Balbuena, Editorial Akron. Aunque ha sido dejar a los monstruos en casa y sentir que desfallecía de cansancio por el camino al no dormir y no parar de aquí para allá, no caigo rendido durante la intervención de ninguno de los participantes tal y como me temía. Al contrario, me sorprendo y disfruto muy en especial de la oratoria del autor del libro, Fernando Álvarez Balbuena, investigador y escritor, doctor en Ciencias Políticas y Sociología, licenciado en Derecho y diplomado en Óptica y Optometría, fundador y vicepresidente de la Sociedad Económica de Amigos del País de Avilés. Todo un currículo que no es sino la constancia de una vida dedicada al estudio y su divulgacion. Y se nota, vaya si se nota, que Álvarez Balbuena hace de su pasión verbo. Como que hacía lustros que no asistía a una exposición tan efusiva y eficaz de una obra propia. No era para menos, dado que no sólo hay algo de patricio en el autor, también lo hay de catón de nuestra sociedad y sobre todo del modo como ésta se enfrenta a su pasado, por lo general complaciente con el discurso oficial, siquiera sólo bonito y hasta peliculero, tejido de mitos y lugares comunes a mayor gloria de la autocomplacencia patriotera, de la Historia que nos han enseñado desde pequeños.

Y es precisamente a eso a lo que se dedica Álvarez Balbuena en su libro, a desmontar muchos de los tópicos que existen todavía hoy en día acerca del siglo XIX español. De cómo lo hace y con qué resultado ya hablaré algo cuando termine el libro. De momento sólo queda señalar que si el texto resulta tan fluido, ameno y enjundioso como el discurso de presentación de su autor, seguro que no defrauda a nadie.

De modo que si hay que comentar algo del acto de ayer, eso sólo puede ser mi extrañeza hacia ciertas afirmaciones concernientes al XIX como un siglo que, a diferencia del XX y este que acabamos de iniciar, al autor se le antojaba más amable, siquiera sólo porque decía que entonces todavía primaban los buenos modos y acaso también una visión más humana de las cosas. En cuanto a los modos, referíase el autor a la exquisitez con la que se trababan los diputados de las Cortes de Cadiz en comparación con los de nuestros días. Totalmente de acuerdo, será probablemente en la arena parlamentaria donde resulta más evidente los efectos perniciosos de la mediocridad imperante, cuando no la de la llamada tiranía de la masa, el miedo a destacar por encima de ésta no nos vayan a señalar con el dedo, y que tiende a igualarnos a todos por abajo y de ahí el repelús de muchos próceres de la patria, de todas las que haga falta, que por mor de aparentar cercanos al pueblo, uno más del mismo, gente de la calle como todos nosotros, también caen en el error de hacer de la vulgaridad y la ignorancia autosatisfecha banderas de su credo político, cualquiera que sea éste.

No obstante, el autor también encomiaba el siglo XIX por haber sido no sólo aquel en el que surgen los mimbres con los que se forjarían las sociedades actuales, los ismos de todo tipo y en especial la demcoracia liberal que conocemos y disfrutamos mal que bien, sino también por las oportunidades que ofrecían a los individuos anómimos con estrella en comparación con la inamovilidad actual. Ponía de ejemplo al cabo corso que cuando llegó a su escuela militar en el continente ni siquiera sabía hablar bien el francés, el mismo que años más tarde llegaría a emperador de Francia y genio militar indiscutido, aunque no por ello menos odiado, que sometió a media Europa bajo su bota y puso y quitó príncipes y reyes a su antojo. En el caso español se citó a Espartero, quien a pesar de su origen humilde, hijo de un carretero de un pueblo aragonés de menos de 3000 habitantes, no sólo llegó al generalato por méritos propios e incluso a regente de España, sino que además hasta lo propusieron para que se ciñera el mismo la corona, no estaba España poco convulsa ni nada en comparación con la que ahora conocemos y por la que tantos gustan de autoflagelarse, que si se vende, se rompe o se va directamente al garete.

