lunes, 18 de enero de 2010

PASEO AVILESINO Y ABONO PARA EL PESIMISMO





No están siendo estás semanas muy afortunadas en cuanto a lo de insuflar optimismo al personal. Cómo van a serlo si se van acumulando las paradojas por doquier. Ahí está lo de encarcelar todas las vacaciones a unos ecologistas en Dinamarca por protestar por la pasividad de los líderes mundiales y tratarles como si fueran terroristas de Al-Qaeda o por el estilo. Entretanto un fiscal decide no procesar a un señor que dice representar a los empresarios españoles que vende billetes de una compañía en la que él mismo dice que no volaría ni borracho, que no paga a sus empleados desde hace meses, que le están esperando en Argentina por haber saqueado Aerolíneas Argentinas en plan mándame ese avión a España y me lo desguazas para complementar mis avioncitos y eso tras habérselas adjudicado a dedo el desgobierno argentino pertinente, eso entre otras cosas. En fin, ahí está el sistema judicial español admitiendo una querella de Falange contra Garzón por haber autorizado la apertura de las fosas de la Guerra Civil, algo así como si las SS se querellaran por levantar un monumento al Holocausto. Y echando más leña al fuego las OMS y el fiasco o engaño de las vacunas de la gripe A, que ya veremos, ya, como acaba pasando como en cuentro del pastorcillo mentiroso, que al final vendrá el lobo de verdad y no se lo va a creer naide; menos mal que para entonces las farmaceúticas ya se abrán forrado un poquitín más. Y lo del Munilla y sostenella y no enmendalla, como el pobre sólo habla teológicamente, que está siempre por encima de todo lo terrenal... Y qué más, Zapatero afirmando en una entrevista que no han reducido en presupuesto de I+D, buenísimo, que los investigadores lo que les pasa que son unos pedigüeños, animalicos.

En fin, menos mal que de eso, y de la cutrería moral y ética en general que nos rodea, te olvidas dándote un garbeo por ahí, que decía T que me iba a llevar al interior de excursión y luego, como me esperaba, que no, que orbaya y ande vamos con el carrito si todo son camines de piedra y vaques nelos praos. Así que a pasar el día a Aviles, que es ciudad que fue muy industrial y obrera, muy de una época de prosperidad pasada y que viene a ser en su mayor parte el espíritu de la región, lo que fuimos y en lo que lo nos hemos quedado, pero que ahora está en pleno proceso de reinvención como tantas otras antes, a destacar el futuro Centro Cultural Internacional Obermeier, todavía en obras. Otro de esos proyectos de arquitecto de relumbrón, este un heptagenario al que se le atribuye la proeza de haber construido esa capital artificial de Brasil en mitad de la nada interior, Brasilia. Un proyecto que mucho me temo por lo poco que puedo leer, todo sea dicho, cuyo objetivo es intentar repetir la jugada a lo Guggenheim, revitalizar un entorno a base de edificio emblemático, pero en el que lo menos importante es, como viene siendo costumbre en estos casos, lo que vaya dentro. De hecho, parece que no saben con qué rellenarlo de veras, que la fundación esa que han montado para hacerlo todavía anda decidiendo qué hacer con tanto espacio, tanto escenario a lo último de lo último, de dónde van a sacar el dinero y sobre todo cómo van a atraer a tanta gente hasta una villa que está en la perifería de la perifería, una ciudad a la que hace ya décadas que se le pasó el arroz. No olvidemos que Aviles no es Bilbao, esta últimaal fin y al cabo la ciudad más importante del norte. Aviles es una pequeña ciudad de menos de 100.000 habitantes con puerto pesquero, comercial y mucho polígono. Una ciudad a la que le quitas su entorno más moderno, de barrios trabajadores y cogollín de capital de comarca, y te queda un centro histórico de lo más cuco, primorosamente restaurado en su mayor parte y con especial atención en esos soportarles de piedra tan de la tierra, joyas de la arquitectura urbana asturiana que se dice, amen de un montón de preciosos edificios de época, muchos de ellos modernistas, que es un estilo que me entusiasma, como testigos de la época de mayor esplendor de la villa, aquellos que levantaron no tanto los pontentados de sus industrias como los cuadros medios que las dirigían, ingenieros, abogados, dueños de pequeñas empresas que suministraban a las grandes, médicos, comerciantes... Se nota que confían, que se han tragado el cuento y ójala sea así, ójala resulte y lo de Obermeier sea un imán de riqueza y progreso, en Bilbo ya lo ha sido y todavía están que ni se lo creen. De ahí que lo que fuera una ciudad oscura, fea, de mucho antro cazallero y bronca de fin de semana (todavia lo es a lo pelea con heridos por fin de semana) se esté convirtiendo en un bonito casco histórico con cada vez más restaurantes y mejor servicio, de hecho con mucha vinatería que es en lo que dan los chigres de toda la vida cuando el dueño decide que hay que ponerse finos y apuntarse al carro de lo que viene, de lo modelno por estos pagos. En fin, que da gusto pasearse por sus calles y pórtico de piedras, sus caserones antiguos, sus parques en lo que antaño fue el jardín del ricachón de turno, el noble generoso que donó un verdadero pulmón verde en mitad de la ciudad. Y aún así, se nota, está presente, que es un pueblo humilde, de mucha movilización vecinal y concienciación otro tanto, de grupos a favor de esto o en contra de aquello que van dejando su huella por las paredes, y no siempre a lo subversivo, grafitti con spray a toda hostia por si vienen los munipas, sino incluso, o sobre todo, por lo contestatario por aquí se me antoja como muy adocenado, institucionalizado incluso, en plan organizado, formal, o séase, con la connivencia de las autoridades que les dejan las paredes para que pintarrajeen las consignas que les vengan en gana, carallu, que semos una villa roxa, de izquierdas, oh, Asturgrado, vemos un tío con el jersey al hombro o una señora con abrigo de pieles y los corremos a palos, oh. En fin, una gozada de garbeo en un casco antiguo completamente peatonalizado y una jamada o casi en su sitio de lo más pintoresco, decorado como el patio de un convento andaluz con mucho enrejado y azulejo, con un menú de mierda por lo que te cuesta en Donosti tomarte un par de pinchos con un zurito, que ya es mucho, como acabe yendo mucha gente con del centro ese de los cojones seguro que empiezan a poner los precios a la altura de los de Uvieu.

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