viernes, 17 de abril de 2020

BERROGEIALDIKOA

Lotsa/nazkagarria: euskal gestapoarena.


Eta pentsatzea ere norbait halako jokaera zinez zapaltzaile zein mendekuzkoak, eta betiere jende xumearen kontrakoak, zuritzeko gertu dagoela; zeinen maila demokratiko eskasa gurea omen den ertzaintzarena! Gero eta okerrago!





Galderatxo bat guk bezala seme-alabak dituzun koitauondako: zureak ere egunean zehar txandakatzen al dira euren gurasoak edozein huskeriaren kontura gogotik izorratzearren ala geure bi astapotroen ohitura/joera bakarra ote da?

viernes, 10 de abril de 2020

CIMARRÓN, EL PACIENTE CERO de Txema Arinas


La revista SOLO NOVELA NEGRA me publica CIMARRÓN, EL PACIENTE CERO. Un bonito relato de y para la cuarentena: https://www.solonovelanegra.es/cimarron-el-paciente-cero-de-txema-arinas/?fbclid=IwAR2L0ogxH2yk_hge637uPSbaLsgAUUxYqWXiaQiluLg-zpMtZSq3vavb4AY

Sabían que se había contagiado durante un funeral en la capital de la provincia vecina a aquella donde residía habitualmente. La capital había sido de las primeras en las que se había detectado el virus maldito que ahora mantenía a todo el país en estado de emergencia sanitaria. Por eso las autoridades habían intentado actuar con toda diligencia para, una vez comprobado que en el susodicho funeral había personas contagiadas, localizar a todas aquellas que habían acudido desde las provincias limítrofes con el fin de aislarlas del resto. En principio, y según todas indagaciones llevadas a cabo por las autoridades competentes, había sido una única persona la que había asistido al funeral desde una pequeña ciudad limítrofe con la provincia que ya había sido catalogada como el segundo foco de infección más importante del país. Se trataba de un individuo que se había presentado en el tanatorio en representación, no ya solo de su familia, sino también de su clan, por lo que parece emparentado con ese otro del difunto. La mayoría de los presentes en el funeral no solo conocía al interfecto, siquiera fuera ya solo de oídas, “por sus hazañas” dijo más de uno, sino que también lo identificaron de inmediato por su sobrenombre:Cimarrón.
De ese modo, las autoridades enseguida averiguaron el domicilio de la única persona de fuera de la provincia que podía haberse contagiado en el funeral, por lo que no tardaron ni un día en mandar una orden de búsqueda a la policía de la localidad donde éste residía habitualmente. Demasiado tarde a pesar de todo, Cimarrón no estaba en casa. Lo que sí estaba era el virus que había traído de fuera repartido entre varios de los miembros de su familia. Las autoridades resolvieron al instante confinar a todos los miembros de la familia de Cimarrón en sus domicilios. De hecho, tuvieron que poner en cuarenta a todo el clan al completo tras enterarse de que, antes de que la policía local pudiera localizarlos, habían compartido, durante toda la tarde del día anterior y parte de la mañana del siguiente, el espacio común donde se reunía a diario tal y como solía ser su costumbre.
La medida no tardó en darse a conocer en todo el pueblo, por lo que, tratándose del clan del que se trataba, y al que, y aquí para qué andarnos con rodeos, pocos vecinos tenían en estima, el pánico corrió como la pólvora: “Esos no van a respetar la cuarenta ni un minuto, esos nunca respetan nada, nos van a contagiar a todos.” Las autoridades tuvieron que prometer a los vecinos que harían todo lo que estuviera en sus manos para impedir que ningún miembro del clan abandonara las viviendas en las que habían sido confinados. De hecho, y para mayor tranquilidad de los vecinos que despotricaban del clan en cuestión achacándole todo tipo de infracciones y abusos que, según ellos, que nunca se podía saber hasta qué punto aprovechaban para echar leña al fuego, solían poner en riesgo la convivencia, las autoridades ordenaron la presencia permanente de varias dotaciones de las fuerzas de seguridad del Estado, las cuales acordonarían el barrio donde se concentraba el clan al objeto de vigilar las entradas y salidas de cualquiera de sus miembros. La pregunta ahora era: ¿Dónde paraba Cimarrón?
Las autoridades consiguieron averiguar, tras tener que presionar con dureza a los miembros del clan, que su pariente, el realidad el cabecilla de todos, si bien no tanto por edad como suele ser la costumbre como por su carisma, o al menos eso es lo que parecía deducirse de la reverencia con la que sus parientes hablaban de él, había marchado de buena mañana hasta una localidad vecina para atender, y aquí no supieron, o más bien no quisieron, decir qué negocio relacionado con la chatarra, si es que de verdad se trataba de eso y no de la única evasiva que se les había ocurrido a bote pronto, afirmó uno de los agentes que les interrogaba. Las autoridades expidieron de inmediato una orden, ahora también de captura, a la comisaria de la susodicha localidad.
La policía no tardó en localizar a Cimarrón donde solían acudir todos los de oficio, si es que de tratante en chatarra se podía considerar como tal y no una mera tapadera para otro tipo de negocios de los que ya tenían noticias en la comisaria de la localidad, pues, parece ser que nuestro paciente cero era un habitual en dichas dependencias policiales. De ese modo, y aunque al ver llegar a la policía al establecimiento hostelero, por llamar de alguna manera al antro donde se encontraba a las afueras de la localidad en cuestión, Cimarrón hizo amago de escabullirse por la parte trasera del local, los agentes consiguieron tanto interceptarlo como convencerlo de que no venían a buscarlo por cualquiera que fuera el asunto turbio de necesidad que estuviera tratando con la persona, otro viejo conocido de la comisaría, que lo acompañaba en ese preciso momento, sino con la alarma sanitaria decretada ya en medio país.
-¿En cuarentena, qué queréis decir, no entiendo?
Ya se lo explicarían por el camino, a él y a la persona que estaba sentada con él cuando los agentes interrumpieron en aquel tugurio de extrarradio.
-Tienes a todos los tuyos infectados por tu culpa.
Sólo así, apelando a su responsabilidad en el contagio de los suyos allá en el pueblo, y todavía más haciendo alusión al confinamiento del que habían sido objeto bajo vigilancia policial, lo cual equivalía a que no pudieran desempeñar las diferentes tareas a través de las cuales obtenían su sustento, lograron que Cimarrón no opusiera resistencia a ser ingresado en el hospital comarcal donde lo tendrían aislado y bajo observación.
-No puedes ir por ahí infectando a todo el mundo –sentenció el agente a través de la mascarilla con la que confiaba estar protegido del culpable de la mayoría de los contagios conocidos hasta la fecha fuera de la provincia considerada hasta el momento como el epicentro de la epidemia.
Cimarrón aceptó someterse a las indicaciones de los sanitarios durante las primeras horas de su ingreso hospitalario. A partir de entonces, y sobre todo una vez convencido de que su vida no corría peligro porque, según le habían comentado los médicos, se trataba de un virus que en principio solo atacaba de forma letal a los más ancianos y aquellos con patologías previas, Cimarrón empezó a poner pegas de todo tipo.
-¿Si no corro peligro, si no presento síntoma alguno, por qué no puedo pasar la cuarentena en mi casa con los míos?
-Solo serán un par de días hasta que estemos seguros de que…
-Tengo un negocio muy importante entre manos que no puedo desatender.
-La salud es lo primero.
-¡Pero si habéis dicho que no tengo síntomas!
-Pero puede contagiar a todo el que se le cruce en el camino.
-¡Y a mí qué carajo me importan los demás!
-No puede salir de su habitación.
Menos de una hora tardó Cimarrón en salir de su habitación una vez que el equipo médico lo dejaron a solas.
-¿Se puede saber que está haciendo en el pasillo?
-Fumarme un pitillo. ¿O es que no lo ves?
-¡Vuelva a su habitación o llamo a los de seguridad!
-Llama a tu puta madre si quieres, yo me largo de aquí.
No pregunten cómo, pero a Cimarrón le dio tiempo a vestirse, y sobre todo a desvanecerse del hospital sin que nadie lo viera, antes de que llegaran los de seguridad. Las autoridades no daban crédito a la noticia.
-¿Por qué no había agentes vigilando al paciente? –preguntaron a los responsables de la comisaría local.
-Estaban todos movilizados para atender el Estado de Alerta que acababa de decretar el Presidente del Gobierno.
-Razón de más para devolver al paciente cero al hospital.
-Pues conociendo al personaje va a ser harto difícil; es un verdadero experto en escurrir el bulto en cuanto sabe que le buscamos por cualquier chanchullo de los suyos.
-Pondremos a su disposición los medios que hagan falta.
-Dudo mucho de que Cimarrón se encuentre ya en nuestra localidad –sostuvo el comisario.
-Vamos a destinar una avanzadilla del Grupo de Intervención Especial de la guardia humana para que acordone la zona. Necesitamos, en todo caso, de la colaboración de todas las policías locales en la medida de sus posibilidades. Estamos hablando de un portador del virus que puede dar al traste las medidas de prevención decretadas por el gobierno.
-Pues ya nos podemos emplear a fondo. Nos enfrentamos a un tipo acostumbrado a hacer lo que le viene en gana sin respetar autoridad alguna; ¿De dónde sino cree usted que le viene el apodo de Cimarrón?
-Entiendo, no va a ser fácil.
-Podemos estar seguros de que tarde o temprano intentará ponerse en contacto con su familia en el pueblo.
-No es suficiente. Debemos estrechar el cerco para capturarlo antes de haya contagiado a medio país.
La avanzadilla del Grupo de Intervención Especial prometida por las autoridades puso controles permanentes en todos accesos al pueblo donde residía el clan de Cimarrón, también patrulló durante varias semanas por todas las localidades de los alrededores en previsión de que éste estuviera escondido en alguna de ellas. De hecho, la foto de Cimarrón, tan reconocible por su parecido con un legendario cantaor flamenco, estuvo expuesta en la mayoría de los lugares públicos, medios de comunicación y redes sociales del país avisando del motivo por el que urgía su captura bajo la leyenda de “Paciente cero”. De ese modo, la colaboración ciudadana ya no era solo era deseable, a nadie le gusta ser el chivato de otro y eso la policía lo asume porque no le queda otra, sino que ahora era imprescindible porque lo estaba en juego era la salud de todos. A decir verdad, si en algún momento la estampa del delincuente de poca monta que burla de continuo a la policía poniéndose el mundo por montera, podía haber tenido algún atractivo romántico, siquiera solo literario, para alguien, en este caso era notorio que ya no le hacía gracia a nadie.
