lunes, 24 de junio de 2024

HIRITAR SUMINDUA


                                             May be an image of 13 pertsona eta testua


 - Egun on, Patxi! Nora zoaz hain pipertuta?

- Etorri, anbulatoriotik nator enegarren egunez mediku batek artatuta izan ahal izan gabe.
- Bai, lotsagarria da. Zerbitzuak gero eta eskasagoak, kaskarragoak dira. Ez omen da sosik.
- Orduan, zer egiten dute gure zergen diruaz?
- Auskalo! Baina, aldi berean gero eta enpresa pribatu gehiago ari da publikoaz arduratzen
- Esango dizut gauza bat; ez nau batere harritzen gero eta jende gehiagok Milei bezalako personaje bati botoa emateak.
- Esan nahi duzu justizia soziala zitala, ezbidezkoa, kaltegarria dela aldarrikatzen duen txorimalo horri?
- Horrixe, bai. Edo aukeran, Ayusoren ezpaleko norbaiti.
- Hori, hori, asma dezatela politikari zikin, ustel eta listopasatu guztiok potroetaraino gaudela... justizia sozialaz!
- Ez dizut oso ondo ulertzen; baina, bai, potroetaraino...

MALA PERSONA

 https://youtu.be/qP9n6yOQszc?si=n3U00I-9VkRhSiQH



 Llevo toda la semana escuchando en el spotify a la Françoise Hardy en plan homenaje o algo así. Y de entre sus canciones no he podido evitar reparar en "La maison ou j´ai grandie", su versión de la famosa "Il ragazzo della via Gluck" de Adriano Celentano. La Hardy versiona la canción que Celentano compuso como homenaje a su infancia de hijo de emigrantes en el arrabal milanés. Se trata de una historia esencialmente urbana de "ragazzo" que crece jugando entre descampados con sus amigos del barrio al tiempo que la ciudad se va transformando a su alrededor. Una historia con la que muchos podemos identificarnos porque nos recuerda, más o menos y con las diferencias de rigor, a nuestra propia infancia. La versión de la Hardy, en cambio, habla de una casa con flores por lo que es imposible no intuir la existencia de un jardín privado o por el estilo. Vamos, que parece la visión pija de la de Celentano. Hasta el tono lo parece, no sé yo si porque lo da la lengua francesa en sí o la propia Hardy con su figura lánguida, frágil, elegante, es decir, en contraste con esa otra desgarbada, histriónica, "tropo maschile" del soplagaitas bienqueda y populista del Celentano; "Predicatore/Uomo di regime/Di destra/O di sinistra..."

