Me despierto con mi hijo pequeño en la cama una vez recuperada ya mi forma humana.
-¿Dónde está mamá?
-Creo que me la comí anoche cuando era un hombre lobo. Menudo empacho.
-¿Y qué tal estaban las tetas?
-Como flanes.
-¡Ese niño de la foto soy yo! -señalando una que cuelga de la pared de nuestro dormitorio.
-Sí claro. ¿Y a que no sabes de quién es la foto que está al lado?
-Sí, de mamá cuando era pequeña.
-Umm, tenía que habérmela comido entonces; seguro que estaba más tierna.
-Pero entonces no habrías comido flanes...
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