lunes, 12 de agosto de 2019

BAILE DE MÁSCARAS



A cierta edad uno ya tiene que saber, y si no mal vamos, con qué compañías merece la pena estar y de quiénes hay que huir como de la peste. O lo que es lo mismo, qué personas te quieren bien y quiénes todo lo contrario, cuáles son los lazos afectivos e incluso cómplices que te unen a unos, y cuáles los que te alejan de aquellos que no pierden la oportunidad de zaherirte con una puya a cuenta de lo que sea y casi siempre amparados en el parentesco supuesto o no, un pasado compartido, una vecindad siempre accidental o una camaradería por cuestiones de los más peregrino. Por eso no hay hipocresía más repulsiva que las de los que se lamentan, e incluso te reprochan, que no les frecuentes como -según ellos- debieras, siquiera que no te esfuerces en hacerlo, a sabiendas de que, si no te la meten a la menor de cambio delante de ellos por el mero placer de hacer daño, esto es, de demostrarte lo poco o nada que te aprecian y hasta el poco crédito que les mereces, lo harán en cuanto te des la espalda y les hayas renovado el material para aplicarse con ganas al degüello. El tiempo es demasiado valiosos, corre demasiado rápido, para perderlo en compañía de hijos de puta emboscados tras vete a saber qué recuerdos en común.

*Autorretrato de James Ensor con sus máscaras y personajes enmascarados

sábado, 10 de agosto de 2019

Chroniques Algériennes: el Camus más humano


Artículo publicado en la revista literaria hispanoamericana LETRALIA: https://letralia.com/articulos-y-reportajes/2019/08/08/chroniques-algeriennes-camus/

Pertenezco a la generación cuyos mayores lo fueron en su versión más progre y afrancesada. Y fue a través de dicha influencia, a saber cuánto de perniciosa, que me llegó el primer Camus a las manos, El extranjero, para ser exactos. A partir de ese momento el deslumbre adolescente por el inquietante existencialismo que envolvía su escritura, la fascinación por el ambiente de escenarios mediterráneos, argelinos para más señas, y la ironía bondadosa —por llamar de alguna manera a la sutileza con la que Camus trataba ciertos temas o actitudes sin dejarse arrastrar nunca por el degüelle al adversario o similares—, no ha cesado, aunque sí ha variado en su intensidad y hasta en las razones que lo animaban. El Camus de la adolescencia no era sólo el escritor, puede que incluso esto sólo lo fuera en un segundo plano, sino también o principalmente el hombre bueno, íntegro y valiente que precisamente por todo ello se había visto en la tesitura de denunciar a sus propios compañeros de viaje ideológico, provocando con ello que muchos de su entorno le dieran la espalda en su momento y hasta que lo tildaran de todo aquello contra lo que él siempre había luchado.


La guerra de Argelia fue una carnicería sin parangón en el conjunto de la mayoría de las guerras coloniales hasta entonces.

Las crónicas argelinas que acabo de leer fueron precisamente uno de los desencadenantes de esa animadversión entre sus antiguos compañeros de la izquierda cuadriculada. Camus era un pied noir, un francés de Argelia prototípico. Su madre, Catalina Elena Sintes, nacida en Birkadem (Argelia) y de familia originaria de Menorca, era analfabeta y casi totalmente sorda. Su padre, Lucien Camus, trabajaba en una finca vitivinícola, cerca de Mondovi, para un comerciante de vinos de Argel, y era de origen alsaciano como otros muchos pieds-noirs que habían huido tras la anexión de Alsacia por Alemania tras la guerra franco-prusiana. Este origen fue determinante a la hora de posicionarse durante la llamada guerra de Argelia, una guerra de tinte colonial en la que Francia se dejó gran parte de su crédito como nación civilizada, culta y en general todo de lo que había presumido siempre. La guerra de Argelia fue una carnicería sin parangón en el conjunto de la mayoría de las guerras coloniales hasta entonces, sobre todo por la enconada y desproporcionada resistencia de la población de origen francés en connivencia con lo más reaccionario del Estado francés a aceptar la independencia de Argelia. De ese modo los atentados indiscriminados y terriblemente crueles del FLN argelino sobre la población civil, y la dura represión del ejército con sus cuerpos de elite al frente, la tristemente famosa OAS, ocasionaron un punto de no retorno en el que fue imposible cualquier solución intermedia, esto es, la posibilidad de que todo aquel pied-noir que quisiera pudiera seguir viviendo en la tierra de sus ancestros más inmediatos. La cerrazón por ambas partes, pero en especial por la francesa, que apenas concebía a Argelia como otra cosa que una provincia antes que como una colonia, y por lo tanto sujeta a las resoluciones descolonizadoras de la ONU, que aplicó todo tipo de medidas represivas, torturas y chantajes sobre la población autóctona en el inútil empeño de minar el apoyo que ésta prestaba al FLN, sólo obtuvo como resultado una Argelia independiente y casi exclusivamente árabe o bereber (sobre todo árabe si tenemos en cuenta la posterior historia represiva de la cultura y lengua cabileñas, en todas partes cuecen habas…).

