miércoles, 31 de octubre de 2018

FERIXARA GOAZELA...

Honako helbidean argitaratutako errelatotxoa: http://uberan.eus/?komunitatea/Txema/item/12746


-Zer dela eta hain pozik, neska?

-Durangoko Azokia hasi dalako!

-Ez nekinan hain kulturazalea hintzena.

-Ez non oso, egixa esanda, ez; baia, nire mutikoaz geratu non Durangon bueltatxo bat emuteko. Badakin, pare bat liburu edo diska erosi eta gero derrigorrezko poteak hartzera.

-Azokan?

-Durangoko alde zaharrian. Azokara sartzen dana nire nobixua izeten da, oso euskaltzalia, euskal filologia eta guzti ikasi jon. 

-Liburuak eta diskak erostearren edo?

-Nire nobixuak bai, urtero pare bat liburu edo diska erosi ohi jon gutxienez. Lehen esan badunat oso mutiko irakurzalia, ikasia, dala. Baia, Durangora faten garenien ni beti azokatik kanpo geraketan naz, harek Azokan zihar bizpahiru buelta lasai askoan emun daixen. Badakin, etxako bape gustetan ni bere albuan eukitzea nobedadiak eta ikusi bitartian, aztoraketan dotela esaten jon.

-Hik ez dun irakurtzea gogoko?

-Egixa esanda gutxi. Nosbaitzuetan liburon bat edo erosten jonat oporretan, hau da, hondartzan gaozela leitzeko; baina beti erdaraz, euskaraz kristona kostetan jaten eta.

-Baina hik ikastolan ikasi dun!

-Bai, neska. Baia, ikasgelako euskara ziharo ahaztuta dauket, ikastolatik kanpo inogas berbetan eitten ez dotelako, beti geure herrikuaz, etxekuek irakatsitakua, egiazkua. Batuera primera ulerketan dot, jakina; baina, leitu ostera itzel kostetan jaten.

-Eta ez al din pena ematen euskaraz irakurri ahal ez izatea?

-Esan badunat irakuketan doten apurtxua erdaraz dala; horregas nire burua dexente beroketan jonat.

-Denok berdin egingo bagaixon euskalgintza akabo!

-Aizan, neska, igaz Ken Zazpiren azkena erosi naixonan, nik euskarazko musikia entzuten jonat... takian-potian.

-Euskarazko literatura ordea...

-Esan badunat nire nobixuak urtero pare bat liburu edo erosten dauela. Izanbe, etxian bajaukene pila bat apaletan ikutu barik.

-Ez al ditin irakurtzen?

-Berak be erdaraz leitu gurago jon; errazago jakola esaten jon.

-Bada, esaion gauza eder asko galtzen ari dela euskaraz ez irakurtzeagatik, gauza benetan interesgarriak, hunkigarriak, izugarriak. Gainera, gaur egun euskaraz denetarik zagon. Nobela beltza atsegin al zaion?

-Bai, pila bat, Dolores Redondoren Baztango trilogiaren lehenengo bi nobeliak leitu jittun.

-Bada, esaion hirugarren nobela euskarara itzulita dagoela.

-Ah bai? Ze ondo! Esango jutsenat erosteko, bai.

-Ondo ba, euskarazko kultura lagundu, bultzatu behar dinagu eta.

-Jakina, euskaldunak gaittun, ezta? Hi Durangora fango haz?

-Bai noski, urtero joan ohi dinat.

-Ederto, Tabernaren baten topetan bagaittun pote bat atarako dunat. Oso giro politta egoten don Durangoko alde zaharrian, oso euskalduna.

martes, 30 de octubre de 2018

LITERATURA INTERACTIVA

Un relatico para SOLO NOVELA NEGRA. Del escritor de novela negra fracasado que mezclaba ficción y realidad para vengarse de otros escritores de éxito: https://punica.es/literatura-interactiva-sombras-oscuras/?fbclid=IwAR00b4bfXSMsNXPSJdD4y43CutVGcZLGo3qUjoYmeS2qlFqh0090jHHRZN0



