El agitprop del fascismo de nuestro siglo ya no tiene como objetivo adueñarse de las calles mediante mítines, manifestaciones, desfiles o demostraciones de fuerza contra los adversarios. La gente ya no está en las calles sino en en sus casas delante del televisor. Por eso el histrionismo de Trump tiene más en común con el de un telepredicador o un conductor de reality que con el de un Mussolini o un Hitler dirigiéndose a las masas desde un balcón o un estrado. El nuevo fascismo propaga su mensaje y agita las emociones más primarias de las masas desde los televisores. Lo lleva haciendo desde hace décadas a través de programas que no sólo reniegan de la inteligencia, la cultura o el buen gusto, sino que además se regodean en todo lo contrario. No es que la televisión haya renunciado a educar a las masas, que se conforme con entretenerlas a toda costa, no. En realidad llevan décadas educándolas, adoctrinándolas, sólo que con un fin muy concreto y perverso que no es otro que convencerlas de que no deben sentirse acomplejadas por ser como son, zafias, groseras, incultas e instintivamente reaccionarias. La televisión ha legitimado y ensalzado delante de millones de espectadores la zafiedad y la moralina más primaria, la moral de patio de porteras o casino decimonónico, como código de conducta, el machismo que convierte en mercancía la sexualidad femenina, la supremacía del chulo de barrio o del tarugo sin escrúpulos, malo, resentido, acomplejado, el rechazo a todo lo excelso, a todo lo que huela a cultura o a elite en la convicción de que siempre hay que igualar por lo bajo, que lo bueno sólo puede ser aquello que se parece siempre a uno por muchas que sean las carencias que todos llevamos a cuestas. El plató televisivo es el terreno en el que se ha desenvuelto Trump durante décadas al igual que Mussolini y Hitler lo hicieron durante años en la calle con sus mítines o desfiles ayudados de sus camisas negras o pardas. Y por eso Trump ha llegado a la Casa Blanca dispuesto a protagonizar el mismo show que ha estado protagonizando durante décadas. El guión puede que sea aparentemente distinto, puede; pero me temo, ya lo estamos viendo, que los modos y los contenidos van a ser esencialmente los mismos.
jueves, 2 de febrero de 2017
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