Y en medio tanto del nacionalismo árabe y de la izquierda francesa que simpatizaba con ellos, como de la mayoría de sus paisanos pieds-noirs, entre los cuales destacaba el rechazo no sólo a la independencia de Argelia por una cuestión de mera supervivencia, sino también un acendrado racismo hacia sus vecinos árabes, así como de la derecha francesa que los apoyó hasta el último momento, cuando ya tuvieron que abandonar Argelia y de repente se los encontraron a las puertas de sus casas exigiendo el pago por tanto patriotismo inútil, se encontró Camus. Así pues, estas Crónicas argelinas son el relato implícito del miedo y desconsuelo de un Camus que quiere encontrar por todos los medios un punto de encuentro entre ambos extremos, un Camus que glosa la impronta francesa de la Argelia de sus mayores a la vez que elogia y simpatiza con el árabe y/o bereber, un Camus que cree posible esa solución intermedia a la que me refería, pero que la cree siempre unida a Francia y he ahí su error histórico, su desacierto cuando ya todo era irreversible, cuando sólo cabía ya una solución escrita de antemano y todo lo demás era apostar por más de lo mismo y ya sólo en beneficio del bando que lo iba a perder con toda la razón del mundo, la del ocaso histórico del colonialismo.


Mintieron como lo hacen todos los sectarios, como bellacos, y sobre todo jamás hicieron el más mínimo esfuerzo de empatizar con las razones de Camus.

Empero, en estos textos de repartir culpas a un lado y otro, de intentar buscar lugares comunes donde lo único común ya es el odio, de proponer medidas de mutuo acercamiento que hace tiempo que acaso podrían haber funcionado pero ya no, ya era imposible, ya no había vuelta atrás con las espadas en ristre. Camus demuestra de nuevo su lado más humano antes que el político o intelectual. De lo contrario no se entiende esta perseverancia en lo irresoluble, la ceguera e ingenuidad de las que hace gala movido más por el corazón que por la razón: C’est la force infinie de la justice, et elle seule, qui doit nous aider à reconquérir l’Algérie et ses habitants.

Insisto en que le llovieron más palos de los merecidos, le tenían ganas sus antiguos camaradas de la izquierda fetén y doctrinaria por su denuncia del sistema soviético, en especial la falta de libertad que lo caracterizaba. Por eso aprovecharon su empeño postrero y desesperado en buscar una salida a sus compatriotas argelinos para señalar en él al colonialista a toda costa, el pied-noir racista y chovinista, el hipócrita que hablaba, escribía, acerca de la libertad de los oprimidos, y luego se negaba a admitir la de los árabes en su propia tierra. Exageraron, mintieron como lo hacen todos los sectarios, como bellacos, y sobre todo jamás hicieron el más mínimo esfuerzo de empatizar con las razones de Camus, el pied-noir que temía por su pobre madre a merced de los acontecimientos de una guerra. No lo hicieron porque les convenía para intentar derribar el ídolo. Sin embargo, aún sonando a dicho hipermanido, la historia pone a todos en su sitio y a Camus parece haberle reservado el de santón laico que siempre se dejó vencer por su lado humano antes que por las cadenas del intelecto, las cuales, en una época de ismos a tutiplén, de lealtades inquebrantables, de secta a prueba de individualidades, resultaban fatales. De ahí también lo todavía hoy en día sumamente apetecible, reconfortante e ilustrativo de su obra. No se puede decir lo mismo de muchos de los que le criticaron sin piedad y que, de haber tenido un poco de buena fe, podrían haber entendido sus razones sin compartirlas con sólo reparar en lo que dejó escrito en estas mismas crónicas argelinas: Après cela, on peut sans doute les juger naïfs, il est difficile de les traiter de souteneurs. Je résume ici l’histoire des hommes de ma famille qui, de surcroît, étant pauvres et sans haine, n’ont jamais exploité ni opprimé personne.