Y en esas estaba cuando de repente, por las cosas, o acaso jugarretas, del subconsciente voy y me acuerdo de ese profe de Sanvi que iba diciendo por ahí, a quien quisiera oírle y para que luego fuera corriendo a contárselo a mi madre, con mi viejo seguro que nadie habría cometido semejante imprudencia, que "Arinas es una mala persona". Claro que Arinas, o sea moi, era un crío de trece años que entonces estaba en octavo de EGB. Y claro, cómo podía un profesor decir algo así de uno de sus alumnos, de un crío. ¿Acaso es que yo me dedicaba a pegar a mis compañeros, escupirles, robarles cosas, destrozar lo de todos, insultar a los profesores, vandalizar sus coches, hacerles pintadas en los portales, amenazarlos de muerte, etc.?
Pues claro que no, eso en todo caso lo hacían otros, vaya que... Entonces, ¿a qué venía lo de mala persona? Coño, pues no tuve que atar muchos cabos para adivinar que para el santurrón del Etxebarria -antes habría pretendido ser más sutil diciendo la memez de un profesor cuyo apellido significaba "Casa nueva" en euskera occidental; pero, como debo estar entrando en esa etapa de la vida en la que cada vez te la suda más todo, si es que no he estado siempre ahí, que no, no del todo...- no podía haber peor persona que un crío que cuestionaba de continuo toda la mandanga religiosa que intentaban meternos en el cerebro como con un embudo, y no digamos ya el día que el susodicho soplapollas bigotudo nos dio la charla sobre el aborto y Arinas le rebatió con las cuatro ideas cazadas al vuelo sobre el tema entre sus mayores, que ya me dirás tú que si en mi casa no se estilaba lo religioso, sino más bien todo lo contrario, a qué cojones mandaban a su cachorro a un colegio de hijos de.. curas, a ver si es que a ellos también les habían lavado el cerebro a cuenta de que si lo mejor y tal para...
En fin, que en eso andaba hace un rato cuando, recordando lo del Etxebarria, que su Dios lo tenga en gloria y si todavía no por mi como si ya lo tuviera, asqueroso, me he hado cuenta de que, de la misma manera que él podía juzgar a un crío de trece años de mala persona, tanto como para ir a contárselo a terceros a sabiendas de que tarde o temprano llegaría a oídos de alguno de mis progenitores, y todo por expresar ideas que para él merecían dicho calificativo, para mí otro tanto por capullo reaccionario tan del gusto de la mayoría social del pueblón, siquiera de aquella carcundia de provincianos meapilas de clase media-baja que conformaba, y probablemente todavía conforma, la plana mayor de mi paisanaje, que había que ver qué prosopopeya se gastaba el Casanueva con la peña, gente de orden y tradición sobre todas las cosas, de reverencias a su paso durante el paseo dominical arriba abajo del tontódromo de la Dato y en ese plan, de asco infinito más bien.
Pues eso que como en el fondo todos somos el hijo de puta de alguien, bien se podría decir que existe cierto equilibrio en el universo o algo por estilo. Pero no, no soy muy de acudir a reuniones de viejos alumnos así y tal. Si quieren reconocerse entre ellos y de paso chupársela los unos a otros a cuenta de lo bien que les va en la vida y bla, bla, bla, pues que con su pan se "la" coman, yo cuanto más lejos mucho mejor.

DIPSÓMANOS Y PAJEROS


        Como este mes y el que viene, en realidad hasta que me canse como todos los años, me toca volver a Irlanda, siquiera en la imaginación, y por lo tanto a Joyce -ahora ya me he pasado al A Portrait of Artist as a Young Man con su correspondiente dosis de evocación de mis propios años mozos en un gulag con sotanas como el del prota-, a las alucinaciones dipsómanas de Flann O´Brien, la prosa también etílica de Brendan Behan, e incluso al costumbrismo proletario de Roddie Doyle, esta semana, ¡oh, sorpresa!, he soñado que estaba de vuelta en Dublín para celebrar el Bloomsday con los colegas que me acompañaban en mis correrías dublinesas cuando era un veinteañero.


Me ha costado convencer al italiano, Mario, en la práctica una polla andante, y esto dicho por él mismo, y a Pascal, el pequeño bretón, casi dos metros de discreto o acaso sólo tímido obseso sexual, dos tíos de los más normal, yo diría que incluso prototipos de los que pueden o podían ser unos veinteañeros de su época y entorno, esto siempre y cuando sus comentarios a cuenta del sexo opuesto queden entre nosotros, para que se sumen a la fiesta que se celebra todos 16 de Junio en Dublín en homenaje al Ulysses de Joyce. Como era de esperar, porque estos no se acercan a un libro si no les dices que contiene fotos de tías en pelotas o por estilo, ambos no tenían ni zorra idea de quién era el tal Joyce y todavía menos qué de iba el Bloomsday de marras.

Así que en el sueño les explicaba que se trataba de de ir de pub en pub leyendo fragmentos de un libraco se les antojaba una cosa como muy viejuna, propia de profesores de literatura, letraheridos con una muy acentuada inclinación por darle al frasco, funcionarios en su hora del café con unas goticas de espirituoso antes de empezar con las pintas de media mañana, turistas de los que se apuntan a un bombardeo por puro aburrimiento, y demás frikis por el estilo. No es para menos porque yo siempre he sido de gustos bastante viejunos, qué otra cosa es la literatura, me dirás tú. Ahora bien, siento que hoy también la vamos a tener como todos los findes que vamos al pub, porque como buen vasco eso de tirarme más de diez minutos en el mismo bar se me antoja algo completamente antinatural, antiforal o casi. Tampoco es que ellos sean Flann O´Brien y Patrick Kavanagh, los talentosos escritores y alcohólicos archiconocidos que inventaron el sarao del Bloomdays para, con la excusa de celebrar el libro más trascendental del siglo XX, cogerse una curda de campeonato para no variar.

