miércoles, 31 de marzo de 2021

PROGENIE DE SUSANA MARTÍN GIJÓN

 


Reseñica de PROGENIE de Susana Martin Gijón. Ya lo siento, pero el hartazgo, el abuso de la paciencia del lector, puede conmigo: https://www.solonovelanegra.es/progenie-de-susana-martin-gijon-por-txema-arinas/


Leo PROGENIE de Susana Martín Gijón y no puedo ponerme en el lugar de un editor al que le llega el manuscrito de la novela y no puede evitar saltar de alegría porque enseguida intuye que tiene entre las manos un éxito editorial en ciernes. No es para menos, Progenie de Susana Martín Gijón cumple con todos los requisitos para ser una novela de éxito inmediato entre los aficionados al género. Una novela de más de cuatrocientas páginas para tener ocupado, entretenido, al lector el tiempo suficiente para que, una vez que ha llegado a la última página, concluya que ha merecido la pena el tiempo invertido en su lectura por muy reiterativas o innecesarias que sean muchas de las páginas.

Una sospecha que la autora consigue disimular muy bien gracias a una escritura muy eficaz de frases y capítulos muy cortos, la mayoría de ellos apoyados sobre todo en diálogos muy bien trabados, excelente manejo del castellano coloquial sin caer en excesos localistas que ralentizarían la lectura a un lector no familiarizado con el habla sevillana, los cuales llevan a lector de un lado a otro, ya sean escenarios o situaciones personales de la cotidianidad de cada personaje, a una velocidad de vértigo. Todo ello al servicio de una trama que gira alrededor de un asesino en serie que deja, no solo un reguero de muertos a sus espaldas, sino también de pistas, en este caso objetos de bebé, que sirven para estimular todavía más la expectación del lector.

Una trama que la autora alambica todo lo que puede hasta derivar en una resolución del crimen lo suficientemente sorprendente, inesperada, con fuegos de artificio y final feliz por todo lo grande, como para rubricar la convicción del amante de este tipo de tramas de que se lo ha currado más de lo estrictamente necesario. Por otro lado, la novela está ambientada en un entorno tan atractivo como puede ser la Sevilla de nuestros días, esto es, un escenario para la trama que aporta los imprescindibles apuntes de la idiosincrasia del lugar para poder así distinguirse de otras novelas de éxito con asesino en serie publicadas en los últimos tiempos y que, por lo general, acostumbran a localizarse en su mayor parte en Madrid o Barcelona.

Con todo, y tal y como es de rigor en el género, el principal estímulo de la historia no es otro que el protagonista, una inspectora de trato demasiado directo para lo que es la regla a su alrededor, brusco incluso, bastante huraña y en constante riña con las convecciones sociales de su entorno, en especial con aquellas que cuestionan su independencia o que obstaculizan su trabajo.

Faltaría más, es lo que toca ahora tras décadas de preeminencia masculina en esto de la novela negra, donde abundan tanto el prototipo del inspector o detective chanderliano a los Philip Marlowe con su testosterona a rebosar y su encanto canalla, como su antítesis, esto es, el inspector o detective más calmado, sobrio, compasivo y reflexivo y cuyo encanto reside sobre todo en su cercanía, incluso su bonhomía, a lo Jules Maigret de George Simenon. La inspectora Camino de la novela que nos ocupa pertenece sin lugar a duda al primer tipo, el de los inspectores que van por libre siempre que pueden y tiran ante todo de corazonada, aunque para ello tengan que ir dando codazos a diestro y siniestro, y, en consecuencia, cayendo mal a todo el mundo.

Una prota con su cohorte de secundarios, subordinados, cada cual con su particular registro de manías, situaciones personales más o menos comprometidas, o cuentas pendientes con su superiora. Un interesante ramillete de egos que ayudan a que el peso narrativo de la trama no se concentre exclusivamente en la inspectora. En todo caso, y por muy interesantes que resulten algunos de estos personajes secundarios como la subinspectora Lupe con sus líos domésticos o el oficial Molina con lo de su entrepierna, nunca olvidamos que a la cabeza de todos estos se encuentra una inspectora que, no solo no desmerece en cuanto a carácter y resolución a los protagonistas masculinos del género, sino que además esa perspectiva de las cosas exclusivamente femenina, tan necesaria para el contraste con lo que venía ser lo habitual en el género, tan en guardia con los micromachismos del día a día, resulta tan necesaria como actual.

Ahora bien, creo que en la novela no conviene abusar de la denuncia inmediata, instintiva, innecesaria a los ojos de un lector, tan avezado como sensibilizado con el tema, que no necesita que le señalen las cosas con el dedo, de los todavía innumerables ejemplos de micromachismos que todavía existen en nuestra sociedad, para no correr el riesgo de caer en un estereotipo de nuevo cuño, esto es, protagonista femenino con la sensibilidad a flor de piel al mínimo roce con el capullo machista de rigor, militante hasta cuando no viene al caso, casi que por pura apariencia. Lo digo porque, del mismo modo que los estereotipos masculinos del género repetían hasta la saciedad ciertos tics, tan del estilo del macho perdonavidas y picaflor a lo Philip Marlowe e incluso Pepe Carbalho, y a tenor del denominador común que parece imponerse en la construcción de una buena parte de los protagonistas femeninos de la actual novela negra, tengo la sospecha de que nos encontramos ante la inminente aparición de su reverso femenino.

Un cliché femenino que podría derivar en lo que derivó hace ya tiempo ese otro masculino, es decir, en la reiteración de actitudes, situaciones o ideas que, a fuerza de querer reflejar esa nueva feminidad sin complejos ni sumisiones de nuestra época, en relato acaba resultando bastante forzada, metida a calzador. Tanto como para que, en el caso de abusar demasiado del personaje femenino instintivamente hosco y a la defensiva por principio con el género apuesto, por lo que se ve tan en boga en las nóvelas de última hornada, llegue a dar origen a un subgénero negro muy similar a ese otro de lo que fueron las novelas hard-boiled como Triste, Solitario y final (1973), de Osvaldo Soriano, o The Buenos Aires affair (1973), de Manuel Puig y, sobre todo, Los Asesinos las prefieren rubias (1974) de Juan Carlos Martini, donde la masculinidad de los personajes ahora se tildaría de tóxica y con razón, degeneran directamente en la parodia. Recalco esto último porque en el repaso de los ingredientes hasta ahora citados que a mi juicio harían las delicias de un editor en la convicción de que son precisamente la clave del éxito comercial de una novela del género, también se vislumbra cada vez con más nitidez el peligro de que esta fórmula de éxito acabe derivando en la autoparodia.