-Ya hay que ser un malnacido para ir por ahí poniendo en riesgo la vida de los demás.
-Lo que debían hacer es abatirlo a tiros en cuanto lo vieran asomarse en cualquier parte.
-Están todos cortados por el mismo patrón; van siempre a su puta bola y lo que les pase a los demás simplemente se la suda.
Estos venían a ser los comentarios que predominaban, tanto en las conversaciones de la gente, como en las redes sociales de todo tipo. La inquina que el fugitivo suscitaba entre la mayoría de la ciudadanía con motivo de su incivismo criminal,en seguida empezó salpicar a los miembros de su comunidad étnica, por decirlo de alguna manera, en virtud de los prejuicios contra esta misma atesorados durante siglos en nuestro país y que siempre estaban a flor de piel, listos para estallar a la menor contingencia como la que en aquellos momentos mantenía al país con el corazón en un puño. Y todo ello, claro está, por muchas campañas en contra que se hicieran desde las administraciones educativas siempre caían en saco roto porque no hay nada a lo que se aferre más el ciudadano de a pie que a los prejuicios heredados de sus mayores, si bien que luego procura disimularlos o expresarlos siempre con la boca pequeña.
Siendo así, todas las asociaciones de la comunidad étnica aludida, como las instituciones designadas para prevenir el racismo, la xenofobia, el machismo y demás compartimientos antisociales, salieron en tromba para condenar los insultos y amenazas de los que estaba siendo objeto el conjunto de los miembros de dicha comunidad aprovechando la actitud antisocial e incluso criminal de uno de sus miembros. Ni había justificación para tanta vileza por parte de unos pocos, los cuales, una vez más, tomaban la parte por el todo, ni disculpaban bajo ningún concepto la conducta irresponsable y criminal del que tildaban de “supuesto miembro de nuestra comunidad”. Asimismo, un reconocido y sobre todo respetado grupo de líderes de dicha comunidad no dudó en manifestar su apoyo a las autoridades en el caso de que estas se vieran en la tesitura de reducir al fugitivo del modo más expeditivo: “No solo no lo reconocemos como uno de los nuestros, sino que también exigimos a las autoridades que apremien todo lo que puedan a las fuerzas de seguridad bajos sus órdenes para que el sobredicho Cimarrón sea puesto fuera de circulación en el plazo de tiempo más corto posible.”
Entretanto, no paraban de llegar noticias en las que se hablaba de asaltos a comercios y otros establecimientos que en aquellos días se mantenían cerrados por el toque de queda decretado por el Gobierno para toda la ciudadanía con el fin de poder así contener la expansión del virus que poco a poco iba colapsando los hospitales de todo el país. La gente decía haber reconocido desde las ventanas y balcones tras los que estaban confinados al tal Cimarrón saliendo con el botín entre las manos de lo poco que hubiera podido arramblar en dichos establecimientos.
Por si fuera poco, las redes sociales se llenaban de bulos en los que se relataban historias en las que el ya fugitivo número uno del país conseguía burlar en repetidas ocasiones el cerco de las fuerzas de seguridad impuesto allí donde se había dado la alarma por su supuesta presencia. Nadie parecía entender las dificultades que estaban teniendo para detener al tal Cimarrón a la vista del peligro que suponía dado el estado de alerta sanitaria en el que se encontraba todo el país. La única excusa que las autoridades podían ofrecer a la opinión pública era la necesidad de disponer de todos los efectivos a su alcance para hacer cumplir la orden de confinamiento, por lo que aseguraban que de momento, y hasta que remitiera la epidemia, debían contentarse con los agentes destinados desde el principio a la búsqueda y captura del fugitivo.
Empero, la cuarentena en la que el Gobierno mantenía a la ciudadanía empezaba a alargarse tanto, la percepción de que el final del túnel estaba todavía lejos, que el hartazgo, cuando no verdadero enfado, por los supuestos errores en la gestión de la crisis, dio lugar a que algunos ciudadanos, lejos de avisar a la policía o de increpar a gritos desde sus ventanas y balcones, comenzara a dar vítores a los saqueadores al grito de “¡Cimarrón, bravo Cimarrón, tú sí que puedes!” Luego ya las redes sociales, casi que el único asidero al mundo exterior de una gran mayoría de ciudadanos confinados y sobre todo aburridos en sus casas, hicieron que se extendiera como la pólvora todo tipo de bulos y memes en los que la figura de Cimarrón parecía haber tornado, como quien dice de la noche a la mañana, de ser el enemigo público número uno del país al héroe popular que todos admiran porque quisieran ser como él pero no pueden o no se atreven. Tanto que hasta aparecieron camisetas con el rostro de Cimarrón y la leyenda “Llama a tu puta madre si quieres, yo me largo de aquí”. Camisetas que una conocida multinacional distribuía a domicilio, la única empresa que todavía tenía permiso para mandar a la calle a sus repartidores a trabajar pese al riego casi inminente de contagio.
Y si al principio lo de los vítores y las camisetas podía haber respondido a la necesidad de la gente de tomarse a guasa cualquier cosa por llevar tanto tiempo encerrados y sobre todo aburridos, la popularidad que había adquirido el tal Cimarrón, y que servidor no sabría decir si para bien o para mal, derivó en algo más serio cuando en muchas ventanas y balcones de todo el país empezaron a colgar para quedarse, se supone que ya a modo de protesta en toda regla, las camisetas con el rostro del fugitivo y el lema que las acompañaba: “Llama a tu puta madre si quieres, yo me largo de aquí”.
Esa iniciativa de cientos, puede que hasta de miles, de ciudadanos confinados en sus casas por culpa de la epidemia, no pudo sino suscitar un enconado debate en los medios de comunicación acerca de la irresponsabilidad, tanto del propio Cimarrón como ejemplo de lo que no podía permitirse una sociedad que ahora necesitaba estar más unida que nunca y sobre todo a servicio del bien común, como de los ciudadanos que parecían no acabar de entender la gravedad de la situación y de ahí la frivolidad con la que jaleaban al fugitivo como si fuera una de esas figuras legendarias, siquiera ya solo simples héroes populares de a los sumo tres telediarios, al estilo de los bandoleros, de ficción o no, como el famoso Curro Jiménez e incluso el peripatético Dioni, sí el del robo del furgón del dinero y las garotas brasileñas. En cualquier caso, el debate quedó zanjado por parte de los que, pese a todas las evidencias de que no había nada admirable en la conducta de Cimarrón, habían estado ensalzando su figura, se entiende que sin otro ánimo que molestar a la autoridades y para de contar, en el momento en el que la epidemia llegó a su pico más alto de muertos y cualquier broma u observación sobre la responsabilidad o no del fugitivo en la propagación de la enfermedad quedaba ya completamente fuera de lugar.
Y así poco a poco fue cayendo en el olvido la figura de Cimarrón hasta el final de la epidemia, varios meses después de haber protagonizado uno de los debates más controvertidos al principio de estos acerca de la obligación o no del ciudadano de a pie de someterse de buen o mal gusto a la cuarentena decretada por las autoridades. Cesó la alarma sanitaria, levantaron la cuarentena, los ciudadanos salieron de sus casas, volvieron a sus trabajos, se abalanzaron sobre la calle, festejaron que estaban vivos. En realidad la vida se desbordó con una ansía inusitada por todos los lados, tocaba recuperar el tiempo perdido, la mayoría hizo borrón y cuenta nueva, que se encargaran otros de la crónica del tiempo pasado, nada de historias de la epidemia, se imponía proclamar a los cuatro vientosque habían sobrevivido a la epidemia, olvidarse incluso de los seres muertos siempre y cuando no fueran los propios.
Tantas ganas de hacer borrón y cuenta nueva, de volver a la normalidad deprisa y corriendo, de aparentar que todo había sido una pesadilla de la que te olvidas al día siguiente, que apenas una semana después de que las autoridades decretaran el fin de la cuarentena, en el pueblo de Cimarrón, los miembros de su familia, arropados por todo el clan, se dispusieron a celebrar un funeral por todo lo alto, es decir, a la altura de las bodas que celebran según su costumbre, varios días de jarana ininterrumpida, sin escatimar en gastos, no me pregunten con qué dinero, de dónde o de quién. De hecho, no faltó ningún representante de la mayoría de los clanes de todo el país. Incluso acudieron algunos de los artistas más renombrados de su comunidad y sin cobrar un duro. La zambra que se montó fue de tal magnitud que no pudo atraer sino la curiosidad del resto de los vecinos del pueblo.
Y aunque muchos la disculpaban alegando que cada cual celebraba como le venía en gana  el fin de la cuarentena, como que además no se podía esperar otra cosa de ellos, el rumor de que lo que se festejaba era un funeral y no una boda o cualquier otra celebración por el estilo, se entiende que en principio mucho más proclives al jolgorio desaforado que al lamento casi también del mismo tono, provocó la curiosidad, ya no solo de los vecinos, sino, por supuesto, también de las autoridades. Así pues, estas últimas no tardaron en averiguar, una vez más echando mano de todo tipo de coacciones punitivas al objeto de vencer la resistencia de los miembros del clan a contar lo que allí se estaba celebrando de veras, que el difunto que había congregado tanta gente alrededor de su sepelio, no era otro que el hogaño famoso Cimarrón, el cual había fallecido durante los primeros meses de la epidemia tras haber desarrollado la enfermedad  a la semana de esconderse entre los suyos a pesar del cerco policial.
Entonces descubrieron que, y a diferencia del resto de miembros del clan víctimas de la enfermedad, los cuales habían sido enterrados de acuerdo con las estrictas disposiciones de las autoridades para evitar más contagios prohibiendo todo tipo de exequias y entierros que pudieran concentrar a más de cuatro íntimos del finado, Cimarrón había sido mantenido hasta el final de la epidemia dentro del arcón refrigerador que sus familiares utilizaban para conservar la carne del ternero que les solía reservar todos los años previo pago un ganadero de la comarca para su cría y matanza.
Entiéndalo, payo, no lo podíamos enterrar así como así. Cimarrón no solo era nuestro héroe, fue el de todos.