El caso es que al segundo pub, el Kennedy, veo que el italiano ya está babeando a un grupo de irlandesas tal y como suele ser su costumbre siempre que salimos de farra. Peor aún, al salir del baño de descargar la Guinnnes del anterior pub, busco al bretón y me lo encuentro en una de las esquinas de la barra comiéndose un sándwich de gorgonzola porque el White&Black que se ha tomado, una pinta de Guinness con un chupito de whiskey Jameson dentro, ya le ha sentado mal y está en un tris de derrumbarse con sus casi dos metros sobre un grupo de turistas japoneses que observa al paisanaje como si todavía estuvieran de visita en el zoo del parque Phoenix. Puto gabacho, si en vez de pedirse una coca-cola cada vez que vamos a un pub, se tomara media docena de pintas todas las tardes como hacemos el resto, seguro que no tendría ese problema con el equilibrio.

Hay que joderse con la peña. Llevamos casi un cuarto de hora en el mismo pub y yo ya estoy que me subo por la paredes, como un chimpancé en una jaula, así que me las piro.

- Dove stai andando? Lascia che ti presenti questi trojane; ci mangeranno anche il muco.

- Mira, Mario, en serio, paso de tus mierdas de latin lover.

- Il poverello ha occhi solo per la sua vasquita, la piccola Lorea, il fiore de Oiartzun…

- Lo que quiero es largarme de aquí.

- Ma dove vai?

- A cascarla si te parece.

Dicho y hecho, al rato aparezco con trece o catorce tacos en el cuarto trastero de la casa de mis viejos en la plaza que hay entre la Avenida y la calle Abendaño. He subido con mis colegas del cole después de haber arramblado en lo de Beyena un par de revistas de esas que decíamos guarras mientras unos distraían a la dependienta y otros procedían a la sustracción con la consiguiente carrera a lo largo de la calle Gorbea. La idea es arrancar las hojas de las revistas para colgarlas en las paredes del trastero y poder así tener una visión más amplia, de conjunto, del material sustraído a la vez que procedemos a la competición onanista con que acostumbramos a echar las tardes de los viernes siempre que tenemos ocasión, vamos, aprovechando que mis viejos se han ido al pueblo. La verdad es que lo de la masturbación en manada resulta bastante incómodo porque hay que concentrarse en la faena y eso resulta prácticamente imposible cuando todo el mundo está soltando chorradas sin parar. Algunos como A ni siquiera consiguen arrancar. El resto nos aplicamos lo mejor que podemos, aunque tampoco le ponemos mucho empeño dado que no tenemos nada que hacer mientras esté J entre nosotros, el fitipaldi de las pajas, un verdadero prodigio en cuanto a celeridad tanto en lo referente al empalme como a la eyaculación. Entonces oímos que alguien golpea frenéticamente la puerta del trastero.

- Abre, Josemari, abre que ya sé que estás ahí con los pajilleros de tus amigos. –grita como una posesa una mujer cuya voz me cuesta identificar.

- No jodas, Txema, ¿no será tu vieja?

- Mi vieja no sabe ni que existe este trastero. Eso y que por mucho que le joda tener bajar al pueblo de mi viejo todos los findes de semana, siempre hace lo que éste le pide.

- ¡Abre de una puñetera vez!

- Voy a tener que abrir…

Así que abro y casi me doy de bruces con la Rocío Monasterio de Vox, la cual se precipita al interior como una loca arrancando de las paredes las fotos artísticas de señoras y señores practicando las más diversas y hasta acrobáticas posturas del arte amatorio.

- ¡Pervertidos, se os va a secar el cerebro con tanta paja!

