sábado, 20 de mayo de 2023

EL CRÍTICO


    Sueño que Carlos Boyero nos invita a comer a su chalé en un pueblo de esos de la sierra de Guadarrama adonde se retiran los profesionales con pelas y más o menos progres de Madrid. Yo no tengo ni la más mínima idea de dónde o cómo vive Boyero, de hecho no conozco de nada a Boyero; pero, por lo que se ve, en el sueño somos amigos desde hace tiempo. Supongo que mi subconsciente nos ha amigado, y no tanto porque compartamos muchos gustos cinematográficos y literarios, también más de una fobia, aunque en realidad no tantas porque también disiento de él en muchas cosas y hasta me enerva lo que considero por su parte crueldad gratuita contra el prójimo, sobre todo si viene de alguien que aprovecha su púlpito para ejercerla con tanta impunidad como saña. Así pues, supongo que lo que nos convierte en amigos en este sueño es mi querencia por los tipos bocazas y tocapelotas a los que, a pesar de todo, en lo más hondo de su alma y olé, se les nota a la legua un trasfondo de ternura y bonhomía que procuran ocultar a toda costa por miedo a sentirse desprotegidos en esa selva que es la vida en sociedad. Ni qué decir que a mí me pasa tres cuartos de lo mismo.
En cualquier caso, resulta que mi pareja y yo -sí, yo soy de los que va con su pareja a todas partes porque para algo es también mi mejor amiga y no esa que se acuesta a mi lado para joderme la vida nada más levantarse de la cama por la mañana para darle sentido a su existencia; suerte que tiene uno- acudimos al hipotético casoplón de Boyero en el Guadarrama pensando que va a ser la típica comida de parejas con la correspondiente botellica de vino para cumplir con lo que se espera de un invitado -un Ramírez de Arellano monovarietal de graciano que sólo existe en mis novelas- , nosotros y Boyero con su novia desde hace ya una larga temporada, una chica surafricana rubia, alta y muy guapa, actriz para más señas y como no podía ser de otra manera dado el oficio del anfitrión, llamada Charlize Theron. Sin embargo, es llamar al timbre de la puerta que hay incrustada en la verja por la que se entra a la finca y ser recibidos por un tipo con cara de pan y al que le cuelga una ridícula melenilla por detrás de la calva, en gayumbos, camiseta hawaiana, sandalias, con un cubata en una mano y la colilla de un peta en una de las comisuras de los labios.
- Pasad, pasad -nos conmina sin ni siquiera hacer amago de querer saber nuestras identidades-, la peña hace ya un rato que está en la barbacoa junto a la piscina.
La piscina olímpica que Boyero mandó construir para su novia, campeona de natación de no sé qué modalidad allí en su país natal. La piscina en la que ahora vemos chapotear en pelotas a más de media docena de personas entre las que podemos distinguir a famosetes como Antonio Resines, Jorge Sanz o Maribel Verdú. De hecho, y aunque me lo había parecido al principio para darlo por imposible al momento, resulta que el hortera que nos ha recibido no es otro que Santiago Segura.
- Pensábamos que íbamos a estar solos con Boyero y...
- ¿La sudafricana? Bueno, o la "boer" como le decía Boyero cuando se metía con ella.
- ¿"Como le decía"? -pregunto sorprendido-. ¿Qué pasa, que han roto?
- Buah, una movida... Parece que la Charlize le preguntó a Carlos qué le parecía su última película, "Fast&Furious X"...
- ¿Y, qué pasó, qué?
- Que se armó la de Dios es Cristo. Como que va la Charlize y, entiendo que por despecho o vete a saber si porque ya le tocaba echar un buen polvo, y se lía con el Vin Diesel.
- ¡No me jodas!
- Si yo no te jodo, el que se jode es Carlos, que no levanta cabeza desde la espantada de la nadadora.
- ¿Y dónde está ahora Carlos?
- Anda por ahí como alma en pena, en el chamizo que tiene detrás de casa para guardar las motos.
- ¿Las motos?
- Sí, una colección de Harley-Davidson que le regaló a la afrikaner; como una vez dijo en una entrevista que era una fanática de ese tipo de motos.
El caso es que dejo a mi señora poniéndose hasta el culo de Alhambras con los amigos de Boyero junto a la piscina; no quiero ni imaginarme donde puede acabar como no empiecen a repartir ya las costillas de la barbacoa..., para dirigirme al chamizo de marras en la trasera del casoplón. Como los colegas de Boyero tenían el reguetton a tope junto a la piscina no había podido oír el estruendo que viene del chamizo en cuestión. Una vez en el chamizo y tras comprobar que la puerta estaba abierta, me encuentro a Boyero con una maza emprendiéndola a golpes contra una de las Harley-Davidson que había regalado a su diosa rubia. Me pilla tan de improviso que lo único que acierto a decirle es:
- Qué tal andas, Carlos, te traía un monovarietal de graciano de Ramírez de Arellano que sé que gusta...
- Te lo agradezco en el alma, Txema. En cuanto acabe con esto abrimos la botella y nos la bebemos entre tú y yo antes de volver a la fiesta.
- Oye, que sepas que siento lo de Charlize. No sé qué decirte, ya sabes lo volubles que son las estrellas del cine, un día están contigo y...
- ¿Te han contado que se fue con el Diesel? Eso me lo he inventado para no quedar como un gilipollas delante de esos cabrones. La verdad es que fui yo el que la echo de la casa.
- ¿Qué me estás contando?
- Lo que oyes. Pues no va la tía y me dice que va a rodar una película con Almodovar.
- ¿En serio?
- ¡Y tanto!
- Hostia tú, trae p´aquí esa maza que te sustituyo un rato.
- Mejor coge esa otra y nos ponemos los dos a la faena, que hay Harleys para más de un rato...
All reaction


