Decía Victor Hugo, durante su estancia en Pasajes, que el País de los Vascos era aquel en el que si mirabas restaurantes en Google una de las cosas que más se destacaba de estos era el "trato amable". Vamos, como si lo normal fuera siempre lo contrario. Bueno, vale, igual no lo dijo Victor Hugo, y tampoco había internet en su época; pero...
Tú a tus cosas y, de repente, mi madre, acompañada de mi mujer, preguntándome:
-¿Te acuerdas, Josemari, de las toallas que compraste en Margarita, de qué color eran?
-¿Yo qué, cuándo, dónde... toallas?
-Si cuando fuimos a..
-¿Cómo hostias quieres que me acuerde del color de unas toallas que según tú compré hace casi treinta años?
-¿Cómo no te vas a acordar?
-No me acuerdo de haber ido contigo nunca a Margarita. Sí con mi primo y su "coaima" de entonces, y sobre todo del viaje que me dieron con su culebrón venezolano intinerante; pero.... ¿toallas?
-Déjalo, Merche, que si no quiere acordarse...
-¡No he comprado unas toallas en mi puta vida!
-Eso, eso, tú hazte el machito...
-¿Pero quién se puede acordar de lo que compró hace treinta años en una isla del Caribe? Si eso pregúntale a Iglesias...
-Di que no quieres...
Pues nada, será que no quiero, no. Si por separado ya me cuesta, como para rebatir nada juntas.
"La vie c'est le souvenir le plus touchant du temps qui a produit ce monde"
Les solidarités mystérieuses - Pascal Quignard
Decía que el de Ullibarri-Ganboa, y en menor medida también el de Urrunaga, son los pequeños mares interiores de los babazorros aunque tengamos el Cantábrico a tiro de piedra. En cualquier caso, para muchos son el paisaje estival de entre semana, la playa a la que acudías en verano al salir del curro para echar la tarde, ya sea con la familia en Landa donde los columpios o en plan dominguero junto a la orilla, o en bolas con los colegas en la nudista pasado Arroiabe. Luego ya sí, las de Garaio en el mismo pantano y todo lo que quieras, como quien dice, de hace dos días.. Pero los recuerdos veraniegos de la infancia y primera juventud siempre estarán unidos a este paisaje. También está el proyecto siempre pendiente de escribir algo sobre el mundo que sepultaron estas aguas, cosa de haber leído lo de Julio Llamazares sobre el de Riaño y decirte que aquí también hay un filón para algo de literatura, déjate para otros recopilaciones de testimonios o estudios más o menos sesudos. Como que no son pocas las historias que has oído contar sobre lo que fue aquello de sacar a la gente de sus casas para anegar sus vidas de un día para otro, Franco mediante, sus esclavos, los ingenieros y toda la hostia. Pero ya, ya, se te van quitando las ganas de escribir de esto y en realidad de cualquier cosa que requiera un verdadero esfuerzo de documentación o ya solo de (re)patear el terreno. Seguro que habrá alguno que sepa hacerlo mejor y con más suerte, seguro.
Estampa típicamente guipuzcoana. Casi tanto como el "ostatu" del plueblo reconvertido en "restorán" con pretensiones, es decir, menus de degustación donde el producto nunca es lo que dice la prosopopeya que le echan al asunto para lo de estirar al máximo el beneficio. Hacía tiempo que no salía con hambre de un "jatetxe" del paisito. Más o menos cabreado sí, de tanto en tanto; pero, con hambre... cinco platos que me han parecido todos tan ricos como suspiros con algo de tartar de atún en flagrante minoría, unas verduras hervidas con una pizca de puré de esto o lo otro, dos tristes txipis a la plancha con un rociado de salsa de txangurro, un muslito de caserío y yo voy, me lo creo y me río, crudo por dentro, un ya no me acuerdo qué y un postre de crema de queso y salsa de arándanos que cabía todo en la primera cucharada; las raciones venían en platillos como para succionarlos de una sola tacada. Cagüen san puto Jaungoikoa mil veces, que no vengo a degustar tus ocurrencias de la Señorita Pepis, y si las tienes al menos échale sustento, sino a comer como una persona del primer mundo, que estamos en un pueblo de cuatro casas del Goierri y no en una tasca de lo viejo de Donosti para tangar gabachos. Y no soy yo precisamente de cantidades, no se equivoquen, sino más bien de sustancia. Ahora, la próxima vez que entre a un sitio y vea que el equipo son todos chavalines con pintas de acabar de salir de una escuela de cocina, el que sale corriendo soy yo. Hoy excuso de quemar exceso alguno trotando por las sendas de al lado de casa, hoy ya me tumbo a leer debajo del pino hasta el yogur de la cena. Precioso estaba hoy el Goierri; perdón, las "High Lands giputzis" que le dicen los avispados de la cosa turística y así.
Pues bien, como entre que anoche corrió que daba gusto el R punto de Remírez de Ganuza, el Albariño y una tanda de irlandeses y escoceses a rebosar de "agua de la vida", y que mis amigos me conocen y saben que si me dejan hablar nos pueden dar las tantas (eso y cierto soniquete a mi izquierda de no sé cuál de las amiguitas presentes; "¡No habléis de política, no habléis de...", pues te vas a joder, bonita), voy a aprovechar este momento de soledad matutina para dar mi opinión al respecto acompañado por el trino de los pájaros y el zumbar de algún que otro moscardón.