Txema Arinas

BERROGEIALDIKOA



Ez dakit non leitu edo aditu dudan, berrogeialdiaren hasieran ipurdia garbitzeko paperarekin gertatu bezala, azken egunotan irina ere agortzen ari dela saltokietan. Etxeko gozogileari galdetu eta larrutan egin eta gero ea gozatu duen galderatzekoan jartzen didan arpegiera berbera jarri dit...



Ez dakit zer den okerrena, zelatan ei dagoen kanpoko zomorro gaiztoa ala kalera erosketak egitera holan mozorrotuta ateratzera behartzen nauen barruko pizt... maitea... Eta gutxi ez balitz bezala ere kalea zapaldu bezain laster betaurrekoak erabat lausotu eta ez dut tutik, ez eta superreko kutxazaina ere, ikusi ahal izan.



-Eta zuek, bikote, zer moduz itxialdia.

-Ba hainbestean, egia esanda betiko lez, hau da; berak edozein huskeriarengatik errieta egiten dit etengabe, eta aldi berean nik egiten ditudan huskeria berberok etengabe egiten ditu berak ere; baina, berari inork errietarik egin gabe, jakina...

-Gogorra, ezta?

-Bai zera! Eeeez, senar-emazte gehienen egunerokoa, besterik ez... Hau guztiau bukatu orduko mendi aldera antxintxika joko dut, alafede.




Benetan patu gaiztoa gaurkoa bizi osoko lagunmin batendako, atzo amesgaiztoko izurri honek bi aldiz egurtu zuen bere familia modurik latzenenean. Badirudi baietz, egunak aurrera joan ahala, hasierako beldurrak uxatzen hasi ahal garela; baina, ez, inondik inora ez, oraindiokan ere izurritearen gorabeheren mende gaude nahitaez; beldurrak etengabe indarberritzen dira hamaika eginkizun edo txorakeria asmatuagatik, betiere delako patu beltzari muzin egiteko asmoz. (ez eman niri, faborez, inolako doluminik, ez ditut merezi, atsekabetuko nindukete).

Artean, beti arterik baitago, bizitzak aurrera darrai, baldin bada etxe barruan asper/nazka eginda ere. Kanpoan ordea gauza benetan xelebreak suertatzen ari dira. Besteak beste, edo hobeto esanda, noizbaiten gure inguruetatik urrun haizatu genituen animaliak guk utzitako esparruak ezari-ezarian, ia lotsagabeki, berreskuratzen ari dira. Hori goizero antzematen dut terrazara ateratzen naizenero txorien txioei zein hegaztien karranka edo urubiei erreparatzen diedanean; sekula baino ugari zein ozenagoak begitantzen zaizkit. Bestalde, benetan xelebrea duela pare bat egun Cangas de Nacearen erdialdeko kaleeetan zehar gauean lasai asko paseatzen ari zen hartzarena. Jakin badakit, nire emaztearen lagun batek kontatuta, Asturiaseko mendialdeko herrixka askotan guztiz ohikoa dela lantzean behin hartzaren bat topatzea etxeen inguruetan jan bila aztarrika; baina, delako herria ondotxo ezagutzen dut, nahiko herri potoloa, Arrasateren modukoa; pentsaizue gauean auskalo zer dela, itxialdia apurtu nahi eta kalera irtendakoan Monterron parkearen inguruan topatzen duzuela ustekabean, ba antzeko-parezido..

