Eta hau guztiau, beste behin ere, euren erresumako herrialde baten bere etorkizuna erabakitzeko eskubidea onartu ezin dutelako. Inondik inora ez, haiek ez, ez behintzat Britania Handia, Kanadak edo beste hainbatek lehenago egin bezala. Beharbada beldur direlako beraiekin gera daitezen konbentzitzeko ziorik, argudiorik edo topatzeko ezgauzak diren. Eta gainerako guztia, hau da, komeni zaienean bakarrik sakrasantua omen den Konstituzioa, zenbait aukera errotik ezinezkoak egiteko apropos egindako legalitatea, Historiaren orrialderik beltzenetatik ateratako sedizioa, aldez aurretik ez zegoela aldarrikatzen zuten espainiar nazionalismoaren suspertze ugertsua eta abar, den-dena komeria hutsa gatazkaren muina estaltze aldera. Euren lege eta epaileen poderioa baino aukeratzen ez dakien estatu baten patu historiko baten enegarrena, alegia.
martes, 31 de octubre de 2017
lunes, 30 de octubre de 2017
MEJOR LA AUSENCIA - EDURNE PORTELA
"Mejor la Ausencia" de Edurne Portela es una de esas novelas que atrapan al lector desde el primer momento con una escritura directa, de frase breve y preeminencia del diálogo. Una vez inmenso uno tiene la sensación que no puede soltar el libro, casi como si se despeñara hacia el desenlace final sin que nada o nadie pueda ser capaz de apartarte del libro.
Con todo, no estoy muy seguro de que eso sea siempre una verdadera virtud en una novela, o acaso sólo una especie de trampantojo. No lo sé, en serio; pero, supongo que si esa era la intención de la autora para cautivar al lector hay que reconocer que la ha conseguido y con creces, funciona a la perfección, Portela es una escritora con un oficio como la copa de un pino.
Luego ya están las impresiones de este lector a medida que se precipitaba hacia el susodicho desenlace. Me refiero a esa sensación de sentirse arrastrado por una historia que se presenta, o más bien se me antoja, excesivamente truculenta, y no porque dude que lo sea, no lo dudo, sino más bien por su puesta en escena, esa que te lleva a pensar "a ver qué más de lo mismo va a pasar en la siguiente página". A este lector le habría gustado cierta pausa en el ritmo de la novela para tomar aliento y reflexionar un instante sobre lo que se está leyendo. Porque uno lee sobre esta historia ambientada en la margen izquierda del Gran Bilbao, en Portu para ser exactos, y está muy bien ambientada, en seguida se reconoce el ambiente y también el escenario. De hecho, le llegan ciertas escenas como si también las hubiera vivido o puede que sí. Todo es excesivamente cercano y eso es un gran logro de la autora porque sabes que lo que va a transmitir a los ajenos a aquellos años de plomo es auténtico y no una recreación especulativa al modo de otros autores que se han acercado al asunto con una mirada de lejos, prejuiciada, de recorte de prensa y poco más. Con todo, este lector tenía la sensación de que el ritmo, a ratos se diría que con los Eskorbuto a modo de banda sonora, no dejaba lugar, no daba tiempo, a una mirada un poco más amplia sobre las cosas. Yo habría agradecido poner un disco de jazz de vez en cuando, cambiar el ritmo, dar un respiro entre un temazo y otros de los "demenciales chicos acelerados". No sé, parece que a veces eso que la prota/autora denomina "rollo vasco" sólo es una mera escusa para ambientar la historia, darle cierto "bizigarri" en la convicción de que todo lo que había que decir o señalar sobre el tema ya está hecho, como evitando "peros" a toda costa, no nos vayamos a desviar del relato procanónico, que no es el tema no, sólo la escusa.
EL CHUCHO
Al principio creía que era imbécil y que por eso no saludaba cuando me lo encontraba en el portal, la escalera o el ascensor. Yo entonces insistía para que se diera por aludido y ni por esas; siempre se escabullía o miraba hacia el otro lado para hacerse el longuis y evitar devolverme el saludo.
Pero oye, no me di por vencido porque creo que todo el mundo merece una oportunidad o varias; siquiera ya sea sólo por el dicho de que "no desees a tu prójimo lo que no desees para". Sí, puro pragmatismo.