jueves, 8 de agosto de 2019

CRÓNICA DE UNA NO ASISTENCIA



Escribo desde la cafetería adonde he ido tras hacer el recado en Gasteiz que me ha hecho madrugar después de acostarme anoche a las tantas. Como ando con "fame" pido un cruasán a la plancha para desayunar untado con mantequilla según costumbre. La camarera me mira como si le hubiera preguntado por el color de sus bragas. Luego, enseguida, me cosco de que estoy en Vitoria y que aquí un simple no es poco, sino que siempre hay que dejar constancia manifiesta del desprecio infinito que te inspira el cliente con sus chorradas. Entonces me acuerdo de que anoche, en la plaza más importante y concurrida de la ciudad, mi señora y una amiga entraron en un local a pedir bocatas para los que estábamos en la terraza, y cuando piden que les calienten los de lomo y así, los cuales debían estar hechos desde la mañana, escuchan a la encargada que le dice a la camarera que se disponía a meterlos en el hornillo, que la última vez que hiciera eso, que menudo gasto si había que calentar los bocatas a todos... Así, con dos ovarios delante de ellas, Vitoria in vein, donde todo detalle para con el cliente es una claudicación en no se sabe muy bien qué guerra entablada por los hosteleros contra el resto de la humanidad.

Luego yo quería ir a ver el concierto de la Chula Potra, "¿Dónde estás Yolanda?" y así. Y eso que después de hora y pico en la playa de Saturraran con los críos para que no se los llevara la corriente y el trajín por el " Kalbaixo" detrás de un coche con un inútil suicida al volante,, estaba hecho polvo. Pero bueno, pregunto a mi señora y a una amiga si nos podemos acercar hasta el Gaztetxe, y como ando medio dormido acabo al rato rodeado de peña en un rincón con olor de orines y un ruido atronador. Espabilo a ver si distingo a una tal Julieta Itoiz sobre el escenario y alucino porque no me la imaginaba tan chata y generosa de caderas. Luego ya la música, que como sabía que lo suyo era rap tampoco esperaba una maravilla..., yo es que soy muy de rock, blues, jazz, son cubano, bossa nova y en ese plan anclado en el pasado así me maten...; pero no, aquello era demasiado, un horror de luces y decibelios.. Demasiado, eso y la puesta en escena con juego de luces y gogós dando brincos junto a la cantante, todo años 80 por un tubo. Vamos, un demodé que echaba para atrás y además un sonido también de mierda. Entonces oigo: "A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga, nunca cambiaré..." Y sí, claro que también le pega a la Txula, sí; pero, de rap-punk nada de nada, la que berreaba era la insoportable levedad del ser de la caramorro de la Alaska y su grupo verbenero Fangoria. Me habían arrastrado hasta el concierto de Fueros y no al del Gaztetxe; lo que pasa por dejarte en manos de dos maduras pijotonas. Eso y que ya decía yo que había demasiada peña. Demasiada para mí, que sin droga no soporto las multitudes y con casi que tampoco. Suerte que cuando me agobio pongo unos ojitos de perro apaleado que no se resiste nadie y a mitad del concierto hubo retirada Lo de Julieta una pena, ya habrá otra Aunque algo he visto por ahí que lo de anoche fue la hostia. Y no me extraña, yo también prefiero mil veces el gaztetxe -por supuesto que debidamente drogado- a los Fueros; pero...

ERREXALKERIAK...



Ez dago inolako masifikaziorik, bai ordea turista andana baina betiere euren neurrian. Ibil leike kalean zehar lasai askoan bultzaka edo ostikoka hasi beharrik gabe. Bero sapak garardo, sagardo edo ardo hutsetera bultzatzen zaitu ia oharkabean. Jendeak pozik eta guzti, are atsegina, ematen du aspaldiko partez, beharko, urtean behin ezta hainbeste kostatzen. Jaigura dago dago edonon, biharko motorrak beroketan. Edo bestela esanda, kostaldetik apurtxo bat baztertuta, urrutixe, barrrualderantz jota, udaroak oraindiokan beti bezain goxoak eta atseginak suertatzen dira. Mesedez, faborez, arren, ez iragarri gure jaien onurak, ez zaizkio inori inporta, ez eta gure hiriaren edertasunarenak, gure gastronomiarenak edota ardoenak ere, horretarako badituzue Sanferminak, Bilboko Gughenheimen ingurukoak, Donostiko Alde Zaharra edo Baiona Tippiko euskalkitx totala. Aukeran beti ez ezagunarena, bestela tabernetan eskatzea beti maldan gora edo inon jateko lekurik ez. Ez ahaztu, Donostin ondiokan ere beste miloi eta erdi frantses kabitzen da eta...