Eta animalietatik abereetara, egunotan bolo-bolo doa kalean inoiz baino txakur gehiago ikusten direlako leloa. Egia berdaderoa, ageri da kalera libre irteteko aitzakia bikaina dela, horrexegatik bat-batean, ezustean, hainbeste txakur jabe txakurrei tiraka auzoan barrena eta inguruetako parke zabaletan, eta betiere terrazatik ikusita, ez hainbeste... Guk badakugu etxean gure txakurtxoa, Argi izenekoa, doi-doi erbinude apurtxo bat potolo baten tamainakoa; baina, kalera ateratzeko, bajatzeko, gogo eta asmorik ez. Etxeko terraza handi xamarra da gogara pasea dadin, Eta hala eta guztiz ere, eta lehengora bueltan, azken egunotan hain bihurri ibiltzen den, hain esan txarrekoa izaten ari da, maiz hain mutiri ere, atzo zenbait aldiz niri kosk egiten saiatu zen eta, ezen ez dakidan nik, Cangas de Narceako hartzaren modura, eta naturaren deia edo dela medio, demasa basatzen ari zaigun; koitauak ez daki aldiz egoerak okerrera jo ezkero mokadu ederra eginda dagoela, saldarako baino ez baldin bada, jakina.

TIEMPO DE CUARENTENA


Acabo de darme cuenta de que he recurrido durante estas semanas, y en concreto para ilustrar varias de mis entradas, a las obras de Goya como motivo de inspiración para comentar las cosas que suceden a nuestro alrededor. Me gusta Goya, cómo no; pero, su pintura no es precisamente para mí fuente de gozo estético. Prefiero todo lo que vino después con luz y color por doquier hasta... mi amiga Dorleta Ortiz de Elguea . Sin embargo, no puedo negar una atracción por Goya que yo diría casi que morbosa. Puede que me venga de cuando dando clases de Historia en cierto colegio de hijas de... monjas del centro de Vitoria, disfruté de lo lindo utilizando casi en exclusiva la pintura de Goya para explicar lo de la Guerra de la Independencia y sus contornos. Y no me importa decir que ellas también -de no sé cuántos alumnos que tenía en clase todos eran chichas con la excepción de un chaval y casi que también), pues estoy convencido de que no hay modo más didáctico y ameno que aprovechar el arte para ilustrar la Historia. Claro que la jefa de estudios y la directora, nunca conseguí distinguirlas muy bien -para el caso qué más da Himmler que Hitler-, no parecían estar tan convencidas, que no procedían muchos de los comentarios que se me escapaban en clase (ya sabemos que en todo grupo humano por pequeño que sea hay siempre un nada desdeñable porcentaje de chotas en potencia...). Pero bueno, nada que no saltara a la vista, me refiero, claro está, al odio instintivo de la mayoría de las concubinas de Nuestro Señor Jesús Cristo, que en Gloria esté, hacia todo lo que sea cuestionar las cosas, la ironía bajo cualquiera de sus formas y la vida así en general (eso y que las muy hijas de... su congregación o lo que fuera, debían pensar que los que habíamos estudiado la carrera en la rama en euskera éramos todos de la ETA o cualquier otra cosa por el estilo...). De cualquier manera, a lo que venía, Goya como cronista no sólo de su época, sino también de la nuestra.

*Corral de apestados- Francisco de Goya y Lucientes



REDEFINIENDO CONCEPTOS

"“Fazer uma oposição destrutiva dá cabo da credibilidade. Ou se inspira confiança ou se é uma coisa rasteira, sempre a dizer mal de tudo e de todos."

Rui Rio, líder del principal partido de la oposición portuguesa, centro-derecha.


SAUDADE: Sensación de congoja, añoranza y sobre todo de infinita vergüenza ajena, cuando miras cómo hacen las cosas en el país vecino y hermano, y lo comparas con el modo de actuar de sus homólogos españoles.
Sí, una oposición de mierda, sectaria y destructiva que solo mira para sus propios intereses electorales en pleno estado de emergencia. Pero claro, qué otra cosa se puede esperar de una una derecha que tuvo entre sus ministros al que soltó lo de: 'Que caiga España que ya la levantaremos nosotros”.



Cuestión de perspectiva.


Acostumbra a decirme mi mujer que soy un puto borde porque cuando alguien me repite algo no me corto en decirle, eso sí, con mucha educación, o al menos ese suele ser mi propósito: "Creo que eso ya me lo has contado, no una, sino ya varias veces..." Pero claro, en ese momento pienso en mi padre y recuerdo que él era más de decir: "¿Pero cuántas veces me vas a contar la misma chorrada, mecagondios?" Entonces, claro está, yo diría que a lado de mi viejo me veo casi como un gentleman inglés, poco más o menos. Eso y que aquí donde vivo, también es verdad, se la cogen demasiado con papel de fumar. 




Propuesta para twitteros y otros odiadores compulsivos que, en tiempo de pandemia, llenan las redes de bulos interesados, conspiraciones sacadas de la pura nada, insultos gratuitos a particulares o grupos concretos, o cualquier otra mierda por el estilo, con el fin de dar así rienda suelta a su sectarismo enfermizo, acaso como consecuencia de su cortedad de entendederas o ya solo por simple aburrimiento. Todo está en los clásicos...
“Mientras la peste aún estaba activa, pasando de una ciudad a otra,en Alemania, Flandes, Henao y Lorena hubo hombres que se levantaron para formar una nueva secta por su propia autoridad. Desnudos hasta la cintura, se unieron en grandes grupos y bandas y marcharon en procesión por encrucijadas y las plazas de las ciudades y poblados. Formaban círculos y se golpeaban las espaldas con pesados azotes, regocijándose al hacerlo, dando altas voces y cantando himnos apropiados a su rito, recién compuestos para el [...] se daban latigazos en los hombros y en los brazos, con azotes provistos de puntas de acero,para sacar sangre”

Crónica de Jean de Venette. 1348
*Los Flagelantes" de Francisco de Goya



100% de acuerdo con a las palabras del amigo Jesús Ruiz de Arcaute; reportaje de la televisión francesa sobre el confinamiento en Vitoria, uno de los epicentros del Covid19 al principio de las crisis. Yo también estoy harto de cenizos y carroñeros; somos mucho mejores, la inmensa mayoría y en todas partes, ni hablo solo de mi ciudad, si la menciono es solo porque es lo que me queda más cerca en lo emocional, en la realidad que a través de la mirada torticera, sectaria e infantil de los que en lugar de remar hacia adelante se cruzan de brazos y se dejan arrastrar por los demás mientras ellos se dedican a echar mierda sobre el patrón porque no es de su cuerda, les cae mal o, mira tú por dónde, no es perfecto y a veces erra el rumbo durante una singladura entre la niebla.




"A pior cegueira é a mental, que faz com que não reconheçamos o que temos pela frente."