Después de más de media vida escribiendo novelas negras que iban directamente al cajón porque nadie se interesaba de verdad por el género, Urbina pensó que había llegado su momento con el boom que éste había experimentado gracias al tan inopinado como llamativo éxito editorial de la novela negra escandinava. De repente todo el mundo se interesaba por la novela negra. Al principio los lectores, se supone que encandilados por el exotismo de unas sociedades tan ricas, cultas e igualitarias donde todo parecía perfecto, pedían más autores escandinavos sin importar incluso su calidad literaria, bastaba la rotunda sonoridad de un apellido vikingo para saciar dicha curiosidad. Más tarde, más o menos cuando se agotó la vena de los escritores escandinavos de novela negra de un nivel cuanto menos aceptable y algunos listillos empezaron a ofrecer gato por liebre. De ese modo empezaron a llegar autores de novela negra de países como Estonia, Letonia y Lituania e incluso polacos, para no alejarse demasiado del Báltico. Luego volvieron su mirada hacia latitudes más lejanas y sociedades mucho más complejas, hacia el exotismo puro y duro de toda la vida. De ese modo no era extraño encontrar en los escaparates de las librerías una novela negra de un autor mongol con su comisario policial al uso y una trama clásica de asesinatos en serio cometidos dentro de las yurtas de los nómadas, o la biografía de un camello de origen maorí que descubría al respetable los bajos fondos de la también apariencia próspera y tranquila sociedad neozelandesa.
Entonces alguien se paró en seco y preguntó dónde estaba la novela negra española. Fue el momento de recuperar a los grandes, y sin embargo desconocidos o medio olvidados por el gran público, como Manuel Vázquez Montalbán, Alicia Jiménez Bartlett, Francisco González Ledesma, Juan Madrid, Andreu Martín entre tantos otros. También es la ocasión para nuevos valores que en seguida despuntan por sus propios méritos al estilo de Carlos Zanón, Rosa Ribas, Alexis Ravelo, Domingo Villar y también tantos otros.
Urbina cree que es su momento. El público está ya cansado, si no desengañado, de leer siempre la misma pero en un escenario diferente y más o menos exótico. Ahora se interesan por los que ocurre en su casa, descubren mundos que desconocían aunque los tenían al lado, fantasean a todas horas con tramas negras en su propia escalera, todo es susceptible de acabar en una novela negra. De ese modo aparecen novelas negras por doquier, se diría que cada provincia tiene su escritor de culto, que cualquier periodista o policía retirado tiene una historia que contar echando mano de su experiencia profesional, algunos incluso comienzan a mezclar géneros sin reparos y de ello resulta el boom de la novela negra con elementos exotéricos, mitológicos y hasta micológicos o enológicos, también la novela negra a lo guía turísticas, esto es, asesinos en serie que al tiempo que van cargándose gente te van enseñando los monumentos, costumbres y arqueologías de la ciudad, villa o aldea de mala muerte en la montaña donde ambientan la historia.
Hay tanta oferta de novela negra escrita en castellano que resulta ya imposible, no sólo despuntar, sino incluso vender más de cien ejemplares entre familiares, amigos y conocidos. Los medios no dan abasto para escoger entre las pilas de libros que les llegan a la redacción, así que se decantan por reseñar ya sólo a los consagrados y al de algún personaje público de mayor o menor relumbrón por cuya novela apuesta con toda la fuerza al uso el departamento de marketing de un gran grupo editorial.
Llegados a este punto, Urbina comprueba desconsolado que si antes era por desinterés que nadie quería publicar sus novelas, ahora es por todo lo contrario: hay demasiada oferta y para que una novela negra consiga atraer la atención del gran público ya no basta con que esté bien escrita y la trama atrape al lector desde un primer momento. Ahora debe concurrir un tercer factor, el cual además varía de una novela a otra porque resulta que, en cuanto una triunfa por mezclar, verbigracia, los asesinatos en serie con la mitología vasca, en seguida aparecen otras tantas del mismo estilo como hongos en otoño. Urbina incluso tiene que asistir a cómo figurones de los medios, de la farándula y hasta de la alta cocina, si es que ya no viene a ser lo mismo, ambientan tramas de chichinabo, planas en su inmensa mayoría, con inesperado éxito. No puede ser de otra manera, porque ahora solo triunfa la novela negra que se distingue de todas las demás por algo que poco o nada tiene que ver con el género en sí mismo. Dar con la tecla del éxito de una novela negra es como buscar una aguja en un pajar; puedes pasarte toda la vida puliendo tu estilo hasta escribir incluso mejor que el propio Vázquez Montalbán, recrear un territorio literario propio donde ubicar tus historias que no desmerezca en nada a las brumas galaicas de Villar, construir personajes lo más peculiares, o ya directamente patibularios, que uno pueda imaginar a lo Zanón, introducir elementos en principio extraños al género como podrían ser un equipo de baloncesto o un grupo de danzas asturianas, que nunca sabes cuándo y cómo caerás en gracia al gran público hasta acabar firmando ejemplares en grandes almacenes.
Así pues, Urbina asiste, tan perplejo como indignado, a cómo se le escapa la que creía la gran oportunidad de su vida para hacerse un hueco como autor de novela negra por culpa de una legión de diletantes a los que no se les ocurre otra cosa que mandar su novelita negra a las editoriales con las tramas más peregrinas y estrambóticas que uno pueda imaginar. Pero claro, tampoco las editoriales saben muy bien cómo dar con ese éxito comercial que, por muy escasa que sea la calidad literaria del libro, contribuya a cuadrar sus balances contables algo más que satisfactoriamente. De ese modo, las editoriales no dudan en echar al estanque todo tipo de cebo esperando que pique el lector por muy infame que sea éste.
Llegados a este punto, no es de extrañar que Urbina exclame a veces, cada vez más a menudo, que si fuera por él se cargaba con sus propias manos a todos los “paracaidistas” a los que, según él, les publican su primera novela negra única y exclusivamente porque son famosillos o tienen contactos en los medios. Para empezar, no dudaría en echarle la mano al cuello a ese locutor de radio que escribió, o al que le escribieron, una novelita, basada muy por encima en aquel asesino en serie al que llamaban el “Sacamantecas” y que tuvo aterrizada a su ciudad natal a principios del  siglo pasado. Hacía ya décadas que Urbina había escrito una novela basada en el mismo personaje. Una novela que siempre recibía la misma respuesta de las editoriales a las que había sido enviada: “…muy bien escrita y una trama muy trabada que no deja indiferente al autor. Sin embargo, juzgamos que sobran datos y que se recrea en exceso en las escenas truculentas, demasiado para el gusto del lector medio.” Urbina, por supuesto, se había negado en redondo a retocar su novela tal y como le habían pedido algunos editores interesados de verdad en su “El Rebañatripas”. Él se consideraba un escritor serio, y los escritores serios sólo escriben al dictado de su conciencia.
Su rabia hacia el locutor de radio era tanto que no encontró otro modo de aplacarla que escribir un relato en el que se contaba como un escritor resentido le rebañaba las tripas al autor de éxito en venganza por haberle arrebatado la idea de su novela. El relato lo público en un perfil falso de Facebook con el nombre de, cómo no, “El Rebañatripas”. Dos semanas más tarde la policía encontraba en un descampado el cadáver abierto en canal  y con todas las tripas al aire del locutor de radio y escritor de superventas. Urbina cerró de inmediato su perfil de Facebook.
Sin embargo, apenas un par de semanas más tarde, en una conocida ciudad costera próxima a la de Urbina y famosa en todo el mundo por su extraordinaria oferta gastronómica, apareció otro cadáver en similares circunstancias. Se trataba del famoso cocinero donostiarra Mikel Etxarri, al que le habían sacado todas sus tripas, se las habían cocinado, la policía supone que con un soplete, y se las habían servido en un plato colocado al lado del cadáver. La policía no tardó en descubrir que toda la macabra escena de lo sucedido a Etxarri, claro que, y al igual que en el relato anterior, siempre sin citar nunca su nombre ni ofrecer otro dato sobre la víctima que el de “un cocinero que escribe libros”, había sido descrita  con todo lujo de detalles en un relato aparecido en otro perfil falso de Facebook con el nombre de “La Cocina del Rebañatripas” La tercera víctima apareció varios meses más tarde flotando con todas sus tripas alrededor en la piscina de su residencia marbellí. Se trataba de una colaboradora de un programa de cotilleo que había hecho de su palmarés como corredora de alcobas de cierta alcurnia farandulera un inagotable filón televisivo y que, aprovechando sus altas cotas de popularidad, había sido convencida por uno de los grandes grupos editoriales del país para que rubricara con su nombre una novela ambientada en Marbella y en la que el negro de turno metería todo lo relacionado con la famosa localidad costera, desde los chanchullos urbanísticos de la época de Jesús Gil como alcalde y los de su sucesor al mando con la Pantoja de por medio, el tráfico de armas y blancas con varios jeques árabes implicados, a la vida a todo trapo y los patéticos empeños por parte de antiguas estrellas del cine y de la canción, por lo general retiradas o ya sólo de capa caída, por seguir copando a toda costa portadas de las revistas del corazón. Un libro que fue el más vendido del año a las pocas semanas de su aparición, y eso a pesar de las dudas más que razonables acerca de la autoría del mismo a la vista de que la oratoria de la susodicha colaboradora televisiva apenas merecía otro adjetivo que el de procaz.  
Y como en las anteriores ocasiones, Urbina también anunció en un relato publicado en un perfil falso de Facebook la muerte en circunstancias similares de una famosa anónima cuya descripción coincidía en casi todo con la víctima de la piscina. Sin embargo, en esta ocasión la brigada especializada en delitos informáticos de la Guardia Civil no tardó en identificar al responsable del falso perfil y relacionarlo con el asesinato de Marbella. Urbina fue detenido, juzgado y condenado a prisión permanente revisable. Al mismo tiempo, el mismo grupo editorial al que nos hemos referido antes publicó el libro de relatos sórdidos de Urbina, donde se incluían tanto los tres ya publicados en Facebook como media docena más pendientes de llevar a cabo. Y lo hizo con tal éxito, al cual, todo hay que decirlo, contribuyó en buena parte su promesa de completar su proyecto de literatura interactiva en cuanto un juez benevolente tuviera a bien concederle el tercer grado, que aquel año el libro de Urbina copó todos los rankings de ventas editoriales. Un éxito fulgurante y largamente ansiado que Urbina pudo disfrutar desde su retiro penitenciario, así lo denominaba él, hasta que su condena fue por fin revisada y pudo salir a la calle tras cumplir poco más de cinco años de cárcel; no por nada el éxito editorial vino acompañado de un sustancioso cheque y con éste también los servicios del mejor despacho de abogados de lo penal del país. Fue entonces cuando, a la pregunta de uno de los periodistas que le esperaba a la salida del talego, “¿Qué le llevó a escribir su libro?”, Urbina contestó, recordando al gran maestro: “Es preferible que la pobreza sea sórdida y no mediocre”.
Texto: © Txema Arinas, 2018.