 

lunes, 8 de mayo de 2023

EZINAK JOTA

 Ezinak itota

Baradaramat etxera bueltan,
Inori inola azaldu nahi ez diodan atsekabea,
Gogoan betiko oinaze izango den akordua,
Hitzetan sekula gorpuztuko ez dudan zauria,
Bat-batean, ezustean, ozta-ozta, txiripaz,
Bizian hilotz egin nintzakenekoa.
Ez dakit atzo benetan berpiztu nintzen,
Badakit nigan zertxobait hil dela ezinbestean..
Eta jakin, badakit ere, berhabada
Hitzok inoiz idatzi behar ez dituena.
Baina, "zenahizue esatia", hau da, hau,
Nire ondoeza arintzeko modua,
Etxetik etxera bueltan,
Kotxe barruan noala,
Maite dudan hizkuntza honetan,
Segapotoa lasaibide,
Dena ahalik eta gehien
Kriptatu nahian,
Inori axola ez baitio
Nire zergatiak.
Hitzok dira amildu zaidan
Inozentzia baten euskarri.
Egia esan, honaino
Alperrikako hitz gehiegi
Izan ditut bidelagun.
Atseden bat topatzeko dut premia,
Nire burua berrasmatzen lagunduko didan
Ixiltasuna.

ZER EGIN DEZAKET ZUREKIN?


 

Zer egin dezaket zurekin?

Dena dago inoiz baino ederrago,
Edonora begira zaudela distira,
Udaberriminak ekarritako bizipoza.

Baina zuri galdetzekotan

Dena sekula baino lardaskatuago,
Hau kuxidadea, hau, lotsa eta pena,
Behar bezala atontzeko hamaika lan.

Zer egin dezaket zurekin?

Betikoa, bai, dena hankaz gora,
Denok alperrak eta arduragabekoak,
Noiz edo noiz erabateko desastrea.

Baina, zureari erreparatzekotan

Ilunean bizi zara betidanik
Ez dakizu ezer eta inor ederresten
Etsiak jota bizi gara denok zure alboan.

