domingo, 13 de diciembre de 2020

LO DE ESTOS DÍAS


 "I do not regret one drop. There was a tremendous amount of enthusiasm. We weren't solitary, boring drinkers, sipping vodka alone in a room. No, no, no: we went out on the town, baby, and we did our drinking in public!"


A classic interview with the great Peter O'Toole

Abren, por fin, los bares y ya he escuchado varias veces decir a alguien que por él o ella podían cerrarlos para siempre. Pero bueno, es la misma gente que cuando, por que sea, cuentas alguna anécdota, más o menos chunga, de alguna de tus borracheras enseguida frunce el ceño porque son de los que relacionan todo lo del beber con el Mal en mayúscula. Gente para la que la bebida siempre es sinónimo de degeneración e ignominia, eternos guardianes autodesignados de la moral y la virtud, la liga a rebosar de los tristes y aburridos. Odian a los borrachos porque los avergüenzan en la convicción de que nunca hay que perder la compostura ni para ir a cagar. No entienden que el ser humano se pueda rebajar a semejante estado de pérdida, ya no del conocimiento, del buen regir, sino incluso, o sobre todo, de su dignidad, siquiera durante un breve tiempo de asueto. Y no te extraña, porque este tipo de gente, por lo general, no suele perder nunca la compostura, son serios en grado sumo, gente formal de necesidad, y me temo que sobre todo por incapacidad. De ese modo, todo lo que sea alterar la consciencia de uno mismo se les antoja lo más parecido a rebajarse al estado de los animales, esto es, seres impredecibles y por lo tanto peligrosos por principio.

Y no niego que tengan razones para temer a los borrachos, muchos de ellos son individuos verdaderamente peligrosos o molestos, las más de las veces tipos violentos que bajo los efluvios del alcohol dan rienda suelta a lo peor de sí mismos. Todo conocemos a alguno, todos los hemos padecido. En mi cuadrilla, sin ir más lejos, había uno del que teníamos que salir corriendo en cuanto se llevaba al gaznate el tercer cubata porque ya sabías que esa noche amenazaba tormenta. La bebida sacaba lo peor de él, en este caso, y para qué andarnos con rodeos, un fanático con alma genocida. Porque ahí está el quid de la cuestión, no es la bebida lo que hace del borracho un capullo violento con todos los que tiene al lado, un faltón de los que ofenden solo con abrir la boca o un moñas de esos que les da por lloriquear por las esquinas en cuanto llevan más de una copa encima. La bebida solo eleva a la máxima potencia la mierda que llevan incrustada en sus cerebros, por lo general rencor y frustraciones a raudales, y pone en evidencia la incapacidad de algunos individuos para saber parar, con la priva y en general con cualquier otra cosa en la vida. El resto, la mayoría para ser sinceros, somos gente normal y, sobre todo, alegre y ocurrente que con el alcohol damos lo mejor de nosotros mismos, para qué andarnos con remilgos.

Porque a mí me encanta beber, sí, pero siempre en buena compañía, a ser posible con gente alegre y recurrente que te alegra y hasta ilumina la existencia, entre amigos, los de siempre o los que surjan; pero, por Dios, nunca con esa peña que amarga la velada a los demás con sus neuras lloronas o coléricas, gente sin cuentas pendientes consigo mismos y que por lo tanto no hacen de su compañía un sufrimiento, que si abre una botella sabe que es para disfrutarla echando risas con una buena conversación de por medio, y todavía mejor si es con un delicioso diálogo de besugos de esos de acabar debajo de la mesa muertos de risa.

Soy un bebedor social que ha bebido océanos, que ha disfrutado de todas y cada una de sus borracheras, que lo ha hecho en más de tres continentes, por tierra, mar y casi también que por aire; como cuando fui a Cuba en un avión de la compañía cubana y lo primero que me ofrecieron nada más sentarme fue un cubalibre a cuenta de la casa y ya luego solo recuerdo estar bailando salsa en un estadio de beisbol de Matanzas. Soy un bebedor que se acuerda con deleite de cada una de sus borracheras dignas de tal nombre, que se ha emborrachado con gente de toda clase y condición.

Sí, amo la bebida, y eso a pesar de que con la edad no solo haya bajado el pistón de la ingesta, sino también el círculo de las personas con las que realmente estoy a gusto bebiendo, sobre todo en confianza, para desinhibirme en alegre camaradería. Porque siempre lo he pasado bien bebiendo como un cosaco de la Llanada, he reído, vacilado, cantado, bailado, incluso declarado mi amor eterno y heterosexual a gente que no conocía de nada. Nunca he perdido la consciencia de veras -ahí quita unas fiestas de Gasteiz con veinte y muy pocos que acabé en el estanque de la Florida tras estar de camarero toda la noche en la txozna del Sindicato de Estudiantes; parece ser que se bebía más dentro que fuera de la barra...-, nunca me he peleado si no ha sido porque me ha atacado precisamente alguno de esos del mal beber y peor sombra, nunca me ha dado por tirar piedras a nadie, ni siquiera a la policía, vamos, que yo recuerde, o por subirme a una farola, nunca he puesto en peligro la vida de nadie al volante o sin él. Debo a la bebida muchos de los mejores y, sobre todo, más divertidos momentos de mi vida: gloriosas parrandas sanfermineras de esas que aportan anécdotas jocosas que se recuerdan en cuadrilla toda la vida, veladas en las que haces en una sola noche más relaciones sociales que el Emérito en toda su puta vida de corruptelas, amaneceres sobre playas paradisiacos o bucólicos prados en compañía de... cangrejos, limacos, vacas y otros bichos, dentro de una mosquitera tras una noche de farra como huésped de una tribu africana o lo que fuera aquella marabunta en taparrabos, cruzando en ferry de una isla a otra en mitad de una galerna, vaciando de Guinness los pubes de Temple Bar de Dublin, Cork, Galway, Limerick y puede también que hasta los de Innisfree dejando a los dos John, Ford y Wayne, y a la Pelirroja O´Haara, a cuadros, haciendo ejercicio como pocos tras haber bailado y brincado, debajo y encima de todo tipo de mesas, sillas, barras, barriles y por el estilo, como no lo haces tú en un gimnasio de soplapollas anabolizados durante todo un año. Y risas, sobre todo risas con los de siempre y con otra gente que solo descubres bebiendo igual de maravillosa. Risas y también sorpresas, como cuando te invitan los mozos de un pueblo a una cena con el dinero que sacaron en la txozna de fiestas porque estuviste toda la noche sirviendo cubatas y tú ni te acordabas, cena de la que, faltaría, también acabas saliendo a gatas de la sidrería o de donde fuera, que tampoco me acuerdo mucho.

