jueves, 4 de julio de 2024

O SONHO DE UMA NOITE DE SÂO JOÃO

    

      Esta semana ha tocado soñar que me encontraba en una playa inmensa al lado de Lisboa -se supone que porque tengo a mi canijo y a su madre por allí-. El caso es que ya estaba anocheciendo y yo iba paseando por la playa sorteando los grupos de adolescentes que preparaban las hogueras de San Juan con la esperanza de encontrar a mi hijo pequeño y a su madre como el que no quiere la cosa.

Caminaba y caminaba por la playa y ni rastro del enano y mi compañera en este último tramo de la vida y tal. Entonces, como ya había anochecido lo suficiente, veo que encienden las hogueras y que la gente se dispone a saltar. Para mi sorpresa, la primera persona a la que veo saltar es a un viejales ataviado con una túnica blanca. Me digo que será algún hippy de esos pasados de rosca puesto hasta arriba de todo. Así que me paro a ver si hay suerte, cae de lleno en la hoguera y se achicharra los huevos. Pero no, el tipo efectúa un salto limpio e incluso se permite una reverencia para agradecer los aplausos del público. En ese momento me fijo más detalladamente en el rostro del tipo y no puedo dar crédito a mis ojos: “¿Platón?” A continuación observo a otro abuelete saltando otra hoguera y vuelvo a alucinar: “¿Sócrates?” El tercero que veo saltar es, por supuesto, Aristóteles. Entonces, visto lo que hay, me dispongo a descubrir saltando a Demócrito, Epicuro, Pitágoras, Heráclito, Parménides…, vamos, toda la panda. Pero justo en ese momento oigo una voz que me interpela a mis espaldas.
- Você não vai pular a fogueira??
- ¿Paulo Coelho?
Tócate "as bolas", qué hará este tipo aquí, y no lo digo porque de filósofo tiene lo mismo que yo de ingeniero de obras y caminos, sino porque estamos en Portugal y él es brasileño. Pero bueno, menuda chorrada, habrá venido de vacaciones, puede que a dar una de sus charlas con el propósito de estafar a gente de esa que anda desorientada por la vida y necesita que alguien le ponga por escrito las obviedades y memeces con las que todo el mundo se saca de encima al pesado de turno cuando viene a contarle sus neuras.
- É a noite de Sâo Joâo e você tem que pular a fogueira.
- ¡Qué cojones voy a saltar la hoguera! Lo que me faltaba, la semana pasada me quemé el brazo porque con las prisas se me olvidó enharinar el conejo antes de echarlo a freír. Vamos, hombre, como para quemarme ahora de cintura para abajo.
Pero entonces el cabrón del Coelho empieza a hacer eso que tan bien se le da, comer el tarro a los idiotas que están presentes para que me animen a saltar la hoguera.
- PULE, PULE AGORA!
- No voy a saltar.
- ¡QUE SALTE, QUE SALTE!
- ¡Que no me sale de los cojones!
- ¡QUE SALTE, QUE SALTE!
Así que no me queda otra que saltar, no vaya a ser que el barullo atraiga al canijo y a su madre y así tengan otro motivo más para avergonzarse de mí.
- Ya voy a saltar, hostias, ya salto.
Y justo cuando emprendo el salto sobre la hoguera se abren los cielos, descargan una trompa de agua que apaga la hoguera de golpe –aquí el sueño hará referencia a que ha estado lloviendo toda la semana en Oviedo-, y yo, que he perdido fuelle por culpa de la lluvia, caigo sobre lo que supongo que serán los rescoldos de la hoguera. Pero no, faltaría más tratándose de una puta pesadilla, porque no es precisamente ceniza aquello con lo que me embarduno nada más llegar al suelo, sino…
- ¡PERO SI NO ES CENIZA, ESTO ES MIERDA, MIERDA DE PERRO!
Así que lo primero que he hecho nada más despertarme del susto ha sido levantarme de la cama, vestirme y bajar a la perra de mi suegra para que hiciera sus necesidades en el prados al lado de casa. Luego, cuando he vuelto a casa le he deseado suerte al mayor con el examen de filosofía que le cambiaron a esta semana y por el que no hay podido ir a Lisboa con su hermano y su prima en el viaje que organizan sus abuelos todos los años para sacar a pasear a sus nietos por las capitales europeas.

      
 

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