Te puedes creer que he soñado que estaba de farra en Vitoria como cuando todavía era un hombre soltero y feliz, valga la redundancia, y había nevado tanto que cuando iba a meterme en el coche a dormir la mona antes de ponerme en dirección al pueblo, resulta que no podía abrir la puerta porque estaba congelada. Así que me decía, "¡A tomar por culo, pues subo andando!" Y claro, me ponía en dirección hacia las faldas del Zaldiaran campo traviesa porque todo estaba cubierto de nieve y no se veía la carretera ni nada. Y en eso que echo la mirada atrás para ver cuánto me había alejado de la ciudad, y que descubro que me está persiguiendo alguien. Al principio me pregunto si será que me habré ido de algún bar sin pagar, o le habré mentado la madre a alguno, porque la noche ha sido de las intensas y nunca se sabe. Pero no, enseguida descubro que se trata de un oso polar. Trato de escapar lo más rápido que puedo, a lo Jeremiah Johnson, y justo antes de conseguir llegar al bosque de Armentia para tratar de ocultarme, el oso me da alcance.
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