Gaur goizean nire emaztea eta biok Armentiako basotik baselizaraino oinez jaitsi gara, zazpi kilometroko joan-etorria. Herrian geundela diruzorroa etxean ahaztuta nuela jabetu eta, herriko tabernara sagardo bila joan beharrean, Arabako patroia apezpiku egon zen elizaraino hurreratu gara denbora pasa edo. Izan ere, nire emazteak kanpotik baino ez zuen ezagun monumentu erromanikorik garrantzitsuetarikoa den eliza hau, nahiz eta Gasteiza hogei urtez edo txitean-pitean etorri; pentsa nik Oviedon hogei urtez ere egonda Santa Maria del Naranco edo San Miguel de Lillo ezagutu ez izana; antzeko-parezido, ezta? Bai horixe! Gerora, etxera bueltatu garela, gure amak gogoratu digu ni bertan bataiatu ninduela abade zen nire osaba batek. Gure amak, ostera, bataioan egon ez zela aitortu digu, erditu ostean gaixo omen. Edonola ere, gure amak inoiz oso elizazalea izan ez dela gogoratu ere egin digu, ez eta gure aita zena ere; baina, badakizue, haren anaia txikia apaiz zuenez inori baino lehen etxekoei, senitartekoei, lan eman beharra...

jueves, 1 de agosto de 2019

AUNQUE TÚ ME HAS ECHADO EN EL ABANDONO




Artículo publicado por la revista Tipealia: https://punica.es/aunque-tu-me-has-echado-en-el-abandono/?fbclid=IwAR2DIDZL8uEwrlNCO05FycNMk_KMhJA25pxs3mtRCchydkjeBPcnjzKTtLs

Hoy no me he tomado mi mojito en la Bodeguita, ni mi daikiri en El Floridita.
Ando, sentado, con una cerveza Alhambra en la mano, será la tercera, y mucho me temo que se me ha puesto el cuerpo de habanera.
Yo tampoco tuve un tío comerciante en La Habana, ni había un piano en aquella casa en la que viví.
Pero sí me recorrí el Malecón de punta a punta, varias veces, y, créanme, son ocho kilómetros que dan para mucho con toda esa humedad sobre los hombros y la vida por todas partes.
Había preciosas casas coloniales que se caían a pedazos, yo diría que sufrían la pena del abandono; el estilo que las igualaba a todas era el descascarillado.
También las había por doquier en la Habana vieja y en el Vedado; pero, ay amigo, las del Malecón eran otra cosa: aguanta tú varios siglos de salitre contra tus muros y no sé cuántos años de bloqueo.
Mucho más adelante estaba El Nacional donde nos alojábamos, casualidades del destino; creo que todavía padezco los coletazos de la resaca tras la borrachera que nos cogimos en el bar del hotel entre fotografías de astros de Hollywood y chascarrillos de célebres mafiosos italo-judeo-americanos.
La Habana era de una belleza melancólica y decadente que acababa acogotándote el alma; demasiadas señores mayores pidiendo fulás en la calle y jineteras lo mismo en una cama.
Yo casi me quedo con Santiago, donde todo me sonaba a son y me sabía ron.
Casa de la Trova y de Hernán Cortes, las negras más hermosas, esculturales, que he visto en mi vida -bueno, las de Senegal tampoco estaban nada mal- jineteaban una noche en la última planta de no recuerdo bien qué hotel, sacándoles a los turistas canadienses hasta el número de la seguridad social. Y también, también a uno de Zumaia que presumía de no meterla en todo el año hasta que llegaba el verano y se subía a un avión; digamos que se le caían los dólares de la billetera.
En Santiago los nativos presumían de tener sólo dos semáforos funcionando en toda la ciudad.
En realidad allí no funcionaba nada, sólo se resolvía, y luego pasaba una camioneta a rebosar de gente y, mira que ya fue mala pata, se quedaba justo parada delante de un cartel de la propaganda gubernamental que decía: «Nada ni nadie podrá parar la Revolución».
Yo no pude evitar la carcajada y el sindicalista de CC.OO que me acompañó en aquel viaje por descarte casi me mete por el culo el poster que compró del Che Guevara.
Pero bueno, por lo demás todo muy bien, mucho ron y arroz congrí, también con pollo, mucha cerveza Hatuey también.
En Matanzas estuvimos de un concierto en un estadio, supongo que de beisbol, no me pregunten ni de quién ni cómo; hubo tanta candela que mucho me temo yo que esa noche le dio sentido al nombre de la ciudad; tú ya sabes, asere..
Luego ya, después de mucha gozadera y alguna que otra historia más o menos chunga que no viene al caso, nos fuimos adonde varan todos los turistas que se lo han bebido todo, han bailado con casi todo el mundo y han discutido mil veces con desconocidos sobre Lenin, Martí y Fidel Castro; cuando yo era pequeño mi viejo cantaba una canción sobre estos señores los fines de semana que bajábamos en coche a su pueblo.
Y sí, yo de todo esto, y de mucho más que daría para un mes entero, me he acordado al mediodía mientras cortaba un tomate madurísimo, rojísimo, para la ensalada.
Soñaba que estaba en la Habana y en realidad era que sonaba en mi cabeza un tres cubano, unas maracas, un bongó, unas claves y una marímbula que me hacían mover el culo mientras preparaba la ensalada:
«Aunque tú me has echado en el abandono,
aunque tú has muerto todas mis ilusiones,
en vez de maldecirte con justo encono
y en mis sueños te colmo,
y en mis sueños te colmo
de bendiciones.
…»
© Txema Arinas. 2019