Entsaio sobre a Cegueira - José Saramago



Paisanas de procesión por las calles de su pueblo en Jaen saltándose a la torera el confinamiento como si la gracia lo mereciera. El paisano de Gijón al que la Benemérita había ya interceptado en el monte varias veces y que al rato de ordenarle que diera media vuelta hacia su casa, va e intenta burlar a los agentes por otro camino. Ese otro también de Gijón que grita a los agentes que a él nadie le dice adónde tiene que ir o dejar de ir porque, por lo que se ve, es único y acaso por eso mismo se ha auto otorgado una bula para hacer lo que le salga de sus santos cojones. Todos y cada uno de los figuras que intentan llegar por todos medios, también burlando controles y así, a sus segundas residencias aprovechando el inicio de la Semana Santa; algunos lo consiguen y en el sumo de la desvergüenza hasta se van a pasar el día a la playa. Listos de todo tipo que abren bares clandestinos, especulan con lo que pueden o buscan mil y un subterfugios para andar por la calle a sus anchas mientras el resto respetamos el confinamiento y unos pocos pelean a diario contra la pandemia. Legiones de vecinos que exhiben desde sus balcones, ya no solo el patético patrioterismo de bandera de los que siempre piensan en corto porque lo reducen todo a fronteras, sino también el guardia que siempre han llevado dentro, que disfrutan del placer de una autoridad auto otorgada de la pura nada con la coartada del confinamiento. Y también legiones de exegetas, también, de la libertad individual frente al bien común que los justifican desde el teclado de su ordenador al mismo tiempo que critican al gobierno de cualquier signo en la convicción de que todos lo hacen mal, que algunos no hacen nada, presumiendo incluso saber mejor que los expertos, con sus currículos y sus años de experiencia a cuestas, lo que hay que hacer para combatir la pandemia sin nada que acredite sus conocimientos o experiencia alguna en el tema que no sea lo que han leído apenas unos minutos antes en las redes e incluso puede que solo en un meme. De hecho son miles de ciudadanos los que, desde la cómoda retaguardia de sus hogares con una ventana digital al mundo, dan pábulo a todo tipo de bulos, cuando a no conspiraciones cada cual más absurda como principal consecuencia del más puro y duro aburrimiento, mientras otros se dejan la piel ahí fuera, ya no solo en la trinchera de los hospitales, sino también, también, en la de la gestión de una crisis inesperada, única, caótica, y aquí una vez más da igual si es el gobierno de Sánchez, Ayuso, Urkullu o Torra. En realidad son miles y miles de supuestos ciudadanos incapaces de aparcar, siquiera por el tiempo que dure la crisis, que ya habrá tiempo de sobra para saldar las cuentas que haya que saldar, sus fobias sectarias hacia este o ese otro político que siempre les ha caído mal por lo que fuera, pero al que ahora deberían dejar hacer por mera responsabilidad ciudadana, siquiera porque en realidad no hay otra autoridad al frente, y si lo está será porque así lo decidió el número de electores suficientes que legitima un sistema democrático. En realidad miles y miles de supuestos ciudadanos que, al igual que hicieron otros durante las pandemias habidas y por haber a lo largo de la Historia, buscan chivos expiatorios por doquier para dar rienda suelta a su impotencia, ya sea para aceptar las consecuencias generales y personales de una crisis que supera con creces las responsabilidades individuales de tal o cual político, como sus propias limitaciones para abarcar el alcance y la razón de estas. Y así en general, miles y miles de ciudadanos cabreados por cuestiones que atañen en la mayoría de los casos a su propio ombligo en exclusiva, incapaces de una visión de conjunto, porque, a decir verdad, se comportan como niños grandes que patalean para dar rienda suelta a su egoísmo innato y se enfadan o se mofan de esos otros mayores que están ahí fuera peleando con el virus con todos los medios a su alcance y a pesar de todos sus fallos o imprevistos por la razón que sea. Qué mejor y más descarnado retrato de la verdadera enfermedad moral de nuestra época, cuando no de todas en realidad, la siempre simple y triste condición humana, y que no es otra que el infantilismo de una sociedad compuesta en gran parte por individuos que en una situación de excepcionad que afecta a todos, que ha puesto todo patas arriba, que requiere de la colaboración de todos según las circunstancias de cada cual, reaccionan como niños grandes que creen que el mundo debe seguir girando alrededor de ellos y, si no es así, siempre se trata de una inmensa e inaceptable confabulación de terceros en su contra.

* Niños jugando a soldados - Francisco de Goya"








A la pregunta sobre qué es lo que más deseas hacer cuando acabe toda esta puta pesadilla, está claro que lo primero ver a mi madre -luego ya veré si la abrazo, que me da que no va a ser porque nosotros en casa nunca hemos sido muy de eso, como que estoy seguro de que si hago amago ella se echará atrás y puede que hasta me suelte un sartenazo en plan "¡Quita bicho!"; así que con un beso a distancia va que chuta la p.... ieja-, a mi hermano, la cuñada y los sobrinicos. Y ya luego, y por supuesto, a los amigos de toda la vida para emborracharnos juntos que por algo no hablamos de otra cosa en toda el día a través del whatssap ese.

Ahora, como para eso tengo que coger el coche, antes voy a salir de casa, cruzar la calle y esperar a que salga de su portal, al objeto de cruzarle una hostia en todos los morros sin mediar palabra, al vecino que pone todas las tardes y a todo volumen al moñas de Victor Manuel.
También es verdad que podría contraatacar con Benito Lertxundi; pero, mucho me temo que eso sería como responder a flechas con cañonazos. Y no, no sería justo, para mí el primero, tanta crueldad no.




Me temo que el confinamiento, no es que esté afectando a la gente, es que lo está aprovechando para sacar su lado más impresentable porque esté venía ya con ellos, ya que que en una situación normal más o menos se cortaban por la cosa esa de la urbanidad o la simple prudencia.


Pues no vengo de hacer la compra tras una semana sin pisar la calle, justo llegando a lo alto de la cuesta de la calle que da a nuestra casa, y veo una señora mayor que se sienta en uno de los bancos con su bolsa de la compra y empieza a increpar a otra señora, en realidad una anciana que subía con no poca dificultad: "¡Que no se puede salir a pasear, que hay que quedarse en casa!" Entonces paso delante de ella y aprovecha para seguir con su diatriba contra la anciana a viva voz: "¿Adónde coño irá esa si no es del barrio?" No me puedo aguantar, entre otras cosas porque yo no llevo ni cinco años aquí y apenas conozco, y de vista, a los de mi portal, y a decir verdad así espero que siga siendo: "¿Y usted qué coño sabrá de dónde es esa señora, adónde va y por qué? ¿Quién cojones se cree que es usted para increpar a nadie?" Y me aguanto, me callo lo que en ese momento se pasa por la cabeza y que no es otra cosa que: "Tampoco se puede estar en la calle a tomar el aire y bien que está usted sentada aquí, que si tanto presume de ser del barrio, váyase a su casa y descanse allí". Pero para qué, si sé que ya la he dejado de piedra con el tono de voz que tengo, tan poco cantarín para lo que se estila por aquí, de hecho nada; mi asturiana dice que a veces, y sobre todo a las señoras mayores, meto miedo, que desagrado, ya sea con mi envergadura, mi tono seco, cortante, y no digamos yo los palabros malsonantes en cada frase. Y eso que me he controlado, que apenas he levantado la voz. Pero claro, a poco que seas tú el que rechistes a una puta vieja, porque está lo era con todas las letras, te conviertes tú en el victimario y no ella. Porque para arrogarse ella el derecho de amonestar al prójimo, sobre todo si este es alguien en apariencia más débil, que ya hay que ser miserable, ningún problema; no se le notaba poco ni nada cómo disfrutaba.

Y en esas estamos, de repente un montón de peña sacando la Gestapo que lleva dentro con la excusa del confinamiento, gente que, por lo que se ve, disfruta como enanos al menor atisbo de una autoridad que se arrogan de la pura nada.

Apenas unos minutos antes, yendo al súper, veo rojigualdas en los balcones donde no las había hace una semana. No he podido evitar acordarme de los "¡Detente bala" que llevaban en el pecho los requetés a modo de protección en la batalla; supongo que el vecino que cuelga la bandera lo hará con una intención parecida, o cualquier otra cosa por el estilo, frente al coronavirus. Y sí, por supuesto, también me ha venido a la cabeza la imagen del cura de procesión llevando en alto la cruz y escoltado por la Benemérita para luchar contra el Covid19 en un pueblo de por allí abajo; qué pena que, ya para completar el cuadro a lo Zuloaga o Díaz de Orosia, no hubiesen ido por detrás también un torero y unas manolas...

En la calle lo mismo de hace una semana, vecinos paseando sin rumbo fijo con una bolsa en la mano y otros que de repente ves tirando de un perro como el que monta por primera vez a caballo, la mayoría de charleta con conocidos en plena calle; digo yo que se les debía haber olvidado que los canes acostumbran a hacer sus necesidades en los parques y no en mitad de la acera.

10.000 y pico muertos en tres semanas, se dice pronto, Mejor que sea así, porque si lo piensas, o mejor dicho, cuando lo piensas, porque en realidad lo piensas cada dos por tres a lo largo del día, se te hiela el corazón.