martes, 23 de octubre de 2018

EL MURALISMO ES EL NUEVO MILENARISMO




Pues sí, lo de los murales tuvo su gracia en su momento, en su contexto, esto es, las paredes desnudas y deslucidas de lo Viejo. Y sí, le dieron "bizigarri" al barrio, como que ha dado hasta para una ruta para turistas. Todo muy mono, gran contraste con el medievo que los envuelve. Y también tienen su aquel los del barrio okupa de Errekaleor o ese otro reivindicativo de Zaramaga que proyecto la misma artista vitoriana, Irantzu Lekue, la misma que ahora pretende cubrir con el permiso del ayuntamiento la fachada del hotel AC de la Avenida y por el que los arquitectos han puesto el grito en el cielo ya que no se trata precisamente de un muro depauperado o deslucido de un edificio antiguo de lo Viejo o de esos de ladrillo caravista de un barrio obrero, sino más un bien un edificio moderno y de calidad, "una fachada de aplacado de piedra natural que vertebra los dos volúmenes del edificio", que critica el vocal de Cultura del COAVN, Ekain Jiménez Valencia.

A mi me pilla de cerca porque esa es la calle en la que crecí hasta los catorce o quince años. Sigue siendo la calle por la que paso cada dos o tres semanas en dirección a la actual de mi madre, y por lo tanto la que me trae tantos recuerdos de tierna infancia y golfa pubertad. Ya ha desaparecido la muchachada que jugábamos sobre la acera, ya nadie lo hace en ninguna parte, también muchas de las tiendas en las que hacía la compra a mi ama, de las que quedan algunas están irreconocibles y otras todo lo contrario, como si se hubiera congelado el tiempo y las personas que los regentan. Pero ahí está también el sucesor de ese otro hotel de mi infancia a cuya entrada había siempre un señor vestido de general que nos regañaba por jugar al balón delante de sus narices, que nos amenazaba con arrebatárnoslo para pincharlo, que juraba en hebreo con una donosura que creíamos propia de su cargo. Han ensanchado las aceras sobre las que ya no juega nadie, las han llenado de jardineras y hasta han hecho una especie de foso con jardines japoneses sobre el antiguo cauce del Abendaño-txiki.

La verdad es que ya todo da un poco como muy por culo, porque parece más un escaparate para los de fuera que para los vecinos. Por eso el mural de Irantzu, que es una chavala que me cae muy bien y de la que me encantan tanto sus otros murales como sus perfomances como aquella de los zapatos, y estoy seguro que si la dejan suelta con sus pinceles acaba pintándote un chimpancé meneándosela debajo de tu balcón, me parece ya la guinda del pastel que se traen entre manos algunos del ayuntamiento en su empeño de, ignorando una vez más que lo que de verdad nos singulariza y no es otra cosa que la Almendra y ahí está todo el potencial turístico de la ciudad, inventar lo que sea con tal de poder presumir de originales al lado de esas otras dos ciudades vecinas y hermanas a cuya sombra parecemos vivir en un eterno complejo de inferioridad. Simplemente no viene a cuento, no es necesario, ni siquiera embellece sino más bien todo lo contrario. Como que algo así vinieron a decir hace un par de semanas tres figurones de las artes plásticas de la ciudad, que el muralismo que no reivindica, ni siquiera provoca, como en Zaramaga o Errekaleor, ni es muralismo ni es nada, es como la cerveza sin alcohol o el sexo con una muñeca hinchable. Bueno, no sé si dijeron eso, pero sí algo parecido. Los de la Avenida es que "semos" muy "ansí"...

sábado, 20 de octubre de 2018

HISTORIAS DE LA ALMENDRA


Por fin en manos de su autor tras perseguir toda la mañana al cartero y acabar recogiendo el paquete en Correos. El jueves 25 lo presento en Le Basque de la Plaza del Machete en Vitoria-Gasteiz. Luego sí, faltaría, pintxopote que es jueves; nos ha jodido...

NERABE ALPROJAK




honako helbidean argiratutakoa:  http://uberan.eus/?komunitatea/Txema/item/nerabe-alprojak


Badut  gogoan, ia hatz artean paperera aldatzear, eta hein handi batean José Abello idazle asturiarraren “Jugadores de billar” edo Hemry Roth iparramerikarraren Requiem for Harlem nobela handiek iradokia, adiskide batzuen istorioa, non nerabezaroko egunak akordura ekarrita orduko neskekiko harreman beti gorabeheratsuak, bizitzari buruzko gogoetak eta batik bat lagun arteko tirabirak. Badaude idazgai dudan liburuan orduko nerabeek euren inguruko nesken kontura egin ohi zituzten komentario lizunak eta sarri askotan oiesak ere bai, nire garaiko nerabeok erabili ohi zuten matxismo gordinaren erakusgarri omen direnak behinik behin. Edo bestela esanda, nire nobelatxoko protagonistek euren inguruko emakumezkoekiko iruzkin zein jokaera batere xamurrak edo zintzoak izango ez zirenak egin ohi dituzte, besteak bete orduko zein noiznahiko nerabetxo gehienak emakumezkoekiko sekula xamurrak zein zintzoak izan ez baitira delako heziketa heteropatriarkala nagusi den aldetik feminismoak ondo asko erakutsi bezala. Nire istorioan auzoko nerabe beti berook nesken gorpuzkera lehentasun bakarra zuten, eta lehentasunetan lehentasun: bular sendo eta oparoak, ipurdi mardul borobilak, ezpain gori lodiak eta batik bat txima luzeak zein esku trebeak. Badakigu, nerabeak eta astapotroak ia beti antzeko-parezido. Lizunkeria nagusi zen euren solasean, ia hizpide bakarra. Izan ere, nire balizko nobelako protagonistok ez zituzten, ez, euren auzoan ezagun edo lagun zituzten nesken nortasunaren bertuteak eta oso hizpide izaten. Ez da, ordea, batere harritzekoa, gogoan idiarena etengabe eta edonon jotzea baino izaten ez zuten nerabeak baitziren. Halaber, nire protagonistok lagun baten etxeko ganbaran biltzen ziren elkarrekin kanpaia jotze aldera, ea nork besteek baino azkarrago hazia isurtzen zuen, auskalo non eta nola lapurtutako aldizkari porno baten zenbait orrialde argazkidun ganbarako paretetan zintzilik iradokizun gisa, sarri askotan ere euren gogo beroan gustuko zituzten auzoko nesken irudiak orrialdeotakoekin trukatuz.

