La primera vez que visité Triana con dos de mi cuadrilla, L y A, andábamos tan emocionados por eso de habernos puesto hasta el culo de cañas por los bares del barrio, que en uno de estos sacamos una ración de bígaros del tamaño de una pera, y, al ir L, amiguito del alma y olé, a sacar el bicho con un pequeño tridente metálico, casi se lleva media mano con su correspondiente churretón de sangre..
-¡Mecagondios, el niño Jesús, San José, la Virgen y los putos pastorcitos -exclamó el amigo L como consecuencia de su falta de pulso.
-¿Ustedes son del norte, no? -preguntó el veterano camarero.
-Sí. ¿Cómo lo has adivinado?
-¿Que cómo? Digamos que por su peculiar interpretación de la religiosidad popular católica...
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