ACOSO


 No siento excesiva simpatía por el personaje de Pablo Iglesias. De hecho, estoy convencido de que es un político que ya hado todo lo que tenía que dar, y que fue, sin lugar a dudas, encauzar el malestar más o menos generalizado contra el sistema del Régimen del 78 durante la pasada crisis en una opción política. A partir de ahí no ha parado de restar con el único objetivo de afianzar su liderato a costa de cualquiera que pudiera hacerle sombra, o simple y llanamente ser crítico con sus decisiones, lo que llamamos stalinismo puro y duro con sus correspondientes purgas, faltaría más. Tanto resta, tanta gente deja en el camino y tan enroscado está en su poltrona, que un hecho insólito como que el movimiento de las Mareas que consiguió formar en Galicia junto con el grupo de Beiras, Esquerda Unida y otros, llegando a ser la segunda fuerza política más votada, haya desaparecido tras las últimas elecciones en aquella comunidad, no parece haber supuesto un cataclismo dentro de Podemos que debería haber hecho replantear a sus dirigentes toda su estrategia pasada, presente y futura. Si eso ha sido tal que así solo se puede deber a que Podemos ya solo es el proyecto personal de P.I y sus adláteres, un proyecto tan personalista que incluso adquiere tintes de peronismo por defecto. A decir verdad, parece mentira que el profesor de Ciencias Políticas haya obviado de una manera tan burda que la política no solo es ética, sino también estética. Eso y el daño irreparable que parece haberle hecho a este chico tanta lectura de Gramsci y sus teorías sobre el liderato político... De ese modo, creo que la única salida digna que le queda a P.I para no acabar en el vertedero de la Historia al estilo de UpyD, UCD, CDS y otros -y sí, en breve también Cd´s- es dar un paso atrás y que el que venga, la que venga sobre todo..., recomponga ese espacio a la izquierda del PSOE que resulta imprescindible para que haya una respuesta verdadera y decididamente comprometida con lo social, una opción política que entienda, comparta y promueva la idea de España como un estado o nación de naciones y no una unidad de destino en lo universal y además en lo exclusivamente castellano y para de contar, y también con los valores republicanos: todo lo demás, defensa numantina de la Segunda Restauración Borbónica y su correspondiente sistema corrupto y caciquil.
Con todo, y por lo que se está viendo en los últimos meses, mucho me temo que está apareciendo una inesperada tabla de salvación para el futuro político de P.I. Me refiero a la campaña de acoso y derribo que mantiene todo el sistema contra su persona y de la que forman parte tanto la derecha al completo como la judicatura al servicio de los primeros y la prensa generalista sin excepciones. Es imposible encontrar un ejemplo de acoso tan burdo y sañudo en toda la historia reciente de España desde la Transición. Todo parece estar permitido contra su persona y su partido, desde la cocina de causas judiciales al más puro estilo de las dictaduras de todo tipo, es decir, abriendo investigaciones, no por hechos concretos como en cualquier estado de derecho serio, sino a ver qué se puede encontrar/pescar para montar una causa siquiera ya solo por meros indicios o suposiciones, la cual saben de antemano que nunca llegará a nada que no sea la correspondiente campaña mediática para dar carnaza a esos detractores de P.I y su partido para los que la veracidad de los hechos es siempre una fruslería que no están dispuestos a tener en cuenta porque les estropea el discurso.
Y luego está el acoso tan personal como visceral, criminal incluso, contra Pablo Iglesias y su compañera. Me refiero a la convicción de tantos y tantos lumbreras de la ultraderecha, y también de la que dice no serlo tanto pero..., que cree que puede intimidar a un vicepresidente del Gobierno de España en su propio domicilio o donde sea, como le ha sucedido durante sus frustradas vacaciones en Asturias. Ellos lo justifican aludiendo a la defensa que hizo P.I en su momentos de los escraches tildándolos de "jarabe democrático". Lo hacen porque ni entienden, y sobre todo no están dispuestos a hacerlo porque, insisto, les estropearía el discurso, que los escraches se hacían contra aquellos que defendían o eran responsables de actos de flagrante injusticia como los desahucios de los bancos. No entienden que no es lo mismo protestar contra un político que aprueba y defiende una ley a favor de los bancos y en contra de los ciudadanos con el propósito de sacarle los colores y que recapacite, que intimidar a un político simple y llanamente porque no es de tu cuerda y que por eso te inspira los peores sentimientos posibles. Esto último es simple y llanamente fascismo, lo haga la derecha o la izquierda, cualquiera, da igual.
Pero claro, así como es de esperar que los fascistas, sobre todo los fascistas de Vox, se comporten como tales, lo que realmente alarma y solivianta es toda esa gente que nunca tomaría parte en susodicho acoso, que incluso lo ve de mal gusto e impropio de personas en sus cabales; pero, que aun así lo justifica, o al menos no está dispuesto a condenarlo porque, como P.I no es de su gusto, pues que se joda: "toma jarabe democrático del bueno". Esa gente, esa mayoría social de gente bien y de orden que no simpatiza ni con P.I ni con Podemos, puede que todavía no tan simple como para creerse a pie juntillas toda la propaganda al uso contra ellos sobre lo del comunismo, Venezuela, ETA y lo que caiga; pero, que al negarse a condenar el acoso criminal de los camisas pardas de Vox contribuye una vez más con su falsa equidistancia -¨es que yo estoy en contra de todos los extremos...¨-, e incluso con su indiferencia -yo es que soy apolítico, para mí son lo mismo los de Podemos que los de Vox, yo no hago distingos, no me meto en líos..."- a la normalización del fascismo. Sí, una vez más porque no hay nada nuevo bajo el sol y esa actitud fue precisamente la que sembró el camino de migajas de pan al fascismo bajo cualquiera de sus formas durante los años 30 del pasado siglo.