De modo que un día coincidí con él en el ascensor y ahí ya no le dejé escapatoria. Lo traté como si lo conociera de toda la vida acribillándolo a observaciones intrascendentes sobre el tiempo y preguntas indiscretas sobre su presente más inmediato, quiero decir, si iba o venía, si había tenido buena o mala mañana, qué tal esas deposiciones. Y claro, al principio lo notaba incómodo, mucho, como si el hecho de que le estuviera prácticamente obligando a mantener una conversación conmigo fuera equiparable a una colonoscopia, que viene a ser, para los de la ESO, dejar que te metan un tubo por el culo para hurgarte por dentro. Pero, hete ahí que enseguida derivé la conversación hacia el chucho que le suele acompañar, un bichejo peludo más feo que Picio, pulgoso se les decía antes, de esos que los ves acercarse de lejos y lo primero que te viene a la cabeza suele ser: "¡contente, contente, no le sueltes una patada que igual no tiene pulgas, no!", preguntándole por su edad, raza, carácter y todas esas insustancialidades al uso, y, oye, le cambió el semblante de golpe, se le iluminó más bien.
Y de ese modo supe que ese can esmirriado y feo como un demonio no era un cachorro a pesar de su tamaño, sino una perra que ya estaba más bien en edad de vestir santos, que no tenía pedigrí alguno sino que era el resultado de mil cruces de chuchos callejeros, momento en el que sólo se me ocurre soltarle, porque soy un puto bocazas que no es capaz de aguantarse una gracia: "¡Anda, pues como yo!"
Y desde entonces un infierno. Porque parece que le debí caer en gracia al vecinito, y que, en efecto, su reticencia a devolver el saludo era sólo timidez. Pero claro, una vez roto el hielo, pues esto no hay quien lo aguante. Cada vez que lo veo me saluda todo efusivo y no duda en pararme para darme el parte de las vicisitudes, ya no de su rutina, sino de la de su chucho. Dicho de otro modo, de diez a un cuarto de hora de mi vida que me roba a diario cuando coincido con él, qué menos para tenerme al tanto de si ese día ha comido poco o mucho el puto chucho, la frecuencia con la que hizo sus necesidades el día anterior y si éstas eran más o menos sólidas según lo ingerido en los últimos días. Y eso cuando no me habla de la salud de sus padres, porque en realidad él ya no vive en el edificio, sino que viene a verlos varias veces al día con el perro.
Estoy hasta los huevos. Como que estoy barajando la posibilidad de ser yo quien le retire el saludo, vamos, de convertirme yo en el vecino rancio y malencarado al que todo el mundo rehuye. Pero claro, entre que uno ha ido a colegio de pago -lo cual es una chorrada como un tempo, porque en realidad he ido al mismo que Javier Maroto y su colega Iñaki Oyarzabal, el alcalde de mi pueblo, unos cuantos etarras de esos que dicen históricos, el dueño del Sagartoki y otros muchos más impresentables, por lo que es obvio que la educación recibida no garantiza nada...- y así como tirando a buen tío, si bien procuro hacer todo lo que puedo para quitarme, pues oye, que no hay manera de recuperar el tiempo perdido, robado.
KALATXORI MOKOGORRIA
Antxeta, kaioa, kalatxoria, behin baino gehiagotan, maiz ere, lekuz kanpo dagoen hegaztia, batez ere kostaldetik urrin. Izan ere, Oviedon bertan sarritan ikusi ohi dira Alde Zaharreko kaleetan barna, katedralaren plaza erdian, Regentaren estatuaren gainean, beti dena kakaztuz. Gasteizen ere noizbait azaltzen dira Salburua aldean, gainerako hegaztien artean arrotz, eta Madril inguruetako zabortegietan gainezka ari dira itsasotik etorritako txorioz. Irail aldean ordea, Asturias mendebaleko kostaldeko marinel herriska batean geundela, urtero bezala, ez zegoen kaiorik, edo ez zitzaien entzuten aspaldian bezala, bertakoek esana noski. Orduan ere gogoratu nintzen uda partean Mutrikun egon ginela eta ez nintzela kalatxorien betiko harrabotsaz jabetu txikitan bezala, agian erreparatu ez niolako behiala belarrian arantza egiten zen azantzari. Edonola ere, kaio mokogorri hegatxuriak garenok beti lekuz kanpo egon ohi gara.
sábado, 28 de octubre de 2017
A PUNTO DE LEVANTAR EL VUELO
Tofo lo que ni siquiera era sólido de veras.
Cuando hasta el último asidero se te rompe entre las manos,
y sientes que también era polvo antes,
que nada era consistente,
que todo era frágil y fugaz,
que nada era lo que parecía,
que nunca mereció tanto tiempo y esfuerzo,
que ni siquiera hubo resultados que valieran la pena.
Porque lo tuyo fue un fracaso tras otro, un constante quiero pero no puedo,
un mirar hacia adelante para no hacerlo atrás o a tus lados,
no fueras a descubrir que ni venías ni ibas a ninguna parte,
engañándote todo el rato porque tampoco había un trayecto que recorrer,
todo lo más un algo para llenar vete a saber qué vacío,
un motivo para darle sentido a tu vida,
para disimular que en realidad no sabes vivirla,
que no eres tú el que tiene las riendas,
que siempre te has dejado llevar,
que en realidad sirves para muy poco.
