De repente, de vuelta a casa tras la caminata con mi hijo mayor y coincidiendo con el momento en el que el aldeano de Zalduondo bajaría desde el campanario de San Miguel, el ruido de un chupinazo en la lejanía, de varios que le siguen. ¿Será La Resistencia que desafía a la autoridad (in)competente, o acaso ya solo las estentóreas ventosidades de una cuadrilla de blusas que tras la ingesta de una alubiada monumental, con sus correspondientes litros de cosechero en vena, celebran el día en la clandestinidad de sus txokos o restaurantes? Qué día más triste para un babazorro; pero, peor es la peste "bobina", esto es, contagiarse del Covid19 por bobo, no por bóvido.
-Tu vida es más absurda que un turista francés en Vitoria el 4 de agosto del 2020.
-¿Ah sí? Pues tú eres más baboso y repulsivo que el editorial de hoy de El País sobre la figura del Cazador de Elefantes.
-Ahí creo que te has pasado.
-Bastante, sí.
¿Qué apostamos? Se morirá fuera disfrutando lo robado -ni más ni menos que como el abuelo Alfonso-, le harán un funeral de estado en el que todos, políticos de todos los partidos con la excepción de lo que quede de Podemos/IU, si queda algo, y los malos malísimos nacionalistas periféricos, con la siempre inestimable y pronta colaboración de los periodistas del Régimen al estilo de Marhuenda, Rámirez, Moreno/Cebrián y demás babosos cortesanos, ensalzarán su figura volviendo una vez más con el mantra de la Transición y el engaño del 23F, eso a la vez que mencionarán de pasada el asuntillo de la corrupción como un simple borrón en un expediente para ellos por lo general impecable. Puede que hasta lo conviertan en un ejemplo de la excesiva "humanidad" del emérito, si eso un exceso de campechanería... Y de ese modo, apuntalando el régimen con la ayuda de la complicidad interesada de las élites y el cretinismo sentimentaloide y conservador del ciudadano medio, la repulsiva y anacrónica institución monárquica seguirá reptando por la Historía de España como lo han hecho siempre todos y cada uno de sus miembros desde que el primer tarado de su estirpe, Felipe V, se ciñó la corona de este reino en perpetua decadencia.
Y como, tras extasiarse con la vista del macizo pétreo acotando el horizonte, mi compañera vital y madre de mis vástagos me pregunta de dónde viene el nombre de Sierra Salvada, yo improviso y, echando mano de mi infinita y acaso demenciada imaginación, o ya solo insustancial y para de contar, le cuento de que como la sierra en cuestión separa Burgos de Álava los habitantes de ambos lados decidieron que ni para ti ni para mí, y que de ahí lo de Salvada, esto es, a salvo de la explotación indiscriminada por parte del hombre y bla, bla, bla. Y ya luego, como veo que vacila, que esta vez sí, esta vez se la he metido doblada, entonces me animo y decido subir el tono diciéndole que su forma euskara, Gorobel, es mucho más curiosa porque en euskera antiguo significa "lugar donde las lamias se la chupaban a los montañeros que se extraviaban y...." Pero ahí ya no, ahí ya me he dado cuenta de que, por mucho que me guste provocar a mi mujer con todo tipo de procacidades, siquiera de vez en cuando hay que saber parar. Sí, o no, yo qué sé.
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Pues hoy, dentro del programa "turismo de cercanías", que viene a ser lo que hacía de pequeño con mis viejos los fines de semana, esto es, dominguear, hemos ido a meternos unos bocatas con sus birras de rigor hasta el embalse de Maroño en el Valle de Ayala (no vayáis, es demasiado hermoso y no os va a gustar, mejor id a la costa). Y en eso que aparece el amigo Luis Vil, que me reconoce por la gorra -qué casualidad, me la he puesto hoy después de días a calva abierta por la calle con este tiempo de mierda-. Y nada, ahí hemos estado pegando la hebra un buen rato, creo que ya habrá llegado a casa para la merienda. La verdad es que Luis nos ha alegrado el día, nos ha hecho reir y dado temas de sobra para seguir discutiendo luego entre nosotros de adolescentes, padres, la pasión por la música, el cine, los libros y otras hostias. Un tío la mar de majo que además ilumina. Y encima creo que ha acabado de convencer a mi hijo mayor de que la guitarra no se aprende a tocar por inspiración divina como vengo diciéndole yo hace tiempo. No hay foto de esas de colegas feisbukeros porque yo me corto tanto para esas cosas como no tengo freno para otras. Si eso qué mejor que uno de sus vídeoclips (¡Joder! ¿Todavía se dirá así? Mira que me paso la vida viéndolos en youtube), donde además aparece el valle de fondo, Salvada y así.