Zer egin dezaket zurekin?

viernes, 28 de abril de 2023

CARACOLES GIGANTES, ZURRA Y PERRETXIKOS


    Como ayer eran vísperas de San Prudencio, las fiestas patronales de Álava y así, estaba convencido de que tarde o temprano iba a soñar que cocinaba en una especie de marmita a lo Panoramix, con tomate, jamón, chorizo y perretxikos, los caracoles gigantes que íbamos pisando sin darnos cuenta en Senegal de vuelta al hotel tras una tremenda farra en una especie de discoteca, o de lo que fuera aquel antro en Zinguichor en el que estuvimos intentando emular el tuerking de unas negras hasta las tantas. Un asco que te cagas. Como para que no, caracoles del tamaño de un pelota de voleibol que pisábamos sin darnos cuenta porque, entre que no se veía nada porque el alumbrado brillaba por su ausencia y el pedo que llevábamos, aquello fue una masacre bastante asquerosa, por cierto, menudo tufo.
Esa podía haber sido una de las anécdotas que podían haber inspirado la pesadilla de esta semana samprudenciera. Otra la tremenda tajada, probablemente de las más grandes que me he cogido en mi vida, durante la romería a las campas de Armentia el día del santo por culpa del zurracapote (una bebida típica de las fiestas de los pueblos de la zona consistente en una mezcla de vino tinto o clarete al que se le añaden principalmente melocotón y limón además de azúcar y canela, también algún que otro licor de alta graduación, dejándose macerar durante varios días) que los mozos del pueblo servían gratuitamente de una kupela (barrica). Con decir que horas más tarde aparecí en casa sin la escayola que llevaba en una de las piernas desde hacía pocos días, eso y que recuerdo que mi viejo me estuvo chillando durante un mes o algo así, creo que ya lo he dicho todo.
También... Bueno, tampoco voy a desgranar todas mis movidas relacionadas con las fiestas de San Prudencio, o ya solo con los caracoles. El caso es que esperaba tener alguna pesadilla de esas en las que tu subconsciente te rescata alguno de esos momentos patéticos de necesidad que tú has intentado olvidar por todos los medios; pero, oye, tampoco ha sido para tanto. De hecho, el recuerdo de esta noche ha sido de lo más placentero. En concreto el del año que me propuse aficionar a mis retoños al plato estrella de las fiestas de mi provincia con el resultado que se puede observar en la foto que acompaña esta entrada. Oye, puede que no consiguiera transmitirles tan entrañable como ridícula tradición, y eso que también puse perretxikos en la salsa, vamos, como todas sin lugar a dudas; pero, la verdad es que disfruté de lo lindo; soy tan cabroncete...

  

viernes, 21 de abril de 2023

HOMBRE LOBO AQUÍ AL LADO


 