Así que, no tanto para no hacerlo, como para dejar de, te tiras al vino que ya es viernes y ha salido el sol. Toca un Priorat de nombre como poco curioso: GR-174. O lo que es lo mismo, la ruta que recorre la denominación. Demasiados números. Yo en esto del vino soy de un tradicional que dejaría a los del "detente bala" antes mencionados como, no ya liberales, sino libertinos; o el nombre de la bodega, la familia, la finca o un término que invoque el terruño, la cosa enológica en general o ya directamente la disopmanía; pero no me pongas números, hostia, que ya ni siquiera memorizo el de mi teléfono.

El vino, por cierto, más que aceptable, hacía tiempo que no tomaba un priorato; vamos, dos o tres veces en toda mi vida. He disfrutado del momento con toda la intensidad que requiere la situación en la que nos encontramos. Sí, por muy cómoda que sea esta y por mucho que les joda a los puritanos de nuevo cuño que nos reprochan de continuo que no nos apretemos el culo como mínima penitencia por todo lo que está pasando ahí fuera. Ahora, para mí que el Torra, o quien sea, les manda echar algo en el vino a los del Priorat; pues, ya apurando la botella, que no sabía de qué hostias me estaba hablando mi señora, compañera, parienta, la que duerme conmigo o lo que sea, ahora no caigo, y de repente que me da por canturrear:

Catalunya, triomfant,
tornarà a ser rica i plena!
Endarrera aquesta gent
tan ufana i tan superba!

Bon cop de falç!

Mañana si eso un Amaren de Luis Cañas...

jueves, 9 de abril de 2020

IZURRIAREN BERRI EUSKAL TESTU ZAHARRETAN: ZENBAIT ZERTZELADA


HITZEN UBERAN.eko KOMUNITATEA sailean argitaratua:
http://www.uberan.eus/?komunitatea/Txema/item/izurriaren-berri-euskal-testu-zaharretan-zenbait-zertzelada


AGURAINGO ERREKETA

(…)
zerren eozen
izurriteaz urtenik
ifini dabe
oi eta asko penarik
komarkaetan
ara balloa gizonik
zerren eozen
larrin guztiak beterik
persona askoz
izurriagaz gaxorik
oi jente asko
egoan pare bagarik
ara begira
oi ezin sokorridurik
su ori barriz
oi beti soberbiorik
ez eukala
bapere piadaderik
izurridunak
asko eukaen llanturik
nork bereari
oi ezin kobru emunik
etorri dira
oi barri onok enzunik
komarkaetan
eozenok rekojidurik
oita lebela
egiten asko negarrik
zerren ekusten
eben guztia galdurik
galdurik eta
suorrek abrasadurik
(…)

Salbatierra egun ei dago tristerik – Joan Pérez de Lazarraga (1567)

DON JUAN DE GARAIOA?

        Izurrite batean, mando-gañean gaxoak eramaten asi zan Pernando.

Bakoitzarengatik ainbesteko bat ematen zioten, eta, kaxo motell! bapo zebillen.
        Tolosatik Ernanira gaxo bat eramateko agindu zioten bein. Bai berak agindua bete ere. Baña, Ernanira iritxi ziranean, gaxoak esan zion:
        —Donostiraño joan nai nuke. Eraman nazazu, gizontxu.
        Ernanitik Donostiraño gaxo ura eramanda, Pernandok ez zuan ezer irabazten, eta ez zuala eramango esan zion.
        —Ernaniraño ekartzeko esan dirate neri, ta emen gelditu bearko dezu.
        —Baña gizona...
        —Esana esanda dago, ta kito.
        —Zer kito ta kito-ondo! Kontu gero zer esaten dezun! Don Juan de Garaioa naiz gero ni...
        —Bai e?

Don Juan de Garaioa?
Berdin da baldin bada
Inpernuko arraioa.
Indarrez ez baldin bada
ni baiño geigo,
Pernando mandoarekin
etxera dijoo.

Pernando Amezketarra - Gregorio Mujika (1925)


Zortzi egun iragan zituzten gero xoragarriak.

        Piarresi berriak ethorri zitzaizkon anhartean herritik; molde guzietako berriak. Gripa tzar bat ari zen, aspaldi hartan bazter guziak jada xahutuak baitzituen Senperen, mundu zabalean bezala. Ez gauaz, ez egunaz, nihoiz ez zen sosegurik mirikuarentzat, erretorarentzat. Eta, gerla guziak bezenbat jende eremanik bazuen, hurbil, eritasun tzarrak. Etxe batzuetan, familia guzia ohean gelditua izanez, auzoak izaiten ziren arthatzaile. Orok berogia behar eta, oro ohean izanez, —nahi eta ez— mihisek, estalkiek, garbitasunak berak eskas egiten zuten asko xokoetan; sendagailuek ere ba, zorigaitzez! Azken mugaraino, eriak bazauden gorri-gorria, pullit-pullitak kasik. Eta haurrideak ohartu orduko, edo bardin, hek ohartu ere baino lehen, txartuak ziren, hilak ziren. Etxe beretik holaxet, Hergarai kaskotik, hiru kaxa athera ziren egun berean, Sarako aphezak, lerro-lerro, betan ehortzi baitzituen, bezperan herriko erretora bera eriturik, eta zer eta nolako egunaren ondotik! Sua ari zuen bazter guzietan, lurretik, airetik.
        Gauaz, hedoiak gorri-gorria zauden eta idor-idorra, den mendrenik hezatu gabe. Eta, gerlako berrien gainera, jendea izitua zen orai heriotze hetaz guzietaz; hainbertzetaraino izitua non ezkilarik ere ez baitzen gehiago jotzen kurutze-eremaileentzat. Ehorzte egunekoak ere jada zerbeit baziren...

        Zorionez, Jainkoak iduri zuen, urrikaldua zela orai gain hartan. Jaun erretorak hala galdeturik, herri guziak barur egin zuen ortzirale batez, eta kurutzearen-bide bat egin zen, mundua lehiatu baitzen hartarat. Egun hartan berean, gerlako azken gudueri buruz, eritasun tzarrari buruz, Ama Birjinaren iduri eder batentzat behar zen diru guzia nasaiki bildu zen. Fede gutti-gutti bat baizik ez zuten arrotzak berak zoin-lehenka emaiten arizan ziren, botuz eskainia zen Ama Birjina harentzat. Nehork ez hil nahi alabainan, neholere ahal balinbazen!... Eta —ez zenez mirakuilua?— arrats hartan berean gelditu zen izurrite ikaragarria, senpertar bihi bat ez baitzen gripatik joan orduz-geroztik, auzo herrietan oraino nigarrez ari zirelarik...

        Eta, berehala manaturik, han zuten orai Ama-Birjina ederra, Senpereko aphiku-azpian. Bere ama maitearen besoetan, gerruntzeraino troxaturik, Jesus-Haur muñuña bat, besoak zabal, ororen beha hantxet zagon, ororen laguntzeko. Eta oro heldu ere zitzaizkon, zangoetako erhi ttiki-ttikiak musuz jaten ziozkatela. Eta, huna iduri ederraren azpian, bethiko orhoitzapen emenak ziren hitz hunkigarriak:

Senperek
Bere Amari
Botuz Emana
1918
Gerla Handia Zen,
Soldadoak Dauzkutzu Begiratu.
Oro Eri Ginen,
Eta Eriak Dauzkutzu Lagundu.
Mil-Esker Ama!
1918

 Piarres II - Jean Barbier (1929)

