Tengo para mí que si, por lo que fuera, pongamos un incendio o que mi mujer me echa de casa tras llegar y verme vestido con la ropa interior de la vecina, tuviera que elegir a toda pastilla qué libros llevarme de todos los que amontono en las estanterías, me bastaría con mirar aquellos a los que les sobresalen hojas sueltas o tienen dobladas sus esquinas. No hay duda de que son los que más he frecuentado, que sigo haciéndolo todavía y que si eso es así probablemente seguiré haciéndolo también en el futuro.
Los hay de todos los estilos y épocas de mi vida, desde una recopilación de las grandes aventuras de la Historia tan ajada que parece haberse dividido en fascículos y que creo conservar desde que era un canijo y vivíamos en la Avenida del Generalísimo hoy de Gasteiz, hasta estas memorias o lo que sea de Marin Amis, Experience de Martin Amis,donde se cuentan cosas tan enjundiosas como sus relaciones con su familia, y muy en especial, con su dentista. ¿Y qué motivo puede llevarme, no sólo a releer las vicisitudes "ortondonciales" de un escritor de fama, sino incluso a salvar el libro de una hipotética quema en lugar de la Montaña Mágica de Thomas Mann o cualquiera de los tostones de Umberto Eco? Pues el estilo, y eso para bien o para mal, de Amis, que sé que con cualquiera de sus libros entre las manos, y por muy chorra o todo lo contrario que sea el tema del que trate, siempre me lo voy a encontrar a él y eso es ya suficiente para que merezca la pena el rato invertido por mucho que me irrite también semejante capullo egocéntrico y maniático. Y es que al final de eso va la Literatura para mí y poco más, el resto, sobre todo lo que está primorosa y concienzudamente escrito de acuerdo a los cánones del negocio, pues Best Sellers o por el estilo.
“My life looked good on paper - where, in fact, almost all of it was being lived.”
― Martin Amis, Experience: A Memoir
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