Ya no bebo tanto ni tan salvajemente ni tan a menudo. Ahora lo hago muy de vez en cuando y poco más que vino, cerveza o sidra, a solas, y para "espirituarme" con mis cosas, algún que otro whiskito si, por lo que fuera, algún alma caritativa tiene a bien regalarme alguna botella con casi los mismos años que un hijo para afeitarse el bigote. Lo hago sin levantarme de la mesa si no es para ir a la kupela o al meadero. Lo hago solo con gente de verdadera confianza porque con la edad la mayoría de la gente se vuelven capullos estirados que ejercen de formales a toda costa, no les vaya a ver alguien comportándose como humanos, no vayan a perder por ahí la vara que se meten por el culo nada más levantarse por las mañanas, lo hago solo con aquellos con los que sé que tengo asegurada las risas y/o una conversación interesante. Sigo disfrutando de veladas ahora mucho más tranquilas, como la de hace apenas un par de meses al poco de salir del primer confinamiento con los amigos de siempre, durante una comida en una sidrería de Kuartango donde ni siquiera había que mantener distancia alguna porque estábamos solos frente al peligro, y ya luego a la tarde nos dio por subir al trote hasta casi la ermita de Eskolunbe o de donde fuera, sanotes que estamos, pues. Veladas que echo en falta, como una rana el agua de un estanque, tras semanas de confinamiento e ingesta moderada de zumo de uva fermentada en familia.

Por eso me alegro de que hoy abran los bares, los templos para el único culto que practico con verdadera y sentida devoción, el de Baco. Lo hago como bebedor social y responsable que, al igual que Peter O´Toole, no me arrepiento ni de una sola gota de alcohol ingerida a lo largo de mi vida. Yo al menos puedo hacerlo. Un respeto para los profesionales, por favor. Eso y a ver si hoy podemos salir por ahí un rato a tomar unas cañas desafiando a la muerte y tal y tal.



LA MÁS BELLA CANCIÓN DE AMOR SEGÚN GAYARRE

Preguntado el gran tenor de todos los tiempos, el navarro Julián Gayarre, cuál era a su juicio la canción de amor más bonita y profunda jamás cantada, éste contesto sin titubeos que una jota de su tierra, a la que, por supuesto, no dudó en poner su portentosa voz:

"Ahora sí que estamos buenos,
tú preñada y yo en la cárcel:
tú no tienes quien te meta,
yo no tengo quien me saque."

Los presentes, faltaría más, no dudaron en levantarse para aplaudir entusiasmados a Gayarre al grito de: "¡Bravo, bravo, maestro!"


Me manda un antiguo compañero del cole, con el cual me comunicó casi que a diario y esencialmente a través de memes del whassapp, un vídeo del programa "Vascos por el mundo" de la ETB2 donde aparece otro antiguo compañero de la infancia, el cual está de profesor e investigador en una universidad de por ahí arriba, donde hablan británico y así. Pues, oye, hacía como treinta años que no le había visto la jeta y ha sido verla y que lo primero que me viniera a la cabeza fuera: "¡Míralo, el mismo careto de empollón soplapollas de cuando éramos críos, qué asco me da el puto B..." No lo he podido evitar, lo juro. Estoy seguro de que si no conociera a B... desde críos me habría parecido un tío de lo más majo, amén de interesante por su proyecto de investigación para no sé qué hostias de la diabetes y tal. Pero es que yo no veía al simpático profesor universitario que tras hacerse un hueco en una de las universidades más reputadas de Europa dedica su vida a hacer más llevadera las de los demás. No, yo veía al pitagorín estirado de mi clase en el cole, alguien del que ya solo te acuerdas por el apellido, lo cual ya lo dice todo, de eso y de que nunca conseguiste congeniar con él aunque fueras de los que lo hacían con todo el mundo, que más bien era él quien mantenía la distancia del resto, a saber si en la creencia de que a su lado, siempre tan serio, tan estudioso, tan formal, tan cabal desde preescolar y católicamente aburrido, los demás éramos algo así como cabestros en pantalones cortos. Algo que, por cierto, no me sucede, por ejemplo, con Jx, el colega con el me guasapeo chorradas cada dos por tres, y que me sigue cayendo igual de bien que cuando éramos unos críos; claro que masturbarse en cuadrilla con trece o catorce tacos -en plan a ver quién acaba antes, no los unos a los otros, degenerados lo justo; por cierto, solía ganar casi siempre él de los cinco o seis que participábamos en semejante akelarre heteropatriarcal-, en el camarote de la casa de mis viejos en Gasteiz, por lo general con las hojas arrancadas de las revistas porno que otro antiguo compañero del equipo de los onanistas compulsivos solía distraer de un conocido quiosco de la calle Gorbea, la verdad es que une mucho. El caso es que yo veía a B... y me decía que, déjate de hostias, aquí no cambia nadie así pasen mil años, cuando creces con alguien de crío para esa persona seguirás siendo en esencia el mismo mocoso de entonces más o menos odiable o todo lo contrario. De hecho, me temo que lo somos tanto entre nosotros como para nuestros mayores. Como que, de la misma manera que para mi madre B... sigue siendo "el hijo de la carnicera de...", estoy convencido de que yo para la de B... seré, así pasen también mil años, el del peluquero de la Avenida. Por lo que supongo que yo también seré para otros el mismo capullo de entonces o todo lo contrario. Al fin y al cabo, me recuerdo de crío y, para qué negarlo, ya entonces sentía un más que instintivo rechazo hacia todo lo que tuviera que ver con el rebaño y, sobre todo, y por muy paradójico que parezca después de contar lo del camarote de mis padres, a esa tendencia tan acendrada de comerse la polla los unos a los otros, la cual, por lo demás, viene a ser la costumbre más extendida entre la gente con la que me he criado, de nuestra especie en general. Pero bueno, igual también exagero, porque también he sido siempre muy de exagerar, si bien creo que la mayoría me recordara más bien por lo mucho y primorosamente que dibujaba todo tipo de caricaturas, tebeos, fanzines de pacotillas, pijoterías emborronadas varias y todo en ese plan, vamos, por mi fino sentido de humor y acreditada sensibilidad artística. Por eso o también por todo lo contrario. A fin de cuentas, cada cual destaca en lo que podía o como podía. No sé, siento que se me va la pinza en esta tarde de temperaturas árticas confinado en mi rincón del despacho mientras me resisto a ponerme a mis cosas para no dejar de santificar el día de fiesta que toca. Una tarde triste y fría que no remonta ni con los solos de saxo de John Coltrane; estoy por decirle a Jx a ver si organizamos algo por whassapp con el resto de la banda del camarote, como ya hemos quedado en lo de que seguimos siendo los mismos críos de entonces. Pues eso, más que nada para aprovechar las nuevas tecnologías.