Así que te dices que hasta aquí hemos llegado,
aseguras que vas a echar el freno de este vehículo sin ruedas que son tus ambiciones y que sabes que no te lleva a ninguna parte.
Llegó el momento de darle el carpetazo a esta historia en la que ni siquiera tú crees,
cómo extrañarte que siendo así los otros todavía se la hayan creído menos o nada.
Es lo que toca por chapucero y mediocre.
No hay más historia,
ahora, o de momento, ni siquiera esa red que te ayudaría a olvidarlo todo,
a alejarte para siempre,
a desaparecer.
Es imposible sentirse más derrotado, saber que has perdido todas tus batallas y ya no te quedan ni municiones ni ardor guerrero.
Todo ha sido la crónica de un gran fracaso.
martes, 24 de octubre de 2017
PAÍS DE CABREROS
En ese que alguien definió una vez como un país de cabreros, parece que les pone mucho todo lo que tenga que ver con la fuerza bruta, someter al otro a bastonazos, zanjar las discusiones con golpes sobre la mesa tirando de sanseacaboses varios, los argumentos siempre descalificadores ad nominem, la demonización del contrario. Eso es lo único que se entiende y se aplaude. Porque lo otro, dialogar con el de enfrente, llegar a acuerdos siquiera de mínimos con el adversario, saber renunciar a parte de las convicciones propias en beneficio del mutuo entendimiento, siquiera ya empatizar en algo con el diferente para intentar entenderlo, todo eso como que no consta en su código genético o no lo enseñan en la escuela. Aquí siempre, y para todo, pico y pala o dos hostias bien dadas. Todo lo demás o no se entiende o da miedo, mucho.
PUTREEI ADI
Ez zaituzte ezagutzen,
Baina ez dute haren premiarik,
Berdin zaituzte juzgatzen,
Balio die edozein aitzakiarik
Ahoa zabaldu edo tekla sakatu orduko
Edozeren alde ala kontra egonik
Zure hitzak okertzea izango dute gustuko,
Epaitua zaude aldez aurretik,
Euren taldera ez bazara atoan lerrotzen,
Ez dizute min egiten diena barkatuko,
Inoren kritika ez baitute inoiz onartzen,
Ez bazara euren ikuspuntuen mendeko,
Zutaz dakiten oro izaten da zurrumurrurik,
Beste batek zuri buruz botatako gezurra,
Edo haiek gaizki intenpretaturiko iritzirik,
Dena dute zilegi zuri emateko egurra.
viernes, 20 de octubre de 2017
TEMPUS FUGIT
¿Conoces dos horas que sean idénticas?
¿Has tenido dos días que no se distinguieran el uno del otro?
¿Semanas que creías haber ya vivido?
¿Meses en los que no te ha pasado nada?
¿Años de los que no recuerdas nada?
Así pasa el tiempo para la mayoría de nosotros.
El resto hace cosas, vive la vida, pasa a los libros de Historia.
LOREAK
Behinola maite zenuen loreak
zu ez zintuen inoiz maitatu.
Zu zinez maite zintuztenak,
nahiz eta bihotzez estimatu,
izan zitzaizkizun ikustezinak.
Bitxiloreak zenituen desideratu,
Hostoak kentzen zenizkienak,
desamodioak ziren zure etekinak,
guztiek bihotza zizuten puzkatu.
Arrosa bat topatu zenuen gerora,
maitatzen ikasi zenuen arantzak,
ahaztu zenituen aspaldiko txiribitak,
azkenik asmatu zenuen zegokizun lorea.
jueves, 19 de octubre de 2017
GOCHERÍAS
Que servidor no se encuentra en la cafetería Sacher de Viena escuchando departir a un paisano sobre el estreno de la última opereta de Johann Strauss (hijo), en una tertulia con los impresionistas en el café Guerbois de Paris o en otra de jóvenes escritores despellejando a Umbral a sus espaldas en el Café Gijón de Madrid, ni siquiera en el pub Brazen Head de Dublín tomando unas Guinness mientras se prepara el Alzamiento de Pascua, es algo de lo que me doy cuenta enseguida cuando oígo hablar a gritos un paisano cosas como:
"¡Mira que son asquerosos esos bichos, lo mal que güelen, lo feos que son y cómo lo dexen tou allá por onde pasen. Agora, y lo ricos que tán depués a los caricotes o col compangu, o... Tenía yo una novia nel pueblu que tenía más pelos qu'un gochu celta, más fea que quitar el tricorniu a un guardia civil; pero, yá depués na cama bien que facía honor a la so paecencia. Y..."
