lunes, 18 de abril de 2016

OTEGI DELANTE DE ÉVOLE



Ayer Jordi Evolé entrevistó al líder de la izquierda abertzale. Parecía que Otegi quisiera mostrar su lado más humano hasta donde le permitiera su lado político. Y que sea lo político lo que condicione su mirada sobre el drama vivido en Euskal Herria y donde fuera que ETA ha golpeado durante tantas décadas, es precisamente lo que define su personaje público. Otegi es el líder carismático de la izquierda abertzale sobre todas las cosas. Militó en ETA y apoyó su trayectoria como representante de su brazo político, muchos lo hicieron, el clima socio-político en el país, y más en concreto en determinados ámbitos o zonas, era el que era y sigue siendo, de monopolio socio-cultural absoluto del nacionalismo más radical en casi todo, de ahí que ETA tuviera el apoyo y sobre todo la cantera que ha hecho posible que perdurara hasta nuestros días. Pero Otegi, como tantos otros, se dio cuenta del sinsentido de la violencia, del callejón sin salida en el que estaban metidos, y lo hizo anteponiendo su yo político al personal, es decir, sin romper con los suyos. Que lo hiciera más pronto o tarde, que en su decisión predominaran las razones tácticas sobre las éticas, eso ya es cosa suya, yo no voy a votarle, de modo que tampoco me interesa su pureza ética, sus malabarismos dialécticos para no molestar ideológicamente a los más radicales de los suyos, los empecinados por principio, los que hacen virtud del inmovilismo, o lo que sea. La realidad es Otegi que trabajó durante años para que ETA dejara las armas en conveniencia con otros, en especial con Jesús Egiguren del PSE, y eso a mi juicio merece cierto reconocimiento que sólo una mente estrictamente sectaria, incapaz de ver las cosas si no es en blanco o negro, una para la que reconocer méritos al contrario es pecado o algo por el estilo, puede negarle. Ahora, me temo que Otegi, como ha sido norma de siempre en la mayoría de la izquierda abertzale, sigue confundiendo el pueblo vasco con el pueblo abertzale. Nada me puede resultar más desagradable y hasta ofensivo que esa apelación constante a "nuestro pueblo", ese continuo y obstinado querer interpretar y arrogarse la voluntad del pueblo vasco confundiéndola con la suya propia y la de los suyos. En fin, creo que esa va a ser la siguiente lección de la izquierda abertzale en su conjunto una vez asimiladas la injusticia y además ineficacia de querer imponer por las armas una determinada concepción del país al resto de sus paisanos, saber convivir en democracia con los que no piensan como ellos sin caer en la tentación de hacerlo perdonándoles la vida, de asumir que el resto tiene tanto derecho como ellos a defender lo contrario, e incluso lo mismo pero por otros medios, sin merecer por ello el rechazo y desprecio con los que todavía son tratados muchos por no compartir el credo de la izquierda abertzale, tan inmensamente pagada todavía hoy en día de sí misma.

Y en cuanto a la cobardía de Otegi por no condenar sin fisuras tal o cual asesinato, por no reconocer que en el pasado hizo mal cuando intentó justificar tal o cual asesinato, por no atreverse a decir que la dirección de ETA con Therry a la cabeza le parecían un grupo de tarados sin el más mínimo contacto con la realidad, opino que no es tanto cobardía, que también, sino más bien disciplina y poco más.

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