Balizko nobela honetako hizkera, beraz, oso gordina litzateke, lizuna bezain zikina, orduko nerabeek erabilitakoa hain zuzen, orduko parametroetan zein orduko kaleko hitzetan. Gauzak horrela, nire galdera oso zuzena da: posible al litzateke gaur egun halakorik argitara eramatea, hau da, nire balizko nobelatxo gordin edo zantarra bezalako liburu bat zuzentasun politikoaren atzaparretan erori gabe, istorioaren nondik norakoak idazlearen beraren ustezko edo balizko pentsamolde matxistaren enegarrena bailiran hartzeke? Beldur naiz ezetz, zuzentasun politikoaren zaindariak oso zorrotzak, zikoitzak, hertsiak, ergelak izaten baitira fikzioaren mugak edo neurriak juzkatzerakoan.

Zer esanik ez euskal literaturan, non betidanik hain hedatua eta batez ere erlijioan errotua den euskal gizartearen puritanismo historikoarekin batera delako zuzentasun politikoa aspalditik nagusi omen den, ozta-ozta ahalguztiduna. Gure literaturan -ezin dugu ahaztu apaizek sustatua izan zela gehienbat- gehiegizko militantzia politikoki zuzena egon omen da, dela begiratu beato bat sexu kontuetan, dela oraintsu arte politika kontuetan gai nagusia ziren euskal abertzaletasunaren zein ETAren ingurukoak jorratzerakoan. Bai jaun-andreok, euskal gizartearen berezko otzantasun soziopolitikoa, hau da, guztiz otzanak gurean nagusi zen joera politikoarekiko, baina ez, noski, azken joera nagusi honek kontrako edo arerio zituenekiko, euskal literaturan ezin hobeto islatua omen dago, salbuespenak salbuespen, alafede.

Horrenbestez, eta gure ETAren ondorengo garaiotara etorrita, nire buruari galdetu nahi nioke ea gaur egun ere, batik bat feminismo kontuetan, betiko apaiz sasijakintsuen edo komisario politiko ahalguztidunen handiustekeria jatorraren mende gauden. Zer dela eta? Ikusi bestela zein den azken urteotako joera puritanoa edozein artelan epaitzerakoan, zein den euskal letretan ere nagusitzen ari den ortodoxia berria, eta baliteke euskal abertzaletasunarena epeldu ahala, batez ere feminismoaren interpretazio mehar edo hertsiegi baten partetik, hau da, inolako ñabardurak batere atsegin ez dituen feminismo murriztaile eta zirikatzaile bat, literaturan edozein sexu gehiegikeria, edozein  edo ez hain aspaldiko gizonezkoen jokaera sano matxistak baina aldi berean guztiz arruntak paperean azaltzea ere, errotik arbuiatzen dituena bekatu larria balira bezala, dena beti eta printzipioz gizonezkoen berenezko matxismoaren gorazarre, hau da, delako heteropatriarkatuaren enegarren adibidea balira bezala. Ez al da posible gaur egungo euskal literaturan, eta agian betiko naturalismoaren ildotik, gure nerabezaroko errealitatea bere gordinean azaltzea, hau da, nire balizko nobelako gazte alprojak egiatan ziren bezala, inolako diskurtso militanteari eutsi behar izan gabe, gogora datozkigun istorioak feminismoko ultraortodoxo berrien galbahetik pasa behar izan gabe, egileari berari inolako sanbenitorik eskegi behar izan gabe? Ba al dago lekurik ortodoxia honen aurrean disidentzia argi eta zintzo baterako? Ez al gara, beste behin ere, oso azkar eta erraz politikoki zuzenegiaren diktadurara makurtzen inork guk uste bezain aurrerakoiak edo sexuen arteko berdintasunaren aldekoak ez garela lepora ez diezagun? Ez al dago, beste behin ere, literaturan eta batez ere gai arantzatsuen aurrean, aiko-maiko edo beldurrez ibiltzeko, gauzak inor ez iraintzeko inguru-minguru idazteko, arriskurik? (Auto)zentsura ote? Nik uste dut lehen bezainbeste.

*Angel Olarteren “Golfillos” margolana

Txema Arinas, 2018/10/17

LA LEY DEL CLAN




Hay muchas formas de puritanismo y casi todas valen para disimular sentimientos o emociones poco honrosas. Entre otros, hay un puritanismo de clase que ve traidores en todos aquellos que parecen alejarse de sus orígenes porque progresan económica, social o ya tan solo culturalmente, a veces porque adquieren hábitos o aficiones que los autodesignados guardianes de los valores eternos o casi de su grey consideran impropios de alguien de su origen. 

Empero, es dentro de las familias donde ese puritanismo de clase se revela en toda su crudeza. Los puritanos de la familia, más bien del clan familiar, no perdonan a aquel de los suyos que, por lo que sea, pero sobre todo si es por sus propios méritos, progresa económica, social o simplemente intelectualmente. De hecho, llevan muy mal que uno de ellos haga dinero o destaque en cualquier ámbito que podía parecer vedado a los suyos, casi lo consideran un desdoro, como si a ellos les hiciera de menos. El susodicho se convierte de repente en un apestado, alguien que traiciona a los suyos porque no comparte el mismo impulso vital que estos, porque va por otro lado, mira al mundo de otra manera, disiente de esa otra estrecha y sobre todo del sempiterno y castrador igualitarismo del grupo por debajo. Entonces es apartado, ya no es uno más, es el traidor que les mira por encima del hombro y reniega de ellos y de su mundo. Da igual que sea mentira porque ellos prefieren darlo por cierto, así pueden justificar lo que sólo es envidia y sobre todo inquina hacia el que no sigue el camino marcado, hacia el que tiene la osadía de elegir el suyo propio, de actuar en la vida como un individuo libre y no una mera comparsa de los suyos. Si irse de casa es como matar al padre, hacerlo pensando por tu cuenta, y a veces a la contra de lo que es ley entre los tuyos, es como pegar fuego al caserón familiar con todo el clan dentro. Por eso cuando Sartre dice que "l'enfer sont les autres" los primeros de esos "otros" que le vienen a uno a la cabeza son la familia.

