Los sanfermines a la vuelta de la esquina y yo voy y casi bloqueo el acceso al ordenador porque en vez de poner la clave de costumbre he puesto varias veces 0607 sin darme cuenta. Cosas del subconsciente. Como lo del sueño de esta noche en el que mi señora y un servidor decidíamos de la noche a la mañana acercarnos hasta Iruña para pasar el día de juerga, en mi caso muchos años después de la última vez que fui a sanfermines con mis colegas, como después de aquello siempre he sentido una pereza infinita cada vez que llegaban estas fiestas, puede que verdadero hartazgo por todo lo vivido y sobre todo bebido de chaval, vamos, que casi era ver a alguien con el pañuelico rojo y entrarme arcadas. Pero, los arrebatos es lo que tienen, que no te lo piensas dos veces. Así que íbamos en el tren sanferminero como cuando de chaval. Una gozada porque también hacía años que no me montaba en uno. Ya en la capital del Viejo Reyno nos juntábamos en una terraza de la Plaza del Castillo con el basajaun giputzi que vive ahora en la Abaurrea Alta, él dice que se ha hecho navarro y de las Aezkoas. Y el caso es que el amigo Mk no podía estar más sanferminero gracias a sus achaques y así, vamos, que como no puede beber tenía un aire entre Ojo Biriki y Caravinagre que daba gusto. Pero bien, servidor nunca ha tenido ningún problema en beber por dos, tres o los que se tercien. Y en eso estábamos, de parranda sanferminera, que si cabezudos, gigantes, zaldikos-maldikos, gaitas, txistus y tamboriles, guiris y nativos en lo que me da que es la confirmación de que los sanfermines son una especie de carlistada pasada por kalimotxo y demás pócimas "majicas". Pues todo eso y otras puñetas sanfermineras hasta lo del hamaiketako por donde el Arrano y así. Ambientazo con el ochote o lo que fuera que tenían formado en la terraza unos carcamales la mar de simpáticos, jatorras que decimos, con sus instrumentos de música. Mucho cántico terruñal entre joticas, habaneras, bilbainadas y cosas del Benito y compañía, vamos, lo del "si no tienes un duro no te quiere nadie" y por el estilo, eso y también de los de la izquierda numantina y así, Camarada Txe Gebara, Grandola Vila Morena, Bella Ciao y todo de esa guisa tan retro-nostalgicoboba. Nada que no se pudiera berrear a gusto con la ayuda de unas botellicas de clarete navarro bien fresco para la ocasión.
Y así hasta bien entrada la tarde, hasta que el amigo Mk ya no pudo más con tanto berrido desafinado por nuestra parte y decidió que era el momento de regresar a su guarida en el Pirineo. Entonces tomamos la decisión de bajar un poco el pistón porque ya sólo nos quedaban unas horas hasta la de coger el tren de vuelta a Gasteiz. De modo que nos pasamos a las cervezas de un bareto a otro de lo viejo hasta dar a una calle donde una peña animaba la cosa con más folklore, txistus, gaitas, guitarras y acordeones para animar a bailar en plena calle. Servidor que abandona a su pareja para ir a reponer gasolina de cebada y que cuando vuelve se la encuentra bailando el Baile de la Era en medio de un montón de mozos y mozas como una más. Yo que me acoplan junto a los músicos y a alternar cerveza con el patxaran que me ofrecían, ¡ay, ama! Y ya luego sólo me acuerdo de que veníamos en el tren de vuelta a Vitoria a eso de las nueve y que de repente nos llama al móvil el enano para exigirnos a gritos que lo rescatáramos del campamento en León al que se había apuntado el mismo para estar con sus colegas de clase. Eso y que, si no íbamos nosotros, mandáramos a su abuelo materno desde Asturias, pero que él no aguantaba una hora más porque estaba hasta los mismísimos de lidiar con tarados. Una llamada de lo más inoportuna, rodeados de peña que regresaba con nosotros de la juerga sanferminera, con la cerveza y demás líquido elemento casi que saliéndoseme por las orejas. La madre del mendrugo intentando que entrara en razón y su padre que, de repente, le arrebata el móvil a la primera para ponerse a jurar en hebreo a grito pelado.
- Txema, deja de amenazar a tu hijo con meterle el móvil por el culo, o colgarle de los huevos del palo más alto del campamento como te haga ir hasta allí. ¿No ves que todo el mundo nos está mirando?
Y es entonces cuando creo despertar de la pesadilla de esta semana; pero no, la verdad es que ya llevo un rato despierto y no estaba soñando sino recordando la farra del año pasado por estás fechas. Así que en cuanto se ha despertado mi legítima ya había sacado online los billetes para el tren de la semana que viene.
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