Pero bueno, tampoco pasa nada, casi todos venimos del campo en algún u otro grado, y, por muy exótico, estrambótico incluso, que nos parezca oír disertar a un paisano dando voces sobre el gocho asturcelta en un bar mientras tomamos una caña para hacer tiempo antes de ir a recoger al crío, la verdad es que no nos queda otra que reconocer que en realidad estamos más acostumbrados a escuchar historias similares, tipo jabalíes que bajan del monte de buena mañana a destrozar la viña o de monteros que capturan zorros para tenerlos en casa de animal de compañía, de lo que pensamos.
INKISIDORE NAGUSIA
-Hamar urte espetxean agramontesen taldea berrosatzen saiatzeagatik!
-Zer?
-Fidantzarik gabeko atxiloketa taberna batean Santa Hermandadeko bi kiderekin errieta egiteagatik?
-Nola?
-Fidantzarik gabeko atxiloketa Granada Erreinuko moriskoen zapalkuntzaren aurkako kontzentrazio baketsuak antolatzeagatik.
-Baina...
-Kargurik gabeko kaleratzea Gaztelako hainbat handikientzat ustelkeriagatik salaketa gutxietsi eta gero.
-Hara bestea! Zein da epaile honen izena???
-Lamela abizeneko ez dakit nor...
UNA FÁBULA
Fabuló que con la lluvia no sólo se encogían las banderas, sino también las pasiones que las albergaban. Y entonces, por obra y gracia de unas pocas gotas, los de una bandera y los de la otra se sentaban a cubierto alrededor de un fuego a hablar sobre lo que les había pasado, cómo habían llegado a tal punto de no retorno. Y así hablaron largo y tendido sin apenas cruzarse reproches o descalificaciones, porque cuando llueve y hace frío lo que menos apetece es ponerse a repartir hostias al de enfrente. Discutieron tanto que al final, siquiera ya de puro aburrimiento y para ponerse a hablar de otras cosas, llegaron a un acuerdo para resolver lo suyo por las buenas. Pero ya, ya, qué coño iban a llegar a ningún acuerdo si no estaban ni genéticamente preparados para ello, eran más de la alharaca teatral y solucionar las cosas por las bravas, como siempre habían hecho con todo.
Fabuló, sí, sólo era una fábula, por eso le decían "fabulero".
miércoles, 18 de octubre de 2017
SEPARACIÓN DE PODERES
-Basta, basta, no me repita otra vez lo de la separación de poderes en España, por favor, no.
-En una democracia como...
-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!
AURRE-NERABEAK
-Zer moduz gaur goizean, seme?
-Hainbestean.
-Hori bakarrik?
-Zer nahi duzu esatea, ez dut "instia" gogoko?
-Gaur goizeko ilunpe ketsuaz ari naiz. Ala ez al zara konturatu kalean zehar zindoazela dena ilunpean zegoenik?
-Zein ilunpe???
VILCABAMBA, EL REINO ESCONDIDO - Miguel Gutíerrez Garitano
Un libro apasionante, de los que te suspenden el tiempo para trasladarte a otras latitudes, otras épocas, otros mundos de los que te cuesta regresar porque a poco que conectes con la historia, las historias, las horas del día se hacen eternas deseando que llegue la noche para ponerte sobre cualquiera de sus casi seiscientas páginas.
El libro cuenta la aventura de un grupo de investigadores alaveses, el cual, bajo el nombre de Mars Gaming Expedition, descubrió recientemente restos de un centro ceremonial inca desconocido hasta ahora y relacionado con el perdido reino de Vilcabamba, el último reducto de los incas El promotor de esta aventura, Miguel Gutiérrez Garitano llevaba cuatro años estudiando la cultura inca y los misterios sin resolver del reino de Vilcabamba junto a su hermano Rafael, fotoperiodista.
El libro, si bien comienza con el relato de los primeros viajes a Perú, parece estructurarse en dos partes, casi dos libros por separado, por temática y hasta por estilo. El primero correspondería tanto al relato de la Historia del reino neoinca de Vilcabamba, es decir, la de los últimos incas antes de ser sometidos de todo por los españoles, como el de los diferentes vestigios arqueológicos descubiertos por los más dispares exploradores que uno puede imaginar. El segundo libro sería el correspondiente a todo lo relacionado con el descubrimiento de Mars Gaming Expedition. Simplificando en demasía yo adscribiría la primera parte al género del ensayo y el segundo ya directamente a la literatura de viajes con todas las de la ley.