martes, 16 de octubre de 2018

TUMBUCTÚ




La revista iberoamericana Letralia me publica este articulico: https://letralia.com/articulos-y-reportajes/2018/10/14/tumbuctu/

Para los que nos apasiona la literatura de viajes hay ciudades míticas que son todo un género en sí. Ciudades cuyo solo nombre provoca un aluvión inmediato de referencias y citas literarias, que transporta a latitudes siempre lejanas y exóticas de necesidad. Se trata de ciudades no especialmente significativas en la historia de la humanidad, ciudades incluso al margen de ésta, recónditas, inaccesibles en muchos casos, a veces incluso simples reclamos para turistas por mor de una leyenda tan agrandada como explotada a conciencia por los profesionales del ramo. De ahí que su fama se deba no tanto a lo que se sabe de ellas, poco y casi siempre en boca de viajeros que exageraban sus méritos y con ello también los propios, como a lo que se presumía sobre ellas, que eran inconmensurablemente ricas, habitadas por seres extraños o maravillosos, siempre más cultos y civilizados que la masa anónima y salvaje que los rodeaba al otro lado de sus murallas, verdaderos islotes de lo excelso en medio de desiertos o al borde de las grandes rutas comerciales.
La literatura de viajes relacionada con Tumbuctú y otras ciudades de igual calado es casi el relato de las expediciones de tipos como el escocés Alexander Gordon Laing o los franceses René Caillé o Paul Jubert.
Uno de esos nombres es Tumbuctú. Su fonética ya ayudaba lo suyo, su localización al borde del desierto del Sahara, entre éste y el Sahel, a medio camino de la famosa ruta de la sal que comunicaba el Magreb con el África negra, apuntalaba la leyenda. De ella se sabía que era un crisol de etnias y culturas, fundada por tuaregs para ser luego convertida en la capital o niña mimada de los famosos imperios negros de Malí y Shongai, conquistada más tarde por los marroquíes y ya definitivamente por los franceses.
Su fama, en cambio, se debe sobre todo a su carácter de ciudad sagrada del Islam cuyo acceso estaba prohibido a los no musulmanes. Motivo, por otro lado, que suscitaba todo tipo de especulaciones acerca de las supuestas riquezas y maravillas que albergaba. Siendo así, no es de extrañar que los primeros europeos que se aventuraron en ella lo hicieran a escondidas, menos aún que a la vuelta procuraran adornar su hazaña con todo tipo de exageraciones, también entonces sabían venderse. De ese modo, la literatura de viajes relacionada con Tumbuctú y otras ciudades de igual calado es casi el relato de las expediciones de tipos como el escocés Alexander Gordon Laing o los franceses René Caillé o Paul Jubert. Todos ellos llegaron a su destino con grandes sacrificios y resultados desiguales: Caillé, que llegó a Tumbuctú disfrazado de árabe, regresó a su país, donde publicó un libro con el relato de su aventura, el cual lo convirtió en una celebridad; en cambio, Jubert fue apresado y vendido como esclavo para acabar sus días en el norte de África.
Así y todo, el eco que alcanzaron en su época estos expedicionarios no fue sino el enésimo ejemplo del eurocentrismo con el que se escribe la historia. El hecho es que se les considera los pioneros en llegar a la ciudad santa, pero es mentira, antes que ellos ya habían llegado otros europeos, sólo que éstos también eran musulmanes. Me refiero tanto al primero de ellos, el primer europeo conocido en llegar a Tumbuctú, el granadino León el Africano, esto es, Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, cuya azarosa vida dio a conocer el célebre escritor libanés en lengua francesa, Amin Maalouf, como a ese otro morisco español que, al mando de una expedición integrada en su mayoría por otros moriscos de origen español, conquistó la ciudad para el rey de Marruecos: Yuder Pachá.
De Yuder Pachá dice la leyenda, a saber hasta cuánto de apócrifa, que su nombre derivaba de la costumbre de éste de intercalar la expresión castellana “¡joder!” cuando hablaba árabe. Su vida es una verdadera de aventura al igual que la de León el Africano, una vida de huidas, éxitos y fracasos; pero lo verdaderamente maravilloso de la historia de Yuder Pachá es la herencia que él y los suyos dejaron en Tumbuctú, ya que la mayoría de los integrantes de la expedición morisca permanecieron en la ciudad y se fundieron con la población local, dando lugar a una etnia aparte dentro de las ya numerosas que habitaban la ciudad, la cual recibió el nombre de los arma, ni más ni menos que por las armas de fuego que portaban la mayoría de ellos y que fueron la causa de la derrota de los anteriores dueños de Tumbuctú. Lo curioso es que su rastro haya llegado a nuestros días, tal y como leí en su momento al reportero y escritor Chema Rodríguez en la crónica de su viaje a la ciudad santa, A orillas del Níger, y en el cual, además de recordarnos la historia de Yuder Pachá, también nos habla de su entrevista con el actual líder de los arma, Kalil Turé, y de cómo éste le contó que hubo un tiempo en que a la ciudad la llamaron la Granada del Níger por la impronta andalusí que los arma le habían dado a la ciudad; parece ser que al líder de los arma le gustaba cantar canciones de Julio Iglesias en francés. También le contó que la situación actual de Tumbuctú no podía ser más dramática, que a consecuencia de las sequías los tuaregs habían abandonado el desierto para concentrarse a las afueras de la ciudad, los pastores nómadas del Sahel se metían en las casas de las tierras de los agricultores y los conflictos se multiplicaban por todas partes. Por si fuera poco, el gran río había dejado de llegar a la ciudad y por ello el avance del desierto era imparable, con lo cual temía que éste acabaría comiéndose la ciudad con todo su patrimonio arquitectónico.
Pues bien, a saber cuánto queda hoy en día del mito tras haber sido liberada apenas hace unos pocos años de las garras de los talibanes de la zona, una facción tuareg seguidora del islamismo radical de inspiración talibán a la que le dio por destruir parte de ese patrimonio histórico-artístico que hacía única a Tumbuctú, y más en concreto la tumba de la famosa dinastía de emperadores negros Askia, los mausoleos de los santones islámicos tan comunes en el Islam norteafricano y la famosa puerta de la mezquita de Sidi Yeyia, todo patrimonio de la humanidad declarado por la Unesco.
Toda la propia tradición islámica de Tumbuctú es un ejemplo de ese islam de apertura, amante de las artes, de la literatura, las ciencias o de la medicina, la ciudad de las cien bibliotecas.
En cualquier caso, el enésimo ejemplo de la sinrazón de los fanáticos de turno, como ya ocurrió en su momento en Afganistán con los budas gigantes de Bamiyán, como era la regla general en la España de la Reconquista y de la cual la mezquita de Córdoba, la Alhambra y otros monumentos musulmanes apenas son la excepción que escapó al furor destructivo de los “reconquistadores” cristianos, sólo que en este caso se trata de musulmanes destruyendo monumentos de otros musulmanes. ¿Por qué? Porque, al contrario de lo que viene a ser el prejuicio generalizado, el lugar común a fuerza de coger la parte por el todo, la tendencia al simplismo resultante de la ignorancia autosatisfecha, no es tanto la propia religión la que induce a la intransigencia como la interpretación que hacen algunos de ésta. Por eso, y no es cuestión de extenderse en la historia interna de la cristiandad con la cruzada contra los cátaros, la Inquisición martillo de herejes y demás hitos de la intolerancia, merece la pena recordar que las principales víctimas del fanatismo islamista, las principales sobre todo por número y por la saña con la que se emplean los integristas contra ellos, son precisamente otros musulmanes, aquellos que no hacen una interpretación rigorista de las escrituras, que no se toman todo al pie de la letra, que se saben adaptar a los tiempos, que supeditan su fe a la razón, que por lo menos intentan adecuar ésta a los tiempos modernos, a los valores universales. Haberlos haylos, claro que sí, y no de ahora, como que toda la propia tradición islámica de Tumbuctú es un ejemplo de ese Islam de apertura, amante de las artes, de la literatura, las ciencias o de la medicina, la ciudad de las cien bibliotecas, de otras tantas escuelas y mezquitas, de la convivencia entre etnias y ramas diferentes de la misma fe. Puede que sólo sea el mito sobre una realidad no tan ideal como nos la pintan ahora, claro que sí, pero estos mitos no surgen de la nada, al menos no en ciudades que en el pasado se caracterizaron por todo lo contrario de lo que hablamos. Dicho de otro modo, Atenas representa la Grecia clásica en todo su esplendor, Esparta todo lo contrario. De hecho de Esparta ya sólo se acuerdan los neonazis y por el estilo como modelo de su sociedad perfecta, supongo que no muy distinta de esa otra de los talibanes y demás cabezas huecas.

