"El nacionalista no sólo no desaprueba las atrocidades cometidas por su propio lado, sino que tiene una extraordinaria capacidad para ni siquiera oír hablar de ellas".
George Orwell
Lo que ya sospechábamos muchos. Todos los homenajes, reconocimientos, mea culpas de tapadillo y demás monsergas de cara a la galería eran pura comedia -descartando los cuatro imprescindibles tontos útiles que les sirven de coartada como los de EA, Aralar, Alternatiba y compañía), un apresurado lavado de cara para poder así presentarse en sociedad/elecciones como lo que nos gustaría que fueran pero que todavía no son de ni de lejos, y siempre con el fin de recabar los votos que se les fueron hartos de tanta locura sectaria y asesina. Pero Maddalen, la misma que durante décadas nos estuvo dando las noticias de los atentados en ETB1, Io dice alto y claro, en titulares y con otras palabras, claro; pero, que yo interpreto así: tenemos que aceptar/respetar que para muchos de los nuestros unos muertos estaban bien matados y otros ya no tanto. Y aquí me temo que en función del grado de asesinables, y que no fue otra cosa, ni más ni menos, que el baremo que solía manejar parte de eso que llamaban el "pueblo trabajador vasco", se entiende que abertzale hasta las cachas y para de contar, cuando, tirando de sincera espontaneidad dejaba en evidencia el apestoso código moral que regía su existencia y decía cosas como "¡no hay derecho, un sencillo trabajador muy conocido en el pueblo y querido por todos, euskaldún y además votante nacionalista de toda la vida...!" Sentida expresión del subconsciente popular de la que solo se podía colegir una cosa: todos los demás, cuando menos trabajadores, conocidos, queridos, euskaldunes y nacionalistas, más asesinables. Pues eso, he aquí el relativismo moral que la portavoz de Bildu expresa/recuerda ya sin tapujos, se supone que para congraciarse con la grey que, lejos de haber hecho examen de conciencia, sigue fiel a los mitos y consignas de entonces, "ETA es nuestro ejército de liberación, son nuestros gudaris y todo el que no comulgue con nosotros está con nuestros enemigos", y que, en esto ya solo se engañan los bobos o los rematadamente cínicos, explica a las claras la miseria moral todavía vigente en una parte sustanciosa de la sociedad vasca; " los nuestros y los suyos, los de aquí o los de allí, conmigo o con ellos, beltzak eta zuriak. Eso y que el juicio ético o moral de muchos sobre ciertos asesinatos y otros crímenes parece seguir estando en función de sus afinidades ideológicas, puede que solo patrióticas, con los verdugos.
La Real Academia Española de la lengua (RAE) define la palabra "exilio" tal como sigue: exilio
Del lat. exilium.
1. m. Separación de una persona de la tierra en que vive.
2. m. Expatriación, generalmente por motivos políticos.
3. m. Efecto de estar exiliada una persona.
4. m. Lugar en que vive el exiliado.
5. m. Conjunto de personas exiliadas.
Así pues, voy a poner un ejemplo de esos elevados al absurdo, el cual además sé de antemano que escocerá todavía más a los españolitos de bien que se han apresurado a indignarse con las declaraciones del vicepresidente Pablo Iglesias, las cuales juzgo no tanto desafortunadas como torpes por lo que ya explicaré más adelante. Hagamos un ejercicio de Historia ficción imaginando que la República hubiera ganado la Guerra y hubieran tenido que ser Franco y sus compinches quienes habrían tenido que salir por patas de España. Pues sí, sí señores, Franco y CIA, hubieran sido exiliados políticos porque la razón de su expatriación habría sido esencialmente política: sublevarse contra el gobierno legítimo de España. Tampoco habría sido nada excepcional, pues a lo largo de la Historia de España, como de la mayoría de los países, siempre ha habido exiliados de todo tipo y condición con cada cambio de régimen e incluso solo ya gobierno, da igual que el motivo político fuera, de acuerdo con nuestras propias convicciones, merecido o no.
Por desgracia no ocurrió así y fueron los republicanos los que tuvieron que exiliarse tras la victoria fascista, motivo por el que dicho exilio pasó al imaginario de los españoles de verdadero bien como un hecho tan injusto y cruel como digno y hasta romántico.