Decía autor que tales hechos caracterizaban como maravilloso o especial a ese siglo XIX. Yo, en cambio, no creo que lo diferenciaran de los posteriores, todo lo más lo destacan por ser el siglo en que ese tipo de hechos excepcionales empiezan a darse con una frecuencia desconocida hasta el momento en la estratificada, monolítica e injusta sociedad del Antiguo Régimen. El siglo XX está repleto de émulos patéticos de Napoleón o Espartero, desde un Hitler que pasó de pintamonas muerto de hambre en Viena a Fürher del régimen más espantoso y criminal que ha conocido la Historia, a un oscuro diputadillo de León que nunca destacó en nada y que de repente, aprovechando el desnorte circunstancial de su partido, se encaramó a la secretaría del mismo y de ahí, y por circunstancias también ajenas a sus ignotos méritos, también llegó a la presidencia del gobierno de España. Claro que esto último puede que sí sea lo que diferencie de verdad nuestra época de aquella otra del XIX, en concreto la facilidad con la que ahora no es necesario para llegar hasta lo más alto mérito alguno conocido, basta saber estar en el lugar y en el momento oportunos. Qué digo, ni siquiera, basta conque lo decidan otros por tí como en el caso de tanto candidato con la experiencia y los títulos justos, pero eso sí, joven promesa, que es lo que prima ahora por encima de cualquier otra virtud republicana que decian los clásicos, juventud divina chorrada (ahí tenemos en el pequeño paraiso foral a un tal Patxi López que sin acabar la ingenería que estudiaba y sin otro mérito conocido que ser hijo de tal, nos lo pusieron para que le votáramos como lehendakari de unos pocos vascos, luego irá por los colegios a animar a los chavales a que estudien si quieren ser algo en la vida... Si es que los de Bilbao cuando se proponen algo... Mira a su alcalde, uno de esos bilbainos a los que no les basta con haber nacido o haberse empadronado más tarde, como es su caso, en Bilbao, sino que además tienen que ejercer de tales las veinticuatro horas del día, esto es, mirar a todo cristo por encima del hombro en la presunción de que ellos son siempre más guapos, listos y hasta más estudiaus que el resto de sus congéneres. Pero eso sí, un día invitas a China al tal Azkuna para que perpetre un discurso y va el ilustre doctor y le da por citar a un tal Emigüey, y no una, sino a lo largo de todo el discurso. La peña que se miraban unos a otros: ¿Emigüey? ¿Pero quién hostias es ese? Que no, hombre, que los de fuera no os enteráis, que no sabeís idiomas, joder. Hemingway, lo que quería decir era Hemingway, es que en Bilbao lo pronunciamos como nos sale de los cojones, aibalahostiapues... Emigüey.) Bueno, que me disipo, quién me iba a decir que iba a meter un chiste de Bilbainos que no lo es, ahí están las cámaras y los micrófonos para la patética posteridad.

En la presentación de ayer también se expuso a Galdos y sus Episodios Nacionales como fuente inapreciable para entender el siglo XIX español. No sé yo, será la barojina hace que no me pase el canario, pero es que recientemente me dio por releer varios Episodios sobre las Guerras Carlistas -para preparar El Sitio, otro exitazo por mi parte-, y la verdad es que cuando conoces el terreno y su microhistoria no puedes evitar recordar que Galdos pocas veces estuvo allí de donde narraba, que se valió de fuentes que a saber lo que le quisieron contar o lo que él les exigió que le contaran afin de poder redondear el texto a su antojo, que es también lo que Álvarez Balbuena reprochaba a muchos ilustres autores de la época como el mundialmente conocido Blasco Ibánez. Pero ya digo, peguijeras cuando no meras manías barojianas, que es algo que hay que quitarse cuanto antes porque el personaje de Itzea tampoco es que fuera como para hacer la ola a su paso. Pero eso ya es otra historia.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL MITO