lunes, 15 de octubre de 2018

MOROAK AL GARA BEHELAINO ARTEAN?



uberan.eus weborrian argitaratua; http://uberan.eus/?komunitatea/Txema/item/moroak-al-gara-behelaino-artean

Aspaldi bukatu nuen Joseba Sarrionandiaren MOROAK GARA BEHELAINO ARTEAN? Mardula bezain mamitsua, oso. Liburuaren izenburua Unamunoren olerki batetik hartuta dago eta ardatza edo bizkarrezurra amazigh herri sakabanatu eta gutxietsiaren historia, kultura eta hizkuntza. Azken hau jorratzeko hamaika datu eta ikuspuntu azaltzen digu Sarrionaindiak, dela Espainako Armadak Arrif aldean egindako sarraski konoliala, hau da, Abdelkrim arriftar buruzagi famatuaren zein Arrifeko Errepublikaren historia laburraren gorabeherak, dela arrif herriaren kultura zein hizkuntza ikasi eta ezagunarazten saiatu ziren hainbat pertsonai xelebreren bizipenak edo irakaspenak, hau da, arabista zein bereberzaleen zerrenda murritza eta esanguratsua, besteak beste Jose Lerchundi oriotarrarenak edo Pedro Sarrionaindia bizkaitarrarenak, biak frantziskanoak. Alde horretatik liburuaren ildo argumentala ikaragarri interesgarria begitandu egin zait, niretzat behintzat zirragarriak, izugarri maite dut-eta Marokoarekin  zein arabiar-bereber kutsuko edozein gairekin zerikusirik duen oro. Izan ere, espainarrek indarrez konkistatuko Ipar Marokoko hainbat gorabehera bortitz eta ezagun kontatzen ditu, pasadizo txit interesgarriak oroitarazten dizkigu, eta aldi berean ere hain ezagunak ez diren beste batzuk abondo garatzen ditu. Joseba Sarrionaindiak kontatzen ditu hamaika gauza Arrif izeneko eskualde bereberrari buruzkoak, hamaika gauza orain arte ez nekizkienak eta zinez gustatu zaizkidanak, batez ere hau guztiau harilkatuz Sarrionaindiaren benetako gogoa edo asmoa liburu hau idazterakoan ondo asko azaltzen hasten baita ezari-ezarian. 
Eta zein da Sarrionaindiaren helburua dokumentazio pilaketa itzel honen azpian, liburu ikaragarri mardul eta datuz gainezkako hau idazterakoan? Bada, nere ustean ezin ageriagoa da, euskaraz eta euskal nazioari buruzko gogoeta ustez sakon edo zorrotz bat egitea, ez besterik. Edonola ere, eta amazigh herriaren inguruko datu zein informazio andana alde batera lagata, Marokoko zein beste Ipar Afrikako arabiar edo berebiar herrietako historiari buruzko hainbat zertzelada arin-arin gainbegiratuta, halako gaiak hamaika aldiz lehenago ere ikusi zein irakurriagatik, liburuaren bigarren atala, saiakera antza duena argi eta garbi, Sarrionaindiaren Euskal Herriari buruzko gogoeta, izan liteke benetan eztabaidatzekoa hizpidera ekartzen duen paralelismoari erreparatu ezkero. Nik ez dut ordea gogo handirik halako itsaso zabal eta zital batean murgiltzeko, Sarrionaindiaren planteamenduari ez hain originala iritzita ere, ez zait batere taxuzkoa begitantzen egilearen euskal nazionalismoaren nondik norakoak azaltzeko zein zuritzeko munduko beste herri edo kultura txiki, kolonizatu edo benetan zapaldu batzuekin parekatzeko enegarren saio ageriegi eta apika sotil hau, berdin dit Canadako algonkinoak, Kaukasoko txetxenoak, Saharako imushakak edota Ipar Eskandinaviako saamiak diren, edo agian enegarren berrantolaketa ideologikoa, oraingoan hizkuntzari atxikita ezer baino lehen, non benetako euskal herria, hosts, subjektu politikoa, euskaldungoa baita, lurralde zehatz bati lotua ez dagoen euskaldunen herria, Historiak nola edo hala definitu duen herrialde batez haraindikoa, kolektibo moduko gizatalde berezi eta zehatz bat bere buruari nazio hitza ematen diona. Planteamendu bitxia bezain zaharra (Erdi Ahoan nazio hitza normalean hizkuntarekin lotuta baitzegoen), baina inondik ere ez zentzugabekoa Sarrionaindiak berak gogoan duen herri euskalduna oso lurralde historiko eta politikoki mugatu batean bizi baita. Gainera, herrialde honetako biztanle guztiak ez dira, Sarrionaindiak berak liburuan etengabe adieraztera eman arren, euskaldun hutsa, elebiduna ala hirueleduna baizik, edo bestela esanda ere; euskal herritar guztiak ez dira oso erraz moldatzen, ez osorik, berak azaltzen digun euskaltasunera. Dena dela, estimatzekoa da, oso, egindako saioa etorkizuneko euskal nazionalismoari buruz gogoeta egiteko; baina, nik uste dut abertzale zintzoa den Sarrionandiak, borodantea duela argudio nagusi azaleko edo balizko paralelismo hau 700 orrialdetan zehar ardazteko, eta ez sena. Hau da, bestalde, bere moduko abertzale zintzo eta sutsu gehienek egin ohi dutena; euren herrien errealitatea euren ametsetara moldatu nahia. Sarrionaindiak ez du aintzakotzat hartu nahi gaur egungo benetako Euskal Herria bere egiazko ezaugarri guzti-guztiekin, eta batez ere euskaldungoaren kontraesan zein berezitasun multzo ikaragarriarekin (besteak beste euskal hiztun asko eta askoren euskararekiko arduragabekeria), bai geografikoki, kulturalki edo linguistikoki. Ez ditu seriotan garatu nahi mendetako barne-kolonizazioak Euskal Herrian eta euskal herritarrongan eragindako errealitatea, Arrif aldeko biztanleekiko ustezko zein azaleko paralelismoa izorratuko ziokeelakoan edo.
  