EGUNOTAKOA


EBENEZER SCROOGEN ALDE

Kontuz arima karitatiboekin, eta bereiz ditzagun aldez aurretik arima solidarioetatik, ni ere solidarioa izaten saiatzen naiz eta, beti ahal dudan neurrian, noski. Alabaina, arima karitatiboak oso arriskutsuak ei dira, gaiztoak ere bai. Ezer baino lehen euren karitatea handiustekeriarik nardagarrienaren ondorioa izaten baita. Bai, arima karititaboek badute euren burua oso apartekotzat, oso uste onean, demasekoan, egia esan gainontzekoena baino hamaika aldiz hobea. Arima karitatiboak oso pozik daude euren buruarekin eta horregatik aldamenean dauzkaten guztiak haiek bezalakoak izan daitezen etengabe, jo eta su, saiatzen dira, hori da euren karitatearen oinarria, haiek ez bezala sentitu edo pentsatzen ez dutenak salbatu behar dituztelakoan daude. Horrexegatik ere arima karitatiboak oso gizalege okerra izan ohi dute, oso bortitzak izaten dira euren karitatea inposatzearren, baina batik bat oso aspergarriak ere bai. Are okerrago, Eguberriak gogokoen dituzte euren karitatea lau haizetara hedatzeko, euren bihotz onaren printza pozoitsuak nonahi barreiatzeko, haiek bezainbeste maite ez dituztenak euren fede bihurrira erakartzeko nahitaez kosta ahala kosta. Ez esan Gabonak gustuko ez dituzunik, ez esan atsekabetzen zaituztenik, ez aitortu inoiz arima katitatibo baten aurrean halakorik, sekula barkatuko ez dizu eta. Nik, ordea, gogoko dudan karitate bakarra erromatarra da, esate baterako Johannes Cornelisz Versproncken Caritas Romana hau. 




Baldin badago euskararen berezko ahulezia ezin hobeto erakusten duen zerbait hori da hainbat euskaldunen batuerarekiko gutxiespena. Posible al da irrati batetik halakoak esaten asmatzea hizkera jasoa, eskoletakoa, idatzia, gutxiesten duen frantsesdunik edo gazteleradunik, egia esanda, edonolako hizkuntza hegemonikorik egiten duen hiztunik? Horixe ezetz, berehalakoan eskolagabekotzat joko lukete. Gurean, ordea, eguneroko ogia da batuari muzin egitea, batua ustezko kalekoaren aldean eskasa dela aldarrikatzea, batua kultura tresna bezala kaskarra, ziztrina, dela adieraztea. Zer dela eta? Halakorik esaten duten euskaldunak erdalzale peto-petoak direlako -egiatan Zubiaurreren margoko baserritar sasilustratuak izan ohi ziren bezalakoak-, bai, euskarari hizkera jasoaren premia ukatzen diotelako, zeren garrantzizko zereginetarako erdara tresna bakarra baitute, besteak beste batuan behar bezala moldatzen gauza ez direlako. Horrenbestez, etxeko edo kaleko euskara baleko bakarra dela aldarrikatzen dutenean euren gabeziaz bertute egin ari dira, ez besterik. Eta hau guztiau ez baldin bada euren burua haiek ez bezala euskaraz egiten dutenenetik bereizteko, hau da, ikastola zein euskaltegiei esker euskaldun gune tradizionaletatik at, gehienbat erdal hirigune handietan ( ez al zuen Saizarbitoriak euskararen salbazioa Bilbon dagoela esan?), euskaraz hezi eta hazi diren batuadunengandik -asko eta asko denboraren poderioz batuadun euskaldun zaharrak, hau da, euskadunzahar gehienei guztiz ezezaguna zaien euskararen errealitate urbano berria, euren euskarari buruzko ikus/pentsamode gehienak ezinbestez kolokan jartzen dituena-, hau da, bigarren mailako (sasi)euskaldunak direlakoan, eta, jakina, euskaldunzahar erdalzale asko eta askori euskara gainerakoengandik bereizteko ikur sinboliko-identitario-harroputz hutsa zaiela enegarrenez nabarmen utzita (eta bien bitartean Berasaluze eta Urrutikoetxea euren artean erdaraz barra- barra euskal telebistaren aurrrean....) Edonola ere, halakoak tai gabe aditu beharra bai dela nekagarria bezain adierazgarria. Edo bestela esanda, Euskaraldia bezalako ekimenen atzean dagoen zenbaitzuen itxurakeriaren ezaugarri negargarria; esate baterako, erdaraz barra-barra ari diren euskaldun peto-petoak ahobizi txapa paparrean...