Ahora bien, cuando digo literatura de viajes lo digo, faltaría, en mayúscula. No nos encontramos con el relato de un escritor viajero al uso en parajes más o menos exóticos que nos endosa su libro, mitad chascarrillos del viaje y mitad documentación más o menos trillada sobre el lugar. Nada de eso, lo que tenemos entre manos es antes que nada el testimonio escrito del último de los exploradores del reino perdido o escondido de Vilcabamba, la crónica de primera mano de un verdadero y valioso descubrimiento arqueológico. Desde ese punto de vista no hay duda del valor testimonial del libro y en especial de la autenticidad de lo que uno tiene entre manos, lo cual que se percibe tanto por la puntillosidad documental del autor como por la sinceridad de sus comentarios.
Lo dicho, para mí desde luego el mejor y más completo libros de viajes, relato de aventuras, o lo que se quiera, que he leído en mucho tiempo.
PEQUEÑAS TRAGEGIAS
"¿Qué sería de nuestras tragedias si un insecto nos presentara las suyas?"
Émile Cioran
Si me gusta escribir de papeo es porque... porque me gusta papear y poco más. Pero, a veces también es como escribir de fútbol, focas o familias, esto es, un mero subterfugio metafórico para hablar de la vida y así.
Me dispongo a preparar para comer unas patatas al horno con cebolla, pimiento verde con txistorra y unos huevos escalfados. Un plato que hace ya varios domingos hizo las delicias de la familia y de ahí las ganas de repetir que teníamos todos hoy. Como en aquella ocasión sólo tenía una txistorra envasada de Orkoien, la cual apenas llegaba para los cuatro, mandé al mayor a la carnicería del barrio que abre en domingo. Me trajo una txistorra fresca que mezclé con la otra y el plato salió delicioso.
Pues hete aquí que hoy me trae el mayor de la misma carnicería una txistorra, la cual ya de entrada me mosqueó porque, en vez de venir en una rista larga como suele lo normal, venía dividida en porciones tipo pincho. Pero bueno, manías de carnicero, me digo. Cuál es mi sorpresa cuando, tras cortar la txistorra en trozos pequeños para ponerlos en el horno sobre las patatas ya en su punto, observo que la txistorra no suda su deliciosa grasita, esto es, el objetivo primordial del plato y que no es otro que embadurnar con ésta las patatas, cebolla y el pimiento verde antes de mezclarlo todo con el gorringo (yema) de los huevos escalfados.
Nada, que no ha sudado nada, ni una puñetera gota de grasa. Así que enseguida hemos establecido que aquello no era txistorra ni hostias, todo lo más una vulgar salchicha fresca con pimentón que le habían vendido al niño haciéndola pasar por tal. Nuestro gozo en un pozo y un montón de patata asada en el plato a la que sólo me ha merecido echar el tenedor acompañada con la cebolla y el pimiento verde debidamente untada en huevo. Eso y que, siendo domingo, ya era tarde para bajarme hasta la carnicería con el fin de preguntar amablemente -vamos, lo que en mi caso viene a ser poner un sonoro "cagondios" al inicio y final de cada frase...- a ver qué coño entendían allí por txistorra.
Ahora, menos mal que justo antes de preparar la mesa había abierto ya un Viuda Negra de Bodegas Pujanza de Laguardia. A decir verdad, ha sido sólo gracias a la ingesta de tan suculento néctar que, al menos yo, y acaso también mi señora, porque los críos ya sabemos que son más de zampar lo que les pongan sobre la mesa como piara de cerdos en su abrevadero, no hemos caído en una profunda depresión con toda la tarde de domingo por delante, con lo que mucho que me afectan a mí estas cosas, que uno para lo que quiere puede ser muy sensible, pero mucho.
¿Y qué tiene esto que ver con la vida así en general? Pues he aquí la moraleja: así como uno deposita sus ilusiones para una comida dominical en el recuerdo de otra anterior para que luego venga un carnicero a joderlo todo porque su txistorra no suda lo que tiene que sudar, o más bien porque al chaval le han dado gato por liebre, esto es, salchicha apimentada por txistorra, pues en la vida otro tanto y de continuo. Eso y que no hay pena que no se olvide con un buen vino, pero bueno, bueno.
Por lo demás, recomiendo encarecidamente la longaniza de Avilés, no tiene nada que envidiar a una butifarra catalana; bueno, también es otra cosa.