Parece que es día de Huelga General, no de una huelga sectorial, concreta y la mayoría de las veces justificada, sino General, es decir, un día que los sindicatos mayoritarios del país se han propuesto paralizarlo como sea, ya mediante la suma de las voluntades individuales que ejerciendo el derecho constitucional a la huelga han decidido no acudir hoy a sus puestos de trabajo, o, por lo que se ve de un modo mucho más efectivo, coaccionando de todas las maneras posibles al mayor de número de ciudadanos para que hagan otro tanto. De todas las maneras posibles pero con un único denominador común: la fuerza. Ésta puede ser física al mejor estilo piquetero mafioso o, sin dejarlo de ser igual o más, indirecta, con el chantaje emocional por bandera: si no cierras, te opones a la huelga, estás a favor del Gobierno, en contra de los trabajores. En los dos casos prima el ataque a la libertad de expresión, al ejercicio del libre albedrío que para mí debería ser sagrado.

Pero claro, si lo ejerces te conviertes de inmediato no ya en un esquirol, sino casi, casi, en un colaboracionista de los poderes fácticos que oprimen ahora y siempre al pobrecito trabajador. No importa que tus intereses y los suyos diverjan, que la reforma laboral en tela de juicio no te parezca tan mala como dicen ellos, siquiera el menor de todos lo males en tiempos de crisis, que no comulgues con una sola de las propuestas de los sindicatos e incluso que te alegres de que por fin se vaya a poder despedir a un empleado molesto, inútil, improductivo, dañino, sin tanto gasto ni paleleo. Simplemente no tienes opción a la desidencia. Es lo que hay, la clase obrera, si es que de verdad existe tal cosa todavía, se ha echado a la calle y no hay excusas para no aplaudir a su paso; estás con ellos o en su contra, los términos medios nunca han sido del gusto de los movimientos de clase, como que para ellos no hay, no puede haberlo, resquicios entre unas y otras.

¿Que no estás a favor de la huelga? ¿Que no la entiendes? Que te parece una mera y patética representación teatral de un rechazo a una reforma laboral que luego no lo es tanto, que si lo es ha sido ya tarde, cuando la reforma se había aprobado, que huele, apesta más bien, a comedia largamente anunciada para consumo exclusivo de los sindicatos, su manera de autojustificarse, a ver si no se van a mover y entonces nos damos cuenta de que hace tiempo ya que estaban muertos. Pues ahí le has dado, ya te has convertido de inmediato en un cabrón reaccionario, más facha que la guerrera del Caudillo, un enemigo de la clase obrera esa, un egoista que no mira más que para su bolsillo, un peligroso desclasado carne de paredón, un soplagaitas insolidario. Si no estás con ellos, no vas a la huelga, frunces el ceño ante sus reivindicaciones o simplemente no las compartes, entonces ya no te puedes permitir el lujo de ser solidario con los que sufren de verdad, ya no te está permitido criticar lo que crees injusto, ya no puedes reinvindicar la libertad individual, una economía verdaderamente productiva que reparta y permita una sociedad igualitaria, de bienestar para todos, ya no hay manera de apostar por una sociedad mejor, moderna, avanzada, lo que sea, ya has dado en cabrón reaccionario para los restos.

Y todo porque sí, porque el lugar común, resultado de la lucha justa a lo largo de décadas de la clase trabajadora y sus representantes para mejorar sus condiciones de vida y acabar con todos los abusos e iniquidades de un capital decimonónico sin otro horizonte que el beneficio y con la ley siempre por montera, no sólo consiguió la incorporación del derecho a la huelga y a la libre sindicación en nuestras constituciones, a la institución del convenio laboral, a una amplia legislación laboral con el fin de establecer los derechos y obligaciones de todas las partes. No, el resultado de esa lucha, esa epopeya con tantos claroscuros como aciertos, también ha sido la consagración del mito de la clase trabajadora como íntegra por principio. Ellos siempre son los justos y el resto pecadores o siquiera susceptibles de serlo, ellos tienen la razón por su condición y los demás a verlas venir, a ellos les acompaña siempre un halo beátífico que los protege, siquiera intelectualmente, de cualquier ataque por razonado o incontrovertible que sea; total, ya he señalado que el que ose hacerlo se expone a ser tachado al instante de...