Salgo a andar un rato por la tarde y cuando llego a lo alto de Artetxo para entrar al bosque de Armentia oigo voces al fondo del camino y algún que otro ladrido.
- ¡ Venga, venga, a por él, que huya, que huya!
Al rato veo a un grupo de paisanos vestidos como para ir de montería pero armados con cazuelas y cucharas en lugar de escopetas. Varios de ellos llevan atados con correas a perros de caza a los que azuzan para que ladren como si les fuera la vida en ello.
- ¡A por él, fuera, fuera!
No entiendo a qué viene semejante carajal; pero, algo me dice que pueden ser los aldeanos del pueblo cabreados porque, como de costumbre, este año se nos ha vuelto a olvidar pagar la cuota para las fiestas del pueblo; peores cosas se han visto aquí en el agro. En cualquier caso, procuro coger el camino contrario para alejarme lo más lejos posible porque no quiero cometer el error de esperar a que me alcancen para poder discutir con ellos como personas civilizadas; hace ya tiempo que me di cuenta de que eso es una antinomia como una casa.
- ¡FUERA, FUERA, FUERA!
Arrecian los gritos y los ladridos a mis espaldas y yo empiezo a temer por mi integridad. Sigo sin entender nada, pero, insisto, sé que lo más absurdo, y sobre todo incluso, peligroso que puedo hacer es dejar que me alcancen para pedir no sé qué explicaciones. Así que empiezo a correr sin saber muy bien hacia dónde, digamos que instintivamente. Y en esas que llego hasta la zona de Inazabal ya a las faldas del Zaldiaran. Con todo, puedo oír los ladridos de los perros a lo lejos y temo que de un momento a otro los vayan a soltar para que se me echen encima. No me queda otra que escapar monte arriba por el camino que va a parar a las ventas de Ogabe. Sé que allí hay unas cuevas donde esconderme; pero, vaya por Dios, cuando llego veo que han puesto unas verjas para impedir que la chavalada haga botellón o yo qué sé. No me queda otra que seguir monte arriba, a ver si despisto a mis perseguidores en el hayedo. Es entonces cuando siento que ya han soltado a los perros y yo casi me doy por perdido. Corro, sí, yo diría que casi con el rabo entre las piernas y a cuatro patas. Y en esas que llego hasta la cima junto al repetidor. No es que no tenga escapatoria, a decir mentira podría pasarme hasta el Arrieta, luego al Errosteta, y seguir así de un monte a otro hasta llegar a Urbasa. Pero no, a mi edad ya no tengo fuerza para semejante proeza, tampoco la he tenido nunca, a ver si te crees tú que yo... Solo me queda confiar en que mis perseguidores se cansen antes de llegar a la cima sobre la que me encuentro; a fin de cuentas cuatro cincuentones que utilizan la caza como excusa para poder salir los fines de semana de caza con los amigotes, dar rienda suelta a su "machoalfismo" tirando cuatro perdigones, y, sobre todo, para darse algún que otro homenaje en la sociedad del pueblo al final de cada batida. Y en eso que vuelvo a escuchar los ladridos de los perros sueltos. No tengo escapatoria y lo único que se me ocurre es subirme a una loma junto al repetidor para ponerme aullar como un poseso. Y el caso es que funciona, porque siento que los perros paran en seco su carrera, se dan media vuelta y salen escopetados por donde habían venido ante la estupefacción de sus dueños, y a los que no les queda otra que hacer lo mismo.
- AUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!
Este último aullido ya es de alegría, de victoria si se quiere. Tanta como que hasta me arranco la camiseta para ondearla en plan victorioso y así. Entonces descubro que estoy más peludo de lo normal por todo el pecho y las espaldas, que me ha salido un montón de pelo en las orejas y sobre todo que hace tiempo que no me corto las uñas.
- Hostia, hostia, que soy un lobishome; putas caminatas por el campo…
Justo en ese momento, y tal como suele ser lo habitual, despierto con el consabido sobresalto y ya luego en el baño echando la meadica matutina coligo que la pesadilla de esta noche ha debido ser provocada por el mejunje de información que debe haber en mi inconsciente tras ver los dos capítulos de una serie documental sobre los llamados lobos de la costa de la isla de Vancouver, una verdadera maravilla de paisajes y fauna en la costa del Pacífico canadiense, y la noticia que leí hace unos días acerca de que los ganaderos de Álava tenían previsto realizar batidas para ahuyentar a los lobos que atacan sus rebaños en lugar de tirar de escopeta como era la costumbre antaño, o más bien ogaño. Claro que teniendo en cuenta los tiempos de corrección política hasta en la sopa, o ya sólo de pusilanimidad nominativa, vamos, eufemismos a gogo, mucho me extraña que no las hayan denominado ya “batidas informativas”. En fin, si eso me voy a lavar los colmillos.

IRAGARKI BERRIA

 


    Iragarki berria basora bidean. Lehenik eta behin debekuak eragiten didan bapateko ezinegona, edozein debekuk eragiten didan ernegua, samina, gero eta debeku gehiago gure inguruan sumatzen dudala, nolabait eta kosta ahala kosta gu otzandu, oinperatu edo nahian balebiltza bezala.
Gerora, debekuak debeku, bazela garaia asmatzen dut. Zaldiaran ingurumariak hiritik hain gertu egonda basoan zehar ibiltzea Bilboko Gran Viakoa bailitzan bilakatu egin baita. Arazoa, ordea, ez dira zorioneko motordun ibilgailuok bakar-bakarrik, oso zaratatsuak izanda ere. Arazoa, ohiko denez, oinbikoak dira. Izan ere, eta debekuetan ari garela, nik neuk honako debekuak ere proposatuko nituzke betiere mendi-basoa babestearren:
- Debekatua ibiltzea:
1.- Mendi-basoan zehar inori erreparatzeke eta ziztu bizian korrika joaten diren larrusendo ziklatuak.
3.- Mendi-basoan zehar inori agur esan barik doazen ibiltari xomorroak, hau da, Dato kalean zehar balihoaz bezala.
4.- Mendi-basoan zehar denoi eraso, maiz hozka ere, egiten dioten txakurrak solte daramatzaten kaskamotz ergelak.
5.- Mendi-basoan zehar kamiseta edo alkandora erantzita doazen agure izerditsuak.
6.- Mendi-basoan zehar doan edonor ni kenduta.
All reactions:
Jon K. Zamalloa Teodoro, Rosa Eguizabal Leniz eta Beste 7