 Idatzi bezala kozinatu


Badut nik kozinatzea idaztea bezala. Nik ez ditut errezeta korapilatsuak prestatzen, ez behintzat inor inolako maisukeriaz txunditzeko asmoz, ez eta inolako gailurrik jotzeko, ez. Nik atsegin ditut bizi osoko etxeko errezetak, nire etxean zein kanpoan ikasitakoak. Halere, etxean edo kanpoan ikasitakora ez mugatzen saiatzen naiz. Hau da, bizi osoko platerak nire modura prestatu ohi ditut, gustokoen ditudan bezala. Askotan ere beste batzuek pekatu larria dela ozen aldarrika egin ohi dute, bata ala bestea zuzena ez dela esaka. Nik ordea delako tradizioa abiapuntutzat hartzen dut bakar-bakarrik , nire gustu zein premietara moldatzen ditudan bizi osoko platertxo horiek lehen inoiz gozatu ez bezala jaten saiatzearren. Esaterako, patatak txorizorekin prestatzerakoan hainbat egokitzapen egin ditut, osagai guztiak freskoak zein maila onekoak izateaz gain, noski. Ez ditut zeintzuk diren hain egunerokoa, etxekoa, erraza den errezeta hau nire gogara egokitzeko egin ditudan sakrilegioak, hori naizen erdipurdiko sukaldariaren sekretutxoak dira-eta. Hala eta guztiz ere, badakit ez naizela sekula goi mailako chef baten parera iritsiko, ez dudala sukaldaritzaren historia inondik inora irauliko, ez didatela inolako taxuzko saririk emango, ez eta jaietan patatak txorizorekin lehiaketa batean edo nire herriko berripaperean inolako aipamenik ere; baina, hauek dira nik laino guztien azpitik eta sasi guztien gainetik gustukoen ditudan patatak txorizorekin, oraindiokan lau katu maita/gupidagarriok estimatzen dutuztenak, inork, berak gustukoago dituenak bezalakoak ez izanagatik, elikagarriak ez direla esan ezin esanik. Eta jakin badakit ere sekreturik egotekotan hein handi batean botatzen diodan bizigarrian datzala; gutxi ala gehiegi, auskalo, nork bere mina. Ba nire liburu kaskarrekin beste hainbeste.



Norberaren probintzia beltzean dena da xumea.
Mugatzen gaituen hodeiertzeko irrits urrutia,
Estutzen gaituen harresiaren barruko bizimodu zurruna.
Zapaltzen gaituen gizarte itsuaren handinahikeria zimela,
Lotsagorritzen gaituen auzokideen uste sendo eta betierekoa.
Nahigabetzen gaituen ustezko adiskideeen irri malzurra,
Ernegatzen gaituen (ezkon)senitartekoen erruki zuria,
Gogogabetzen gaituen huts-opil eta porroten pilaketa astuna,
Kontsolatzen gaituen ardo onaren bikaintasun hordia,
Alegeratzen gaituen jende eta une ederren maiztasun garbia.

"Nahiz eta denok euren burutik ateratzen saiatzen diren,
Gorroto eta gordetzen dituen espetxetik bezala,
Badago mundu honetan mirakulu handi bat:
Nik sentitzen dut: bizi osoa bizi egiten da."

Pena handia, aldiz, azken lau lerro hauek nireak ez izatea,
Rainer Maria Rilkerenak baizik.
Izan ere, balio duten bakarrak ote dira:

"Und doch, obwohl ein jeder von sich strebt
Wie aus dem Kerker, der ihn hasst und hält, -
Es ist ein grosses Wunder in der Welt:
Ich fulle: "alles Leben wird gelebt."

(Das Stunden-Buch)

jueves, 10 de diciembre de 2020

LA MUJER DEL ESCRITOR

 


"La mujer del escritor" un relatico negro para SOLO NOVELA NEGRA: https://www.solonovelanegra.es/la-mujer-del-escritor-por-txema-arinas/?fbclid=IwAR0URhzQCUJXD5RW9BDpTgc00NLx3Du0LDOvWsjB9dE1k0Jv9CkjLx5le-8

Lo había visto acercarse de frente, y, en contra de lo que previa, un ligero cabeceo y un efusivo hasta luego para quitárselo de encima sin resultar excesivamente desabrido con alguien al que hacía lustros que no veía el pelo, un antiguo compañero del colegio con el que había compartido pupitre y con el que, aun así, nunca había llegado a congeniar del todo, le había parado en seco en mitad de la calle.

-He leído tu relato sobre la pederastia en los colegios de curas en el suplemento de El Diplomático y me he quedado de piedra. Bravo por ti, Josema, no te has cortado ni un pelo.

-Gracias. Era un relato figurado sobre…

-Qué figurado ni qué hostias, si has puesto los nombres y apellidos de los hijos de puta que nos manoseaban de críos.

-¿Seguro? Creo que todos eran nombres ficticios. No soy tan temerario como para arriesgarme a una querella por injurias sin tener pruebas fehacientes.

-¿En serio? Hablas del padre Fernando Izarra, alías Astronauta, el padre Patxi Ventosa, Chepas, Guillermo Saenz de Samaniego, alías Manoslargas, y, el más asqueroso de todos los que tuvimos que aguantar de pequeños, Iñigo Gariñanos, alías Patxaranes; ya sabes, el que te decía: “Areta, si tanto le gusta meter bulla en clase, pase después por mi despacho que le voy a tocar el clarinete…”  Vamos, que no te has dejado ni uno.

-Me dejas de piedra. Era un relato ficticio sobre un colegio de curas… No tenía ni idea de que había puesto nombres y apellidos de personas reales.

-Y los motes, no olvides los motes. De hecho, nadie se acuerda de los nombres de los curas que nos daban clase; pero, de los motes… ¿Qué pasa, que no lees lo que te publican?