BI HISPANITATEOK
Arima izozten dizun hispanitate hori
menpeko nahi zaituena
ahotsa ukatzen dizuna
zuretarrak akabatu zituena
zarena mesprezatzen duena
zurea gorrotatzen duena
bihotza kokiltzen dizuna
arrotz beti izango zaituena
inoiz maitatuko ez duzun hispanitate hori
Baina bai, badago beste hispanitate bat
garen oro onartu eta babesten duena
bestea ezeztatzen etengabe saiatzen dena
hain zuzen ere.
jueves, 12 de octubre de 2017
HACER RECADOS
De pequeño en la casa de la Avenida me pasaba las tardes haciendo recados. O al menos así es como lo recuerdo. No era para menos, mis padres trabajaban todo el día y el poco tiempo que les quedaba del día se les iba en las tareas del hogar. Por eso ya siendo un mico bajaba casi todos los días al colmado de debajo de casa, un Vegé de los de entonces, mira si me acuerdo. Ya luego fui ampliando el área donde hacía los recados, esto es, del colmado a la Brasileña en la esquina de mi calle para seguir a la panadería a la vuelta de ésta y de ahí hasta la carnicería Urturi -aquí tirando también de memoria- en una placita que había en la calle Beato Tomás de Zumárraga, y a la que también solía acudir a jugar por las tardes. Supe que me iba haciendo mayor cuando por fin me mandaron a la pescadería para la que la había que cruzar la carretera que atravesaba la Avenida y que entonces representaba un verdadero riesgo para la integridad física de cualquiera, tanto por carecer de las jardineras y vallas que ahora impiden cruzar a los peatones por donde les viene en gana, como porque lo del límite de velocidad en ciudad era un concepto todavía algo más que laxo; no exagero si digo que casi todas las semanas asistíamos a un atropello delante de nuestras narices.
Sin embargo, fue a partir de aquel día que crucé la Avenida por primera vez para ir a la pescadería, y de ahí también a una pollería próxima, ¡qué gracia me hacía cuando mi madre me mandaba donde la pollera!, e incluso al antiguo bar Albizu donde le echaba la quiniela a mi madre casi que a espaldas de mi padre, cuando empezó mi carrera frenética de recadero al servicio, no tanto de los caprichos de mi madre, como de sus muchas e inagotables manías. Eso era así porque mi amada progenitora cambiaba tanto de comercio como de muda. Es decir, que no pasaba mucho tiempo sin que acabara mal disponiéndose con el tendero de turno por cualquier pijada tipo "las manzanas del frutero vienen siempre con gusano" o "los filetes de ese carnicero echan más agua en la sartén que la nao Victoria de Elcano a su llegada a Sanlúcar de Barrameda". De resultas que, como los comercios con los que se enfadaba eran al principio los más cercanos a casa, al final, y tras dejar atrás todas las tiendas de los alrededores de mi calle, acababa haciendo la compra en tiendas cada vez más alejadas de ésta, esto es, desde la Avenida a la calle Badaia donde la Juani, -no me voy a acordar con lo mucho que se choteaban las viejas viendo a un enano hacer cola con ellas-, o a la carnicería de los Apellaniz en Adriano VI, destinos que para un crío de mi edad era lo más parecido a ir a tomar por culo que podía concebir. Tal era así que hasta empecé a tener pesadillas en las que mi madre me obligaba ir a comprar fruta y verdura, con el sonsonete de "y que no esté pasada o podrida", o los dichosos "cien gramos de carne picado de cerdo y otros cien de ternera para las albondiguillas, y que no te meta magro", hasta Miranda. Sí, porque alguien le había dicho que allí, a veinte y pico kilómetros de Vitoria, había una frutería, o una carnicería, que...
De modo que cada vez que pienso en mi infancia no puedo evitar imaginarme haciendo cola rodeado de faldas cuyas propietarias - porque entonces las que hacían la compra eran todas mujeres y todas llevaban faldas, o al menos así lo recuerdo- me dedican generosas sonrisas de infinita conmiseración tras haber preguntado con mi voz angelical: "¿la última, por favor?" Eso y también mucha bronca de vuelta a casa porque mi compra nunca, pero nunca, era del agrado de mi vieja, y no digamos ya los líos con los cambios, que siempre había alguno, siempre.
El caso es que recuerdo haberme pasado todas las tardes de mi infancia haciendo recados a mi madre, cambiando cada dos por tres de comercio, avergonzado porque la mayoría de las veces me veía obligado a repetir delante del responsable al otro lado del mostrador la letanía de quejas acerca de la compra de la vez anterior. Tanto es así que en ocasiones incluso dudaba de que fuera mi madre la que se malquistaba con el tendero de turno y no al revés. Agobiado también con el tema del dinero por si me habían dado de más o de menos, incapaz de entender los arcanos de la elección de tal o cual fruta, harto de que siempre llegara uno o más huevos rotos en aquella huevera de metal. Suerte que de vez en cuando también me resarcía un poco picoteando algo de la compra; recuerdo con especial fruición la "leche frita" de la carnicería Elvira en Fernández de Leceta, solía pedir siempre de más para comérmela por el camino; hasta que mi madre se mosqueó con la carnicera por no sé qué pejiguera para no variar.