Mira que es un sueño y que por lo tanto nada debería sorprendernos; pero, tampoco podemos evitar mirarnos los unos a los otros y soltar un respingo al unísono.

- Qué coñazo de señora, me recuerda a las monjas franquistas, castradas y castradoras, de las que habla mi ama.

- Ya te digo yo. Y eso que la Rocío de marras me la ha vuelto a poner dura.

- ¡Y a mí!

- ¡Y a mí!

- ¡A mí también!

- Tiocfaidh ár lá!

- Supongo que hablamos de política.

- Por supuesto, nosotros siempre hablamos de política. No somos unos degenerados.

- Oye, a ver esas litronas, que yo hace ya un rato largo que he ganado la apuesta...

lunes, 17 de junio de 2024

TOLSTOI TXIKI GUZTIOK


 

    - Beste behin ere Tchaikovskyrekin?

- Ez laztana, ez, Rachmanivov dun, hire gurasoek oparitutako hiru CDak gainera.
- Baina ez al hidan esan errusiarrak batere atsegin ez hituena, ezin huela idatzi edozein errusiar konpositoreren musika jarrita, arranditsuegia, efektistegia, melenga hutsa zelako.
- Bai, maitea. Baina, hik badakin nik txorakeria asko esaten ditudala, parrastaka.
- Zer idazten ari haiz orain?
- Karlistaden inguruko istorio bat.
- Zein izen ipiniko dion?
- Ba oraindiokan ez zakinat, GUDA ETA BAKEA omen....


 