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En España no se tortura, ni se celebran juicios injustos así lo dictaminen luego desde Europa, tampoco hay saña judicial por motivos políticos que hacen que se juzguen a personas por delitos que prácticamente han desaparecido en el resto de Europa. Y si pasa todo eso ya se encarga la prensa del Régimen del 78 de silenciarlo o manipular a la opinión pública para que crea que las víctimas, o los que lo denuncian, son todos de la ETA, indepes, bolivarianos o así en general gentuza que odia y calumnia por pura maldad a España y a los españoles con su infinita autocomplacencia. Un país con una inmensa mayoría social incapacitada para la autocrítica por pura ignorancia autoinducida y cretinismo patriotero. Ya lo dijo mi admirado Rafael Chirbes poco antes de morir: "Este país apesta a franquismo por todos los lados."
Goian bego, Torrealdai, agur eta ohore!
Un caloret insoportable, como pocas veces por estas latitudes, de aplatanar hasta a un bosquimano en taparrabos, provocaba el síndrome del polo al sol. Por eso nada como tumbarse debajo del pino de casa, a la sombra también de las copas de los árboles del bosquecillo cuyas ramas se adentran en nuestra casa. Y se estaba tan a gustito, tan a salvo de ese sol encabronado con cierta brisica acariciándome de tanto en tanto, que me he quedado un rato largo roncando mientras leía. Luego al despertarme he sentido tanta plenitud que me he dicho que mo me habría importado morirme mientras dormía. ¿Puede haber un modo mejor de morir? Total, si tampoco espero ya mucho más de la vida. Todo lo más procurar sufrir lo menos posible. Y sí, ya sé que alguna y algunos quizás me lloren un poco. Pero bueno, el luto requiere siempre requiere su tiempo y ya luego mariscadas con Alvariño. Además, con el tema de los vídeojuegos y así seguro que a los críos se les hace más liviano. Con suerte lo que dure esparcir mis cenizas aquí en casa junto donde están las de mi padre. Si eso que aparten unas pocas para aventarlas en lo viejo de Gasteiz, junto al Cantábrico en Asturias o donde sea, en el Toloño, y ya puestos por qué no en la Alfama de Lisboa, Temple Bar de Dublin, en una taberna de Praga, sobre el Arno en Florencia, el Malecón de La Habana, en Marraquésh, en Cadiz, Paris, Berlín, Oporto, Tulousse, Roma, Galway, El Cairo, Gerona, Valencia, León, Zamora, Burugogorretagoikobaratzeberria, así en general todos los sitios donde he sido feliz, o por lo menos he comido bien y me he emborrachado a gusto, incluso en el desierto del Gobi, donde nunca he estado y tampoco tengo intenciones de ir, pero ya solo para joder un rato. Luego ya me he reincorparado a petición del pequeño que quería ir hasta la iglesia del pueblo a cazar pokemones. Así que hemos subido hasta la plaza con mis dos sobrinos de tres años. Entonces, viéndolos tan felices e inocentes, he pensado que igual todavía era demasiado pronto. Si eso cuando ya no sirva para cogerlos en brazos porque no me queden fuerzas. Pero claro, ahí está mi madre con setenta y pico años repitiendo durante décadas la misma monserga de que si ya no puede cargar al hombro jardineras de cien kilos y así, para eso mejor morirse. Y oye, ahí sigue esperando la muerte la señora. Anda que no tenemos poco cuento ni nada madre e hijo.
-La verdad es que tiene usted un carácter harto difícil.
-¿Se refiere usted a cuando se ha sentado en mi mesa sin conocerme de nada, ha picoteado una de las rabas de mi aperitivo antes de que yo pudiera abrir la boca, me ha preguntado qué libro estaba leyendo para a continuación ponerse a criticar al autor, me ha dado sin pedírsela su opinión acerca de la gente que se sienta sola en una terraza a leer y en general de todo aquel que según usted pierde el tiempo leyendo libros, me pide que le deje el móvil para hacer una llamada personal y encima va y tiene la poca vergüenza de terminarse de un trago la caña que yo había pedido?