Pues bien, hoy, para un recado, uno, sólo uno en semanas, que le mando al mayor, va y nos la monta el muy cabrón; no sé qué de la maquinita...
martes, 10 de octubre de 2017
EL PELUQUERO
Ellas se sentaban frente al tocador y él les cortaba el pelo con la celeridad y el oficio del que sabe que su tiempo es oro. Ellas hablaban sin parar, le contaban cosas de sus maridos y de sus hijos, los viajes que habían hecho, lo cara que estaba la vida, lo aburrida que estaba la suya o todo lo contrario. Algunas también le comentaban las noticias del día. Discutían, pero él nunca se mojaba, no del todo, no era tan insensato, todo lo más se limitaba a animar la discusión con algún que otro comentario a la contra; tocar las narices es toda una tradición familiar. Con las más veteranas, siquiera ya sólo con las que congeniaba de veras, no dudaba en utilizar su proverbial y muy medido sarcasmo. Creo que las clientas de toda la vida lo eran antes que nada porque apreciaban ese equilibrio entre marcar distancias y dar la debida confianza que se sustenta sobre todo en el sentido del humor.
Entretanto no paraban de caer al suelo mechones de pelo alrededor del tocador y el olor húmedo del pelo mojado se mezclaba con esos otros de la química de los productos de peluquería que aplicaba al final del corte para reforzar las raíces del cabello. La única música de fondo era el ruido de los secadores de pie donde descansaban otras clientas dando el repaso semanal a la vida de los famosos plasmada en papel cuché. A veces, sobre todo si ya era tarde y ya sólo quedaba él en la peluquería con la última clienta, yo barría el pelo cortado nada más levantarse ésta de la silla. A veces también, mientras yo esperaba sentado a que él terminara de cortar el pelo a la última clienta para irnos a casa, una de esas que no callan ni cuando están boca arriba en el lavabo, él me enviaba una mirada con una media sonrisa por encima de la cabeza de la señora, la cual yo entonces enseguida interpretaba como un "¡qué paciencia hay que tener con algunas!", la misma que con el tiempo se convirtió en " ¡qué harto estoy de todo esto!"
Esto lo escribo porque hoy ha muerto Jean Rocheford, que era un actor francés que por su envergadura y su sonrisa cínica, pícara, como sea, me recordaba mucho a mi padre. Ni qué decir que muy en especial en la maravillosa El Marido de la Peluquera, sólo que en esa película los papeles estaban cambiados. Sólo me recordaba a mi padre, porque de mi padre me acuerdo todos los días.
TXORIBURUA
Ni naiz umetan zoparako oiloa jan ohi zuena,
denok aukeran oilaskoa jan nahiago zutelako.
Ni naiz handitan bere seme-alabak
hezi zen fraide ikastetxera ezta txoratuta ere eramango ez dituena,
fraideen txorakeriak inoiz irentsi ezin nituelako.
Ni naiz gaztetan Che Guevara atsegin ez zuena,
denon adostasunen aurrean muzin egiten nuelako.
Beharbada ere sainduen bizitza garbi eta mirakulutsuak inoiz sinetsi ez nituelako.
Ni naiz sarritan haize kontra zirika edo isekaka
hegan doan bururik gabeko txoria.
lunes, 9 de octubre de 2017
PERPLEJIDADES
1.- Vargas Llosa advirtiendo de los males del nacionalismo a una masa enardecida que blande banderas, corea sin parar "¡España, España!" y exige mano dura contra los que no comparten su idea de nación.
2.- Gente que echaba pestes de los nacionalismos periféricos porque decía que estaba por encima de los atavismos de la tribu a la vez que se decía ciudadanos del mundo, y con lo de Cataluña lo primero que han hecho es colgar una rojigualda y negarse a dialogar nada con los independentistas catalanes porque dicen que Cataluña les pertenece. Cualquiera diría que eran antinacionalistas única y exclusivamente porque ese nacionalismo contra el que despotricaban no era el suyo,
3.- Gente que te tacha de intolerante, cómplice, cobarde y falsario/equidistante porque aseguras que la única salida al embrollo catalán es el diálogo para un referendo pactado, y también porque denuncias a los que se niegan incluso a oír hablar de ello con el mantra de que la ley lo prohíbe y que no se puede cambiar para cuestionar España tal como la conocemos.
4.- Gente que te tacha de lo mismo desde el otro lado.
5.- Gente que decía que la legitimidad democrática se ganaba en las urnas y no en las calles...