De modo que, si yo fuera ese editor sediento de un éxito comercial para equilibrar la balanza de pagos de mi negocio, no tendría la más mínima duda en publicar el manuscrito de Progenie. Se trata, ni más ni menos, del tipo de novela policial que vende como rosquillas porque satisface a la perfección los gustos en boga de los aficionados del género, esto es, una lectura no ya “políticamente adaptada a los tiempos”, vamos, que no desentona, ni por sus personajes ni por la trama, de lo que cualquier lector medio consideraría lo correcto antes de llevarse las manos a la cabeza ante un planteamiento demasiado osado, provocativo, crítico, sino también fácil, o sobre todo trepidante, de esas que te dejan sin aliento de la emoción al descubrir que la cosa todavía se complica todavía un poco más con las consabidas dosis de morbo.

Dicho de otro modo, si los libros de Carmen Mola han funcionado a la perfección, hasta el punto de que su primera novela, La Novia Gitana (2018) ha dado en una trilogía en toda regla como suele ser lo habitual cuando hay taquillazo de por medio, por qué no iba hacerlo Progenie de Susana Martín Gijón. Puede que así sea, puede, porque dudo mucho que, exceptuando los pejigueros de rigor, Progenie decepcione a los que disfrutaron con los libros de Mola teniendo en cuenta que como novela policiaca funciona a la perfección dado que cumple con todos los requisitos. Así que nada que objetar.

Sin embargo, si abandono mi papel de hipotético editor, cazador más bien, de éxitos comerciales, y regreso al de mero aficionado del género negro, no me queda otra que poner el grito en el cielo cuando, además de haber perdido mi tiempo intentando encontrar a lo largo de más de cuatrocientas páginas el verdadero aliciente intelectual para seguir hasta el final, sospecho que, una vez más, me quieren vender gato por liebre, o lo que es lo mismo, hacer pasar por negra lo que solo es una novela policiaca más, y eso por muy bien escrita y estructurada que esté, que insisto que lo está, con el pretexto de que en ella se tratan temas como machismo, maternidad, violencia de género, homosexualidad, custodias compartidas en las separaciones, conciliación de la vida laboral y la personal, las mujeres en la policía… Me cabreo, claro que sí, porque cualquier amante del género negro es capaz de discernir enseguida cuándo esos temas, este totum revolutum, son poco más que pinceladas para hacer más atractiva la trama esencialmente policial, esto es, como parte del decorado y poco más, y cuando la razón de ser de la trama del libro, siquiera ya solo de la historia que ahí se cuenta.

Porque, insisto una vez más, en contra de los que confunden insistentemente lo negro con lo policial, en la novela negra la trama siempre es secundaria, apenas la excusa o el hilo conductivo para retratar un aspecto cualquiera, si bien por lo general relacionado con el crimen en cualquiera de sus formas, de nuestras sociedades, siquiera ya solo para el retrato de personajes expuestos a cualquier eventualidad relacionada con el crimen. Por eso la resolución del crimen siempre es lo de menos, apenas un trámite, a veces ni siquiera es necesario; como que tengo para mí que las tramas sin resolver son en sí mismas de una perplejidad poética inaguantable.

Pero no solo eso, también soy de la opinión de que la novela negra además tiene que aspirar a algo más que la exposición cronológica o no, más o menos realista o ya solo verosímil, de unos hechos concretos relacionados con cualquiera de las formas que puede tener el crimen. La novela negra, siquiera ya solo para merecer el apelativo de calidad, no debe renunciar a la ambición literaria, esto es, a que el autor pretenda valerse de su historia para hacernos llegar su particular visión de las cosas, siquiera ya solo a través de esa mirada más o menos lírica, crítica, irónica, puede que descarnada y todo lo que se le pueda añadir, pero siempre personal, original acaso, con la que observa el mundo y que constituye eso que denominamos estilo propio. Yo, al menos, es lo que encuentro en las novelas de Manolo Vázquez Montalbán, Alicia Jiménez Bartlett, Carlos Zanón, Alexis Ravelo, Juan Madrid o Paco Gómez Escribano, por citar unos pocos de los escritores de novela negra españoles que en opinión dignifican el género.

Pero claro, todo esto es la convicción de que lo que ofrece Progenie de Susana Martín Gijón sea única y exclusivamente un producto para entretener, tal y como parece estar establecido que es la razón de ser principal, si no única, de la novela policial. Porque puede que no, que sea yo el que esté equivocado y resulte que, y esto si hacemos caso tanto a las editoriales o a los medios que nos venden una cosa por otra, la distinción que hago entre lo negro y lo policial sea tan tenue que en realidad no existe, que solo sea una cuestión de matices que resulta imposible de establecer por lo muy subjetivo de estos, motivo que explica porque ninguno de los autores que a mí me parecen de novela policial en exclusiva se reconocen como tales y no dudan en reivindicarse del género negro con todas las de la ley, siquiera ya solo porque no están dispuestos a renunciar al prestigio que conlleva ser considerados como tales, y, claro, quién soy yo para decir lo contrario, para decir que en el entretenimiento puro y duro de Progenie de Susana Martín Gijón no hay destellos de verdadera novela negra. Pues eso, una opinión más en un mundo donde hay tantas como culos.