-No creo que nada de eso sea motivo suficiente para ponerse como un energúmeno mandándome a tomar por culo a grito pelado y amenazándome con estamparme el plato de rabas en toda la cabeza.
-Ya puede perdonarme, impulsivo que es uno.
-No pasa nada. En la vida hay que saber contenerse. ¿Quiere que lo acompañe a alguna parte?
Del mismo modo que a principios del verano me dio por releer todo lo de R. Chirbes, ahora me ha dado por J. Marsé. La verdad es que siento una satisfacción bastante curiosa al volver sobre páginas que había leído de chaval y que ahora me devuelven sensaciones de entonces y me aportan otras nuevas como consecuencia de la madurez; supongo que por la cosa esa de estar ya más cerca del precipicio vital y así.
De El Amante Bilingüe dicen que es una obra menor de Marsé. Yo me temo que lo dicen por dos motivos principales. Primero porque es la novela más descaradamente paródica y provocadora de un autor que siempre lo es en mayor o menor medida en las demás. Y claro, el humor, la ironía, la coña marinera y hasta la mala baba incluso, no visten a los ojos de los estirados de turno. Al menos no hasta que pasado ya un tiempo el mismo culo prieto, con cátedra o no, se ve obligado a afirmar que El Quijote, la gran parodia de la literatura universal, es una obra maestra. Segundo porque es una novela que se chotea con saña del nacionalismo catalán más entusiasta y de los prejuicios de la sociedad catalana con el tema de la lengua en particular. Y ya se sabe, mientras hables de los años oscuros del franquismo todo perfecto, todo aplausos. Como toques tu propia época y en especial tu entorno, todo ceños fruncidos.
Luego está el recuerdo de haber ido al cine a ver la versión, una vez más infame -Marsé siempre lo tuvo claro-, de El Amante Bilingüe. No recuerdo si era de Aranda con Victoria Abril, Ana Belen o cualquier otra -tampoco lo voy a mirar ahora mientras conduce mi mujer-. Recuerdo a Imanol Arias de falso charnego con uno de los zapatos de la señorita catalanufa colgando de su rabo supuestamente murciano. Pero, sobre todo recuerdo haber ido al cine con dos amigas del insti cuando en realidad habría querido ir solo con una. Eso y a mitad de la sesión estas se dieron la vuelta haciéndose las escandalizadas, con más risas que espanto, porque un pavo sentado detrás de ellas llevaba ya un rato largo meneándosela con desmedida fruición mientras la Abril, la Ana Belen o quien fuera, lucía las tetas delante del futuro señor Alcántara, o puede que ya solo oliendo el aroma del cabello perfumado de mis amigas. Eso y que después de un rato alicaído por fin tenía un mótivo de peso para animarme ante la evidencia de que todavía podía haber alguien más pringado en este mundo que un simple adolescente enamoradizo.
Cualquier persona medianamente estudiada, o ya solo con un buen oído y sobre todo sin prejuicios aldeanos, sabe que la lengua valenciana y las hablas baleares pertenecen al dominio lingüístico de la lengua catalana como lo hacen también el leridano, tortosi, nor-occidental o cualquier otro dialecto catalán, así como dentro de lo que se llama valenciano hay subdialectos como el de Castellón que están más relacionados con el de Tarragona que con el valenciano central, que las diferencias entre unas hablas y otras del mismo dominio catalán son la mismas que las que puede haber entre el castellano de Andalucía y el de Valladolid, y desde luego que menos que las que hay entre el español de Argentina y el de México. Curiosamente yo acabé de leer hace un mes un clásico de la literatura en catalán, "Julia" de la escritora alcoyana Isabel-Clara Simó, la cual escribe en lo que ella denomina la versión valenciana de su lengua materna catalana, y no tuve más dificultad, aparte de la de echar mano al diccionario, que la que he tenido con los libros de Pla, Moncada, Rodoreda, Pamies, Monzó u otros; o con con Fuster, sí, también el famoso "Nosaltres els valencians".
Pues Pablo Casado, "El Estudiau", no lo sabe. O puede que sí, porque de verdad que cuesta creer semejante nivel de analfabetismo en alguien de su condición más o menos pública. Sin embargo, no duda, porque vergüenza es obvio que no tiene ninguna, en hacer suyos los mantras más rancios, absurdos y patéticos de la derecha española en su versión nacional-cateta. En este caso toca el de negar la unidad de la lengua valenciana con la catalana a pesar de toda evidencia filológica, científica, y hasta del acuerdo de la propia academia de la Lengua Valenciana creada por el propio PP.