Ese es el mito fundacional bajo el que agitan sus banderas pasadas de moda, fantasmas que ya sólo figuran en los libros de Historia, el que hace que la gente corriente incline la cabeza a su paso, que nadie ose levantar la voz en contra so pena de ser declarado..., que los poderes que deberían proteger al ciudadano del chantaje piquetero porque para algo todos somos trabajadores en lo nuestro hagan la vista gorda por un día o sólo se limiten a hacer como que salen a la calle para cumplir su cometido. En definitiva, es el mito de la eterna e innata bienaventuranza de toda protesta sindical la que hace posible que una parte de la sociedad, debidamente organizada a través de sus sindicatos, obligue al resto de sus conciudadanos a acatar su santa voluntad.

Un mito al que se debe uno de los hechos más insólitos de la democracia; la suspensión de esta misma con todas sus garantías legales por un día. Un día en el que, una vez más, si hay alguien que sale jodido y bien jodido, ese es el autónomo al que sólo le protege el resultado del trabajo con el sudor de su frente, el autónomo que no tiene quien le retribuya las pérdidas de este día de huelga a mayor gloria de las veleidades sindicales de unos asalariados que a fin de mes cobrarán no ya por precepto divino sino por convenio, el autónomo a quien nadie sienta en ninguna negociación para tratar de la crisis y sus consecuencias, el autónomo para el que todo son pegas y palos en las ruedas, impuestos y requisitos por un tubo, porque si para algo está la burocracia en este país es para desanimar al individuo a que tenga la poca vergüenza de ganarse la vida por su cuenta, libre de las ataduras de un jefe o de unos compañeros, no ya la plusvalía que le venga en gana, sino incluso el pan de cada día.

Sé lo que me digo, lo he vivido en mi casa, lo he vivido en mis carnes, pon tu propio negocio si tienes cojones, que ya vendrá la administración a darte por culo, los trabajadores a reclamar todos los derechos posibles y cuanto menos obligaciones mucho mejor, y el resto a mirarte por encima del hombro porque, mira tú por dónde, has tenido la poca vergüenza de querer ganar dinero, pecado, pecado, y encima lejos de la arbitrariedad de un jefe, las envidías y mezquindades de tus compañeros y, sobre todo, de la comodidad de recibir una paga a fin de mes y olvidarte de todo lo demás, a disfrutar de ese salario, como que hasta hace dos días ni obreros ni hostias, todos clase media. Hasta que te echan, claro, pero entonces ya se sabe, la culpa la tiene siempre el empresario, no importa que sea un caradura a lo Diaz-Ferrán o ese otro que ha dedicado toda la vida y su esfuerzo a un negocio, un proyecto vital antes que un pelotazo especulativo, hasta que no ha podido más. Y por supuesto que también el gobierno por tolerarlo, como que él solito ha traído la crisis, vamos, ni éste ni cualquier otro, globalización del capital sin patria ni alma, y Zapatero y cualquier otro a hacer reverencias delante de los gurús de la economía especulativa mundial.Pero claro, entonces ya toca gritar maldito sistema de libre mercado y desempolvar las banderas rojas.

Y si el mito tuviera forma seguro que ésta sería la foto que encabeza esta entrada.

¡VIVA LA TELE!

    Sueño que me arrastra no sé quién o quiénes a la entrega de los premios de un festival de la tele que se celebra en una ignota, gris y a...