XII. Izurria Mungian

        Kartago ta Erroma (Mungiakoak) irakiten bizi ziran. Zer zan a! Izurri asko, batzuk alkarren antz andi bagakoak, ezagutu dabez lengo gizaldietan Europako erri andienak. Sarrien zabaldu dana Asiatik sarturiko colera morbo izan da. Erroman (Italiakoan) atxina gizonak arrausika asi ta agoa zabalik iIda gelditzen eiziran; eta andik sortua dala diñoe gaur daukagun ekandu, erpuruaz ago zabalduan kurutze txiki bat egitekoa. Milan, amaseigarren gizaldian, 250 milla uritarduna zala, 60 millara gitxitu eban izurri batek. Londres amazazpigarren mendean ta Marsella amazortzigarrenean gino onetantxe urritu ziran.
        Mungia, don Anbrus Isasti jauntxo zan egun aretan, izurriak yota egoan. Etzan, orregaitino, iñor il; etzan iñor makaldu a gora beera. Bakar bat ez batek ezeban yateko gogorik ez gogaldi onik galdu. Pozezko izurria zan Mungiakoa, izlari-izurria, erderaz epidemia de oradores. Au etzan, beste geienen antzera, Asiatik etorri. Mungiako au Mungian bertan sortu zan; Kartagon. Izurri onezaz, Gondramendi indianua ta Labarto gelunezaiña ez, beste bazkide guztiak iratsi ziran. Goizerik gaberakoan izlari izan bear ebela-ta, bata ona ta bestea ara, erria batu ta diskurtsuak egiten asi ziran Olabe gozogiña, Laraudo zaldiduna, Simon Gangoiti, Lamiaran ostataria ta besteren batzuk. Andraka zarrak, bere lau alaba ta auzoko baten aurrean, politika lokala azaldu eban etseko suetean. Arandui arakiña, Basurtoko eriara txal batzuk erostera yoan zan baten, angoxe ardantegi baten asi zan baserritarrai berbaldi bat, politikazko yardun bat egiten; eta arrezkero gaurik etxakon igaro, aukeraldi-egunerarte, nonbait itz egin bagarik.
        Nondik norakoa zan, baia, izurri au? Arangoitiren garun artean sortu zan. Jauntxoak Yataben egindako diskurtsuaren barri Busturigandik yakin ebanean, aren poza!
        Gau atantxe, loak iges eginda, erne ekion burutasun au: zaltzain, arakin, okin, gozogin, ostatari... Kartagoko nekazale guztiak izlari biurtzea. Urrengo egunean Busturigaz arpegi-ikuste bat izan eban orretarako. «Nik Kartagora dei egin banegioe, ezeteleukee igarriko adarra yo nairik nabilela? Oba da beste batek aurrea artzea. Zoaz zeu, Busturi, Olabe gozogiñagana, Kartagoko alkate ta errege ta yaube dogun Olabegana. Berak bere izenean eta bere garun-artean sorturiko asmoa bailitzan dei egin dagigula. Begik eta Anton Imazek euren diskurtsuen indarrez boto guztiak erromarrentzakotuten diarduela esanezkero, laster dozu ori zuritu.
        Eztogu egunik galdu bear. Gaur arratsean, bizkor bazabilz, izlari-baltzua, Mungiari betiko izen andia Amerikaragiño zabalduko dautsana, gaur sortu bear dogu».
        Esan ta egin. Busturik bost minutu baiño lenago Olabe gozogiña atarako zuritu ta berotu ta sutu eban, auxe ganeratuta: «Niri, badakizu, beste batzuren azpian bizi naizan oui, etxat eder egiten onelango asmo andietan neure ugazabak diran don Anbrus ta Arangoiti sarrarazo ta zelanbait neure mendeko egitea. Zeuk, bereber zaran orrek erraz egin dagikezu, nire izena aitatu be egin bagerik». Orixe ezeban gura Olabek!! Laukarizko barriak berak be artu ebazala ta baietz. Busturik Arangoitirenean sartzea baiño ezeban egin, Olaberen emazte Basili kartagoarren etserik etse aldarri au egiten asi zanean: Zortziretan gurera sin falta yoateko.