Pero bueno, el enésimo ejemplo de hasta dónde está dispuesto a llegar el nacionalismo español, ese que por miedo a unidades siquiera solo ya en lo cultural de territorios que no sean exclusivamente castellanos, es capaz de negar la mayor con la connivencia de la incultura general y generalizada, amén de los prejuicios identitarios aldeanos que hacen posible que uno niegue lo obvio única y exclusivamente por la manía que le tiene al del pueblo de enfrente, de un paisanaje cuya concepción del mundo, y muy en especial de España, simplemente da miedo de puro cavernícola.
Leo a una escritora, columnista, activista y no sé cuántas cosas más, quejarse porque un colega ha decidido dejar de seguirla en las redes sociales para que no se sienta molesta por las expresiones que acostumbra a usar para referirse al físico de ciertas mujeres, expresiones del tipo "hembras estupendas". No quiere que se sienta ofendida, de modo que se va. Pero la susodicha no se queja de su marcha sino del hecho de que un número considerable de machos de su misma calaña acostumbre a referirse a las mujeres "como si fueran vacas". De hecho, la susodicha se pregunta; "¿cuántos hombres habrá que o bien se contienen o bien piensan así, en mujeres como si fuéramos vacas, y no nos enteramos?" Luego pone como ejemplo de mente masculina enfermiza el artículo de un escritor muy conocido y muy bocazas, el cual, desde luego, no es santo de mi devoción, donde éste se refiere a la actriz Christina Hendricks como: "Pelirroja de tetas grandes".
Leído lo cual, confieso que no puedo reprimirme contestar a la primera pregunta sobre el número de hombres que piensan en las mujeres como vacas, es decir, como los animales más codiciados y apreciados de la ganadería por cualquier campesino desde la noche de los tiempos, con un rotundo "la inmensa mayoría". Porque sí, pásmate si quieres, amiga, pero a la inmensa mayoría de los hombres heterosexuales vuestras carnes nos despiertan el apetito sexual por mero y lógico instinto sexual. Y eso mucho antes de intercambiar la primera palabra con cualquiera de vosotras, de conoceros y poder así calibrar qué maravillosas, inteligentes, sensibles y cuántas cosas más sean posibles apreciar en el ser humano. Puede que te extrañe, pero se trata de un asunto de mera fisiología que el diccionario de la RAE relaciona con la voluptuosidad: "voluptuosidad Del lat. mediev. voluptuositas, -atis. 1. f. Complacencia en los deleites sensuales. Y también, también, se puede relacionar con la concupiscencia: 1. f. En la moral católica, deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito desordenado de placeres deshonestos.
Porque a ver si en el fondo se va a tratar de un problema de moral, esa que concibe todo lo relacionado con el sexo como pecaminoso, sucio, despreciable. De hecho eso y no otra cosa es lo que parece traslucir esa empeño por cierto feminismo de barbecho, simplón, facilón, el de coger el rábano por las orejas -y sí, si leído esto concluyes que me meto con el feminismo en su conjunto, aplícate todos los adjetivos anteriores- en condenar cualquier manifestación masculina relacionada con la sexualidad como algo de por sí digno de rechazo y hasta de condena. Dicho de otro modo, la misma moralina católica actualizada a nuestros tiempos que no soporta las manifestaciones más o menos espontáneas de exaltación del sexo contrario como objeto de deseo por considerarlas en su conjunto, y sin matiz alguno, fuera de tono, ofensivas, denigrantes incluso. Del sexo no se habla y punto, ahora como en los viejos tiempos cuando imperaba la moral católica con su aversión hacia toda celebración del placer bajo cualquiera de sus formas; aquí hemos venido a sufrir. Eso o follamos todos o que no folle ninguno.