-Pues no, no suelo hacerlo. Cuando escribo un relato, o un artículo, se lo paso a mi mujer, si ella me dice que hay algo que corregir lo corrijo siguiendo sus instrucciones y luego lo mando al periódico. Si no me dice nada ni lo miro y lo mando tal cual.

-Pues no sé si habrá un lapsus de mil pares de cojones o qué; pero, tienes soliviantada a media ciudad. Unos celebran lo que has hecho, eres su héroe. Otros están escandalizados por haber comprometido a personas que juzgan decentes y a las que tienen en muy alta estima incluso años después de haber dejado el colegio. No me extrañaría nada que los aludidos decidieran querellarse contra tu persona.

-No entiendo nada. Puede que sea lo que tú dices, un lapsus. Ya lo voy a mirar. Me paso los días escribiendo novelas, artículos, relatos, reseñas de libros. Puede que se me haya cruzado el cable, no sé.

Ya en casa el escritor revisó el relato mandado hacia apenas dos semanas a la redacción de El Diplomático. No había duda, los nombres, apellidos y motes de los personajes que aparecían en su relato sobre la pederastia en los colegios de curas correspondían a esos otros reales de su antiguo colegio.

-¿Cómo no me has dicho nada? -pregunta el escritor a su mujer.

-¿Cómo iba a saber yo si era reales o no? -contestó ella perpleja.

-Te he hablado mil veces de…

-¿Y tú crees que me acuerdo de todas las tonterías que me cuentas?

Al final, el escándalo del que le había hablado su antiguo compañero del colegio quedó en nada. El escritor supuso que los afectados, conociendo el percal, había preferido dejarlo correr con el fin de no exponer todavía más el buen nombre del colegio a la opinión pública. Al fin y al cabo, esa y no otra era la marca de la Casa; no solo la del colegio, sino de esa otra con mayúscula a la que pertenecían todos en su condición de clérigos.

En cualquier caso, todo parecía olvidado con el transcurrir del tiempo, esto es, una docena de artículos y otros tantos relatos y reseñas más, y, sobre todo, absorto como estaba con la próxima presentación de una novela negra sobre la corrupción en la España de nuestros días y la sumisión de la prensa al poder político. El día de la presentación de la novela en una pequeña pero prestigiosa librería del casco viejo de su ciudad el escritor se sorprendió de ver entre el público a su antiguo compañero del colegio. En ese momento, y consciente de que al final de la presentación probablemente se acercaría hasta él para que le firmara el libro, el escritor tomó la decisión de intentar esquivar a su antiguo compañero del colegio, a la vista del número de gente que le requeriría una firma con dedicatoria, prometiéndole un encuentro para otro día que, desde luego, no estaba dispuesto a cumplir convencido de que aquel tipo parecía haber reaparecido en su vida única y exclusivamente para tocarle los cojones.

Para su desgracia, e incluso también para su sorpresa dado que durante las presentaciones de libros en su ciudad las preguntas del público no solían estilarse mucho, o prácticamente nada, al menos no en comparación con alguna que otra ciudad vecina que solía visitar, su antiguo compañero del colegió fue el único que levanto la mano para intervenir durante el turno de preguntas.

-¿No te parece muy arriesgado haber incluido en la trama de tu novela nombres y apellidos de personajes reales de la política local, incluso de la prensa, y, sobre todo, el de un famoso constructor de la ciudad al que todo el mundo relaciona con los chanchullos más sonados de los últimos años?

El escritor se puso lívido, incapaz de articular palabra o pensamiento alguno. De hecho, lo primero que pensó cuando por fin consiguió salir de su estupor, es que aquel tipo le estaba jugando una mala pasada, quién saber si con motivo de algo que ocurriera entre ellos cuando eran compañeros de pupitre y que él no conseguía recordar.

-Creo que todos los nombres que aparecen en el libro son ficticios. Otra cosa es que puedan estar inspirados por personajes de la actualidad con el único propósito de darle así más veracidad al relato. En todo caso, cualquier parecido con la realidad…

-¡No jodas, Areta, si hasta citas al director de tu periódico!

El escritor resolvió hacer caso omiso a aquel tipo antes de que acabara haciéndole perder los nervios. Lo hizo tras reparar en el gesto de su mujer, sentada en la última fila de las sillas colocadas para el evento, el cual lo conminaba a zanjar el tema lo antes posible.

-Insisto: cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. En una ficción hasta los nombres de personas de carne y hueso, si los hubiera, son un mero artificio literario.

Sin embargo, y, aunque después de aquellas palabras finales durante la presentación de su libro el escritor llegó a creérselas como si fueran su único asidero, en esta ocasión no pasó mucho tiempo antes de que recibiera la confirmación de que su supuesta indiscreción, pues todavía no llegaba a explicarse cómo podía haber deslizado, una vez más, los nombres y apellidos de los personajes reales que habían inspirado la trama de su novela negra, esta vez sí iba a tener consecuencias.

-¡Me han despedido del periódico! -participó a su mujer visiblemente exaltado.

-¿Y te extraña? En tu novela el director del periódico que está a sueldo del empresario constructor que tiene chanchullos con los políticos que le recalifican terrenos municipales lleva los nombres y apellidos de ese otro que ha estado pagando tus artículos y relatos durante años. ¿Por qué no utilizaste seudónimos?

-¡No lo sé! De hecho, no recuerdo los nombres que utilicé en la novela. Puede que me precipitara al escribirla y se me pasara por alto sustituir los nombres de las personas que tenía en mente por otros ficticios.

-Pues no sabes la que has montado por no revisar las cosas antes de mandarlas a la editorial.

-Tenías que haberme advertido.

-Te recuerdo que ni siquiera me dejaste echarle un vistazo al texto. Tenías mucha prisa en publicarlo.

