El otro día en una cadena de esas que dicen generalistas de ámbito nacional, y a raíz del valiente desplante de Ada Colau al Borbón, enseguida sacaron a cuatro supuestos especialistas, catedráticos de Derecho, Historia y así, para que ponderaran las virtudes de la institución monárquica. Para no dilatarnos en exceso, los argumentos de estas cuatro personalidades se podían resumir en la siguiente máxima: "Es lo que hay, y para qué cambiar lo que hay, que además también lo hay en otras partes." Pues eso, de profundis. Pero claro, tampoco podemos ser demasiado rigoristas, pues es más que evidente que en el debate monarquía-república circunscrito al terreno de las ideas, de la razón, los defensores de otorgar la jefatura de un estado por sucesión dentro de una misma familia tienen todas la de perder; nadie en su sano juicio puede afirmar, al menos sin que se le caiga de verdad la cara de vergüenza, esto es, sin ser un verdadero cínico al cuadrado, que la monarquía es una institución democrática y sobre todo lógica. Por eso los monárquicos tienen que recurrir a perversiones intelectuales del tipo ""si hay que ir se va, pero ir para nada es tontería". Quiero decir, o más bien lo dicen ellos, que sí, que la monarquía es una institución obsoleta, anacrónica y antidemocrática; pero, ya que está para qué cambiarla... Es probablemente la máxima que mejor resume el pensamiento conservador, acomodaticio, reaccionario de buena parte de la "intelligentsia" española debidamente acomodada en sus poltronas, cátedras, consejos de administración o como lo quieras llamar. Y por eso resulta tan patético, ya que la vergüenza ajena ya se nos agotó hace tiempo, ver defender a gente que presume ser de izquierdas, ay, ay, como ese PSOE de republicanos antes juancarlistas y ahora felipistasestistas. Pero bueno, al fin y al cabo estamos hablando del mismo PSOE de por supuesto que estamos a favor de la renta mínima, cómo no si somos de izquierdas, pero vamos a impedir que se pueda aprobar "ausentando" a cinco de nuestros parlamentarios como el que no quiere la cosa...
Con todo, y volviendo a la cadena generalista, más de diez minutos en horario de máxima audiencia para lavarle la cara al Borbón y a la institución. Y sobre todo un curioso ejercicio de periodismo ese de dar voz a cuatro entendidos para que ponderen la cosa y hurtar al espectador la opinión de otros cuatro entendidos que piensen todo lo contrario; no le vaya a dar luego al respetable por sopesar los argumentos de unos y otros y sacar sus propias conclusiones. De qué además, ni que las cadenas generalistas, y con ellos los medios en general, españoles, estuvieran para hacer periodismo. No, están para apuntalar el régimen que los sostiene procurando crear un estado de opinión entre los todavía incautos o ilusos que creen poder informarse a través de ellos y siempre en una sola dirección. No es periodismo, es lacayismo en estado puro y sobre todo desacomplejado, van a saco. El periodismo, me temo, lo sabemos desde hace tiempo, se ha mudado o atrincherado en lo digital o, a lo sumo, en lo exclusivamente marginal o local. Y por si acaso todavía les queda lo de acoquinar al personal con lo de las injurias a la Corona y tal...
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