Anoche estuve de vuelta en Senegal con L y J. Íbamos a visitar una población en medio de los manglares para no sé qué fiesta tradicional con mucho baile y balafón, que es como el txistu o la gaita del lugar pero en tropical. La lancha que nos llevaba hasta el poblado en cuestión no podía alcanzar la orilla por culpa del calado. Así pues, teníamos que saltar de la lancha unos cuantos metros antes y llegar andado hasta la orilla. Momento en el que al amigo J casi le da un pasmo porque había leído en la guía que prevenía de todos los peligros de aquel rincón africano, que había que procurar evitar meterse en las aguas de los manglares porque estaban repletas de todo tipo de parásitos.
-¿En serio vamos a ir andando hasta la orilla? En la guía dice que es precisamente en el contacto de la piel con el agua de los ríos, lagos o manglares, donde suele picar el dengue con más facilidad.
-Tú mismo. O le convences al barquero para que te acerque hasta la orilla a arricotes o que te lleve de vuelta por donde hemos venido - no sé si L o yo.
-¡Hostia puta! ¿Pero no nos vacunamos de la malaria antes de venir? - lo mismo, cualquiera de los dos.
Ya en la habitación del bugalow, o lo que fuera aquello, otra vez J:
-¿Pero vamos a dormir en una hamaca?
- Sí, y con mosquitera para que no nos piquen los bichos.
- No sé yo sí...
-Mira, vamos a hacer una cosa. Que cada cual saque su botella de whisky, pacharán o lo que sea que se haya traído de extranjis desde casa, nos las llevamos a la fiesta, nos la bebemos y que le den por el culo al anófeles de los cojones.
- Mejor sacamos dos botellas cada uno y así compartimos con la gente del pueblo.
Unas horas más tarde, tras asistir al espectáculo para turistas, hecho nuestros pinitos en los bailes regionales de la zona, bebido y compartido cada cual su botella con los colegas que nos invitaron a cenar ostras de los manglares asadas sobre unas hogueras junto a la orilla, tras haberlo dado todo al lado de unas diosas de ébano sobre la pista de una sala de fiestas en medio de la nada, y hasta la que nos habían llevado no me acuerdo muy bien quién y cómo, amanecimos cada cual sobre la mosquitera, alguno incluso durmió toda la noche al raso.
- Ay, ay, ay.
-¿Qué te pasa, J?
- Me siento mal, muy mal, creo que he pillado...
- ¿Qué, qué, el que? -yo y L al unísono.
- No sé, pero no veo por este ojo y apenas oigo por este oído.
- "Amos" hombre, no nos jodas...
- En serio, necesito un médico.
Luego tampoco recuerdo muy bien cómo abandonamos aquel poblado y conseguimos llegar lo más rápido posible a la urbanización turística adonde nos habían dirigido los del seguro médico por teléfono. No había ni un alma en aquel campo de concentración para turistas. Por suerte, pudimos encontrar la enfermería donde se suponía que nos atendería el doctor Karim no sé qué hostias.
- Bonsoir. Notre ami dit qu'il voit pas d´un œil et entend pas d´une oreille. Il pense avoir été mordu par un insecte.
Nuestro gozo en un pozo, porque el senegalés de casi dos metros que nos había recibido con la más amplia de las sonrisas y trasmitido la confianza necesaria para tranquilizar a nuestro con su aplomo, resulto que era el enfermero del médico libanés que en ese momento aparecía en la consulta mascullando no sé sabe bien qué maldiciones en árabe y dando bandazos para llegar hasta la vitrina donde tenía su utillaje médico.
- ¿Pero? ¡Este hombre está borracho! -dijo J y, por lo que se ve, le entendió hasta el enfermero sin saber una palabra en español.
- Es lo que hay...
Entonces, tras sujetar a nuestro colega para que no abandonara la consulta, y tras convencernos el enfermero de que no nos preocupáramos, que ya se encargaría él de supervisar al doctor, ni más ni menos que como solía ser lo habitual, según nos confesó, empezó uno de los diálogos más absurdos en los que he participado nunca. El médico libanés soltaba una parrafada en un dialecto ebrio del francés que me resultaba incomprensible mezclado con juramentos semíticos, el enfermero senegalés me lo traducía al francés internacional con algún que otro comentario en woolof para el cuello de su camisa, yo en castellano al amigo J y éste siempre me respondía.
- ¿Queeeé? No oigo nada, me estoy quedando sordo también del otro oído.
- Venga ya, no me jodas. Pero, ¿por lo menos ves los gestos que te hace el enfermero?
- No sé, entre que solo veo de un ojo y por el otro todo negro...
- J, mecaondíos, no te nos pongas políticamente incorrecto que no estamos para muchas hostias. Eso y que lo tuyo fijo que es una otitis.
- Te juro que lo veo todo negro, muy negro...
Y ya luego desperté. O no, quizás me levante del sofá donde escucho música mientras trasegaba una botella de Luís Alegre del año, maceración carbónica, muy aromático, afrutado, aunque para mi gusto demasiado sedoso, sin ese toque de aguja tan característico de los cosecheros de mi tierra, casi más para paladares de fuera, no sé, igual esa era la pesadilla y no la otra, quién sabe.

jueves, 13 de junio de 2024

LA FERIA Y LA LLUVIA


 

    Como no podía ser de otra manera, esta noche he soñado con la primera vez que acudí a la Feria del Libro de Bilbao. En realidad lo de esta noche ha sido una mezcla de recuerdos y el delirio al uso en mis pesadillas. Resulta que me encontraba en la caseta de una famosa librería de la villa en la que nos encontrábamos varios escritores intentando atraer la atención del público sobre nuestros libros al estilo de las verduleras del mercado. Los había, por supuesto, más duchos que otros en semejantes lides. De hecho había verdaderos profesionales de la venta directa al público, en plan: "Por la compra de dos de mis libros le hago un hijo o le friego los platos durante un mes." En fin, cosas de esas. Y claro, yo no sólo un novato sino además el peor de todos porque esas cosas me dan mucha "lacha", que dicen por Tierra Estella y alrededores. Y me la daba porque ni tengo mañas de vendedor de zoco, tampoco de comprador, que anda que no me he agobiado poco ni nada en los de Egipto, Marruecos, Túnez y así, y todavía menos la suficiente convicción en nada de lo que hago como para convencer al personal de que el mío merecía la pena y no el libro de el de al lado. Eso hace ya años, ahora ya tengo un poquito más; de desvergüenza digo. Pero entonces me veía un impostor -puede que todavía, aunque, la verdad sea dicha, ahora ya me la pela bastante- al lado de gente que llevaba tiempo vendiendo libros como el que vende casas de lujo en Marbella o manojos de calcetines, calzoncillos o bragas a precio de escándalo en un mercadillo gitano.