miércoles, 19 de abril de 2023

PESADILLA EN NANCLARES DE OCA


No es viernes pero va la pesadilla que he tenido hace unas horas porque esta sí que es de veras y tal. Resulta que voy en un coche con mi mujer, nuestros dos críos y mi suegra en dirección a Nanclares de Oca. ¿Adónde, cómo, y sobre todo a santo de qué si yo no he vuelto a ese pueblo desde que hace ya la tira de años un primo mío tuvo la genial idea de comprarse un adosado -motivo por el que siempre le preguntábamos si lo había hecho para tener la casa cerca cuando lo acabaran metiendo en la cárcel por la que era conocido Nanclares cuando le dieran el tercer grado y así- antes de venderla para volverse por enésima vez a Venezuela.
El caso es que se nos jode el coche a la entrada del pueblo y tenemos que bajarnos para salir a la carrera con la intención de atravesar el pueblo lo más rápido posible a fin de llegar a casa, supongo que a la de mi madre no muy lejos de allí. Sin embargo, vemos que mi suegra se rezaga demasiado porque dice que le duele una pierna.
- ¡Ya está como en Berlín, todo el rato esperándola! -sueltan los niños de repente.
- No podemos esperarla, tendrás que llevarla a hombros -comenta mi mujer lo que yo, como de costumbre, entiendo al instante como una orden.
- ¿En serio?
Pues nada, me pongo a la vieja a arrikotes y seguimos con nuestra carrera por las calles de Nanclares como pollos sin cabeza.
- Anda, mira qué bien se lo monta la yaya -vuelven a comentar a sus nietos.
En ese momento miro hacia arriba y descubro que mi suegra se está fumando un puro habano con una mano y que con la otra sujeta un katxi de cerveza. Claro que tampoco me resulta nada extraño, así que sigo con ella encima a la carrera. En ese momento paro a un paisano para preguntarle por la salida del pueblo.
- Pero antes de dejar el pueblo deberíais echar una mirada a los monumentos que tenemos aquí.
- ¿Qué monumentos? -pregunto con el escepticismo del hijo de alguien que siempre decía que Nanclares de Oca era el pueblo más feo de toda la provincia de Álava.
- Pues sin ir más lejos el palacio que se ve al fondo.
En efecto, atisbamos una casa enorme -eso de palacio se supone la típica exageración de los lugareños-, si bien más típica de un cuento de misterio de Edgar Allan Poe que de un pueblo de la Llanada occidental.
- ¡Dios santo! La verdad es que da un poco de yuyu - comenta mi mujer-, parece una casa encantada.
- ¿Y si dejamos a tu madre ahí? Así ya pueden presumir de que vive una bruja dentro.
- No seas malo, Txemita, que la gente de este pueblo no te ha hecho nada.
- También es verdad, eso y que, claro, la casa luego ya no estaría tan "encantada".
Así que seguimos buscando la salida del pueblo y vamos a parar junto a un mercado con varios puestos de mierdas de esas que dicen de artesanía. Y como no puede ser de otra manera, va mi mujer y se para a echar una mirada en uno donde venden lobitos de madera.
- ¡Oye, que llevo tu madre a arrikotes desde hace un rato largo y ya no puedo más!
- ¿Te quieres esperar? Tú y tus putas prisas.
- Mira, me duele la espalda que no veas. Lo siento, a tomar por culo con la vieja.
Justo en ese momento me despierto con un dolor terrible en el brazo malo que tenía mal puesto debajo de la almohada mientras dormía abrazado a mi señora en la cama porque estamos en casa de mi madre y, a diferencia de Oviedo, aquí todavía hace un frío por las noches que pela, como que me he levantado ya con un resfriado de bienvenida. Pues eso, ¿algún freudiano en la sala?