UDAZKENEKO DOMEKA GOIZA
Udazkena gure etxean
Hostoak, orbela, horia,
Umeen algara barruan
Irria, ziria, argia,
Etengabeko liskarra kanpoan
Samina, egonezina, bakemina,
Merezi duena gogoan
Lagunak, egunak, maitasuna.
viernes, 6 de octubre de 2017
LÓGICA PREADOLESCENTE
-¿No crees que ya tienes edad para comer pimientos sin protestar?
-¡Soy un niño y a los niños no les gustan los pimientos!
-¡Eres un adolescente!
-Soy un preadolescente porque me hago pajas, si fuera un adolescente también me gustarían los pimientos
I HAD A DREAM
Sí, iba caminando como cada tarde por el parque periurbano de al lado de casa, y, tras escuchar por la radio que el gobierno de Rajoy había dejado de conceder el 62% del presupuesto para ciencia y tecnología con el fin de devolverlo a las arcas del Estado, un presupuesto ya de por sí raquítico en comparación con los de la mayoría de países de nuestro entorno -sí, el mismo Rajoy que no hace mucho se preguntaba, mitinero él, de qué íbamos a vivir si no investigábamos, innovábamos... ¿del petroleo como la Venezuela de Maduro?-, he salido del parque, y, al ver las rojigualdas que colgaban de los balcones, he creído por un momento que esas banderas no se exhibían para contraponer el orgullo nacional de sus dueños al de otros, para demostrar un patriotismo de unidad de destino en lo patrimonial, "¡Cataluña nos pertenece!", ni siquiera para apoyar la intransigencia de su gobierno frente a las reivindicaciones de otros, sino más bien como protesta ante la continua mentira institucionalizada y el enésimo ejemplo de que sus gobernantes no creen en otro futuro para sus ciudadanos que no sea el de camareros.
Pero no, en efecto, ¡Eeepaaaaña, Eeeepaaaaña!; sólo era un sueño.
jueves, 5 de octubre de 2017
DECIR AMÉN A TODO
Oye, y si al final vivir en sociedad va ser que consistía en eso,
en apuntarse a una fratría, correr detrás de una bandera, corear los himnos de la tribu, comulgar con el credo mayoritario.
Siquiera ya sólo para estar en paz con uno mismo,
sentir el arrobo de los cercanos, ser aceptado como miembro de pleno derecho en una sociedad gastronómica o en una comparsa de las fiestas de tu padre.
Lo que sea con tal de no desentonar, que nadie se gire para preguntarte "¿pero tú de qué vas, con quién estás?"
No es fácil, la verdad, no cuando tu temperamento es más de andar a hostias con todo el mundo, llevar la contraria a todo Cristo, dudar todo el rato.
Como te toque esa cruz un día te ves dándote de mamporros con lo de este lado del muro y al siguiente con los del otro;
total, qué importa el lado del muro si tus rivales en esencia vienen a ser los mismos.
Pero cansa y mucho ese continuo andar a la gresca con unos y con otros, no poder estar de acuerdo con nadie en nada porque siempre hay algo, puede que sólo un pequeño matiz, que no casa, que en realidad lo desbarata todo.
Pues no digas nada, cierra el pico, cambia de tema, mira hacia otro lado, comulga con las ruedas de molino del prójimo.
Ya, decirlo no cuesta nada, hacerlo resulta imposible cuando ese no eres tú, no es tu maldito temperamento, cuando eres más bien tirando a bocazas con un poco mucho de soberbia, sí, para qué negarlo.
A joderse toca entonces.
Pues nos jodemos, vaya que si nos jodemos.
Y aquí seguiremos calentándonos la boca, metiendo la pata, arrepintiéndonos luego.
Con lo fácil que sería tener un poquito de humildad, renunciar al orgullo, someterse a la manada, dejarse arrastrar por la corriente, decir amén a todo. Vamos, cosicas que a mí me dan mucho por culo.
NAHIAGO DUT
Inoiz egiten ez didaten deiaren zain
egon beharrean
Nahiago dut nire seme txikerrarekin
egon jolasean.
Inoiz gauzatzen ez diren planak
asmatu beharrean
Nahiago dut nire seme nagusiarekin
egon solasean.
Inoiz argitara aterako ez diren lanak
etengabe zuzendu beharrean
Nahiago dut nire laztanarekin
egin larrutan.
Inoiz egiatan estimatuko ez zaituztenokin
denbora alperrik galdu beharrean
Nahiago dut nire bizi osoko adiskideekin
egin eztabaidan.
Inoiz betetzen ez diren ametsak
faltan bota beharrean
Nahiago dut nire buruarekin
galdu noraezean.
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