UN ESCRITOR PORTUGUÉS


Y ya para terminar con mi matraca portuguesa y seguir con la de a diario, va una confesión: yo a mi modo también he intentado ser un escritor portugués, en realidad un escritor a secas. Y además, segunda confesión en cuatro líneas, por culpa de esa enfermedad tan de letraherido sin dos dedos de frente, quiero decir, imberbe. Me refiero al influjo pernicioso de Pessoa leído a una edad en la que la mollera todavía no suele estar lo suficientemente compacta. Luego ya me ido quitando y hasta puedo releer poemas de Fernando sin caer en el más estúpido de los desasosiegos. También influyó mucho lo de haber visitado cinco o seis veces Lisboa y haber callejeado hasta la extenuación largos y ruas bajo e influjo del vinho verde o varios oportos de sobremesa y algún que otro verso del heterónimo de turno en la cabeza.



De hecho, y a pesar de la murga esa con la de que cuando digo que la ciudad en la que ambiento mis historias es en esencia mi ciudad natal, y yo que no sí y no, que puede y que a ratos otra o varias a la vez, una de las influencias más frecuentes en lo que sería mi territorio literario, o mítico, es Lisboa. Como que tengo una en el cajón de nombre tan inequívocamente pessoano como "Tras los pasos de mis amigos heterónimos", un título que sí, horrible, imposible, y que recién he trastocado en "La Cuadrilla Imaginaria", ambientado en esa ciudad mediana de provincias de un norte de reminiscencias vasconas que nunca es la que la mayoría cree que es, o no del todo, y que en este caso asemeja una Lisboa a pequeña escala con su casco viejo empinado y moruno, su "Baixa"decimonónica, su "Chiado otro tanto y así. Una historia con mucha metaliteratura pero que a mí, siendo como sería por principio de las menos apetecibles para cualquier editor que se precie y más que nada por la intrínsica insustancialidad del texto, es con toda probabilidad la que más me gusta de cuantas he perpetrado por ser en esencia una gamberrada con mucho personaje inadaptado e irreverente pasado por alcoholes varios y tremendidades biográficas, exóticas las más, y de todo tipo. Y eso por no decir en plan más serio y así que en esencia una reflexión más o menos disparatada sobre esa cosa tan barojiana, y de otros, de viajar por el mundo sin salir de tu pueblo o habitación.




Pero no sólo ahí, porque en otras ya hasta publicadas, donde aparece una catedral-fortaleza, o un mirador en lo alto de parte vieja de la ciudad, o una plaza en medio de ésta poblada por gente poco recomendable, también es a Lisboa adonde me remito aunque luego la peña se empeñe en ubicarlo todo en la vieja Gasteiz. A decir verdad, hasta ahí por ahí una novelica publicada de hace muchos años que habla de unos etarras extraditados a Venezuela, uno de los cuales es el protagonista con el que el narrador se ha citado en la capital portuguesa y al que espera recorriendo la ciudad mientras hace memoria, maldita memoria. En todo caso, una novela de eterno principiante que ahora reescribiría desde la primera a la última página, no tanto por lo que se dice en ella sino por el cómo, el estilo y así.