Sin embargo, la valoración que muchos tenemos del exilio republicano no cambia para nada el significado que dicha palabra tiene en el diccionario de la RAE, y en general en el de ninguna otra lengua distinta a la castellana. Exiliarse es lo que es, lo que dice la RAE, lo otro es una generalización a partir de un hecho concreto
De modo que, de acuerdo a la RAE, sí, Puigdemont es un exiliado porque tuvo que abandonar su país, expatriarse, por razones de índole exclusivamente política (aquí la opción de los bocazas de turno para meter lo de que el "proces" solo era una salida a la corrupción generalizada en Cataluña y bla, bla, bla; vamos, para negarse a aceptar el carácter político del asunto y para de contar), y sobre todo porque el Estado Español quiso responder por la vía penal, represiva, a un acto de rebeldía política, esto es, a una sedición por deferido y sin efecto práctico alguno, pura "perfomance" o mascarada, en lugar de por la administrativa. Todo esto, claro está, independientemente de la valoración política que nos merezca lo que hizo Puigdemont, Junqueras y compañía, ya sea acerca de su legitimidad o se su idoneidad. Yo ya adelanto que no estoy de acuerdo con lo que hizo, declarar una independencia unilateral sin tener una mayoría amplia, mucho más allá de la mitad más uno, que la amparara democráticamente. También añado que, aunque respetaría sin dudarlo la decisión de independizarse de los catalanes si obtuvieran dicha mayoría, como que no tendría sentido alguno oponerse siendo un verdadero demócrata y no un patriota de mentalidad colonial y en ese plan, tampoco quiero una Cataluña independiente sino que prefiero una España en la que los territorios cuyos habitantes los conciben como una nación puedan compaginar ese sentimiento, el cual además yo comparto en lo que respecta al mío, con una idea más amplia de España de la que hemos conocido, o más bien se nos ha impuesto, hasta ahora, una idea de estado común o nación de naciones que hiciera justicia tanto a esos sentimientos de los que hablo como a ese inevitable e innegable denominador común que compartimos todos los pueblos y naciones de España después de siglos de convivencia mejor o peor avenida y que en la mayoría de los casos se materializa en cosas tan simples como que un vasco o un catalán peninsulares se sentirán siempre más en casa en Cádiz que en Cardiff por la cosa esa de compartir un mismo acervo lingüístico y cultural aparte del propio.
Dicho lo cual, vayamos con Iglesias. Sus declaraciones en las que afirma no estar dispuesto a criminalizar los independentismos periféricos me parecen muy loables, dignas de esa izquierda española que procura superar todos los esquemas decimonónicos de la idea de España que comparten el resto de partidos como verdaderos artículos de fe, España como una unidad de destino alrededor de lo castellano principal o exclusivamente y en la que el proceso uniformador alrededor de esa idea pancastellana iniciado en el XIX solo se ha contenido, que no detenido, con la aceptación del estado autonómico y la oficialidad de las lenguas distintas a la castellana, a regañadientes y me temo que con escasa convicción por parte de la mayoría de los españoles y muy españoles. Los ejemplos de lo que hablo son continuos, último la sentencia del Supremo sobre el catalán, la enésima con la que se demuestra que las prioridades de la justicia española son intentar preservar el privilegio de los castellanoparlantes a ser monolingües en detrimento del derecho de los catalanoparlantes a promover el bilingüismo en su territorio. Iglesias y la izquierda que él representa, dicho en plata, es el único aliado que tenemos en el conjunto de España los que creemos en esa idea tan denostada de la nación de naciones, o como se le quiera llamar, que me es completamente indiferente, y que, sí, ya, no lo niego, de momento, y viendo lo que hay, es más la manifestación de una ingenuidad supina que la apuesta por una utopía en toda regla.
