sábado, 20 de mayo de 2023

EL CRÍTICO


    Sueño que Carlos Boyero nos invita a comer a su chalé en un pueblo de esos de la sierra de Guadarrama adonde se retiran los profesionales con pelas y más o menos progres de Madrid. Yo no tengo ni la más mínima idea de dónde o cómo vive Boyero, de hecho no conozco de nada a Boyero; pero, por lo que se ve, en el sueño somos amigos desde hace tiempo. Supongo que mi subconsciente nos ha amigado, y no tanto porque compartamos muchos gustos cinematográficos y literarios, también más de una fobia, aunque en realidad no tantas porque también disiento de él en muchas cosas y hasta me enerva lo que considero por su parte crueldad gratuita contra el prójimo, sobre todo si viene de alguien que aprovecha su púlpito para ejercerla con tanta impunidad como saña. Así pues, supongo que lo que nos convierte en amigos en este sueño es mi querencia por los tipos bocazas y tocapelotas a los que, a pesar de todo, en lo más hondo de su alma y olé, se les nota a la legua un trasfondo de ternura y bonhomía que procuran ocultar a toda costa por miedo a sentirse desprotegidos en esa selva que es la vida en sociedad. Ni qué decir que a mí me pasa tres cuartos de lo mismo.
En cualquier caso, resulta que mi pareja y yo -sí, yo soy de los que va con su pareja a todas partes porque para algo es también mi mejor amiga y no esa que se acuesta a mi lado para joderme la vida nada más levantarse de la cama por la mañana para darle sentido a su existencia; suerte que tiene uno- acudimos al hipotético casoplón de Boyero en el Guadarrama pensando que va a ser la típica comida de parejas con la correspondiente botellica de vino para cumplir con lo que se espera de un invitado -un Ramírez de Arellano monovarietal de graciano que sólo existe en mis novelas- , nosotros y Boyero con su novia desde hace ya una larga temporada, una chica surafricana rubia, alta y muy guapa, actriz para más señas y como no podía ser de otra manera dado el oficio del anfitrión, llamada Charlize Theron. Sin embargo, es llamar al timbre de la puerta que hay incrustada en la verja por la que se entra a la finca y ser recibidos por un tipo con cara de pan y al que le cuelga una ridícula melenilla por detrás de la calva, en gayumbos, camiseta hawaiana, sandalias, con un cubata en una mano y la colilla de un peta en una de las comisuras de los labios.
- Pasad, pasad -nos conmina sin ni siquiera hacer amago de querer saber nuestras identidades-, la peña hace ya un rato que está en la barbacoa junto a la piscina.
La piscina olímpica que Boyero mandó construir para su novia, campeona de natación de no sé qué modalidad allí en su país natal. La piscina en la que ahora vemos chapotear en pelotas a más de media docena de personas entre las que podemos distinguir a famosetes como Antonio Resines, Jorge Sanz o Maribel Verdú. De hecho, y aunque me lo había parecido al principio para darlo por imposible al momento, resulta que el hortera que nos ha recibido no es otro que Santiago Segura.
- Pensábamos que íbamos a estar solos con Boyero y...
- ¿La sudafricana? Bueno, o la "boer" como le decía Boyero cuando se metía con ella.
- ¿"Como le decía"? -pregunto sorprendido-. ¿Qué pasa, que han roto?
- Buah, una movida... Parece que la Charlize le preguntó a Carlos qué le parecía su última película, "Fast&Furious X"...
- ¿Y, qué pasó, qué?
- Que se armó la de Dios es Cristo. Como que va la Charlize y, entiendo que por despecho o vete a saber si porque ya le tocaba echar un buen polvo, y se lía con el Vin Diesel.
- ¡No me jodas!
- Si yo no te jodo, el que se jode es Carlos, que no levanta cabeza desde la espantada de la nadadora.
- ¿Y dónde está ahora Carlos?
- Anda por ahí como alma en pena, en el chamizo que tiene detrás de casa para guardar las motos.
- ¿Las motos?
- Sí, una colección de Harley-Davidson que le regaló a la afrikaner; como una vez dijo en una entrevista que era una fanática de ese tipo de motos.
El caso es que dejo a mi señora poniéndose hasta el culo de Alhambras con los amigos de Boyero junto a la piscina; no quiero ni imaginarme donde puede acabar como no empiecen a repartir ya las costillas de la barbacoa..., para dirigirme al chamizo de marras en la trasera del casoplón. Como los colegas de Boyero tenían el reguetton a tope junto a la piscina no había podido oír el estruendo que viene del chamizo en cuestión. Una vez en el chamizo y tras comprobar que la puerta estaba abierta, me encuentro a Boyero con una maza emprendiéndola a golpes contra una de las Harley-Davidson que había regalado a su diosa rubia. Me pilla tan de improviso que lo único que acierto a decirle es:
- Qué tal andas, Carlos, te traía un monovarietal de graciano de Ramírez de Arellano que sé que gusta...
- Te lo agradezco en el alma, Txema. En cuanto acabe con esto abrimos la botella y nos la bebemos entre tú y yo antes de volver a la fiesta.
- Oye, que sepas que siento lo de Charlize. No sé qué decirte, ya sabes lo volubles que son las estrellas del cine, un día están contigo y...
- ¿Te han contado que se fue con el Diesel? Eso me lo he inventado para no quedar como un gilipollas delante de esos cabrones. La verdad es que fui yo el que la echo de la casa.
- ¿Qué me estás contando?
- Lo que oyes. Pues no va la tía y me dice que va a rodar una película con Almodovar.
- ¿En serio?
- ¡Y tanto!
- Hostia tú, trae p´aquí esa maza que te sustituyo un rato.
- Mejor coge esa otra y nos ponemos los dos a la faena, que hay Harleys para más de un rato...
All reaction


 

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