Pues en eso pensaba hace unos días de recorrido en tranvía por Lisboa con la familia como unos turistas más de los millones que hemos convertido la ciudad, y por extensión toda aquella susceptible de recibir la etiqueta de emblemática o así, en un mero marco decorativo o parque de atracciones, a elegir. De eso y también, cómo no, en Fernando, Antonio, Ze, Lidia, Miguel y otros tantos escritores a los que ya, en lo que viene a ser un acto supremo de soberbia, en realidad una mera y ridícula humorada, me refiero por el nombre de pila en exclusiva. Que se me perdone porque literaturamanía da para esas y otras muchas gilipolleces.

UCRONÍA PORTUGUESA




Monasterio de Batalha construido para agradecer a la Virgen María la victoria de las tropas de Portugal sobre las de Castilla en la batalla de Aljubarrota en 1385. Aunque no fue la última batalla para rubricar la independencia de Portugal del reino de Castilla (el último y definitivo intento de reafirmar la independencia de Portugal frente a la Monarquía Hispánica se produjo el 1 de diciembre de 1640 mediante la entronización de Juan IV de Portugal de la Casa de Braganza, nueva dinastía reinante en el reino de Portugal en detrimento de la Casa de Austria en el trono tras la "Unión" bajo el reinado de Felipe II), sí es el más importante.

Con todo es el monumento más significativo del deseo de los portugueses de regir su propio destino frente al ansia expansionista de sus vecinos. Y aunque hay que reconocer que en todo este tipo de exaltación de los orgullos patrios hay siempre cierto grado de ridículo por lo que tienen de exhibición del ombligo propio frente a terceros, no puedo evitar darme a la ficción histórica, en concreto a la ucronía pura y dura, para imaginarme un Portugal del gusto de la "inteligentsia" española al uso, esto es, un Portugal que hubiera permanecido bajo el yugo de la monarquía hispánica y hubiera devenido con el paso de los tiempos en una "región" más de una España convertida en unidad de destino en lo universal. Para empezar, está claro que, si en un principio hubiera conservado sus instituciones como reino de acuerdo al tratado firmado con Felipe II, no habría tratado en experimentar el pujo centralizador castellano en la figura del Conde-Duque de Olivares y su "Unión de Armas", la cual finalizó precisamente con la independencia definitiva de Portugal. Pero, como en mi ucronía Portugal permanece en "España", tampoco habría tardado mucho más en sufrir las consecuencias de la llamada "Guerra de Sucesión", donde puede que al final hubiera seguido la misma suerte que los reinos de la corona de Aragón perdiendo sus fueros e instituciones, y con ellas la imposición de la lengua de la metrópoli en la administración y la enseñanza en detrimento de la vernácula, o al revés, que los hubiera conservado al igual que el país vasco-navarro (lo cual, por cierto, no supuso tampoco el reconocimiento de la lengua y cultura vernácula de esos territorios por decisión de las propias élites dirigentes debidamente asimiladas a la cultura "metropolitana"), hasta siglos más tarde en los que los que el liberalismo jacobino español se los hubiera arrebatado a la fuerza ya para los restos.

Entretanto, y de acuerdo con lo que ha sido el devenir histórico del resto de pueblos del Reino de España, o del resto de los estados europeos a semejanza del nuestro, habría sufrido el lento pero implacable proceso de asimilación que el occitano Robert Lafont denominó "colonización interna", esto es, la sustitución más o menos paulatina de la lengua y cultura propias en pro de esas otras de la "metrópoli". De hecho, está más que documentado que incluso en la época de la Unión con Felipe II la nobleza portuguesa gustaba de utilizar el castellano en la corte portuguesa como deferencia hacia sus señores castellanos, costumbre que, como suele ser habitual, se habría extendido enseguida hacia las capas más populares y sobre todo urbanas o burguesas. De ese modo, no habría hecho falta esperar a los embates asimilacionistas de las escuela jacobina del XIX para esperar el descrédito y arrinconamiento de la lengua portuguesa en Portugal. Simplemente habría sufrido el mismo proceso de ostracismo institucional y cultural que su vecina y hermana Galicia, donde el gallego ha sido hasta no hace mucho la lengua natural del campo o de las clases populares de la ciudad, si bien en la actualidad, y por mucho que desde las instituciones gallegas actuales quieran aparentar lo contrario, las grandes ciudades gallegas son ya mayoritariamente castellanoparlantes porque sus habitantes asumieron en su momento lo que les decían en la escuela y en general desde todas partes, que la lengua de sus antepasados no era de buen tono para la cosa del mundo moderno, esto es, que no les valía para representar el papel del ciudadanos del mundo por el que pretenden pasar los monolingües castellanos, a lo sumo con inglés básico o de mentirijillas para rellenar curricula, que cuando van a Galicia y ven que muchos letreros están rotulados sólo en gallego ponen el grito en el cielo porque es sabido el esfuerzo titánico que los castellanoparlantes tenemos que hacer para entender un idioma que escrito nos resulta tan inextricable como si fuera ruso, chino o el panocho murciano.