No había opción para la réplica, su mujer estaba en lo cierto, había mandado el manuscrito a la editorial al poco de terminarlo de escribir. En realidad, había pensado que para una segunda lectura nadie mejor que su editor. De ese modo, y sin otra intención que escapar, tanto de las palabras como de la mirada reprobatoria de su mujer, el escritor se echó encima su chamarra y salió de casa en dirección a la cafetería donde acostumbraba a desayunar por las mañanas mientras leía la prensa del día.

Para llegar hasta allí tenía que cruzar el paso de cebra donde ese día fue atropellado por un vehículo que el escritor jura y perjura que salió de la nada, pues él se había cerciorado de que no venía ninguno antes de cruzar, tal y como era su costumbre. Por suerte, y una vez más también para sorpresa del escritor, el cual, a ver venírsele el coche encima, no había dudado en despedirse de la vida, solo sufrió heridas leves en la cadera y un tobillo. Con todo, el escritor era incapaz de quitarse el susto de encima, y no tanto por el recuerdo del momento del accidente, en realidad todo había sucedido como en un abrir y cerrar de ojos, como por su convicción de que no había sido casual, sino más bien un aviso en toda regla por parte de aquellos a los que había incomodado con su libro.

A decir verdad, el escritor se había pasado la noche en vela dándole vueltas a la cabeza en la soledad en la soledad de su habitación del hospital. Tiempo de sobra para conjeturar todo tipo de conspiraciones contra su persona, la más disparatada de las cuales no dudó en hacérsela saber a su mujer cuando esta llegó al hospital con el corazón en un puño.

– ¿De verdad me estás acusando de haber cambiado los nombres de los personajes de ficción de tus novelas y relatos por otros reales con el único fin de comprometerte a ver si así te dan un escarmiento y, con un poco de suerte, hasta me quedo viuda?

– Eres la única que tiene acceso a los archivos de mi ordenador.

– También dices que, como no tengo imaginación alguna para inventar historias, eres tú el que se dedica a escribir novelas y yo a corregírtelas. Ni más ni menos como esta que te acabas de inventar.

 

©Relato: Txema Arinas, 2020.

sábado, 5 de diciembre de 2020

KAIKUAK


"Kaikuak" bertso molde xehe txatxu hau asmatu dut zerbait asmatzearren: http://www.uberan.eus/?komunitatea/Txema/item/kaikuak-2


 Ez dira haikuak, ez dute inolako metrikarik errespetatzen, gogoeta xalo edo inozoak baino ez dituzte azaldu nahi ahalik eta hitz gutxienetan

 
Mihi gaiztoa

Pozoia ahotan prest

Beti txorimalo

Parrandaren hondarrean

Iturrian urperatzen genuen gure egarria
Gora Gayarre! Gora osasuna!

Antzinako abadeen modura

Egungo honek dio: "Egia bakarra egia judiziala da"
Egia lapurtzen diguten lotsabakoak

Idaz-katilua eginda

Kunderak grafomania zuen gaitz
Nik kaikukeria-iturri

 

Miresten ditut ingeniariak

Mundua nire moduko alprojen esku balego akabo
Nor bere neurriaren mende

 

Euri tantak

Arrats alperrikaldua
Etsiaz blai

 

Euskaldun zintzoen historia

Erresistentzia luze baten porrotak dira
Baita gure buruaren kontra ere

 
 

Gaizki-ulertuak etengabe

Ikasteari ekin arren itzultzailearen premia zuen
Gure harremanaren etsai

Ez gara jentilak

Egonarria etengabe arrastaka eramateko
Amor omnia vinci?

 

Bada atsegina bezain ergela

Aberrikeria guztiak bildu baloi batean
Handien porrota bezain ederra

 

Udara ezbaian

goian eta behean enbata
larunbat aparta

 

Milaka jakintsu

Gainontzekoen bizitza nola izorratu hausnarrean
Ez, hori ezin da

 

Ez zuen nahi

Bizargin mozkorra garrasika
Koinata errenka

Eguzki bako uda

Aitaren eskutik ez pozik, ez kantari
Opor ahaztezinak

 

Derrigorrezko nazionalismoa

Segun norena den dotrina zilegi da ala ez
Munduko herritarrak

 

Ekaitza udaran

Aberatsen minbizia
Soka hauskorra

Ekinaren ekinez

Horma amildu nahi zuen pilotaz
Ez zuen inoiz ikasi

LO DE ESTOS DÍAS


Llevaba toda la tarde escuchando los conciertos para piano número 1, 2 y 5 de Prokofiev, cuando, de repente, se dijo: "¡Qué bueno es Prokofiev, cómo me gusta Prokofiev! ¿Por qué no se escucha y se habla más de Prokofiev? En efecto, se paró a pensar en los compositores rusos más renombrados y los primeros que le venían a la mente eran Rimsky-Korsakov, Rachmaninov, Stravinsky, Shostakovich y, por supuesto, Tchaikosky. ¿Y Prokofiev?

Al rato se puso a pensar en los escritores: Tolstoi, Dostoyevsky, Pushkin, Chejov, Bulgakov... ¿Y Turguenev? Él amaba Turguenev, como escritor y, sobre todo, como persona; no olvidaba que el pobre Turguenev hasta ayudó a Dostoyevsky todo lo que pudo, y éste, fiel a su carácter, se lo pagó con una puñalada por la espalda.

Luego pensó en pintores rusos, deportistas, astronautas, hasta en generales de la II Guerra Mundial. No podía ser, para todos había un trocito de gloria a excepción de para aquellos cuyo apellido llevaba el patronímico en "ev" en lugar de "ov", "enko", "sky" o cualquier otro por el estilo.

Entonces repasó la lista de dirigentes sovíeticos: Lenin Stalin, Jrushchov, Andropov, Chernenko e incluso Brézhnev. Todos habían pasado a la Historia como líderes sin tacha de la URSS, al menos para los nostálgicos de aquel régimen. De hecho, la única oveja negra de tan peculiar lista no era otro que el llamado sepulturero de la Unión Soviética: Mijail Gorvachov.