 

©Reseña: Txema Arinas, 2021.

sábado, 27 de marzo de 2021

ERNAMUINAK


 Iraganaren antzezlekuan oroitzapenak dira alperrik erretako bizitza baten txingarrak


Udaberri hasieran etxeko "perrien" ernamuindutako arboletako loreen bozkarioa

Aspaldian ez bezala gaur egun nahitaez hunkitzen ninduten itxaropen printza ederrak

Aldamenean gure aitaren errautsen gainean etengabe koskortzen ari den gerizondoa

Nire inguruari so halabeharrez eta errukigabe amiltzen ari den leinu arrunt baten hondarrak

Dena izan da neke, oinaze, zorigaitz: arboletako fruituak inoiz goxatzen ez zekitenen sufrikarioa

Lurrean haimaka min, deseingainu, porrot eta damurekin batera utziko ditugun zuztarrak

Bai, egia da, gurean bizitzaren sentimendu trajikoaren kontua da benetako tara genetikoa. 

LO DE ESTOS ÚLTIMOS DÍAS


Leo lo del barco encallado en el Canal de Suez y enseguida me acuerdo de que yo estuve allí hace muchos años. Íbamos en un monovolumen y veíamos a esos mastodontes marinos como el de la noticia cruzar el canal paralelos a la carretera que nos llevaba hacia el Sinaí. Luego recuerdo haber parado en una antigua base militar israelí de cuando arrebataron la península a los egipcios tras derrotarlos en la guerra aquella en la que estos iban a echar a los judíos al mar junto con los ejércitos de otros países árabes. Ahora la custodia el ejército egipcio para vigilar el tráfico del canal, o yo qué sé. Recuerdo que los soldados que nos enseñaron los vestigios de sus sucesivas derrotas contra el ejército israelí -si bien ellos, faltaría más, contaban la Histotia de otra manera- eran la mar de simpáticos, a la par que desaliñados. Pero, sobre todo, cachondos, lo estaban mucho, como casi todos los varones en aquel país en cuanto veían una extranjera en vaqueros o bermudas; había que ver cómo se les iban las manos a los traseros de las féminas que nos acompañaban sin hacer distinciones de edad o morros. Luego ya solo recuerdo que hacía un calor infernal y que yo solo deseaba llegar de una puta vez al hotel en el Sinaí.

Por otro lado, leo las circunstancias del tremendo atasco provocado por el megabarco de marras, en especial cómo influye en la subida del precio del crudo, y no puedo evitar que se me dispare la imaginación. Sí, atisbo un novelón de intriga y aventuras. La historia del capitán, o quien fuera el responsable, que encalló su barco a propósito para alterar el mercado de la noche a la mañana y permitir así que los especuladores de turno hicieran el negocio del siglo, previo pago de la correspondiente comisión.

Sí, ya, no lo puedo evitar



Suma y sigue.

El diputado del PP Diego Movellán ha afirmado este lunes en el Congreso, ante la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que en Unidas Podemos «las mujeres solo suben en el escalafón si se agarran bien fuerte a una coleta». Y yo me pregunto qué tendrá el PP, o su comparsa, Vox, para albergar en su seno tanto hijo de puta, tanto canalla malnacido, tanta escoria humana, por metro cuadrado. Y así en general, todo lo peor que habita entre nosotros, que te encuentras con un miserable de esos que Machado describía como "mala gente que camina y va apestando la tierra", y enseguida piensas que es de los suyos.



UN PÍCARO RECADERO

Ayer a los postres, hablando con mi compañera sobre los tipos y marcas de cafés que había cuando éramos críos -aunque yo me lo he quitado por la cosa de la tensión y tomo descafeinado en la calle y achicoria en casa-, le comentaba que mi madre me solía mandar siempre a comprar mitad torrefacto y mitad tostado a la tienda que la Brasilela tenía en la esquina de la calle de la Avenida Gasteiz donde vivía de pequeño. Entonces me acordé de la joven dependienta alta y de larga melena morena que me atendía con una simpatía que entonces creía para mí en exclusiva. Aquella moza me tenía obnubilado con once o doce años, no sé, puede que hasta con menos. De hecho, era mandarme mi madre a la Brasileña y bajar con una sonrisa y algo más.

Yo era un mico y no recuerdo un deseo especialmente libidinoso hacia aquella chavala de la Brasileña, como que dudo mucho de que en mi imaginación hubiera mucho margen para escenas eróticas de ningún tipo, entre otras cosas, porque todavía tenían que pasar un par de años para que comenzara ya en serio mi carrera de onanista compulsivo hasta la fecha. Así que, todo lo más, poluciones nocturnas y por el estilo, vamos, aquello que nos explicó el Arrillaga el primen día de las clases de sexualidad sobre lo de soñar que íbamos en bicicleta y sentir que de repente se nos había caído el sillín; no sé, algo así, si soy sincero todavía no he llegado a entender muy bien... En cualquier caso, qué podía pretender un crío de mi edad que no fuera babear delante de un dependienta, esto es, ya en plan más fino, casi lírico y tal, recrearse ante la maravilla de la belleza trémula y voluptuosa de las muchachas en la flor de la vida.

Claro que entonces también recordé que aquel sentimiento de perplejidad ante la irresistible atracción que algunas féminas provocaban en mi conciencia todavía infantil no era exclusiva de mis visitas a la tienda de la Brasileña. En la pollería de la calle Gorbea, justo enfrente del bar Albizu donde también le echaba a la "vieja" la quiniela y que luego se llamó El Verdi (tengo para mi que este ejercicio de la memoria toponímica del callejero es una manera de hacerlo también con nuestra infancia) y adonde me mandaba mi madre a por huevos y pechugas de pollo, también había una dependienta, esta ya recuerdo que de una voluptuosidad que era imposible disociar de las pechugas que se exhibían en la vitrina. Una chavala tan simpática como lozana y de la que recuerdo que tenía también una sonrisa preciosa, la cual probablemente fuera la responsable de que volviera a casa con aquella huevera metálica en alto mirando embobado a los huevos, y no tanto por miedo a que fueran a romperse, como porque la imaginación se me iba por los cerros de Úbeda. Otro tanto cuando volvía, además por el mismo camino, con dos bolsas de leche del día, de las de Beyena, en cada mano, cómo se escurrían, y mi cabeza hacia asociaciones de ideas que mejor me reservo para no dar una falsa imagen del niño inocente y sobre todo pasmado que yo era.