Así pues, también es de esperar que con el tiempo, esto es, ya en épocas más cercanas, hubieran surgido movimientos reivindicativos portugueses tanto en lo cultural como en lo político. Dicho de otro modo, un movimiento nacionalista que reivindicara tanto la defensa y promoción de la lengua portuguesa como la restauración de la soberanía perdida al igual que en otros territorios del "Reino de España". Momento en el que tanto la "inteligentsia" española como una muy buena parte de la gente del común, lo que denominaremos los españoles y muy españoles, y aquí da igual que sean los naturales de ese centro castellano que va más allá de los límites de las dos Castillas, como portugueses asimilados desde incluso hace siglos a la lengua y cultura españolas/castellanas, no podrían evitar mirar todo lo "portugués", lengua y cultura, con evidente desprecio y hasta temor por considerarlo cosa de gente del campo, o cuanto menos de bajo extracto, cuando no de subversivos urbanitas empeñados en dar la matraca con la lengua y cultura para ellos ya solo supuestamente autóctona. Por lo que a partir de ese momento no haría falta entrar en demasiados detalles de la ucronía que nos ocupa. Es más que probable que miles, puede que millones, de portugueses, se habrían convertido de la noche a la mañana, y todo ello bajo el prisma de los "españoles y muy españoles", los que tras varios siglos educación uninacional y esencialmente pancastellana solo serían capaces de concebir España en esos términos, en odiados supremacistas y paletos por querer recuperar, ya sea la preeminencia de su lengua y cultura en su propio país, e incluso, por qué no, la soberanía que les fue arrebatada. El resto sería presente, en concreto un estado que, al contrario de otros con una Historia imperial parecida, jamás aceptaría negociar nada, absolutamente nada, con esa supuesta mayoría secesionista, en la convicción de que su idea de España es simple y llanamente indiscutible por cuasi sagrada. Y en consecuencia también hubiera habido una respuesta de la otra parte, la cual a saber en qué habría devenido, si en una acción armada y totalitaria de trágicas consecuencias o en un movimiento pro referendo de autodeterminación que, "perfomances" más o menos ridículas o inútiles a un lado, habría sido prohibido, perseguido y sobre todo estigmatizado como propio de criminales y hasta de tarados mentales porque, faltaría más, en España los únicos nacionalistas esencialistas que quieren imponer su idea de nación a los demás siempre son los periféricos, los otros ni siquiera existen, sencillamente son la mayoría de la gente de bien y sobre todo de orden.

En cualquier caso, en nuestra ucronía Portugal jamás habría sido el Portugal que realmente fue con todas sus glorias y también, también, más de una rémora. Por eso allí en Batalha me resultaba casi imposible contener entre los labios un:

"Grândola, vila morena
Terra da fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade..."

PENAL Y FUGA DE PENICHE




Antigua cárcel de Peniche para presos políticos durante la dictadura de Salazar, famosa por la llamada Fuga de Peniche protagonizada por el veterano dirigente comunista Alvaro Cunhal y otros. Varias placas como la aquí presente conmemoran la lucha antifascista de los que penaron entre sus muros. Yo, como soy de natural mal pensado, me imagino que una placa como esta en España habría sido, sobre todo a tenor de los tiempos que corren, objeto de críticas aludiendo al sectarismo de una parte que se niega a cerrar ideas y vive anclado en el revanchismo per secula seculorum. Vamos, lo que va de dar carpetazo a una dictadura tras una revolución incruenta como la de los Claveles y una Transición en la que los que sustentaron otra se hicieron a un lado para compartir poco más que el poder político con parte de la exigua minoría opositora para lo del eterno adagio lampedusiano del "tutto cambia perché nulla cambi".