Sarrionandiak galdetzen digu ea gu ere moroak garen arriftarren antzera,  hots, lausotutako herri edo nazio bat. Horrekin batera beste ia zeharkako galdera bat: gaur egungo Euskal Herria ba al dago ere behelaino artean? Edo bestela esanda, euskaldunak ez al gara kultura eta hizkuntza batzuen jabe ezerosoak, ez al gaude taxuzko nazio bat eraikitzeko asmoa gauzatzeko indarge mendetan zapalduak eta gureak ez diren beste bi nazio horien itzalpean? Badirudi Sarrionaindiak sinestarazi nahi digula moroak izaten jarraitzeari uzteko bide bakarra dagoena, berak erakusten diguna, besteei, amazigh zein moroei euren unean uneko zapaltzaileek sekula laga izan ez dietena. Guk badugu aukera bat egiazko nazio bat izateko euskaldun zintzoak izateari eustekotan, eta batez ere ezinbesteko borondatea eduki ezkero. Herri zinez aske bat izateko euskaraz bizi den herria izan behar genuke, alafede. Hortik aurrera auskalo, Euskal Herriaren independentziaren aldeko apustuaren zilegitasuna ondoriozta genezake menturaz; baina, beharbada honen egiazko ahalbidea guk ezagutzen dugun EHren errealitatea zer-nolakoa den betiere kontuan hartuta. Baina, ba al dugu egiatan gogo edo asmorik? Nik ez behintzat, ni banago aspaldion EHren independentziaren posibilitateari buruzko eztabaida edo egitasmo honetatik oso urrun. Izan ere, ez dit batere axola euskaldunak nazio klasiko edo formal bat garen ala ez, susmoa baitut gure herrian nazionalitate kotzeptua inoiz baino anitzagoa, zabalagoa, katramilatuagoa dela gure herkideen artean. Niri benetan inporta didana euskarak bizirautea da, eta batez ere hainbat ondoen, zabalen eta zintzoen indartzea. Eta ez, ez dut uste independentziak hori ziurtatuko zigula, Irlandan egin ez duen bezala, hizkuntzaren inguruko gatazka euskal herritarron artekoa delako, alegia. Halere, badakit Sarrionandiak aldiz eztabaidatzeko gogoeta dexente bota egin diela liburu honetan bere moduko gainontzeko abertzale zintzo-zintzoei. Hortaz, ez da nire arazoa independentziaren ahalbideak zeintzuk izan zitezkeen eztabaidatzea, eurena baizik. Sarrik oraingoz ez nau konbentzitu nire indarrak bere asmo edo gogoarekin gehi nitzan, eta ez dut uste geroan ere lortu egingo duenik bere moduko asko eta askok bezala gure herriaren egiazko errealitate triste edo gutxienez berezkoari muzin egiten jarraitu bitartean. Eta hau guztiau Sarrionaindiaren euskaltasunari buruzko ikuskera zer nolako murritza den alde batera lagata, auzi benetan potoloa baita euren modukoek Euskal Herria nola ikusi edo kontzebitzen duten hizpidera ekartzea.
Bestalde, eta liburuaren norabide ideologiko ezin ageriagoak beste behin aipatzeke, aitortu beharrean nago irakurketa goxo-goxoa egin zaidala aurreneko zatian, hau da, Arrifeko gaiak ezin txukun eta maitagarrien jorratzen dituena, datu pila eta izugarrizko erudizio edo dokumentazio lana hainbat eta hainbat euskal textu zahar, ezezagun, baina aldi berean denak gaiarekin lotuak ere, mahai gainean jartze aldera. Benetan eskertzekoa halako gauza mamitsu eta mardulak euskaraz irakurtzeko eskaintzen digun parada, ea ugaltzen diren halako exenpluak oso, berdin dit plazaratzen duten eztabaidagaia gogoko dudan ala ez, beharrean gaude-eta Sarrionandiak berak hor nonbait aipatzen duen gure kultura zein hizkuntzaren nolabaiteko eta benetako normalizazio baten onurako hain zuzen ere.

DEMASIADO PARA ÉL


Relato publicado en SOLONOVELANEGRA: https://punica.es/demasiado-para-el-relato-corto/