viernes, 14 de abril de 2023

LA VIDA ES RIESGO... Y SORPRESAS


    Llevo toda la semana teniendo pesadillas a cuenta de esta foto de la Avenida Gasteiz de Vitoria, entonces puede que todavía de El Generalísimo –y ahora caigo en la cuenta de que no sé dónde y a quién se la tomé prestada, por lo que pido perdón de antemano por mi error y me ofrezco a remendarlo en cuanto alguien me lo pida- en la que estaba el piso donde pasé mi infancia. Se trata de una foto en la que todavía aparecen los coches aparcados en las aceras –entre ellos es de suponer el primero de mi viejo, el Renault 8 cuya matrícula fue la única que he sabido de memoria hasta hoy -, y también entre los dos carriles que cruzaban la Avenida de una punta a otra. Dicho de otra manera, en la foto de marras todavía no se ven las jardineras que pusieron años más tarde para impedir que la peña cruzara de una acera a otra por donde le salía del higo, y sobre todo desafiando al instinto asesino de los kamikazes que la cruzaban a diario como si fuera una circunvalación, Eso en una época en la que lo del límite de velocidad dentro de las ciudades sonaba como a cosa de novela de George Orwell. De hecho, no había semana en la que no se produjera un atropello delante de nuestras narices y a veces incluso con el desenlace fatal que todos podemos imaginar. Pero claro, por muy a lo Fernando Alonso que pasaran los coches por nuestra calle tampoco te ibas a tomar la molestia de acercarte hasta el final de la acera para cruzar con toda seguridad por un paso de cebra con su semáforo. En aquel entonces eso todavía era algo como de cobardes, peor aún, de europeos al norte de los Pirineos; la vida es peligro y todo lo que no sea así cuidados paliativos.
    El caso es que mi viejo tenía la costumbre de mandarme a comprar sus paquetes de Chester al bar debajo de casa, el Marino, el cual el año pasado todavía estaba abierto y con el hijo del dueño de entonces al frente. Sin embargo, a veces se les había acabado el tabaco favorito de mi progenitor y éste no dudaba en mandarme -claro que casi que a escondidas para que mi madre no se enterara de que su marido me mandaba a una muerte casi segura- al bar Txiki –o Txikia, no me acuerdo con exactitud y, aunque sé que hay gente que dedica horas y días enteros a resolver dudas como esta, tampoco me voy a tomar la molestia de remediarlo mirando por ahí a ver si llevaba o no el artículo en vascuence- en la acera de enfrente. Así pues, ni qué decir que aquello suponía toda una odisea para un mocoso como yo, el cual asumía aquel recado, no ya como uno más de los muchos a los que estaba obligado porque ambos progenitores trabajaban y no les quedaba tiempo para las cosas de la casa, sino como una verdadera misión a vida o muerte.
    Pues resulta que el lunes sueño que cruzo la Avenida esquivando la muerte en forma de amenaza de atropellos inminentes al paso como centellas de todo tipo de vehículos. Una hazaña que se repite tras obtener el paquete de Chester en el Txiki o Txikia y encarar la vuelta a casa por el mismo trayecto que a la ida. En fin, los huevos de corbata hasta que llego a mi portal, subo las escaleras hasta el primero y cuando llamo al timbre de casa me abre un señor que enseguida reconozco como el sastre de la esquina y ni rastro a sus espaldas de la peluquería de mi padre.
         - Pasa, pasa, que ya tengo hecho tu traje a medida.
    - ¿De verdad tengo que llevar un traje con corbata, americana y zapatos castellanos?
         - ¿Tú quieres ser alguien en la vida o no?
         - Si va a ser de esta guisa casi prefiero que no.
       - Tú harás lo que digan tus padres que para eso me han pagado el traje,
    Esa fue la pesadilla del lunes al martes, porque la noche del martes soñé que volvía a ser un crío al que su padre mandaba a por tabaco al bar de la acera de enfrente, que sorteaba todo tipo de peligros para regresar a casa sano y salvo con el paquete de Chester, y, en eso que llamaba para entrar en casa, me abría la puerta una señora que enseguida reconocí como la famosa Lola Flores de la época –ahí en mi subconsciente la anécdota de cuando esta apareció en la peluquería de mi viejo exigiendo que se la atendiera por delante del resto de las clientas porque tenía que actuar en breve en la famosa Coquette al lado de nuestro portal y que mi señor se negó a atenderla porque para él la prioridad eran sus clientas de toda la vida y no una folclórica con aires de diva-. Al rato me doy cuenta de que la Lola de marras exhibe una elegancia como de madame de salón del oeste, algo que compruebo nada más echar una ojeada al interior donde estaba la peluquería de mi viejo y descubrir que hay media docena de muchachas de esas que se dicen de vida alegre esperando sentadas a que asome un cliente.
    -    Pasa, pasa, que nosotras también te vamos a hacer un traje a medida.

