De camino de vuelta del cole a casa suelo ponerle al enano música de piano en el coche. También aprovecho, con el fin de despertar más su interés, a contarle alguna anécdota del compositor o músico del CD que suena en ese momento. Hoy tocaba Liszt y también repetir una vez más lo de que, siendo como fue el primer músico en poner en moda los recitales de piano, estos acostumbraban a rayar la histeria colectiva. Tanto como que las mujeres se peleaban por sus pañuelos de seda y guantes de terciopelo, los cuales hacían trizas como recuerdos. Por si fuera poco, las anécdotas acerca de Liszt y sus recitales son inagotables. Una de ellas cuenta que durante el viaje que hizo a España, fue a visitar a uno de los grandes estudiosos de Bach, éste le pidió que tocara al piano la Fantasía y Fuga en sol menor de Bach. BWV 543 para órgano. Liszt se sentó en el piano y le tocó TRES versiones improvisadas, según le dijo:
1- La clásica, tal como Bach la hubiera deseado
2- La que representaba como él la sentía esa obra
3- Tal como la tocaría ante un público para asombrarlos
Pues bien, tras dejar anonadado al canijo con la anécdota de la capacidad improvisadora de Liszt, hemos llegado a casa, he preparado la comida para él y su hermano, y cuando me he sentado en el salón con la intención de ver las noticias mientras esperábamos a que llegara su hermano mayor del insti, de repente va el muy capullo, se sienta al piano, y se pone a aporrearlo como un poseso.
-¿Qué hostias estás haciendo, no ves que estoy escuchando las noticias?
-Estoy improvisando como Liszt, yo también quiero ser un genio...
Moraleja, mucho cuidado con pasarse con lo de estimular a los hijos en sus aficiones, al final puede darse el efecto contrario y que den en bobos.
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