EL METICÓN
El meticón, sí, el entrometido, listillo bocazas o como se le quiera llamar. Ni más ni menos como el tipo que hace una semana, estando parado en un semáforo de la Avenida Gasteiz de Vitoria, a la vuelta de una deliciosa jornada dominguera en el pantano de Maroño, veo que no para de mirar las ruedas de nuestro coche al tiempo que hace todo tipo de aspavientos. Así que bajo la ventanilla para preguntarle si había algún problema, y entonces va él y me dice.
-Perdona si os molesto, en serio que no es mi intención; pero, trabajo en un taller especializado en coches como el vuestro -entonces me enseña una cartera con el logo de su supuesto taller- y estoy viendo que tenéis la suspensión del coche hecha polvo, que como no la cambiéis pronto...
Entonces yo le agradezco el aviso y, tras el preceptivo juramento en hebreo, empiezo a emparanoiarme. Sí, porque llevo el coche que heredé de mi difunto padre, y como ya tiene unos años parece que cada año me toca soltar lana por cualquier cosa y siempre por estas fechas (el año pasado, sin ir más lejos, volviendo a Vitoria de las vacatas en Portugal se nos jodió la caja de cambios y no nos matamos de milagro arrollados por los camiones que venían a toda velocidad, los cuales, en lugar de reparar en las luces de avería, nos pitaban como posesos, eso tras zarandearnos de lo lindo al pasar a nuestro lado provocando los berridos de espanto de los críos completamente fuera de sí, como si estuviéramos con las luces para tocarles los cojones, en plan discoteca o cualquier otra cosa por el estilo. Pues eso, gente solidaria donde la "hayga"...). Y claro, como servidor es muy aprensivo, que se lo cree todo a poco que alguien le demuestre cierta autoridad en el tema, pues que no me cupo duda de que sí, de que la suspensión debía estar hecha trizas. Vamos, que si un cirujano me dice que me están saliendo tetas, al día siguiente ya me estoy comprando sujetadores talla ciento y pico en copa.
Un imprevisto, sí, pero que a servidor lo ha tenido por la calle de la Amargura -¿ya he contado que encontré esa calle en La Habana y le saque una foto como homenaje a todo el tiempo que según mi madre la he tenido paseando por ella...-. Por la avería con su correspondiente estocada a la cuenta bancaria y porque este finde toca visitar a la cuñada en Galicia para ver a su cría recién nacida y dudaba de que pudiera estar a tiempo dadas las fechas y demás mandangas. Por eso y porque, para qué negarlo, servidor es un agonías que siempre se pone en lo peor, da igual que sea una operación a corazón abierto de un familiar que llevar el coche al taller. La cuestión es sufrir por cualquier nadería como si lo que estuviera en juego fuera siempre la vida.
Y en eso estuve ayer estuve por la tarde, un alma en pena a base de descafeinados con leche y coca cola 0, hasta que por fin regreso al taller y me dice el encargado que la suspensión del coche está perfecta, que lo han mirado, primero en el taller y luego dando una vuelta, y nada de nada, per-fec-ta. Entonces se me abre el cielo, por fin puedo respirar, casi hasta ser feliz si eso no fuera una frivolidad que un cenizo como yo no se puede permitir Pero, como he aprovechado para que le hagan una revisión al carro, que le dicen en Venezuela, me extienden una factura que me deja temblando delante de la pantalla que me separa del encargado del taller por la cosa de la covid19 y así. Joder, resulta que hay filtros que yo no sabía ni qué existían, que la obra de mano la cobran ya como si fueran lutieres de Stradivarius.
En fin, ya sé, ya sé, menudencias de la cotidianidad de un servidor. Pero, ¿y el meticón? El puto meticón que me ha tenido el alma en vilo durante dos semanas -el tiempo de la cita con nuestro taller en Oviedo-, qué pasa con un individuo que va por la vida alarmando al prójimo por el puro placer arrogarse un protagonismo durante unos segundos. Porque vale que esto del coche sea una pijada; pero, ¿y si le da por decir que es oncólogo, se te pone al lado junto a un semáforo, no te quita el ojo de encima, tú te mosqueas y cuando vas a decirle algo, coge y te suelta que ha reparado en tu jeta y que ya lo siente, pero, que según su experiencia, solo te quedan un par de meses de vida? Pues eso, al loro con los meticones, gente que disfruta aguando la fiesta al prójimo, que no tiene poca hostia nada.