Y en Fernández de Leceta, detrás de mi casa de la Avenida, la hija de los dueños de la Carnicería Elvira. O las chavalas donde La Manoli, o sería la Encarni, o la Mariví, no sé, en la calle Badaya; la de kilos de peras, manzanas y melones que le compraría a mi madre en aquel colmado. ¿Y la hija de la pescatera de Beato Tomás de Zumarraga? Pero para chavalas ya más finas, elegantes, siquiera porque no se remangaban y, en lugar de recogerse el pelo para que no les molestara mientras atendían, solían arreglarse más, eso y que en mi desquiciada memoria preadolescente se me antojan en su mayor parte rubias, eso ya no me pregunten por qué, las dependientas de las farmacias; cada semana siempre una o varias botellas de agua destilada.

Recuerdos inocentes, sí, más de pícaro con sonrisa inocente que de pajillero con mirada digna de una orden de alejamiento, más de perplejo mozalbete en el despertar de su sexualidad que golfillo rijoso haciendo acopio de imágenes para luego recrearse con ellas en la soledad de su habitación, pero que, tras hacer un somero repaso de aquellos rostros y cuerpos que ya prácticamente habían desaparecido de mi memoria, me hacen concluir que, además de ser ya entonces un pequeño demonio del heteropatriarcado o algo así, por lo de pasarme casi todo el día de un lado a otro medio empalmado o sin medio, como para que luego vaya mi vieja y se enfade cuando le digo que me tuvo media infancia haciéndole recados. Eso y que, a tenor del careto que me ponía mi señora mientras compartía esto recuerdos, la verdad es que sí, un poco gilipollas sí que estoy hecho, sí.




"¡Vete al médico!" le suelta el diputado pepero Carmelo Romero a Iñigo Errejón cuando este hablaba del problema de las enfermedades mentales. Un "¡Vete al médico!" que recuerda aquella otra ignominiosa frase de "¡Que se jodan!" que espetó la también diputada pepera Andrea Fabra -sí, la hija del condenado por fraude y cacique inmemorial de Castellón Carlos Fabra...- cuando un ministro del gobierno de Rajoy detallaba los recortes a los parados. Dos frases para la ignominia entre otras tantas, claro.
Que cómo puede ser semejante falta de respeto, de decoro, cómo es posible que un diputado del Congreso demuestre tanto encono hacia otros cuando se tratan temas que afectan de verdad a los ciudadanos de a pie. Pues es evidente que porque a los señores peperos les importa una higa lo que afecta de verdad a los ciudadanos de a pie, incluso se diría que les irrita y hasta aburre. De ahí que a veces no puedan reprimirse, de puro fastidio, y se les escape a voz en grito lo que piensan de verdad.
Y ahora dime demagogo y hasta radical si afirmo que no puede ser casualidad, no, que la gente de peor calaña que hay en la sociedad, la que se le ve a la legua que está donde está única y exclusivamente para lo de poner el cazo, siquiera ya solo para custodiar lo suyo y poco más, la que defiende con uñas y dientes sus privilegios y chanchullos frente al bien común, está en el PP como perfecto sindicato de criminales y sinvergüenzas que es y para de contar.
Y si tenéis alguna duda, antes de ponerme pega alguna, ya sabéis, id y preguntad por Bárcenas...

Pobre Iglesias, el saco de todas las hostias, y no solo por méritos propios, no solo. Ahora hasta la candidata de Más Madrid se apunta a la fobia contra su persona, esa fobia inducida desde el sistema, el cual dicen que cuestiona con sus pujos republicanos y un comunismo que no ha aparecido nunca en ninguno de los programas electorales de su partido, socialdemocracia puesta a punto, acaso un poco más convencida, atrevida y poco más, lo que se puede, incluso se debe y gracias. Una campaña de acoso y derribo contra él y su partido perfectamente orquestada desde los poderes fácticos por todos conocidos, con todos los medios a su alcance, la famosa Brunete mediática que ya dijo otro..., que lo denigra a cuenta de cualquier nadería que nunca es motivo del mismo encono y persecución en otros, "a ver esa facturita de chuches, esas vacaciones playeras en no sé dónde o una comida en un asador castellano con orujos y puros a los postres, ¿acaso no son rojos?, ¿con qué derecho entonces pretenden entonces disfrutar de la vida como el resto de los mortales?, escándalo seguro, montañas a partir de granos de arena, a ver qué les sacamos aunque sea solo para ponerlos en la palestra durante unas semanas, que vea la gente que para corruptos ellos, ríete del Egea comprando diputados murcianos al peso, y ya luego si eso, esto es, cuando salga la sentencia exculpatoria de costumbre, que rectifique su puta madre". Una campaña de una insidia tan descarada y grotesca que abochorna y mucho hasta a los que no somos podemitas; pero, que cala a la perfección entre la gente tenida a sí misma de decente y orden, con los pies en el suelo y toda la monserga reaccionaria al uso, siquiera ya solo temerosa de lo que le dicen que tiene que temer, yo diría que hasta contenta de tener una cabeza de turno a la que odiar mientras hacen la vista gorda con todos los demás. Así que va la doctora García, rechaza la oferta de unidad de Iglesias, y, ya de paso, tacha a este de machirulo por atreverse a proponerle un lista en la que él iría de segundo, de se-gun-do, esto es, una lista encabezada por ella, que es la que en mi opinión debería disputar la presidencia a Ayuso, y en la que lo del líder de Podemos es más un aldabonazo mediático que otra cosa, y eso sin que pueda medir con cuánto de verdadero gancho entre la gente de izquierda, o puede que todo lo contrario a tenor de lo pasado en las últimas elecciones locales en Madrid. De ese modo, puede que un Iglesias como principal cabeza de la oposición fuera incluso contraproducente, un problema añadido antes que una solución, sobre todo, teniendo en cuenta la campaña-trampa que el MAR le ha diseñado a la Ayuso para que todo se desarrolle en el fango convencidos de que el nivel intelectual del electorado también está a la misma altura.