Le vamos a ser muy sinceros, señor comisario. Cándido era nuestro amigo, de la cuadrilla de toda la vida, nos conocíamos desde pequeños, a pocas personas querremos tanto como a él. Pero, no podemos negar lo obvio, ha sido él, claro que sí, quién si no.
-Estoy con mi amigo. Ha sido Cándido el que la ha matado. No puede ser otro. Pregunte también a este otro.
-¿A mí? No sé. Supongo que mis dos amigos estarán en lo cierto. Yo también me temía lo peor. Pero no de esta manera, nunca se me habría pasado por la cabeza que Cándido pudiera hacer algo así; ¡La ha tirado por el balcón!
-En cambio yo opino que ha sido lo más lógico dado el carácter de nuestro amigo. Demasiado sereno, cauto, cachazudo, sufrido incluso. La típica persona de la que jamás habrías esperado algo así; pero, que precisamente por eso, porque nunca había dado muestras de ser capaz de cometer una atrocidad semejante, cuando sucede, primero te sorprende, a mí desde luego me ha dejado en estado de shock, y ya luego, cuando por fin consigues reunir fuerzas para recapacitar sobre ello, empiezas a atar cabos y no te queda otra que reconocer que tampoco resulta tan extraño que un día reventara, precisamente por haber aguantado tanto durante años, y sobre todo del modo más desquiciado.
-Y fatídico.
-Pero eso que estás diciendo es una barbaridad. Prácticamente le estás echando la culpa a ella de la reacción de Cándido.
-No me malinterpretes. Ella no tiene la culpa de nada. Todo lo contrario, ella una verdadera santa, una persona excepcional que estuvo con nuestro amigo durante todos estos años a pesar de los feos que éste le hizo por culpa de su falta de seguridad.
-Tienes razón; nunca acabó de asimilar que una mujer como ella pudiera estar con un hombre como él.
-Es que no se la merecía.
-Eso será tu opinión. Ella lo quiso sin fisuras, jamás lo traicionó ni creo que se arrepintiera un solo día de estar con él.
-Pues ya tenía motivos para ello, ya.
-¿Por qué lo dices?
-Pues, hombre, porque teniendo motivos para ello.
-¿Insinúas que Cándido no estaba a su altura?
-Por favor, ya ha dicho éste que no se la merecía. ¿O no lo pensábamos todos?
-Hombre, no voy a negar que cuando nos enteramos de que estaban saliendo juntos nos sorprendió a todos. Guapa, alta, rubia, todo curvas; era una mujer de esas que al pasar te das la vuelta a mirarla por puro instinto; no se ve a una mujer así todos los días.
-Como te podías quedar un rato largo mirándola alejarse sin que se difuminara la impresión de que acababas de ver pasar a una diosa.
-Tú también te pasas un rato.
-Era lo que se dice un verdadero pibón.
-Lo más parecido a Charlize Theron que habremos visto en carne y hueso en toda nuestra vida.
-Y Cándido pues era Cándido…
-Una bellísima persona.
-Sí, porque en lo físico apenas lograba darle la réplica.
-Nunca le gustó el deporte.
-Pero hacía todo lo posible para mantenerse.
-Para mantenerla a ella a su lado más bien.
-Y eso que nunca le hizo falta porque ella estaba coladita por él.
-Sí, eso no se puede negar; desde el primer día.
-Algo tendría Cándido que la volvía loca.
-Pues no sería precisamente seguridad.
-¿Y eso?
-Recordad las veces que nos confesó que no podía más, que estaba tan convencido de que ella tarde o temprano lo iba a dejar que casi prefería ser él quien diera el primer paso. Decía que no podría soportar ser él el abandonado, que para él habría sido lo más parecido a reconocer que toda su vida había sido un fracaso.
-Porque el muy memo de él cifró todo su existencia en complacerla a toda costa, hasta el punto de que ella empezó a sentirse agobiada con tanto agasajo y dedicación, y no dudó en hacérselo saber.
-Ya me acuerdo. Más que su marido parecía su padre y ella su niña pequeña. A veces daba vergüenza ajena ver lo innecesariamente servicial que era con ella, como si no supiera valerse por sí misma, o cómo la adulaba constantemente, algo que en público, delante de nosotros sin ir más lejos, no sólo la ruborizaba, con el tiempo acabó también por irritarla sobremanera.
-Pero claro, después de irle a él con el cuento de que la tratara como solemos tratar nosotros a nuestras parejas, es decir, y después de varias décadas de convivencia, a decir verdad más como colegas que como amantes en continuo celo, Cándido se pasó al otro extremo y empezó a agobiarla con lo de que no sabía que hacía una mujer como ella con un mediocre como él, que la quería tanto que hasta le dolía que estuviera con simple chupatintas, aburrido y limitado como él y no con otro que supiera hacerla feliz de verdad, alguien que cumpliera las perspectivas que una mujer como ella debía desear casi que por instinto.
-Cómo no se iba a agobiar, si ella siempre lo había querido sin exigirle nada a cambio.
-El modo más puro y sincero de querer a nadie.
-Un amor verdadero como los de antes.
-Y el bobo de él venga a fustigarla con sus dudas, a cuestionar su amor cada día, a hacerle la vida imposible.
-Hasta que no pudo más y debió decirle que, ahora sí, ahora voy y te dejo porque por fin me he dado cuenta de que estás haciendo todo lo posible para que deje de quererte. Porque soy yo la que no está a tu altura. En realidad te gustaría estar con otra que no te costara querer como te pasa conmigo, que parece que te tienes que esforzar siempre en demostrarme lo mucho que me quieres, que me reprochas de continuo que te exijo un esfuerzo para estar conmigo que a mí no se me ha pasado nunca por la cabeza.
-En ese momento algo se debió cortocircuitar en la cabeza de Cándido.
-Como que no se lo pensó dos veces y la tiró por el balcón.
-Locura transitoria.
-De transitoria nada, Cándido llevaba tiempo perdiendo los papeles con ella.
-Un tarado, Cándido era un puto tarado.
-Pobre mujer, pudiendo haber estado con el que le hubiera dado la gana.
-Entonces, señor comisario, se trata de un caso de violencia de género o…
-Porque eso del crimen pasional ya como que no…
-Yo creo que como poco ha habido maltrato sicológico desde hace tiempo.
-Un tarado, nuestro amigo Cándido siempre fue un puto tarado.
-Y ahora además un asesino.
Texto: ©Txema Arinas, 2018.

¡QUEMADLAS TODAS!



Festividad de la banderita y así. Desfiles y otras gaitas del orgullo rojigualdo; la Rosa Quintana que dice que va a colgar la banderita para congraciarse con los idiotas que se intoxican a diario con su programa; patriotas. Aquí en Gasteiz han montado un partido de la euskal selekzioa contra la de Venezuela en plan contraprogamación; más patriotas. La cosa parece que va de sacar la banderita a pasear.

Y el caso es que reparas en unos y otros y acabas coligiendo que en el fondo todo es folclore. Siquiera aquí, en las cuadrillas de amigos que nos conocemos desde micos, hemos crecido juntos y cada cual ha hecho su vida por su cuenta sin perder nunca el contacto, nos solemos reunir, con mayor o menor frecuencia, y sin embargo suele ser común que haya gente de un extremo a otro del sistema banderizo que caracteriza la política vasca, vamos, desde el pepero rojigualdo en plan "dicemiviejoqueconfrancosevivíamejor" al bildutarra a lo Otegi es mi Mandela, pasando por apologistas del paraíso foral a lo jeltzale, ex-sordos desengañados de todo y podemitas nunca del todo convencidos porque el Coletas cae mal y Errejón no tanto. Cada cual de su padre o de su madre y siempre lo justo a la greña entre un bar y otro o alrededor de una mesa, por lo general para poder así seguir conviviendo en sana y picajosa camaradería y a veces casi que hasta queriéndonos. Ahora bien, eso así como de paisanos, porque luego ya imaginarse a cada cual con su respectiva banderita al hombro como que imposible; sería quedar y acabar a palos a los cinco minutos por un "quítame ese trapo de mi vista". De modo que, si lo piensas bien, a ver si van a ser las banderitas, los desfiles carnavalescos o las exhibiciones patrióticas de cada cual a lo pecho henchido, esto es, el folclore identitario con los símbolos cuasi sagrados de la tribu propia, el orgullo patriótico pero siempre en manada, el impasible ademán de marras o el ikusi mendizaleak del himno de turno. Pues eso, a ver si va a ser el folclore abanderado ese al que me refería antes lo que da de verdad por culo, lo que lo enrarece todo, lo que dificulta a algunos, muchos, sentarse a una mesa entre diferentes, lo que excluye de verdad. Eso y que tengo la convicción de que cuanto más se identifica uno con una bandera menos lo hace con la humanidad. ¡Quemadlas todas!