Llegados a ese punto, el protagonista de nuestro relato, o lo que sea esto que tengo entre los dedos y el teclado mientras se me hace la sopa, consideró que ya podía desechar la absurda idea de que en Rusia las personas con apellidos acabados en "ev" estaban condenados de antemano, ya fuera al olvido o al desdoro de los suyos.

Eso hasta que un día, subiendo en ascensor con la vecina rusa del quinto, y más que nada porque siempre que coincidía con aquella mujer, la cual solía venir precedida en su imaginación con el apelativo de "diosa eslava", procuraba sacar cualquier tema de conversación con el fin de evitar a toda costa una erección como consecuencia de compartir un espacio tan cerrado con una mujer tan bella y quedar así como un falócrata machista y toda la retahila al uso, no se le ocurrió otra cosa que sacar el tema.

-El problema es que aquí en España ustedes no tener idea, confundir nombres: no se dice Breznhev sino Breznhov, y tampoco es Gorvachov sino Gorvachev.

-Daда я уже этого боялся




 Pregunto si se sabe ya de algo que haya dicho el tipo ese que ocupa el cargo vitalicio de Jefe del Estado por derecho de cuna, en su condición también de jefazo máximo de las fuerzas armadas, respecto, no tanto a las declaraciones privadas de uno de sus generales en las que afirma que habría que matarnos a 26 millones de ciudadanos españoles por hijos de puta, sino a la carta que este y sus conmilitones filogolpistas le han dirigido y en la que le previenen de la amenaza del gobierno democráticamente elegido. También me pregunto qué medidas va a tomar el ejecutivo contra este pedazo de mierda humana y otros, dado que como militares en la reserva siguen cobrando un sueldo a cargo de todos nosotros.


Me pregunto todo retóricamente, claro, porque sospechó que no va a pasar nada o, en todo caso, pasará muy poco. A los que sí les pasa cosas, porque están en la cárcel o están en el exilio, son a los raperos, dibujantes, periodistas, escritores, etc., que según sus leyes han injuriado o calumniado al ladrón mataelefantes y pichabrava o a su primogénito. Ya sabéis, el cantante Rivas Leyva, los raperos Hasel y Vantonyc, Jose Antonio Barroso alcalde de Puerto Real, el coronel Martínez Inglés, Arnaldo Otegi y muchos más. Así también publicaciones como el antiguo Punto y Hora, Deia, Gara, El Jueves y otras. Pero claro, todos ellos se lo merecían por malos españoles. En cambio, el general FRANCISCO BECA CASANOVA solo se limita a ejercer su derecho a la libre expresión y además en su ámbito privado, pues, como todos sabemos, y en su condición de servidor público, solo se debe a España y a su rey, dado que para él lo de la ciudadanía debe ser un concepto como de sociocomunistas, nacionalistas -periféricos, por supuesto; porque como el otro, el español, es de cumplimiento obligatorio no necesitan tildarse de tales- y así en general de todo tipo de españoles de mierda, fusilables siempre.

Sí, sí, ya lo sé, me enervo y no debería porque no hay nada nuevo bajo el sol, nada que no supiéramos como resultado de haber dejado al mando a los hijos o nietos de los que ganaron la guerra, me da igual si de sangre o ya solo de espíritu, y se beneficiaron hasta hoy de sus vínculos con la dictadura. Es lo que hay, el resultado directo de no haber podido hacer la limpia democrática de rigor gracias a la sacrosanta Transición. Eso y que nos ha sido legado intacto el glorioso ejército español que lleva desde el siglo XIX dando por culo a la inmensa mayoría de los ciudadanos con todo tipo de asonadas, pronunciamientos, golpes de estado y cruzadas de limpieza ideológica, esas que tanto le gustan al criminal genocida en potencia y querencia que nos ocupa. Un ejército del que ya dijo alguien -no me apetece buscar la cita con su autor- que desde hace siglos solo ha ganado guerras contra su propio pueblo.





Me lanzo a buscar entre las estanterías de mi biblioteca el Heart of Darkness de J. Conrad tras acabar de releer Vagabundo en África de Javier Reverte a raíz de su reciente fallecimiento. Vuelvo a alucinar por tercera o cuarta vez con lo que tengo entre manos. Un pedazo de clásico de 110 páginas donde se concentra parte de la mejor literatura nunca escrita. La prueba incontestable de que si lo breve es bueno, no ya dos, sino un millón de veces mejor. Es imposible no maravillarse de lo mucho que dice Conrad en pocas palabras, de cuánto hay contenido en esas 110 páginas escritas a cincel.
Luego también el recuerdo de la primera lectura con veinte y pocos. Entonces todo era descubrir nuevos mundo y sobre todo salir del caparazón. África se convirtió casi en una obsesión, claro que no menos que otras latitudes. Así que en cuanto el chaval de entonces tuvo la menor ocasión, y sobre todo el dinero en el bolsillo, se embarcó hacia lo que tuvo más a mano, aventuras las justas. Un periplo por Senegal pretendiendo huir del cliché turístico al uso, dejando el hotel y la playa para al final, pero que, en realidad, para qué vestirlo de otro modo, acabó siendo una farra continua de alcohol -es más que probable que la única ropa que lleváramos en el equipaje fuera para envolver las botellas de whiskey y pacharán y no para otra cosa. Al fin y al cabo, llegas a un país desconocido y nunca sabes lo que te vas a encontrar, y a mí, desde luego, no me gusta improvisar con las cosas importantes-, marihuana y el ritmo del balafón y los timbales instalado en la cabeza las veinticuatro horas del día. Eso y la ocasión para luego ya en casa perpetrar un homenaje al novelón de Conrad en forma de novela más bien chusca, manías que tiene uno. Eso sí, a años luz de la que nos ocupa, por supuesto. La llamé "Viaje al corazón de la codicia" a modo de guiño más que evidente. Una road-movie africana sin más pretensiones que volver sobre las neuras de siempre, verter algo de mala baba y sobre todo divertirme escribiéndola. Como sabía que era prácticamente impublicable me animé a colgarla en el formato ebook que ofrecía Amazon, con perdón. La portada me la hizo un tipo que, en cuanto se coscó de que yo no le seguía en su empanada comunistoide, me mandó directamente a tomar por culo. Gente entrañable de esa que va de librepensadora por la vida y a la que nada le molesta más que otros lo hagan también por su cuenta; estamos rodeados de ellos. En cualquier caso, si no hubiera sido por el libro de Reverte ni me habría acordado; de la Conrad siempre, de la mía lo dudo mucho: https://www.amazon.es/VIAJE-CORAZ%C3%93N.../dp/B01F46CP7K