¿Miedo a ser eclipsada por la figura mediática y política de un Iglesias en retirada, y eso tras haber hecho lo más atinado de toda su carrera política, algo que, tranquilos, tampoco le reconocerán sino todo lo contrario, reconocer que su momento ya ha pasado dando un paso atrás para poner al frente de su formación a la ministra mejor valorada, Yolanda Diaz? ¿Feminismo mal entendido, peor aun, como coartada barata y cada vez más preocupante y hasta obscena, un "mansplaining" inaceptable sólo porque el líder de Podemos tiene polla, al confundir, o más bien querer confundir, la condición masculina de Iglesias con esa otra de líder natural de Podemos, y, por mucho que les pique a sus legiones de furibundos "odiadores", que no críticos, a derecha y también izquierda, figura ya histórica de la izquierda española con todos sus claroscuros, en especial sus increíbles meteduras de pata, no me vaya a hacer sombra después de lo mucho que me lo he currado en la Asamblea de Madrid? ¿Acaso hay tiempo para andarse con exquisiteces procedimentales, que si no son modos porque lo que tenía que haber hecho es tal o cual? ¿Incapacidad innata de la izquierda para reconocer las prioridades políticas de cada momento histórico por culpa de su ceguera banderiza, sus pejigueras ideológicas o, más bien, la insoportable vanidad de los egos de cada cual?

Lo que sea, pero está claro que quienes están dispuestos a repetir el error que los llevó a perder el gobierno de la Comunidad Madrileña en las pasadas elecciones, la división de la izquierda alternativa al PSOE, no merecen respeto alguno. Tienen lo que se merecen, y mucho me temo que en este caso será un gobierno orgullosamente "fascista", Ayuso dixit et Monasterio dictante, ya sea por obra y gracia de los méritos populistas de los otros como de su propia y tenaz inoperancia. En Madrid van a privatizar hasta las ganas de morirse, si es que no lo están ya. Paraíso liberal, toda la libertad del mundo para los que se la puedan pagar; el resto a joderse; pero, no lo digas, no seas comunista. Comunismo o libertad, dicen los que anteponen siembre los caprichos de su ombligo a las necesidades del común. 

AZKEN EGUNOTAKOA



Dagoen katearik handi, zital eta etsigarriena gainerakoen zuri buruzko iritzi eta batik bat aurreiritzien mende bizi izatea da, hau da, besteek zure bizitzan esaterik balute bezala jokatzea, euren ikus/pentsamoldeen zein konplexuen morroi ezinbestez izan behar bagina bezala. Ez gara, ez, morroiak izateko jaio, gure buruaren jabe baino.




Maparen ironia zorrotza alde batera utzita, bada, beste behin ere, benetan bitxia euskararen mugen kontura euskalkiak bizirik omen dauden eremua aintzat hartu izana bakar-bakarrik, hiriburuetan, 60 urteetatik hona gutxienez, euskara sustatu, hedatu eta batik bat jorratzeko mugimendu potolo bat inoiz egon ez balitz bezala, hau da, ikastoletan, ikastegietan, euren kabuz edota euskalkien eremutik hirietara aldatutako gurasoek etxean irakatsitako euskaldun kupuru mardul bat ez balego eta honekin batera hiriburuetako euskalgintza. Gasteizen bertan euskadunak %24,32 dira ahotsak.eus weborrian azaltzen denez, beste datu batzuen arabera handiagoa. Jakin badakigu euren burua euskalduntzat duten asko eta asko egiazko euskaltzaleak ez direla, hau da, euskaraz apenas egiten dutela, asko eta asko ikastola edo ikastegietatik irten orduko bazter uzten dutela hizkuntza, jakin bai baina egin ia sekula ez; baina, hala eta guztiz ere, badago kopuru polit bat euskaraz bizi egiten dela gure hiriburuetan, hau da, hiri-euskeraz egiten duena nola edo hala, gehienbat batua garbia edo euskalkien hainbat zipriztinez, hiri-euskalgintza sustatu, hedatu eta jorratzen duena. Halere, egia da gure hiriburuetan erdara nagusi, ahalguztiduna, dela. Are okerragorik, hirietan sakabanaturik edo dauden euskalguneetatik at ia ikustezina euren parean euskaraz egiten duten norbaitzuk izanda ere. Gauzak horrela, ezta batere harritzekoa aurreko astean bizi osoko lagun batek esatea Gasteizen kanpoko jende pila zegoela esatea euskaraz asko entzuten zelako, haren ustetan Gasteizen lau katuk baino ez baitakite euskeraz. Bitxia da gero, bizi osoko lagun honen koadrillan zazpi lagunetik hiru euskaldun ginelako, gure artean ia beti euskaraz elkarri egin ohi genionak, are bitxiagoa lagun honen inguruko haur gehienak ikastolakumeak izanda. Bitxia bai, baina ez ordea sinesgaitza, lehen esan bezala, hiriburuetako euskalgintza ikustezina baitzaie erdaldun gehienei, euskarari gorroto bizia, nolabait ideolokikoa zein instintiboa, diotenei zein euskara ustez onetsiz euskararekin zerikusirik duen oro ezezaguna zaienei, berdin da ehun urte pasata ere, betiere euren nagusiengadik jasotako aurreiritziak euren egiten dituztelako edota berezko arduragabekeria dela kausa. Hartara, nola harritu kanpokoek ere gaur egungo euskararen egiazko errealitatea ez dakitelako, ala agian jakin nahi ez dutelako auskalo zer dela eta, aspaldiko klitxeei gogor eutsita. Edonola ere, hona hemen, asmatu nahi duenarendako, noski, Gasteizko euskaldunon nondik norakoen berri, hau da, aurreiritziak, eta batipat ezjakintasuna, behingoz alde batera uzteko asmotan: https://ahotsak.eus/gasteiz/. Eta are bitxiagoa mapari errepatubezkera galego edo asturieraren hedapenari dagokionez, komunitateotako hiriburuetan galegoa zein asturieraren prsentzia euskararena edozein euskal hiritan bezain motela baita, hau da, gaztelera beti nagusi.



