Sueño que estamos en año dos mil no sé cuantos y tengo cita para pasar la ITC, la Inspección Técnica de Ciudadanos. Mi mujer lleva ya más de una semana turrándome a diario para que me prepare moderando o corrigiendo esos aspectos de mi carácter y modo de vida que pueden ser susceptibles de ser penalizados por los técnicos del ramo. Así pues, y tras pagar los 300 euracos de la gabela de rigor, confieso que llego preparado tras varias semanas de vida sana, comprometida y sobre todo de buen rollo con mis conciudadanos. El caso es que ni me inmuto cuando el técnico que me toca, una chavalina de unos veintipocos con una ensayada sonrisa profesional de recién licenciada en no sé muy bien si Medicina, Sicología, Sociología, Económicas o cualquier otra mierda por el estilo, me clava a traición una especie de pendrive con aguja para sustraerme toda la información que luego interpretará en la pantalla del ordenador gracias al programa de evaluación de la ITC que decide si merezco la pegatina con la que se me permite disfrutar de mis derechos como ciudadano hasta la próxima cita trimensual.
- Compruebo que este año ha reducido considerablemente los índices de consumo de alcohol, grasas saturadas, azúcares procesados y todo eso que el Estado intenta eliminar de la dieta diaria de sus ciudadanos en pro de una sociedad más sana...
- Y que no sature las salas de espera de la Sanidad Pública.
- ¿Perdón?
- Bueno sí, nunca me he drogado ni con la comida basura, he empezado a controlar el volumen de la ingesta diaria de lo que sea, y además, para qué engañarnos, las resacas con la edad se me hacen cada vez más cuesta arriba.
- También veo que hace ejercicio como aconseja el Ministerio de... -vuelvo a interrumpir a la chavalina en bata blanca.
- Eso es porque acabo hasta los cojones del trabajo y así me despejo un poco. También he comprobado que cuanto más en forma me encuentro más rindo luego en el catre; incluso me están entrando ganas de apuntarme al poliamor ese.
- Sí, vale, lo que sea, tampoco es necesario... -observo que la técnico me dedica una mueca de infinito desprecio cuyo motivo descubro al rato en un cártel del Ministerio colgado en una de las paredes de la oficina donde me encuentro y que reza tal que así: "NO BROMEES CON LOS TÉCNICOS, NO SON TUS AMIGOS, NO SEAS SEÑORO."
- Pues eso, que estoy como un toro tal y como prescribe la última Ley de Salud Pública para una perfecta armonía ciudadana y tal.
- Puede que la salud la tenga bien, sí, el ordenador no engaña. Pero, lo que estoy viendo en la pantalla es que sus índices de conformismo están por los suelos.
- Bueno, es que nunca los he tenido muy altos y la verdad es que, en contra de lo que le pasa a la mayoría, que se les suben con la edad, a mí me pasa todo lo contrario.
- Pues habrá que hacer algo, porque para poder disfrutar de sus derechos como ciudadano necesita un mínimo de conformismo.
- ¿No basta con no hablar de política con desconocidos?
- Esa es otra. El índice de sociabilidad tampoco...
- Es que a mí la gente así en general me da mucho asco, para qué engañarnos. Una cosa son las personas de una en una, que vale, si las conoces y descubres que se puede hablar con ellas sin sentir vergüenza ajena por la especie humana, pues bueno, entonces sí puedo sociabilizar con ellas y lo que sea. Pero, a mí es que la masa orteguiana, como que no.
- ¿Me está diciendo que usted es más de vivir al margen de la sociedad, en plan ermitaño en mitad del monte?
- ¿Quiere decir como Heidegger en su cabaña de la Selva Negra?
- ¿Mande?
- Me refería al famoso filósofo alemán que escribió Sein und...
- Ya veo, y encima listillo- Vamos, lo peor para vivir en sociedad.
- En cualquier caso, yo es que soy más de asfalto que las farolas. Eso y que necesito estar rodeado de gente aunque sea pululando por la calle o llenando los bares para sentir que hay vidilla a mi alrededor y así.
- Da igual, no insista, no pasa la ITC ni por el forro.
- ¿Entonces?
- Entonces no le puedo poner la pegatina de la ITC en la frente. De modo que tendrá que pasar por el Taller para Ciudadanía Tóxicas a ver si ahí consiguen ponerle a punto, y ya luego vuelve para que volvamos a evaluarlo. Todo esto antes de finales de mes.
- ¿Y si no lo consigo para esa fecha?
- Pues otros 300€ si quiere la pegatina para poder disfrutar de sus derechos de ciudadano. No me ponga esa cara, es lo que dicta la ley de Ciudadanía Ejemplar.
- La bronca que me va a echar mi señora va a ser de las gordas.
Entonces despierto con el preceptivo sobresalto y lo primero que hago es hacer otro tanto con mi compañera de lecho conyugal.
- ¡Que pasa, qué pasa?
- Oye, que si eso igual mejor llevas tú el coche a pasar la ITV.