Me dice mi compañera del alma y olé, nada más levantarse, que parecería que me hubiera pasado una apisonadora por la cara. Me lo dice extendiendo la mano para darme el paracetamol que ha debido buscar nada más escuchar mis quejidos de buena mañana. No es para menos, he pasado una noche horrible, para no variar. Me he despertado de golpe a eso de las cinco de la mañana. He tenido una pesadilla de lo más ridícula, también para no variar.

Resulta que íbamos en coche hacia el pantano de Ullibarri, y justo a subir la cuesta de la presa para bajar hacia el pueblo de Uribarri-Ganboa, nos encontramos a un tipo tirado en mitad de la carretera. Aparcamos a un lado, me acerco hasta el tipo mientras mi compañera se queda en el coche para evitar que los críos se bajen con el fin de saciar su curiosidad, por si acaso, nunca se sabe las tretas con las que los criminales pueden echan a perder una jornada dominguera a una familia humilde y decente como la nuestra. Sí, todo muy heteropatriarcal, en realidad muy como si yo fuera mi padre, mi compañera mi madre y nuestros hijos mi hermano y yo. Veo que el tipo está tirado boca arriba con los ojos abiertos, vivo. Le pregunto a ver qué hace. Me contesta que tomando el sol. "¿En mitad de la carretera?", le grito. Me responde que "¿Por qué no?" "¿Pero no te das cuenta de que casi no te vemos, que no te hemos pasado por encima de puro milagro, que nos podías haber arruinado la vida?" Hace un gesto como de importarle tres cojones lo que le digo. "Aquí se está de puta madre y no me pienso levantar." Reparo en que el tipo tiene unos treinta y pico tacos, compresión atlética y el típico careto de pánfilo de los que se pasan el día haciendo deporte para evitar a toda costa que les venga una idea a la cabeza, un careto que, por cierto, me recuerda al de cierto personaje televisivo que en su tiempo debió pasar por el Gran Hermano y luego ha sido habitual del Conquis de la ETB2 y de un concurso de preguntas chorras del mediodía, nivel para gente sin la ESO y en ese plan.

-¿Te vas a levantar?
-¿Para qué? Ya te he dicho que aquí se está de cine.
-Voy a llamar a la policía -entonces me vuelvo hacia mi mujer para que me alcance el teléfono que he dejado en el coche.

Al rato me veo llamando a los Miñones -sí, no a la Zipaiantza, a los GEO o a los Rangers de Texas, no, sino a la policía foral de uniforme de caqui y boina roja que entonces "apatrullaba" las carreteras de mi provincia, esto es, como si, en efecto, estuviéramos en los años setenta o algo por el estilo, como que no me extrañaría ir vestido en el sueño con pantalones de pana de pata ancha, camisa estampada con los botones desabrochados luciendo la pelambrera del pecho, e incluso luciendo tupe y patillas, vamos, todo muy a lo Cuéntame y así.

-Buenas. Llamo para denunciar que hay un tipo tirado en mitad de la carretera que va a Ullibarri-Gamboa.
-...
-Pues justo a la altura de la presa. Pasado el desvío hacia la playa nudista.
-...
-¿Cómo que dónde hay una playa nudista? -se me olvida que estamos en los setenta aunque yo me manejo como si siguiera en mi época.
-...
-¿Las coordenadas exactas? ¡Ya le he dicho que...! No, no puedo darle más datos. ¡Qué punto de referencia ni qué hostias! -me cago en todos los muertos del puto txapelgorri.

Siento una impotencia inmensa. Soy de ciudad y más allá del monte tal, el río, arroyo o meadero cual, si eso entre una aldea y otra, para mí todo lo demás es el Campo a secas y para de contar. Empiezo a perder los nervios y ya me veo levantando la voz como cuando la semana pasada en la oficina de Correos le tuve que explicar al funcionario que, a su vez, me había levantado la voz y pedido de malos modos que me apartara de la entrada para dejar salir a la gente, que, aparte de que ya me había apartado antes yo solito, la próxima vez que se dirigiera a alguien lo hiciera con el mínimo de educación que se espera de un funcionario público, en realidad de cualquier persona con dos dedos de frente: "Disculpe, buenos días, sería tan amable de..." Pero, bueno, tampoco la cosa fue a mayores dado que enseguida me di cuenta de que debía haber sido un lapsus por parte del funcionario; a nadie en sus cabales se le ocurre, si no es por error, ofender a un tipo que mide metro y ochenta mucho con una compresión torácica de esas para repartir hostias como panes con una mano y con la otra bombonas de butano.

Entonces despierto de un salto, tirón hipnagógico que dicen los matasanos que leyeron de verdad los libros de su carrera. Son las cinco de la mañana. Me duele la cabeza a rabiar. Voy al baño a evacuar. Creo que oigo voces a mi alrededor. Enseguida me percato de que es el ruido de las ventosidades resultantes de la deliciosa ingesta de fabas con almejas que preparó ayer para comer la persona que en ese preciso momento ronca al otro lado de la cama. Por suerte hoy ya me toca a mí algo más ligerito, una lubina al horno con su cama de patatas, tomate y un sofrito de ajos con vinagre y perejil. Qué ganas tengo de que vuelva todo a la normalidad.

¡VIVA LA TELE!

    Sueño que me arrastra no sé quién o quiénes a la entrega de los premios de un festival de la tele que se celebra en una ignota, gris y a...