Atzo arratsaldean gure txikerrarekin telebistan youtubeko musika bideoak ikusten ari nintzela, zein ikusi nahi zuen galdetu eta Oasisen "Wonderfall" erantzun zidan, anaia nagusiak etengabe entzun ohi baitu nik erakutsita. Ondoren, Oasitik Paull Wellerrera aldatu ginen, Paul Wellerretik Amy Winehousera, honetatik Specialsera eta azkenean Madnessen "It must be love"ra iritsi ginen. Entzundako kanta guztiak atsegin izan zitzaizkion, bai horixe, ikaragarri gustukoa baitu musika, ikaragarri gogoratzen baitu. Izan ere, gai da kanta bat behin batean bakarrik, aspalditxo ere, entzun eta gerora doinua gogoratzeko, baita zenbait hitz ingelesez izanda ere.
Bestalde, eta ska musika entzuten ari ginela, saxofoiak zoratzen zuela aitortu zidan -eta baliteke ezer baino lehen bideoak barrezkoak zirela, umorea nagusi baitzen ordukoetan, eta berdur naiz gaurkoen aldean...- , batik bat Madnessen "One Step Beyond"en entzuten dena. Halere, benetan txunditu ninduena talde honen "It must be love"ren zenbait letra nola gogoratzen zituela izan zen, kanta kotxe barruan aspaldi ipini niolako, eta nik dakidala behin bakarrik edo, baina, dagoeneko edadetu samarra naizenez, baliteke denak, ezein huskeriak, gogotik harritzea:
It must be love, love, love
It must be love, love, love
Nothing more, nothing less
Love is the best
How can it be that we can
Say so much without words?
Bless you and bless me
Bless the bees
And the birds
I've got to be near you
Every night, every day
I couldn't be happy
Any other way
Orain bai, ez dakit ni zer dela eta txunditzen naizen, zergatik nire semea gutxiesten dudan, mutiko guztiak beharbada. Izan ere, kanta hori izugarri gustatu zitzaidan niri ere mutikotan, etengabean entzun ohi bainuen bolada luze batez, belarri zein aho puntan beti prest, nerabezaroko noizean behingo bizipozaren seinale edo, batez ere orduko musika hipersupermegakonprometitu, zurrun eta goibelera aldatu baino lehen edo, hau da, saxofoi gabeko musikara.
Edonolare, zorionez, gaur egun saxofoia joka ari da ia etengabean gure etxe honetan, batez ere jazza eguneroko lagun dudala, zurruna eta goibela den oro uxatzeko ezin aproposagoa, ia ezinbestekoa, baita gure bi semeak gaur egungo arriskuetatik ere. Eta bai, rap eta reguettoitik ari naiz. Oraingoz behintzat ondo goazelakoan nago, nagusia gitarrero amorratua dugu eta txikiak pianora itzuli nahi duela esan zidan atzo, "gehiegitxo" bazekiela esanez bazter utzi baitzuen duela bizpahiru urte.




Hurkoaren epaia
Gupidaren txarrantxa
Barkaziorik ez



Ciberlukurreru zein edozein beste modutako iruzurgile gorrotagarriok.

Ez, ez dut inolako maileguren premiarik, oraingoz ez behintzat, eta noizbaiten baldin banu ez nuke sekula zuenganako joko, ezta txoratuta ere. Egia esanda, eta maitasun eta osasunez gainezka nagoenez, ez dut aparteko premia handirik, ez baldin bada nire liburutxo petralak behar bezala argitaratzeko zein saltzeko taxuzko argitaletxe batez; baina, jakina, hemen maileguez ari gara, ez mirakuluez. Gauzak horrela, jakinarazi nahi dut diru-mailegurik, baita sexu basati edo zoroa ere (besteak beste nire gauzatxoetarako denbora asko kentzen didalako), eskaintzen didaten guztiak ezabatuko, blokeatuko ditudala ziplo. Hala bedi.

jueves, 18 de marzo de 2021

QUINQUIS EN LOS TIEMPOS DEL COVID - TXEMA ARINAS


 "QUINQUIS EN LOS TIEMPOS DEL COVID", un relatico de un servidor para SOLO NOVELA NEGRA: https://www.solonovelanegra.es/quinquis-en-los-tiempos-del-covid-por-txema-arinas/

Ya se siente, pero desde que con lo del toque de queda cierran los bares a las ocho, resulta mucho más fácil dar el palo justo unos minutos antes de que echen el cierre. Lo es porque dar el palo de día también tiene sus ventajas. Como vamos con la mascarilla ya no damos tanto el cante por la calle como cuando nos teníamos que poner las capuchas para que no nos reconociera nadie. Vamos, que podemos salir con el botín a toda pastilla, recorrer varias calles al trote hasta perder de vista al que nos siga, si es que hay alguno que se atreve a seguir a dos quinquis con pipa, y confundirnos luego en medio del gentío enmascarillado de la Gran Vía. Eso sí, hay que elegir locales del centro lo suficientemente alejados de la Gran Vía como para que haya margen para la carrera, pero tampoco tan lejos como para que le dé tiempo a la bofia a echarte el guante si, por lo que sea, aparece alguno antes de lo previsto. Locales con una buena terraza, esto es, que a pesar de todas las restricciones a las que está sometida la hostelería, puedas estar seguro de que han hecho una buena caja. Ya sabes, le digo al Pencas, cafeterías y bares de pinchos, sobre todo, donde puedes estar seguro de que las terrazas han estado llenas desde la mañana con los currelas de las oficinas y negocios de los alrededores y que, por mucho coronavirus y muchas hostias que haya, no están dispuestos a renunciar a sus quince minutos o más de cafeto y pincho de tortilla de patatas. Y si luego resulta que el botín no era para echar cohetes, tampoco pasa nada; vuelves a dar el palo unas cuantas calles abajo o arriba de donde lo has dado antes y otra vez a salir escopetado hasta la Gran Vía para perderse de nuevo entre la masa. El Pencas y un servidor podemos dar uno, dos, tres palos en el mismo día. Eso si no nos venimos arriba por habernos metido más de lo que debiéramos y nos da por hacer el doblete. Aunque tampoco hay que forzar mucho la máquina de recaudar y siempre conviene descansar varios días hasta que se olviden de nosotros.