LUSITANIAN BARRENA




Nola ez maitatu bospasei bider edo zapaldutako hiri zoragarri kaotiko eta saudadegarri hau? Kontatuko banitu hemen bizitakoak... egunen batean beharbada, eta, jakina, ia dena umorezkoa litzateke ezinbestez, niri pasatzen zaidan ia oro holakoxea baita, besteak beste ozta bi astebete hor kanpoan kotxez ibili izana, Portugalen barrena egunero alderik alderik, eta azken egunean Madril inguruetatik bueltan, Gasteiztik 40 kilometrora, kotxea bapatean, ezustean, aberiatzea; unas risas...

Ez dakit ba nik hau irakurketa sustatzeko ekimen bat izan beharrean, desagertzear dauden bi gauzaren egiazko oroigarria den, hots, gure gaur egungo gizartean erabat alperrikakoak edo bazter utzitakoak ei diren bi gauza: kabina telefonikoak zein irakurzaletasuna.

AMOR ETERNO




Para tal el del rey portugués Pedro I por su amante y luego esposa la gallega Inés de Castro. Su padre Alfonso IV accedió a su asesinato en manos/puñales de los nobles que aconsejaban al rey quitársela de encima para, dada la pasión por ella del infante, no perjudicar los derechos dinásticos del primer hijo de éste con su primera mujer. 

Pedro esperó años hasta ser coronado para tomar venganza de los asesinos de su amada, a los que mandó arrancar el corazón. También desenterró el cuerpo de Inés y mandó que fuera coronada reina de Portugal. El cuerpo de Inés fue depositado en Alcobaça en una tumba de mármol blanco, con una efigie coronada que Pedro había hecho preparar de antemano, y cerca de la cual hizo erigir su propia sepultura. Dispuso que los catafalcos se tocaran los pies: quería que el día de la resurrección, al levantarse, su primera imagen a contemplar fuera la de Inés.

Pues eso, amor y odio a raudales para una historia también eterna.

domingo, 21 de julio de 2019

EL SECRETOS DE LA FELICIDAD, OTRO



Artículo publicado por la revista TIPEALIA: https://punica.es/el-secreto-de-la-felicidad-otro/

Hoy a la mañana lo he vuelto a ver y él lo ha vuelto a hacer. Hablo de un chaval con síndrome de Down con el que mi hijo pequeño y yo nos cruzamos de frente casi todas las mañanas en la calle Argañosa de camino al colegio. El primer día que nos llamó la atención fue porque antes de cruzarnos con él le soltó a un tiarrón: «¡Deja de fumar, idiota, no ves que te estás matando!», y siguió adelante como si nada, todo lo más con una sonrisa en la boca.
La siguiente vez fue al paso de una adolescente en minifalda y con los cascos del móvil puestos: «¡Quítate esos cascos, que se te va a colar alguien entre las piernas y no te vas a dar ni cuenta!» También sonrió el muy sátiro. Sonreímos, porque estas cosas como que crean un instintivo halo de complicidad masculina, siquiera por lo que había de procacidad en su comentario; qué le vamos a hacer, la mayoría de los tíos son seres sensibles y concienciados que no se permitirían nunca reírse ante un comentario tan soez: yo soy un puto cafre, la culpa la tiene mi madre que me daba mucho hígado de ternera rebozado para cenar.
Y hoy ya el acabose, lo vemos venir de frente y justo cuando va a pasar una madre arrastrando una jauría de infantes, cuatro o cinco he calculado, se supone que también camino del colegio, va y le espeta: «¿Son todos tuyos? ¿No has pensado ya en ponerte un tapón ahí abajo?»
Y sí, menudo pedazo de cabrón faltón y machista. No obstante, nadie se atreve a decirle nada, nadie se da media vuelta para responderle, tan sólo lo miran sorprendidos, algunos divertidos, los más ofendidos. Con todo, insisto, nadie se le ocurriría arremeter contra el pobre chaval con el síndrome de Down. Yo, en cambio, no me puedo quitar de la cabeza su sonrisa picarona nada más dejar caer uno de sus comentarios como el que no quiere la cosa, consciente acaso de su impunidad. Así que me digo, he ahí un cabrón con pintas, un aprobetxategi nato. Y feliz, muy feliz. Nos ha jodido, yo también lo sería si pudiera decir siempre lo primero que me viene a la cabeza sin miedo a que me increpen por ello e incluso a que me partan la cara.

¡VIVA LA TELE!

    Sueño que me arrastra no sé quién o quiénes a la entrega de los premios de un festival de la tele que se celebra en una ignota, gris y a...