Sin embargo, lo que como político es encomiable en Iglesias por valiente al ir a la contra del pensamiento mayoritario y sobre todo institucionalizado, como cargo institucional es torpe y sobre todo innecesario. Iglesias es demasiado inteligente, a la par que torpe sin par y me temo que de un ego incapacitado para medir sus propias fuerzas, para ignorar que sus declaraciones iban a levantar ampollas entre los patriotas españoles y muy españoles para los que lo de Puigdemont no fue solo una "perfomance" sin verdaderas repercusiones prácticas, sobre todo un farol mal calculado, el cual se dio de bruces con ese otro nacionalismo tan visceral como el suyo que es el español, y muy en especial con eso que llamamos el "aparato represivo" del Estado Español, ese que siempre supeditará los valores democráticos a los sentimientos nacionales, es decir, a la preservación por todos los medios a su alcance de la idea de España decimonónica y uninacional porque debe su razón de ser a esta. Iglesias sabía, debía saber, que se le iban a echar encima todos excepto los suyos y los ya de entrada apestados nacionalistas periféricos. Todos y muy en especial sus socios de gobierno, pues no hay partido más institucional que el PSOE, en realidad el segundo pilar de esta Segunda Restauración Borbónica en la que vivimos. Por eso mismo juzgo de verdadera torpeza política las declaraciones del vicepresidente Iglesias creando una polémica inútil, dado que lejos de contribuir a la estabilidad de un gobierno tan cuestionado, ya sea por sus propios errores en la gestión de la pandemia como resultado de una estrategia verdaderamente demencial y sobre todo deshonesta de la derecha española en cualquiera de sus tres versiones, una estrategia propia de la era Trump con su posverdad a como buque insignia, solo ha servido para soliviantar todavía más el ánimo de esa mayoría de patriotas españoles que, nos guste o no, entendió lo de Cataluña como una afrenta intolerable a la integridad de su patria, incluso como un insulto personal a su condición de españoles por parte de unos indeseables como son para ellos todos los nacionalistas periféricos o no que cuestionan su idea de España. Lo curioso es que ese sentimiento de ofensa por parte de una mayoría de españoles que asumen una idea determinada y uninacional de España no sea entendida desde los nacionalismos periféricos, y sobre todo que merezca tanto desprecio por su parte obviando que entre ellos abundan las mismas pulsiones patrióticas que llevan al rechazo visceral, casi religioso, de todo aquel que cuestione sus respectivas ideas por lo general también uninacionales de lo vasco, lo catalán o lo gallego. Curioso sí, y también contradictorio, porque no dejan de ser las dos caras de una misma moneda, la del nacionalismo exclusivamente sentimental, pasional, más de convicciones de piedra o fes inquebrantables, que ese otro esencialmente político, más o menos racional o apegado a la realidad, con el que siempre hay margen para debatir y acordar lo que sea de acuerdo a presupuestos en los que debería imperar el apego a los valores democráticos por encima del credo o las utopías de cada uno. Pero claro, todo esto pertenece ya a la pedagogía ciudadana, nos falta educarnos en valores democráticos, en especial en aprender a aceptar y respetar a los que no piensan como nosotros, para luego poder discutir las ambiciones políticas de cada cual sin llegar a las manos o caer en la tentación de imponerlas al otro a las bravas, ya sea con la fuerza represiva de un estado o el chantaje mediático-sentimental y no digamos ya el terrorista.
Y en cualquier caso, sí, vaya parrafada para el rato que me quería poner a la tecla en lo que duraba mi descafeinado. A ver, a ver quién tiene redaños para llegar hasta este último párrafo, y, sobre todo, para rebatirme lo que sea sin recurrir a la descalificación personal, o ya directamente al insulto, por la cosa esa de no pensar como uno mismo.
Sanitarios jubilados sin opción a reincorporarse en la lucha contra el Covid19 que reciben la vacuna como un detallico de su gremio o de quien sea, alcaldes jóvenes y sanos de pueblos del Levante que se la ponen antes que cualquiera de sus vecinos pertenecientes a los grupos de riesgo y que encima tienen la desfachatez de justificarse diciendo que lo hacen para dar ejemplo, hospitales privados que, maravillas del neoliberalismo, disponen ya de vacunas contra el Covid19 para sus clientes... Hostia, hostia y rehostia. A veces te pones delante de un telediario y tienes la sensación de que siempre es 28 de diciembre. Eso por no hablar de la resignación que descubres en ti mismo cuando ya ni siquiera te sorprendes ante estas noticias, sino que más bien esperabas eso o algo todavía peor más tarde o más temprano. Qué si no en el país que tiene a la picaresca como su género más genuino y ponderado. Lo dicho, resignado a que nada te sorprenda y, lo peor de todo, convencido de que lo del día siguiente todavía será más vergonzoso, escandaloso, chusco, que lo del anterior. Viviendo un eterno Siglo de Oro de la picaresca.
-¡Por favor! Cómo no vamos a estar interesados en colaborar con usted. Nos ha encantado el material que nos ha mandado. Es un muestrario de artículos, relatos y reseñas verdaderamente originales, frescos, rompedores. No podía ser de otra manera, porque hace tiempo que le seguimos y somos sus mayores admiradores. De hecho, su último libro con Anagrama nos ha parecido de lo mejorcito que se ha publicado en mucho tiempo, un verdadero antes y después de la narrativa en lengua castellana.
-Pentagrama, mi última novela ha sido publicada por Pentagrama, una editorial de tamaño pequeño-medio que acaba de empezar y...
-El problema va a ser que ahora estamos hasta arriba de trabajo y que con esto de la crisis, pues...
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