Me toca echar dos horas en un bareto de polígono de Oviedo mientras me revisan el coche en el taller. Momento para pulsar la actualidad con la ayuda de La Nueva España, el periódico de mayor tirada del Principado. En el interior una página entera para entrevistar al neofalangista Ortega Smith; ahí a tope con la ultraderecha. En las cartas al director una titulada "Tiempo de rojos" y otra "Sánchez y el deterioro". Extraigo de esta última este párrafo sin desperdicio, digamos que está en el aire..:
"Aunque puede que sea comprensible observando la tribu de la que se rodeó Sánchez para llegar al cargo: de unos cuantos simpatizantes de la ETA, de ciertos separatistas y demás casposos comunistas..."
No lo puedo evitar, después de una larga estancia en mi tierra vascongada, con todas sus taras y lo que sea, incluso con sus virtudes, vuelvo a Oviedo, donde me arrastró el amor y demás mandangas, y me siento -siquiera porque estos días ando releyendo Hommage to Catalonia y la sugestión es lo que tiene...-, entre La Nueva España, las rojigualdas por doquier y el inevitable roce humano con algún que otro patriota y muy patriota, en concreto currelas de polígono más fachas que el Ortega Smith, Abascal y toda la División Azul juntos, como si George Orwell hubiera ido a parar por error al lado nacional en plena Guerra Civil. Y eso después de sufrir durante más de media vida el síndrome del POUM entre los míos, o supuestamente míos, o yo qué sé y lo poco que me importa (esto ya para muy buenos entendedores...). Pero bueno, también sé de buena tinta que a muchos asturianos les pasa otro tanto respecto a la capitán de su región, la cosa esa psicológica del "Cerco" y tal y tal y tal...


-¡La pandemia del coronavirus es una mentira!

-¡Eso, eso, como lo fue la del Sida, la de la gripe o la Peste Negra!

-¡Y el cáncer de pulmón también es mentira!

-¡Y toda la medicina tradicional!

-¡Y los accidentes en coche por conducir borracho!

-¡Y el asco que da Alfonso Ussia!

-¡TODO ES UNA PUTA MENTIRA!

