He tenido una pesadilla sanferminera, o más bien sanferminera-irlandesa, sin pisar Pamplona -no creo que me dé por ahí porque para juergas con retraso de dos años mejor reservarme para la de mi pueblo en agosto y así, que ya tenemos una edad y yo a la mía sigo sin saber qué es esa mierda de la moderación y bla, bla, bla- y no precisamente porque anoche regresara a casa cantando "si no tienes un duro, no te hace caso nadie, en cambio si lo tienes..." De hecho anoche salimos con la intención de darnos un garbeo y volver pronto a casita; luego ya nos encontramos con unos colegas que nos invitaron a cenar con los que estaban, y muy bien, una gente encantadora, buena conversación, mejores risas y todo eso a lo que uno está siempre dispuesto cuando anda por su ciudad y sabe que en cualquier momento puede haber un cambio de planes porque la vida consiste precisamente en beber con propios y extraños. Bonita y sobre todo tranquila velada que en principio no auguraba muchas turbulencias entre las sábanas porque no hubo un consumo exagerado de líquido elemento.
Pero el caso es que, entre que con eso de los Sanfermines apenas había nadie por Vitoria y la poca que había iba de blanco y rojo impoluto en dirección a la estación para coger cualquiera de los trenes que RENFE pone a disposición de los juerguistas para arrimarlos hasta Pamplona (un tren que va recogiendo la muchachada de camino a la capital del Viejo Reyno y en el que ya me subí cuando todavía era un morrosko de esos que se bajan prácticamente borrachos en Iruña porque la juerga comienza en cuanto empiezan a subirse los de los pueblos (aquí también habría que mencionar los autobuses sanfermineros...), lo primero que ha aparecido en mis sueños ha sido una peña sanferminera en un pub irlandés.
Peor aun, resulta que de entre la peña en cuestión, distribuida alrededor de unas mesas bajas cubiertas con pintas de Guinness, cubatas de todo tipo y vasos de "whiskey" a palo seco, muchos de ellos con guitarras e incluso unas flautas que todavía dudo si eran txistus, gaitas/dulzainas o eso que llaman Irish Whistle, distingo a un señor alto y bastante mayor con unas gafas redondas un tanto pasadas de moda, vestido todo de blanco con pañuelico y faja rojos, eso y un sombrero de ala ancha. ¡No me jodas, James Joyce! Entonces oigo que el autor del Ulysses irrumpe a cantar acompañado a la guitarra por uno de los mozos sanfermineros.
By a lonely prison wall
I heard a young girl calling
Michael they are taking you away
For you stole Trevelyans corn
So the young might see the morn
Now a prison ship lay waiting in the bay
Low lie the fields of Athenry
...
Hostia tú, no voy a reconocer el Fields of Athenry si lo escuchaba a todas horas, por la noche..., en los pubes de Temple Bar en Dublin y no te digo ya en los de Galway. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es qué cojones hace James Joyce ataviado de sanferminero cantando la canción que más tiernos, nostálgicos, rebeldes y sobre todo beodos pone a los habitantes de Hibernia.
- Déanaimid ceiliúradh freisin ar na sanfermines gach bliain.
Como no tengo problemas para entender el irlandés que en Dublín hablan cuatro gatos ikastoleros o algo por el estilo, al menos en este sueño -yo en los sueños, y como soy muy empírico y así, hasta discuto con Platón en griego clásico la chorrada esa de la teoría de las formas...-, alucino con lo de que celebren los sanfermines todos los años como si se tratara de un Bloom´s Day cualquiera. Aunque, en fin, como supongo que se trata de encontrar un pretexto cualquiera para emborracharse el sábado a la noche, tampoco le doy mayor importancia.
- Pero es que esto de los Sanfermines no va así -trato de darme el pego a ver si así me invitan a unas pintas...-
- What a fuck?
- Que a ver dónde están los toros.
- Do you mean the bull? There you have it...
Entonces descubro a mi admirado, casi adorado, Richard Harris en su papel de The Bull, el viejo campesino de la peli de El Prado, un tipo tan duro como sentimental, mala hostia y sorna por igual, el cual, cuando vi la película, no pude evitar que me recordara todo el tiempo tanto a mi viejo como a mi abuelo. Así que tampoco puedo evitar acojonarme un rato cuando veo que el toro en cuestión se dirige hacia mí, eso y pensar: "Hostia, fijo que ahora coge y me pone a sacar piedras del prado, la viña o lo que sea que..." Pero no, pues no va y me dice:
- Sing whit me!
- Canto, canto...
«Anda y pínchame una vena /
si piensas que no te quiero /
y verás correr mi sangreeeeeee /
negrita de pasar penaaaaaaaaas...
Entonces caigo, vaya que si caigo; el puto Príncipe de Viana Crianza 2018, 100% tempranillo, de Murchante, que cayó anoche.
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