Y en eso que de repente hace acto de presencia una de las estrellas del momento en esto de la biblomercadotecnia, la autora que entonces la estaba petando con su trilogía falsa novela negra ambientada en el valle navarro del Baztán. Una trilogía cuya primera entrega intenté leer con el único propósito de descubrir dónde estaba la clave de su éxito. Recuerdo que dejé el libro antes incluso de la mitad porque no soportaba ni la inanidad literaria, ni el cúmulo de clichés a cuenta de todo -joder. que hasta le había inventado a la prota, una inspectora de los "forales", un novio supergringo, superguapo, superlisto, superfeminista, super..., vamos, a la carta y, sobre todo, algo mil veces más empalagoso que los famosos txantxigorris, que ya es decir-.
También es verdad que no lo digo porque lo mío fuera precisamente como para echar las campañas al vuelo. Yo no he escrito un puto libro del que pudiera estar orgulloso hasta este de TIERRAS DEL CONDE que voy a firmar mañana sábado 8 en Bilbao entre las 12:00 y las 13:00, luego ya me echan. No, porque soy consciente de que todos cojean de algo, de mucho, da igual si en lo que me atañe a mí directamente como escribidor o en cuanto a su edición, que tela. En fin, vamos aprendiendo, y si no tampoco importa; yo ya hace mucho tiempo que escribo sólo por el placer de hacerlo, y si luego se vende algo a pesar de no tener padrinos de ningún tipo y tampoco la imprescindible atención mediática, pues mejor que mejor, faltaría más.
El caso es que la figurona de la famosa trilogía a pocos metros de donde me encontraba había concentrada tal cantidad de admiradores en plan como las moscas a... a la miel, miel, que la sensación de "mindunguidad" que ya llevaba a cuestas pareció multiplicarse por diez. De modo que cuando de repente apareció mi señora en compañía de nuestro amigo el Basajaun de... todavía de Ayete, porque creo recordar que faltaban uno o dos años para que ya lo fuera de Irati, vamos, antes de que se nos hiciera navarro de las Aezkoas..., le dije a la encargada de la caseta que me salía un rato para lo del hamaiketako con unos amigos, así que hasta dentro de un par horas.
Así que nos fuimos a un bareto de lo viejo, pillamos una mesa en una terraza que hacia esquina y allí estuvimos pegando la hebra y libando unos vinos o unas sidras con algo de picoteo. Entonces estalló la tormenta y como estábamos tan a gustito allí fuera, enseguida abrimos, o nos abrieron, el toldo para resguardarnos de la lluvia. Jarreaba que daba gusto, de modo que invitamos a la pareja que teníamos al lado a que se arrimara a nuestra mesa porque veíamos que los dos mozos se estaban calando hasta los huesos. Se trataba de una pareja no gay sino de gays. Dos amigos con su cliché a cuestas, uno en plan loca super extrovertida y cabroncete, y el otro serio y formal como pocos.
- Yo es que no aguanto a esta puta loca, siempre dando la nota y poniéndome en evidencia allí por donde vamos.
El caso es que el formal aseguraba no ser gay mientras que el otro se cachondeaba de él diciendo que lo era de acuerdo con la geografía y el momento, vamos, que era homosexual de vez en cuando por la zona de ambiente de Bilbao, y completamente heterosexual cuando iba a visitar a su familia de Caparroso, en la Rivera navarra.
- Tú lo que eres es un señorito reprimido.
Y a partir de ese momento todo pullas entre ellos y cachondeo con nosotros. Eso y cotilleos a gogó por parte del notas a cuenta de los tíos que según él se había tirado, que si un directivo de la ETB, que si no sé quién del EBB, que si un pastor de Arratia... Un no parar de chascarrillos innecesarios y de escasa o nula credibilidad que, sin embargo, nos hacían estallar de tanto en tanto en carcajadas porque el chaval, la verdad sea dicha, tenía verdadera gracia. Eso y la suficientemente mala baba para intentar incomodar a su formal y estirado colega, con salidas tan manidas como:
- No le hagáis caso, él es así de serio. Como es abogado.
- ¿Abogado de qué?
- ¿De qué? De lo que tengo aquí...
En fin, una broma que sí, ya lo sé, sí, en una situación normal provocaría más lástima que otra cosa; pero que tenía su gracia allí todos "apetoguñados", que se dice en Asturias, o al menos lo dice mi señora, bajo el toldo todo ya cargado de lluvia, y sobre todo ya pasados a los cubatas. Y en eso que el notas fija toda su atención en nuestro Basajaun.
- ¿Te he dicho que a mí me encantan los "ositos"?
El colega letrado que no sabía dónde meterse, el Basajaun incómodo a la vez que intentaba disimularlo en plan: "Yo estuve en las primeras manifestaciones que se hicieron en Donosti por los derechos del colectivo cuando los únicos que las organizaban éramos los sordos...", yo aportando mi granito al triunfo del amor por encima de todo tipo de convencionalismos, y mi señora no sé yo si ya estaba debajo de la mesa o eso fue más tarde.
- Cuidado con éste que se tira todo lo que anda, corre o vuela.
Pues bien, pues otra de cubatas y un pacharán para el de Caparroso que parece que se anima. Y vaya que si se animó. A los dos pacharanes el que no decía ni esta boca es mía empezó a desgranar sus penas, "si yo os contara todo lo que..." Pues eso, la vida un valle de lágrimas y todo así. En puridad nada nuevo bajo el sol. Así que el primero en meterse dentro del bar para ir al descargar al baño fue un servidor. El segundo el amigo cachondo el cual, nada más llegar al baño donde ya estaba yo con la chorra fuera de cara a la pared, va y me saca la camisa del pantalón por detrás para meterme la mano hasta donde empieza la fosa anal, a la vez que me suelta.
- ¿Cuánto tiempo llevas casado con esa zorra?
- Todavía menos del que me gustaría.
- Qué le vamos a hacer, tenía que intentarlo.
- No, si se agradece el gesto...
Al rato salimos ambos con otra ronda de más de lo mismo.
- Esto no amaina. Habrá que pedir algo de comer.
- Sí, porque beber ya casi nos lo hemos bebido todo.
Y de lo demás sólo me acuerdo que se nos fue la tarde antes de volver a la feria para despedirme de la encargada de la caseta, momento en el que me encontré con la escritora que hacía unos años me había acompañado en la presentación en el FNAC de Bilbao de uno de los libros que más me arrepiento de haber escrito porque cojea de todo y por todas partes. Una tía majísima que nada más verme me recibe con los brazos abiertos y dos besazos.
- ¡Txema, cuánto tiempo! ¿Has vendido muchos libros?
- Pues xskjaakjshreñjarjjerjrjjadetsdg... de llover.
- ¿Cómo?
- Que esksjgjaancajoejrjdkfdfjdgjasjgjñdgj... ¡Hostia ya!
- ¿Has vuelto a beber?
- Un poquichín...
Y esa fue mi primera experiencia en la Feria del Libro de Bilbao, suerte que ya han pasado muchos años, servidor ha madurado como persona y puede que hasta como escribidor, siquiera ya sólo porque estoy convencido de que lo que firmo mañana, TIERRAS DEL CONDE, no es sólo lo mejor que he escrito, sino probablemente también lo mejor que se pueda encontrar, no ya sólo en la feria de Bilbao, sino en la de Madrid, Pamplona, Lisboa, Paris, Roma, Londres, Antananarivo o Burugogorreta.
Luego ya me he despertado y, oye, que sigue lloviendo.

UN POLVO MAYESTÁTICO

        Sueño que soy Jose I de Portugal y que después de pasarme la noche en vela cortejando a la soprano más famosa de mi época, Francesca...