-Hombre, todo, todo no; solo lo que coarta nuestra libertad de hacer lo que nos salga de nuestros santos cojones sin tener que preocuparnos por el daño que podemos causar a terceros.

-Ah bueno, pues eso: ¡GOBIERNO DIMISIÓN! 



Siempre supe que más pronto que tarde releería a Marsé. Pues bien, ya ha caído Últimas tarde con Teresa. No sé, confieso que me ha costado, que ha habido tanto momentos de felices reencuentros, y algún que otro gozoso descubrimiento que le pasó por alto al chaval que era un servidor cuando lo leyó por primera vez, el humor, sobre todo el humor -me da que muchos adolescentes de entonces leíamos con el culo apretado o no sé yo, como otros de sorpresa, y hasta de nostalgia, por descubrir cómo cierto modo de escribir ha perdido ya mucha de su razón de ser. En cualquier caso, un montón de impresiones que han agitado mi cabeza y que supongo que irán a parar al correspondiente articulico, teniendo como hilo conductor cómo Marsé se inspiró, a saber con cuánto ánimo paródico, en la novela decimonónica al estilo de Madame Bovary de G. Flaubert y acabó escribiendo la novela decimonónica de su época, para la revista que lo tenga a bien publicar, si es que de aquí a unos meses todavía existe alguna y no se ha ido todo al carajo. Con todo, extractos como el que sigue merecen la revisita de un ya clásico de las letras en lengua castellana que como tipo me resultaba francamente entrañable con ese carácter de falso gruñón y esa sorna tan de golferas de barrio, si falso o no eso yo no sé ni me importa.

"Al mismo tiempo, oyó a su lado la voz de una muchacha que le decía a su amigo: "Le conozco y se llama Marsé, es uno bajito, moreno, de pelo rizado, y siempre anda metiendo mano. El domingo pasado me pellizcó a mí y luego me dio su número de teléfono por si quería algo de él. Qué te parece el caradura." "¿Y le has llamado....?" preguntó la otra."

ULTIMAS TARDE CON TERESA - Juan Marsé




 

Modos de autoconfinarse

Eremitorios altomedievales (siglos VI-IX, estirando mucho, claro) de Las Gobas ("goba" en euskera es "cueva") en el térmimo de Laño, Trebiño. En una época de turbulencias de todo tipo, caida del Imperio Romano, invasiones bárbaras, expansión vascona, inestabilidad visigótica, persecución del priscilianismo, invasión islámica...) grupos de devotos cristianos primitivos (probablemente seguidores de interpretaciones cristianas al margen de la oficial como la del obispo Prisciliano tan en boga entonces en buena parte de la península) se "autoconfinan" de la sociedad de su época en cuevas lejos de los grandes focos de población para poder vivir su fe a su manera, autobasteciéndose y a salvo de terceros. Se trata del conjunto más numeroso y variado de cuevas -doble porque justo enfrente de Las Gobas están las de Santorkaria con un número tan similar y variado como las primeras- ; pero, no son las únicas de la zona, las hay también entre Markinez y Arluzea, o ya al otro lado de la sierra como las de Gobate ("Entrada a la cueva") en la sonsierra riojana, San Vicente y alrededores. En cualquier caso, toda una tentación también en nuestros días si no fuera porque, como decían mis cachorros, en las cuevas no hay wifi. Como que por no haber ni siquiera había cobertura en todo Laño y alrededores. Y todavía menos gente, una gozada en un verano recorriendo parajes semi desconocidos para la mayoría. Me refiero, claro está, para esa mayoría a la que de repente le ha dado por ir al monte con la cosa esta de la Covid19 y que, como parece ser que solo les suenan cuatro montes de oídas, luego suben y colapsan las cumbres como el otro día en la Mesa de los Tres Reyes en Navarra, que parecía la Gran Vía de Bilbao, y más en concreto el Corte Inglés antes de abrir el primer día de rebajas. Pero bien, a mí me parece perfecto que la gente se arremoline en rebaños alrededor de puntos muy concretos, "¡Todos al al Urederra!", y conocidos permitiéndonos así a los demás disfrutar de estos parajes maravillosamente apartados en gozosa soledad desmascarillada.

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