martes, 7 de febrero de 2017

DE ESTÉTICA Y ÉTICA



Dejando a un lado mi opinión personal sobre el pupilo de Jordi Pujol y la repentina conversión de la derecha nacionalista catalana del 3% al independentismo, incluso mi convicción de que la independencia de Cataluña sería la puntilla a la contingencia de una España verdaderamente plurinacional que obligaría a otros territorios a replantearse su futuro con los consiguientes conflictos de todo tipo, hay que reconocer que en la vida a veces la estética supera a la política, la ética, la hermenéutica y casi que a todo lo que acabe en "ca". Qué otra cosa puede pensar uno si repara exclusivamente en la puesta en escena del juicio a Mas y sus colaboradores viendo que los miembros del tribunal que los juzga por desobediencia al Estado Español se dirigían a estos en castellano y eran respondidos en catalán. Pues que, por mucho que se lleven las manos a la cabeza los bienpensantes de turno, esto es, los de "los nacionalistas siempre son los otros...", la cosa tenía un inconfundible aire de juicio colonial, sí, en plan tribunal inglés juzgando rebeldes irlandeses en Dublín, o jueces franceses a argelinos del FNL, tribunales zaristas o soviéticos a patriotas finlandeses, polacos, chechenos, ucranios, moldavos, georgianos, armenios, lituanos, estonios..., e incluso al tribunal español que condenó a muerte en Manila al líder independentista tagalo José Rizal. Claro que exagero, siempre lo hago, de eso se trata, lo que sea para tocar un poco los cojones al estirado e insufrible "hiperdemócrata-ciudadanodelmundo-siempreelpaísbajoelbrazo" de turno.

Por lo demás, subrayar el contraste cada vez más llamativo que existe entre la cobertura mediática de la plana mayor de la prensa española sobre el tema de Cataluña, esto es, todos a saco contra el independentismo como si fuera la mayor aberración que se puede cometer contra la especie humana, no contra la española, no, sino contra la humana, y la de la prensa internacional en la que abundan los temas de opinión (Le Monde, Liberation,The Guardian, NY Times, La Reppublica, Frankfurter Allgemeine, Expresso...) donde se preguntan por los extraños arcanos que hacen imposible que lo que es posible en el Reino Unido, Canadá, Suecia y otros países de probada trayectoria democrática, no lo sea en España siendo el problema prácticamente el mismo. Spain is different, sí, claro, esa es la coartada, que la Constitución que hemos hecho para impedir que suceda una cosa prohíbe que suceda esa cosa y sanseacabó. Esa es la consigna, el mantra a repetir mil veces a lo largo del día en toda tertulia o artículo de opinión. Y como muestra un botón, el desquiciado artículo de Lluis Basset de ayer en El País, cuyo argumento principal para rebatir el independentismo catalán era "Si no es legal, no es democrático", y del que casi huelga decir que le salieron al momento recordando casos como el de Rosa Parks cuando fue arrestada por haber violado las leyes segregacionistas de la ciudad de Montgomery al no querer ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús, y así por extensión toda protesta contra leyes consideradas injustas por la minoría de turno en estados presuntamente democráticos. Pues eso, que sigue sorprendiendo que toda la estrategia para convencer a los catalanes de que no se decanten por la independencia, lejos de aludir a lo positivo de la convivencia en común, a lo que nos une de verdad en lo personal, cultural, histórico, económico, etc, a rebatir democráticamente el proyecto independentista y contrastar con datos muchas de sus aseveraciones, parezca dirigida en exclusiva a la amenaza judicial, el tabú constitucionalista, el juego sucio mediático, la bravuconada militarista o casi, y todo por el estilo. En fin, nada nuevo bajo el sol de esta unidad de destino en lo universal, nada que no parezca ser una de sus más acendradas constantes históricas, revisen si no la prensa española de la década final del XIX en lo referente al problema de Cuba y Filipinas, las semejanzas en el tono y la argumentación son tantas que sólo pueden provocar escalofríos, porque hoy como ayer hay un algo de insoportable prepotencia neo/pseudo/post-colonial, o como se le quiera llamar, en ese "meter en cintura a esos paletos e insolidarios catalanes con todo el peso de la ley" que salta demasiado a la vista.

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