        Basiliren «geurera» Kartagora esatea zan. Lau itz onek erreskada onetantxe ots egin eben: Arangoitirenean, Busturirenean, Epikorenean, Laraudorenean eta alderdiko gizon agiri guztien etsean, Gondramendirenean be bai. Kartagoko lau aulkiak lenengo irurentzat eta Andraka zarrarentzat izan ziran. Beste guztiak zutunik, nai azukre-zorroetan erdi-etzunik (bakoitzak al ebanez) igaro eben batzarraldi osoa.
        «Zer yazo eteda? zirautsen kartagoarrak alkarri-. Don Anbrus dirua emoten aspertu egin eteda? Ala Morrosko bera atzeratu?». Inok ezekian ez ze barri ebilen ez zetara ta nok deitua izan zan, arik eta Olabek lau aurkidunai pido la palabra esanarte.
        Gau atan erderazko iru itz onek sarri ots egin eben Kartagon. Beintxo be ezeutsen inok erantzun, arako la tiene su señoría nai beste onelango zerbaitez; Pido la palabra esanda batera asten ziran izketan. «Jaunak —zinoan Olabek—, nik gaur uriauzo askotati artu dodazan barriak artuta, isilik egon banintz, dei egin ezpaneutsue, kartagoar usteltzat neure burua eukiko neuke». Itz onek entzunda eztul kirri-marrea egin eben zutunik egozan geienak.
        —Badakizue —zerraion Olabek— igazleneko uiol andi ak Emerandoko sakonean egin ebana, lurrak errekatu ta dandarrez troketara eroan. Ezaldozue gomuta? Alantxe yazoko jaku aukeraldi onetan. Erromarrak gure baserritarren boto guztiak aurrez ta narrazean eroango dauskuez baldin gu orainarte lez lo egotekoak bagara.
        Eztul barriro be goietakoak, gogortxoago oraingotan.
        —Arraitz sendalaria, ezizenez Begi —zinoan Olabek— uriauzorik uriauzo dabilkigu diskurtsuak egiten—. Baserritarrak gogoz dagokioz adi; asko gogo beroz, gogo otzez iñor be ez arean. Anton Imaz bera, Begiren aleginak zelango atzea daben ikusita, berbaldiak egiten asita dago. Entzutekoa da goizeon dendara etorri datan laukariztarra! Auzo atan ezeidarabile baserritarrak beste auturik, Begi ta lagunaren diskurtsuak gora ta beera. Eta gu lo!!
        —Itzarri gaitezan —esan eban Arangoitik.
        —Itzarri gaitezan —erantzun eben kartagoarrak aldran; eta bere alboko Busturiri ukondoan ikututa «Gizonak —yarraitu eban legegizonak—, erromarrak izkamizka daroaskuez botoak. Izkamizka ekarri dagiguzan guztion artean geure aldera. Nire ustez edozein gizon da yatorriz izlari, eleketari, berbalari, oradore; edozeinek, lenengotan ain ondo ezarren, egin dagikez itzaldiak, eleketak, diskurtsuak. Eztozue ikusi Yataben bertako seme ospetsu Gloria de las Antillas, orador patriarcal don Anbrusek, lenengo egunean bertan, bere itzaldiaz ango baserritar guztiak arrituta agoa zabalik izten? Viñasek, aurrez aur daukadan El Eco de Vizcayaren berrikari onek, esan dagiala au onelantxe eztan. Zuen arteko zaarrenok, Laraudo ta Andrakak, neuk lez dakizue Isasti andiak zelango ikasteak daukazan. Zer esan gura dau onek? Gizona yatorriz, berez, sortzez, izatez dala izlari, berbalari, oradore».
        Kartagoar guztiak, Epikok ez, batzuk eztulka, besteak «Ori ori» esanaz ontzat artu ebezan Arangoitiren itzak. Treviñok, irri-barreka, eskolarako goiztxotik yagi bear ebala ta etsera yoala esan eutsen eta «Geienak aintzat daukena neuk be aintzat artuko dot» ganeratuaz kaleratu zan.
        —Jaunak —zerraion Arangoitik—, kartagoarren alderdi osoak erabagi goratsu bi onek artzea egoki litzakigula uste dot. Lenengo erabagia: gizona yatorriz, sortzez, izatez, berez izlari, berbalari, oradore dala. Aintzat artzen dozue, lagun maiteok, uste au?
        Guztiak, Epikok ez, aintzat artu eben.
        —Bigarren erabagia: —zinoan Arangoitik— Guztiok yatorriz izlari garanezkero, izlari-alkargo bat sortu dagigun. Guztiok geurez izlari bagara, Kartago zer dogu besterik izlari-alkargo baiño? Guztiok asi gaizan ba, gaur emen, biar an, itzaldiak egiten; eta onelan gure lagun kirmen Olabek Erromarantz sailean yoaten ikusi dauzan botoak laster ikusiko doguz Kartagorantza etorten. Ni, badakizue, arreba aurten il jatalako ezin asi naite Mungian, ez uri-auzoetan lan onetan baia zeuek ondo eritxiezkero, Bakiora yoan naite biar. Juan Andres Urizarrek, Berinoleagako kutxazaina da-ta, angoxe langileai itz egingo dautse. Doala etzi Laraudo Markaidara, etzikaramon Larraurira... eta onelantxe emen gagozan guztiok, geure buruak izlari eginda, izlari izatea geurezkoa dogulako, auzo guztietan ibili gaitezan guztiok, garanok. Andraka zarrak, pido la palabra esan bagarik, au zerakutsen lagunai: «Floren gureak domeka-arrastian Meñakan diskurtsu bi daukaz; erderaz ta euskeraz».
        —Erderaz Meñakan! Nok ulertzeko? Ugarazioak?
        —Don Pedro Viñas ara baleioa, El Eco-n zerbait esan gura baleu, ulertu aal izan dagien...
        —Zer diñoe El Eco-gaitik? —itandu eban Viñasek.
        —Zeuk Meñakara Floren Andrakaren diskurtsu erderazkoa entzutera, El Eco-n zerbait esateko, yoan gura bazendu...
        —Ni orri entzutera! Amama doakiola! (Que se le vaya la abuela) —erantzun eban, gogaldi txarreko, Epikok.
        —Pido la palabra —esanda, Arandui asi zan izketan—. Jaunak, neure buruagan ikusi dot Arangoiti jaun onek dirauskuna. Lengo domekan, Basurton nengoala, bazkaritxo onaz barrua bero bero egin nebanean, Begi ta Anton Imaz gomutaratuta, diskurtsua egin neutsen neuk be ardantegian egozan baserritarrai eta, diñoenez, atze ona izan eban nire berbaldiak. Burubide bat, kontseju bat emongo neuskizue arlo onetan asteko zagozanoi: zerbait edan bagarik eztagiela agoa zabaldu.
        Zantzoka barre egin eben entzule guztiak, aulkidunak eta ainbakoak.
        —Pido la palabra —Labartok—. Jaunak, ni, badakizue, neure eginenak, neure arazoak estazinoan yosita nauke. Eztaukat astirik auzorik auzo ibilteko.
        —Pido la palabra —Gondramendik—. Jaunak, ni orretarako eznaiz gauza.
        —Aurreti zerbait edanda be ez? —Aranduik.
        —Nik ura baiño eztot edaten —Gondramendik.
        —Txanpañ ederra doarik balego...
        —Ezta errekan baleioa be, ezneuke nik edango.
        —Errekan txanpaña baleioa gu andik nok atara, Gondramendi? Itota edo...
        Jajajaja luzaro ekin eutsen barre-zantzoka izlari alkartu guztiak.
        —Pido la palabra —Epikok. Onek yakiña! erderaz ta luze ta zoli ekin eutsan. Gei bikoa izan zan Viñasen yarduna: Arangoitiren eritzia ——edozein gizon yatorriz izlari zala— ezeukala berak egiazkotzat; eta gero, Begik orain zaparrada batzuk ataraarren, Mungiako zabalean ikusiko ebela, bai kartago ta bai erromarrak, nor nor zan.
        —Viñas —zirautsan Arangoitik—, gizona berez izlari dan ala eztan ezin orain eztabaidan ezarri dagike. Gizona berez da izlari, yatorriz da oradore. Kartagok erabagi dau. Erabagita dagoana ezta lege eritxipean barriro ipintea. Izlari-alkargoa be sortua dago. Mungiak Mungia danetik auxe baiño gauza andiagorik eztau egin. Gora Mungia ta beronen izlari-alkargoa!
        —Gora! —erantzun eben besteak. Aurreko Kartagon Basili adurretan egoan, yazoera andi onek ikusi ta entzuten. «Gora!» esanda erantzun eutsan berak be Arangoitiren deadarrari.
        —Gura dozue, gizonak, orain alkartu bakotxari bere egiñenak erakustea? Badakizue Viñas nor dogun, geure gudalburu, geure izlari andi. Berau egin dagigun alkargo ilezin onen maipuruko. Baietz deritxoenak eskua gora. Bat, bi, iru, lau... gogo batez. Birburu nor egingo dogu? —Guztiai begira asi zan Arangoiti, bat begiz yoteko. Guztiak burua makurtu eben, lotsaz ala batek badaki zerarren. Gondramendi kenduezkero beste edozeiñek pozik entzungo eban bere izena—. Gizonak, gaur batzar onen asmoduna ta izlari alkargo onen azia erein dabena badakizue nor dogun? Olabe. Birburu izateko nor duinagorik? Gora eskuak, nire eretxi au aintzat daukenak. Geienak ainzat artu dabe —zinoan Arangoitik «bat, bi, iru, lau...» zeinbatuta gero.
        Onelantxe autatu ebezan Laraudo ta Andraka zarra onularitzat, beste guztiak maiko egin ebezan, Gondramendi ta Labarto kutxazain ta zeinbatzaile.
        —Gizonak —esan eban orduan Arangoitik—, atzenerako itxi gura izan dot beste guztien ganetiko asmo au. Munduko alkargo andi geienetan maipurukoagaz batera, deduzko maipurukoa izaten da. Nor da, gizonak, emen duintasun ori ondoen datorkiona?
        —Berori edo... —isiltxorik Laraudok.
        —Zelango ni! Nor da Kartagoko oradore guztien artean andiena? Nor da Orador patriarcal?
        —Don Anbrus —erantzun eben izlari alkartuak.
        —Nor, besterik nor izan leite gure deduzko buru? Bera, inor be ez besterik. Viñas, El Eco de Vizcayan gaurko barri andiok emon dagizuzanean, errezke erakutsiko dozu por aclamación y con entusiasmo aukeratua izan dala don Ambrosio de Isasti Inchaurtiaga.
        Onelantxe sortu zan Mungiako izurri, iziari-izurria.

Latsibi – Resurrección Maria Azkue (1920)


GURE GIZONAK: JUAN DE HUARTE

 Denbora hartan, Baeza, Andalucia-ko hirian, izurrite izigarri batek yendeak xahutzen zituen, eta neholere kotsuaren hedadura etzezaketen garhaitu edo atxiki bere zedarrietan eta bazter guzietarat berduratzen zen herioa sarraski haundiak eginik.

        Ordian Espainiako erregeak erabaki zuen harat igortzea mediku aiphatuena, eta hautatu egin zuen gure yakhintsu au.

        Eta Uhartek, egin ahalak eginik, emeki emeki eritasunak bakhandu zituen, eta azkenian hiria izurritetik garbitu.

        Linares-eko hirian hil omen zen, eta diote hango eliza batian ehortzia dela, nahiz oraino ez den ori argiki yakina.

        Oixtian erran dugun bezala, Uhartek oldozpen eta oharmen sarkhorrak utzi dauzkigu bere liburuan.

        Luze, arras luze liteke hemen aiphatzea, lau hitzez ere, ze goresmen eta laudorio haundiak egin dituzten Espainiako eta Europako gizon yakhintsuenek gure Uhartez.

        Bana erran dezagun denek aithortzen dutela bere adimenduaren ohartze zorrotzen ausartasunez eta bere oldozpen eta erakaspen argi eta barnakorrenganik, hiru edo lau ehun urthez aitzinatu zela haren denborako gizonen artekoetik, ez bakharrik Espainian, bana Europa guzian.

Artikulu Bilduma – Enrike Zubiri “Manezaundi” (1928-1936)

¡VIVA LA TELE!

    Sueño que me arrastra no sé quién o quiénes a la entrega de los premios de un festival de la tele que se celebra en una ignota, gris y a...