    La noche del miércoles, y tras driblar a los fitipaldi de rigor, llego al piso y al llamar a la puerta me aparece un barbudo embutido en una chilaba blanca y con un gorro de esos que se ponen los matarifes moros para degollar infieles el día del Eid-al-Adha o Día del Cordero.

    - Pasa, pasa, justo ahora el imán estaba a punto de iniciar la oración recitando los siete takbir antes de pronunciar la jutba (‘sermón del viernes’).
    La noche del jueves a hoy me he visto cruzando la calle para llegar al Txiki, o Txikia, y volver a casa como si fuera Jesús de Nazaret caminando sobre las aguas; todo me la soplaba. Como que hasta mi subconsciente empezaba a estar ya harto del sueño recurrente de la semana. Así que llamo al timbre de casa esperándome ya cualquier cosa, y, en efecto, cómo no, resulta que abre la puerta un señor mayor con barba blanca y muy simpático que enseguida he reconocido como el veterano periodista, poeta de la Zurriola y entusiasta gastrónomo Félix Maraña. Me temo que he ido a parar a una de esas casas de comida que hay en los primeros pisos de los cascos viejos de las ciudades como a las que me llevaba mi señor padre en Donostia –creo recordar el viejo Urola o alguno así- o el Otano de la calle San Nicolás en Pamplona.

    - Pasa, pasa. No hay carta, nosotros vamos sacando platos, chorizos y morcillas a la parrilla, puerros a la vinagreta, pimientos asados, pimientos rellenos, conejo en su salsa, patitas de cerdo, oreja de cerdo rebozada, asadurilla de cordero, bacalao con tomate, sopa de ajo, patatas con chorizo, chuletillas de cordero, jarrete de cordero… Así hasta que revientes.
    Ni qué decir que hoy me he levantado de la cama empachado, que lo sigo estando y puede que incluso hoy no coma. Bueno, tampoco exageremos.


 

miércoles, 5 de abril de 2023

LA PASIÓN DE UN TURISTA EN SEMANA SANTA

 


    Todos los años la misma pesadilla por Semana Santa desde que vi "La pasión de Cristo" de Mel Gibson, que viene a ser como la de Pasolini pero en gore y dirigida por un integrista católico en lugar de por un comunista ateo y así; a mí, ni qué decir, me gusta más la segunda, un verdadero clásico y tal.
    Pues resulta que estoy con mi señora de vacaciones en Tierra Santa, para lo de asistir a las celebraciones de Semana Santa en su lugar de origen. Un destino curioso para un agnóstico practicante como un servidor; pero, es que me pierde la curiosidad antropológica y no puede haber nada más interesante que asistir a eventos donde la sinrazón y la crueldad van de la mano, ya sea la procesión de los Picados en San Vicente de la Sonsierra, los crucificados en vivo de Filipinas, los pasos procesionarios sevillanos o cualquier otra salvajada por el estilo. ¿Que a santo de qué? Pues bien podía decir, en plan estupendo y así, que porque me hacen reflexionar acerca del absurdo del comportamiento humano a lo largo de la Historia y del hecho religioso en particular como el más grande de todos; pero, para qué engañarnos, asistir a semejante actos colectivos de renuncia enfebrecida del sentido común para lo que de verdad me sirven es para reafirmarme en lo poco que tengo en común con la mayoría del género humano, y eso, qué le voy a hacer si soy un listillo prepotente de mierda y además a conciencia, me hace infinitamente feliz.
    El caso es que estoy asistiendo al Vía Crucis del Nazareno como si de verdad estuviera dentro de la peli de Mel Gibson, viendo cómo arrastra el primero la cruz bajo la lluvia de latigazos que le propina el típico legionario romano encabronado por su destino en una tierra tan árida e ingrata como la provincia romana de Judea en lugar de poder estarlo en Dalmacia a orillas del Adriático con una copa en la mano y el miembro viril y erecto de un efebo ilírico en la otra, y en eso que no puede más y la deja caer sobre el asfalto.
    - ¡A ver, tú, el de la gorra, ayuda al condenado a portar su cruz!
    - ¿Yo?
    - ¿Te lo tengo que explicar en latín?