"Pues haces mal si no vas a votar. ¿Qué pasaría sí..." Me la pela, porque, ni siquiera es una cuestión ideológica -por supuesto que tengo mis ideas, filias y fobias, e incluso lealtades de toda una vida como buen banderizo vascongado, gamboino a más señas-, y tampoco mera comodidad y hasta prevención por lo del virus y tal. No voy a bajar a votar al pueblo de al lado porque siento que la política vasca actual es una inmensa tomadura de pelo, una auténtica estafa. ¿Cuál? Pues ni más ni menos la de que un partido que nunca saca mayoría absoluta sea el que lleve gobernando años a lo PRI mexicano en su época dorada, con la consabida excepción de los cuatro años de un señor de Portugalete que pone discos y gracias a un apaño judicial a mayor gloria de los intereses del Estado en aquel momento y para de contar. ¿El culpable? Pues más claro agua: el PSOE. Resulta que después de décadas de jeltzalismo clientelista parece que no hay alternativa a un partido que, insisto, nunca obtiene mayorías absolutas. Y conste que, en este caso, ni siquiera se trata de exigir una alternativa de izquierdas a un partido que a veces les gana por la izquierda a muchos de los que enarbolan esa bandera, un partido que parece haber descubierto la cuadratura del círculo yendo de la mano de Confebask a la vez que hace y presume de políticas sociales. No, hablo de una simple, pura y sobre todo higiénica alternativa democrática para que esto no siga pareciendo una democracia como la mexicana hasta hace apenas unas pocas décadas, que ya hay varias generaciones de vascos occidentales convencidos de que los gobiernos del PNV son lo natural, lo único posible y sobre todo concebible, y todo lo demás el acabose, un abismo al que mejor no asomarse, no vaya ser que nos expropien la casa de Castro o algo por el estilo...
Pero claro, es que Bildu, partido legal gracias a a su rechazo estatutario a la violencia, es muy malo y muy de la ETA, eso aunque luego gobernemos con sus votos en Madrid y Pamplona y donde haga falta. Vamos, porque nos interesa que eso sea así para poder seguir disfrutando del trozo de la tarta que nos dejan los jeltzales, y a las empresicas con ex cargos sociatas y/o parientes que trabajan con el GV me refiero (¿Casualidad o no lo de esas relacionadas de alguna u otra manera con lo de Zaldibar y sus vínculos con cierto consejero eibarrés o el cuñado de cierto ex lehendakari? Por poner un ejemplo).
Y claro que Bildu y Podemos Elkarrekin tienen cada cual lo suyo, sus tics y tacs, sus Gerry Adams (¿No os habéis enterado de que el Sinn Fein ha ganado las elecciones en la República de Irlanda solo tras mandar a casa a Adams y poner al frente a una candidata dublinesa que nada tiene que ver con los líos del norte y ha centrado su campaña en los verdaderos problemas de la gente? ¿A qué esperáis para jubilar a Arnaldo, ¡sacrilegio, sakrilejiua!, y poner al frente a Miren Larrion?) y sus no sé sabe muy bien qué líderes porque los cambian de continuo tras la enésima purga filoestalinista y así; pero, basta ya de confundir la política con el sacerdocio, de exigir a los demás votos mendicantes como si todavía creyéramos de verdad en la inmaculada concepción de la política, o en la bondad innata de la condición humana en general y solo cuando son de nuestra cuerda. Algunos ya hemos aceptado hace tiempo que no hay que aspirar a paraíso alguno sobre la tierra, sino más bien a que las cosas den un poco menos por el culo. Otros, a poco que no estéis convecidos de que vuestra presencia sobre la faz de la tierra responde a un mandato divino, activistas de la ortodoxia de turno y así, también podríais ir mirando eso del pragmatismo.
Tres partidos autotilulados de izquierda en según qué grado suman mayoría absoluta en el parlamento vasco; pero, entre el pecado original de unos, la inconsistencia de otros y la hipocresía sin límites del tercero, es más fácil que Trump se arrogue la victoria sobre el coronavirus de aquí a unos días, que ellos se unan como sería de toda lógica a pesar de todas sus diferencias. Mira que no les vendría nada mal verse todas las temporadas de Bergen seguidas y así aprender cómo se hace política en un país pequeño con muchos bandos... partidos.
Siendo así, cómo no pensar que la política vasca actual es un gran fraude al elector. ¿Eh, Idoia?
De entre las muchas leyendas sobre la Dama del Anboto, la que más gusta es la que cuenta que una bruja y su hija vivían juntas. Un día la madre, enfadada, maldijo a la muchacha diciéndole: «Ojalá te lleve el diablo». Al decir esto apareció el mismo diablo y se la llevó, y la dejó vagando por los montes de la zona para siempre. Vamos, la historia de mi mujer y yo nunca mejor contada. Bueno, más o menos, esto es, con todas las licencias que a mí me da la real gana, faltaría.
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