-Eso o hasta que os pille la policía como el otro día.

-Esa fue una cagada como la copa del  un pino del puto Pencas.

-Ya, pero a tu primo lo han enchironado y a ti no.

-Él se lo buscó.

– ¿Cómo puedes ser tan duro? Menudo colega estás hecho.

-No me sermonees, por favor. Fue el que metió la pata, yo no.

-El Pencas es un crío a tu lado. De hecho, se comporta siempre como un crío. Era tu responsabilidad cuidar que…

– ¿Qué no hiciera el idiota mientras estábamos dando un palo? Mira que se lo había dicho mil veces: cuando estemos de faena limítate a hacer lo que yo te diga, no improvises. Y, sobre todo, déjate tus bromas en casa.

-Porque al Pencas le encanta hacer el tonto…

-Ya lo creo. Pero, como yo soy como soy, que ya me conoces, no le pasaba ni una. Eso y que todo lo que tiene de payaso lo tiene de impresionable. Así que más o menos lo tenía controlado con el cuento de que lo que nos jugábamos no era solo acabar en la trena, sino también que algún cipayo de la escuela de Harry el Sucio nos pegara cuatro tiros a la salida de uno de los baretos donde estábamos dando el palo.

-Pues ir a atracar un bareto puestos hasta arriba de todo, no sé yo si…

-Al contrario, al contrario. No solamente era la manera más rápida y eficaz de inyectarnos ánimos para no titubear a la hora de entrar en un garito con un hierro en la mano, sino también para centrarse en lo que teníamos entre manos sin empezar a hacer el payaso.

-No sí ya sé que vosotros sois muy de inyectaros; pero…

– Ni pero ni hostias. Hasta ese día nos había ido de cine. Entrábamos, salíamos y nos escabullíamos entre la gente sin necesitad siquiera de dirigirnos la palabra, todo programado al milímetro como si fuéramos unos putos robots de las pelis.

-Entonces qué paso ese día. ¿El Pencas no iba lo suficientemente puesto?

-Sería, yo qué hostias sé, con mi primo cualquier cosa, porque fue entrar en aquel bareto de pinchos de Ledesma y empezar a hacer el chorra cuando teníamos encañonados al dueño y a uno de los camareros.

– ¿Cómo?

-Yo gritando al jefe que pusiera la recaudación del día en la cartera de mano que luego, antes de salir a la calle, me metía detrás del pantalón y por debajo de la camisa, y, de repente, que miro hacia mi primo y le veo cogiendo un pincho de los de la barra.

-No me jodas.

-Le pregunto a ver qué hostias estaba haciendo, y a qué no sabes lo que me contesta.

-…

-Que a ver si recordaba por qué le llaman el Pencas.

-…

-Pues que por lo mucho que le gustan las pencas rellenas con jamón y queso Idiazabal rebozadas que le preparaba su vieja de pequeño. Y que como acababa de ver un pincho de pencas como las que hacía su vieja no se había podido aguantar.

-Anda, no me jodas.

-Lo que te estoy contando. Así que me encabrono, le apunto con mi hierro y le pego un grito que hace que los de detrás de la barra se echen la mano a la cabeza convencidos de que lo siguiente va a ser una balacera en toda regla: “¡Suelta ese punto pincho y estate a lo que tienes que estar!”

– ¿Y?

-Ni puto caso el muy cabrón. “¡Ya voy, ya voy!”  Me dice mientras veo cómo se lo zampa de dos bocados. “¿Ves? Ya está, tampoco era para tanto. Riquísimo.”

-Tenías que haberle pegado un tiro ahí mismo.

-Ya te digo. Pero se nos echaba el tiempo encima. Así que recojo la cartera que me alarga el dueño con la recaudación y salgo disparado hacia la calle. Ni miro si me sigue el Pencas por detrás. Pero sí, justo al torcer para meterme por la Avenida Mazarredo oigo una voz que me da el alto, miro hacia atrás y veo a dos munipas que se bajan de su coche patrulla para dirigirse hacia donde está el Pencas a un par de metros a mis espaldas. “¡Corre, hijoputa, corre!”

– ¿Y?

-Y que cuando por fin llegamos a la carrera hasta la Gran Vía y paro para confundirme entre la multitud que en ese momento la inunda, miro hacia atrás y veo que la gente se aparta cuando el Pencas pasa a su lado como si tuviera la peste o yo qué sé.

– ¿Y los munipas?

-Pues que, como la gente le hace el vacío en medio de la calle, los munipas lo tienen más fácil que nunca para alcanzar a mi primo y echarse encima de él al grito de “¿POR QUÉ SALE CORRIENDO CUANDO LE HEMOS DADO EL ALTO AL VERLO SIN LA MASCARILLA PUESTA?

– ¿No me jodas?

-Ya te digo, colega. Resulta que se la había bajado dentro del bar para comerse el pincho de penca rellena y luego se le había olvidado ponérsela al salir a la calle.

– ¿Y por esa mierda lo enchironan?

-Bueno, resulta que luego, al mirar sus antecedentes, el Pencas tenía más de un asuntillo pendiente con la ley. Te recuerdo que mi primo siempre ha sido un puto descerebrado y lo de saltarse la condicional nunca le ha importado demasiado.

-Por lo menos el botín lo llevabas tú.

-Bah, puta calderilla. Se ve que, aunque llenen la barra de pinchos, la peña se resiste a entrar dentro para escoger uno o varios. Y en la terraza, entre que hay pocas mesas y la gente se tira todo el tiempo que puede para aprovechar la suya al máximo, pues ya no es lo mismo, no se consumen tantos pinchos.

-Puta pandemia, nos va a arruinar a todos.

-Ya te digo.