Luego, también es cierto que dichas manifestaciones de júbilo libidinoso tienen su lugar y su momento, que puede que no procedan, por ejemplo, en medio de una comida familiar con los suegros: "¿Ha visto, suegro, qué tetas tiene la pelirroja de Mad Men, mejor que las de su señora, eh?" Pues no, puede parecer increíble pero en este caso no procede por la cosa esa de la urbanidad, el buen gusto y hasta el sentido común. Pero sí, los hombres hablamos continuamente de sexo, pensamos más o menos de continuo en el sexo -para eso, y para beber acompañado, están los amigos-, y, para ya irse haciendo una idea del grado de enfermedad en que nos encontramos sumidos, no podemos evitar la correspondiente e instintiva evaluación sexual de una mujer al rato de conocerla. Otra cosa es, faltaría, cómo lo disimulamos o la trascendencia que le damos a poco más de cinco segundos de alegría visual, ya más rijosidad en estado puro o cualquier otra cosa por el estilo. ¿Que cómo se puede remediar semejante grado de perversión del género masculino? No sé, igual habría que mirar lo de aplicarnos electrodos en los huevos desde niños, por aventurar algo.
Pero el instinto es el que es, y luego ya está la educación para atemperarlo, para aprender a someterlo a, insisto, según el momento y el lugar. Y sobre todo la edad, servidor ya no es el cabestro adolescente, ni siquiera el niño, que se empalmaba todo el raro en cuanto veía un gramo de carne en las series de su época, aquella Charo López de los Gozos y las Sombras (título, por cierto, que ni pintado para titular esta entrada...), ni cuando la vecinita del portal de al lado de casa que le gustaba a uno le dedicaba una mirada con su correspondiente sonrisa al bajar la basura estando ella todavía a esas horas jugando a la comba en la acera de su calle. Con la edad uno aprende, sin ni siquiera proponérselo, que los instintos no ocupan el lugar tan destacado en la vida como podía parecer cuando todo era frustración adolescente por no poder llevar una vida como Fran Sinatra, José Coronado, Nacho Vidal y por el estilo. De hecho, eso no solo no tiene ya tanta importancia, sino que hasta resulta ridículo y, aquí ya tirando del viejo Schopenhauer, hasta un puto engorro del que solo nos libramos en serio cuando desaparece del todo la libido y ya puede dedicarse uno a disfrutar de la vida plantando tomates o sacando a pasear el perro. Hay cosas mucho más importantes y sobre todo estimulantes que el consecuente cosquilleo testicular cuando tu instinto responde al menor estímulo libidinoso como consecuencia de la exposición a la belleza femenina. Eso ya solo es una respuesta de tu organismo tan lógico como el dolor cuando te pillas un huevo con la cremallera. Una respuesta que además también puede y debe considerarse un síntoma de buena salud. A decir verdad, me preocuparía y mucho encontrarme frente a frente con Christina Hendricks y no sentir una excitación espontánea, si bien no tanto por el tamaño de sus pechos, en realidad lo que menos me agrada de su físico, sino por esa sensualidad única de la que hace gala en sus series y películas. Considerar que eso es una falta de respeto hacia el resto de las mujeres, y hacia la propia pareja en particular, es entender la condición humana desde presupuestos exactamente iguales que los de los mojigatos catolicones habidos y por haber. Pero bueno, será que, como ocurre con la energía, la mojigatería tampoco se crea ni se destruye, solo se transforma, y a estas alturas huelga decir a qué sector del feminismo más simplón ha ido a parar como enésimo ejemplo de los que, así pasen millones años, seguirán confundiendo el culo con las témporas. Ahora, sigo sin descartar que este rechazo instintivo hacia todo lo que tenga que ver con el sexo no sea un asunto, vuelto a insistir, de: "aquí o follamos todos o no folla ninguno."
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- Lo mejor del verano, poder ponerse a la sombra;
y también una cerveza fresca, muy fresca, o una sidra, incluso un kalimotxo.
Lo mejor del amor, haberlo encontrado;
y también los polvos que echamos y estar lejos de tu madre, también.
Lo mejor de la amistad, saber que siempre están ahí;
y también las risas y los guiños de complicidad, el buen beber, no tener que demostrar nada.
Lo mejor de la familia, el amor incondicional pese a uno mismo;
y también que sean pocos y no jodan mucho.
Lo mejor de los demás, caer mal a todos aquellos con los que no irías ni a heredar;
y también que de vez en cuando conoces a alguien, a pesar de tanto capullo suelto, que de verdad merece la pena.
Lo mejor de la vida, la salud sin lugar a dudas;
y también la belleza, el vicio, los "momenticos" esos que nunca olvidas, y, así en general, todo lo que molesta a los demás porque nos hace felices.
Lo mejor de este momento, poder haberlo sacado de la vorágine de los últimos días;
y también que había una cerveza fresca, mucho, en la nevera.
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