domingo, 4 de febrero de 2024

SUSTO TRAS LA ALAMBRADA


 

    - ¡Joder qué susto! -yo despertándome una vez más de la pesadilla de la semana.

- No me digas más -contesta ella casi que con resignación-, has soñado con lo que me contaste hace dos días de cuando fuiste a sacar a la perra de tu madre ya de noche para que hiciera sus necesidades, y como en el camino que sube hasta el Naranco había una pava con su perro y no querías encontrarte con ella porque los otros chuchos tienen la manía de ladrar a la pobre Lau, a saber si porque le huelen a la legua que viene de fuera o yo qué sé, y eso sólo si los sujeta su dueño de la correa, porque hablamos de un pastor alemán o por el estilo, que si no ni se acercan los muy mierdas, por eso y porque eres un asocial que procura evitar todo contacto con el prójimo para no tener que sociabilizar hablando naderías, decidiste desviarte por el camino de brea paralelo por donde suben los coches, pero el cual apenas está iluminado. Así que, en una de esas que ibas andado con la perra en mitad de la oscuridad, de repente oyes el ruido estremecedor de una bestia que se abalanza sobre vosotros al trote dándoos un susto morrocotudo.
- Como que si no se llega a ser por la alambrada se nos echa encima sin dudarlo un segundo.
- Un pollino.
- Ya, claro, un pollino; pero, el susto no nos lo quitó nadie, ni a mí ni a la perra.
- Ya veo, por eso has vuelto a soñar con el pollino.
- En el sueño no era un pollino el que se nos echaba encima, sino un velocirraptor.
- Ya veo, había olvidado que anoche te dije que este fin de semana igual teníamos que comer con mi madre.
- ¿Te extraña que luego tenga pesadillas?
- Eres un impresentable.
- Sip...

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