©Relato: Txema Arinas, 2021.

domingo, 14 de marzo de 2021

ILUNKERAREN ZAIN


 

Eta martxo ilun bateko zapatu arrats luze hitsean
Nire barrenera zimel begira etxeko eskina batetik
Bihotzerrea eta ezinegona bat eginda nire adorean
Nitaz erditu zen andre dohakabea ikusteke aspalditik

Gauak ziplo bilakatu zaizkit etengabeko lokamutsa
Goizak itxoiteak bukatzen ez den soka zirtzildua
Gaur beti alperrik bilatutako soseguaren ametsa
Geroa eginbeharreko guztien bihozmin purtzildua

Ekartzen dut egunotan nire gaztaro eroa akordura
Ni naiz tai gabe atsekabetzen zaituen haur bihurria
Maite adinako errieta egiten dizun ergel zuhurra
Ohean zure alboan entzanda sufritzen duen inurria

Minutuak segidan gogobeteko nauen dei baten zain
Orduak erreskadan oroimenaren ariketa mingarria
Egunak herrestan samina behin betiko buka dadin
Etorkizuna atoan zoriontsuak berriz izateko aldarria

* Margolana: Richard Diebenkorn - Untitled #11, From Sketchbook, ca. 1950

sábado, 13 de marzo de 2021

AZKEN EGUNOTAKOA

Duela pare bat egun etxera bidali egin ziguten bere ikasgelako neska batek positibo eman zuelako. Hamar egunez teleskola. Biharamunean pcr delakoa egitera eraman eta gaur emaitza negatiboa eman digute. Orduan, bere amak eta biok elkarri begiratu eta galdetu egin diogu: " esango al diogu?" Zer dela eta? Etxera bidali zutenetik bere logelatxotik bi anaiendako atondutako jolasgelaraino joan ohi delako bakar-bakarrik maskara jantzita gurekin gutxieneko harremana eukita. Hau da, orduz geroztik hari inolako errietarik egin ez diogu, bake santuan bizi gara, esne mamitan etxean zehar, telebistaren aurrean goxo-goxo etzanda berari etengabe jaramon egin beharrik izan gabe, eta batez ere gurekin otzan-otzan jokatuz koronaren balizko arriskua airean dabilela eta. Izan ere, aiko-maiko egon gara, esan ala ez; tira ba, bere ama bai, ni inondik inora ez... 



- Ez dut ulertzen, maitia, zer dela eta ni zure kuadrilaren aurrean aurkezteko gogo bizi min hori?

- Neretzat, laztana, nire koadrilakoen iritzia oso garrantzitsua da.

- Esan nahi duzu euren oniritzia jasotzea, hau da, egiatan komeni natzaizun ala ez...

- Pentsa, moñona, etorkizunean zu eta biok elkarrekin bizi izan ezkero, eurekin denbora asko pasatu behar izango dugu.

- Bai noski, zure amarekin bezala...

- Horixe! Ikusten zein azkar ulertu duzun?

- Banuen susmoa, bai, aldez aurretik...



 "From him (the basque attendant) I learned, and have preserved ever since in a glass cell of my memory, that “butterfly” in the Basque language is misericoletea—or at least it sounded so (among the seven words I have found in dictionaries the closest approach is micheletea)."


Vladimir Nabokov in SPEAK, MEMORY (An Autobiography Revisited)

Honekin batera ere Nabokovek euskaraz "butterfly" esateko 200 hitz zeudela. Gehiegikeria galanta, noski. Euskara batuak "orokortutako" tximeleta hitzaz gain, egia da berba pila dagoela tximeletaren ordezko, hau da, tokian tokiko hitzak tximeleta bestela esatearren: mitxeleta, mitxoleta, pinpilinpauxa, pinpirin, inguma, kalaputxia, txiribiri, tximirrika, jainkoilo, txoleta, sorgin-oilo, mitxirrika, etab.

"Halatabe", halere, 200 hitz gehienok aldaerak baino ez dira. Halaber, euskaldun gutxik dakien adibide bat: 1562. urtean, Nicola Landuccio italiarrak Gasteizen bildutako hiztegi batean, Dictionarium linguae Cantabricae, "achitamachia" hitza jaso zuen tximeletaren ordezko. Hitz horrek bizirik dirau gaur egun Sakanako hainbat herritan, hau da, Iruñerrira aldera doan bidean Arabako Lautadaren luzapena, "botila-lepo", omen den herrialdean: atxiyamatxi Arbizun eta Lizarragabengoan, atxitamutxita Bakaikun eta Iturmendin, atxitemutxitari Urdiainen, matxita Etxarri-Aranatzen. Ez dira, beraz, tximeleta esateko tokian tokiko hitz bereziak "atxitamatxia" hitzaren aldaera hutsak baizik.

Bestalde, aniztasun ikaragarri aberats hau ez da sekula oztopo izan euskaldun gehienek elkar ulertzeko, Mutrikuko ordezkoa "kalaputxi" da -bertako herri aldizkariaren izena, gainera-, baina denok dakite tximeleta dela hitzik hedatuena, baita beste hainbat aldaera ere.




- Benetan, ni? Zergatik ni? Ni, gainera, dagoeneko ez naiz errege familiaren kide!

- Nork ordaintzen die zure bizkarzainei?

- Beharko, errege-ohiaren alaba naiz; ETAren itua...

- ETAk aspaldi utzi zion inor hitzeari...

- Eta terrorismo islamikoaren arriskua, zer?

- Horrexegatik joan zinen Arabia aldera txertoa hartzeko asmoz?

- Odol urdinerako txertoa oso bestelakoa omen da...

- Lasai, oraintxe bertan ikusiko dugu eta... 



Gaur martxoak 1, astelehena, egun hits eta euritsua. Atzo nire bi seme gozakaitzen esker txarra zein begirunerik eza pairatu eta gero, gaur mahai gainean ditudan atarramendu txikiko betebeharrei erreparatuz, patuak orain arte nirekin izandako ezaxolakeria aintzat hartuta, Richard Straussen pasadizo hau etorri zait gogora ziplo.
1946an, Richard Straussi, orduan laurogeita hiru urteko gizona, kazetari bat oldartu zitzaion ozta-ozta honako galdera honekin:
- Zeintzuk dira zure planak etorkizunerako?
Strauss-ek besterik ez zuen esan:
- Hil!
Handik hiru urtera hil zen.