Sueño que despierto de un coma y que nada más hacerlo mi señora me informa de que esta noche es Nochebuena y mañana Navidad. Yo, de verdad, no sé si es casualidad o ya sólo crueldad.
- ¿En serio que tengo que ir a cenar a casa de mi suegra nada más salir del coma?
- Chico, es lo que toca en estas fechas.
- Por lo menos déjame que dé una vuelta por la ciudad para tomar el aire.
Así que salgo a la calle sin apenas poder disimular mi expectación porque, según me cuenta mi legítima, he estado desconectado del mundo un tiempo tan largo como indefinido. Y, oye, resulta que lo primero que me llama la atención no es tanto el hecho de que toda la ciudad esté cubierta de luces de arriba abajo -toda, no hay fachada, farola, poste telefónico o de lo que sea que no tenga su rista de lucecitas de colores intermitentes o no, amén de figuritas de papanoeles, elfos, renos y otros bichos como osos, zorros, conejos e incluso mofetas, todos ellos polares, por supuesto- como el hecho que estando en pleno invierno toda la gente con la que me cruzo va como de chiringuito playero y así.
- Es que desde que entraste en coma hasta hoy la obsesión del culto al cuerpo ha alcanzado cotas de verdadera paranoia -me informa mi parienta-; la peña se gasta un pastón en el gimnasio, dietas a la carta, arreglos quirúrgicos y todas esas mierdas.
- Ya veo, ya, no hay más que gimnasios, clínicas dentales, dietéticas, de belleza y por lo que veo hasta para trasplantes capilares. Así que parece que todo el mundo tiene veinte años. ¿Y los bares?
- Ya no se estilan tanto...
- Estoy a punto de entrar de nuevo en coma cuando mi amada esposa me coge del brazo para meterme de cabeza en el coche, dirección a la casa de su madre.
- Bueno, a ver si cenamos pronto que tengo toneladas ingentes de hambre acumulado.
- No te hagas muchas ilusiones.
- Ya, ya, que cocina tu madre. Tranquila, con el hambre que tengo...
Pero, es llegar a casa de mis suegros y descubir que todos, ellos y mis cuñados con sus respectivas familias, están prácticamente en los huesos.
- ¿Pero qué..., también vosotros estáis a dieta?
- Todo el mundo está a dieta, yerno, es lo que marca la ley.
- ¿Cómo?
- Hace ya un par de años el Gobierno de España aprobó un decreto en el que se imponía a toda la población el consumo de Ozempic, ya sabes, el medicamento con semaglutida que imita la hormona GLP-1 y que sirve tanto para controlar la diabetes como para fomentar la pérdida de peso ayudando a reducir el apetito y la sensación de saciedad.
- Así que la peña iba luciendo palmito por la calle como si estuviera en la playa de Copacabana a pesar de que estamos a 24 de diciembre.
- Tampoco te creas que es tanto para que estemos todos buenorros, como para que la peña esté sana y poder así reducir de una vez por todas el gasto sanitario.
- Pero si el Ozempic ese quita las ganas de comer...
- Pues eso mismo, que este año en vez de canelones rellenos habrá jiringuillas para chutarse la semaglutida...
- ¿Y los polvorones de Felipe II, el turrón de yema, las frutas de Aragón, las almendras rellenas, las...?
- Como mucho una infusión con canela...
- ¡Hostia! ¿Y tampoco las almejas en salsa verde, las gambas al ajillo, las rabas frescas, el jamón ibérico, las gulas con sus ajos y guindillitas, las karrakelas o caracolas, las croquetas de bacalao y los pimientos rellenos de carne y setas, el besugo al horno de Nochebuena, el cordero asado del día siguiente, hasta la berza que preparaba mi viejo, el...?
- Eso sí, tranquilo, en casa de tu madre comeremos como siempre el día de Nochevieja y Año Nuevo -me tranquiliza la mujer de mi vida y así.
- ¿Pero la ley del Gobierno de España no era para todos?
- Sí, pero en el País Vasco fue aprobar esa ley y salir al rato las tres diputaciones y el Gobierno de Navarra declarando que aplicarían el Pase Foral como en los viejos tiempos.
- Entiendo: "Se obedece, pero no se cumple."
- Así que tranquilo, tendrás tus polvorones...
- GORA EUSKAL HERRIA ASKATUTA!!!!

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