    Conste que al principio me resisto; pero, son los cabrones que me rodean los que me empujan para evitar así que los legionarios se fijen en ellos. En fin, tampoco será para tanto cuando se puede ver el Monte del Calvario desde aquí, la Vía Dolorosa que le dicen, y, hostia, que soy vasco y hablamos de un trozo de madera, no de una piedra de 200 kilos como con la que me suelo entretener al mediodía levantándola en varias tandas mientras espero que lleguen los críos del colegio para comer.

    - Tú descansa un poco si eso, que ya llevo todo el peso yo -le digo al Nazareno en un acto de piedad lógico tras verle tan demacrado y cubierto de sangre al pobre.
    - No, es un peso que debo llevar a mis espaldas.
    - ¿Pero quién cojones te obliga ahora que estoy yo aquí para ayudarte?
        - Mi padre desde los cielos.
   - Pues eso en mi pueblo se llama ser un cabrón de cuidado, da igual si es tu padre, tu suegra o tu asesor fiscal. Claro que vete a saber qué le has hecho a tu viejo para que te condene a semejante castigo.
        - Estoy aquí salvar a los hombres de sus pecados.
   - ¡Hostia! ¿Como Pablo Iglesias? Pues sí que lo tienes merecido.
        - ¡Oh Padre celestial, ten piedad y misericordia de mí!
    - Oye, que yo en el fondo te admiro. Todo lo que sea cuestionar el orden establecido, y sobre todo si es para luchar contra el invasor romano, merece todo mi respeto. No te creas, si yo también he sido muy abertzale cuando era joven, luego ya me dio por darle al coco y empecé a ver cosas que cada vez me convencían menos...
    - ¡Ten piedad y misericordia de mí!
    - Me parece a mí que empecinarse en el error, vamos, como soléis hacer todos los fanáticos, no es precisamente lo más...
    - Ten piedad...
    Y no acaba de recitar su letanía cuando veo que el Nazareno aprovecha un descuido de los legionarios que nos escoltan, se ve que unas rameras están llamando su atención enseñándoles los senos desde las ventanas de un lupanar que da a la calle, para desaparecer entre la multitud.

    - ¡Oigan, que aquí el amigo... -advierto a los legionarios para que luego no haya mal entendidos.
    - Tú a callar y tira p´alante -tremendo latigazo.
    Por lo que se ve los funcionarios de estado, y aquí poco importa si son los del Imperio Romano, del Gobierno Vasco o de cualquier otra administración pública, son todos iguales en todas las épocas y situaciones, vamos, que al menor imprevisto procuran hacer la vista gorda como si no hubiera pasado nada y seguir con el procedimiento que tienen entre manos como el que no quiere la cosa para no tener que rendir cuentas luego. Total, que no tardo en verme crucificado en lo alto del Calvario de marras sin comerlo ni beberlo.

    - ¿Pero cómo cojones he acabado yo aquí? . pregunto a los dos fulanos también crucificados que me acompañan a cada uno de mis costados.
    - ¿No eras tú el Rey de los Judíos?
    - ¡Qué cojones voy a ser el rey de nada, si yo había venido aquí de vacaciones!
    - Pues vete tú a ahora a quejarte a Poncio Pilatos.
    - ¡Algo habrá que hacer!
    - Sí, podemos cantar los tres juntos:
"Some things in life are bad
They can really make you mad
Other things just make you swear and curse
When you're chewing on life's gristle
Don't grumble, give a whistle
And this'll help things turn out for the best
And
Always look on the bright side of life
Always look on the light side of life"
Always look on the bright side of life
Always look on the light side of life

¡VIVA LA TELE!

    Sueño que me arrastra no sé quién o quiénes a la entrega de los premios de un festival de la tele que se celebra en una ignota, gris y a...