Tengo mi blog titulado, ya desde hace años y donde esencialmente cuelgo las cosas que me publican las revistas para las que escribo, las entradas de FB que creo que merecen la pena guardarlas, algún que otro desahogo de esos que en FB son un mes de bloqueo, y poco más, como EL RINCÓN DEL QUEJICA, digamos que como respuesta irónica a esa matraca con la que la mayoría de la gente que me rodea me ha estado machando desde que tengo uso de conciencia: "eres un quejica, que te quejas de todo, a todo le pones pegas, siempre tienes que llevar la contraria a todo el mundo y por todo..." Yo reconozco que he sido, soy y probablemente seguiré siendo, un niño tocahuevos, que me gusta sacarle punta a todo, darle mil vuelta a las cosas, y, sobre todo, provocar al personal a ver cómo reacciona. No obstante, y a pesar de lo que cree la plana mayor de la gente que me conoce, en realidad me callo más de lo que gustaría, de hecho, no llega ni a un 10% las cosas que me vienen a la cabeza y que luego suelto por mi boquita o escribo con mis dedos. Y lo hago porque, a pesar de todo, creo que peco de prudente, de más comedido de lo que debería, acaso de excesivamente pudoroso. Así pues, cómo no llegar a la conclusión, ya a cierta edad, o lo que lo mismo, después de toda una vida aguantando que te tachen de quejica, de pedante e incluso de prepotente, de que cabe la posibilidad de que todos aquellos que ven en ti un quejica lo hagan simple y llanamente porque ellos son todo lo contrario, gente que nunca se queja de nada, que no pone pegas por nada, que traga con todo por principio, que odia que otros cuestionen cualquier cosa. ¿Yo quejica? No, hombre, no, vosotros que sois esencialmente unos acomodaticios, sumisos, mansos, borregoooos. Hartito estoy ya, sí, sobre todo de los que en lugar de dar la cara, decirte las cosas en público, van y te apostillan todo lo que dices o escribes en privado arrogándose el derecho a enmendarte la plana, señalarte lo que debes o puedes decir y lo que no, porque, por lo que sea, que generalmente suele coincidir porque no piensas como ellos, y de ahí que cuando coincide que sí todo aplauso y si no ya ceños fruncidos, algo les hace pensar que es su obligación llevarte por el buen camino, a ti como a cualquier otro. ¡Ojo! Que además lo hacen por tu bien, faltaría más, padre mío que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, llévame por el buen camino, que yo ando ahí a ciegas, tanteando donde pongo la mano, cuidado con lo que toco...
Otro día, si eso, hablo, despotrico más bien, contra los gilipollas que siempre que te ven se sienten obligados a emitir un juicio sobre tu vida aunque no tengan la más mínima puta idea de lo que haces o dejas de hacer, de cómo te van las cosas o si tienes esto o lo otro, entre otras cosas porque tú jamás le cuentas nada a nadie, ni para lo bueno ni para lo malo. Vamos, como para encima darle carnaza a esta peña, como si no tuviera ya suficiente con lo que imagina, con lo que le gusta imaginar más bien..., para poder encauzar su hostilidad innata hacia todos los que no están su pellejo: "tú sí que vives bien, cómo te lo montas, que..."
Así pues, comienzo a buscar un nuevo nombre para mi blog, a ver si antes de final de año. Y no, no me vale el de "Rincón del prepotente", ese ya está cogido por otros mucho antes y con más motivos.
Que mi vida amorosa ha sido en esencia, y al menos hasta que conocí a mi actual pareja, una puta mierda, da fe el hecho de que mientras a la perra de mi madre -entiéndase el canino que vive con ella- la sigo confundiendo el nombre con el de los perros que tuvimos anteriormente desde que yo era pequeño y cuyos nombres nunca he olvidado, Eki, Izar, Larri, Azkar, Beltza..., jamás he confundido el de mi mujer con otra. También es verdad que mientras cada pérdida de los perros citados, y sin importar las circunstancias, provocarón en mí un profundo pesar, en lo que respecta a lo segundo casi siempre fue un inmenso alivio.
Dicho lo cual, y aunque me tienta titular esta entrada como "Bailando con lobas" para hacer honor al dibujo con el que la ilustro tras redescubrirlo en mis archivos, me voy a abstener para no herir susceptibilidades por la cosa esa de la sororidad, y no precisamente porque me importe lo más mínimo ofender al memo de turno incapaz de discernir entre una coña marinera y un aserto de "señoro" en toda regla, sino porque luego me regañan con la monserga esa de que no debería escribir tan a la ligera porque mucha gente no entiende la ironía, siempre va a haber alguien que se ofenda por lo que sea, o van a pensar que yo tal o cual. Vamos, toda esa gente prescindible tanto en mi muro como en mi vida
Concierto de piano sobre las aguas del pantano de Ullibarri en la playa de Landa. Cuesta creer que toda la gente allí concentrada haya ido para escuchar piezas de Chopin, Satie, Schumman, Rachmaninov o cualquier otro, siquiera que les suenen estos nombres. No nos vamos a engañar, la afición por la música clásica es la que es por estos pagos; todavía me acuerdo de una jornada de conciertos gratuitos en el teatro principal de mi ciudad que se tuvo que cancelar por falta de público. De modo que me pregunto, sin restar mérito a la pianista del espectáculo que seguro que era una profesional como la copa de un pino (ya hay que serlo para tocar sin estar pendiente todo el rato de si la balsa se mueve o no, de si lo hará si te mueves para un lado o para el otro sobre el teclado, ¿de verdad era necesario para complacer a los inveterados melómanos allá concentrados?), si toda esa gente que veo en la foto no habrá ido en realidad a ver si el piano se va a pique y así nos echamos unas risas. Ya, que sí, no lo niego, peco de malpensado en grado sumo, mal bicho y todo lo que quieras. Pues será, oye, cada cual con sus manías, sus fobias, aunque, para estas, ninguna como la de la peña por todo lo que tiene que ver con la música culta, para la mayoría de la gente que se dice del común, y sobre todo jatorras por un tubo, cosa de pedantes, raritos, elitistas de pega y poco más. Claro que, viendo la afluencia a este tipo de actos, igual estamos hablando del futuro de la cultura en cualquiera de sus variantes para atraer público, siquiera para crear afición. Así que cómo no imaginar un futuro próximo, puede que inmediato, en el que los escritores presentarán sus libros subidos a un trapecio o dentro de una jaula con leones, al tiempo. Aunque para circo aquella vez, hace muchos años, que presenté uno en Astorga y, aunque no había leones, sí había otras bestias, mucho entusiasta de VOX antes incluso de que existiera y algún que otro ex-militar, que para el caso casi siempre viene a ser lo mismo. Encima me pareció que el libro les había gustado tanto que no me quedó otra que preguntarme, con toda la sinceridad del mundo: ¿Pero qué hostias habré escrito? Pues eso, gajes del no-oficio.
Para pesadilla la de la semana pasada en un concierto por la tarde aquí en Oviedo. Una banda local de niñatos con barbas y pintas hispter cantando en inglés para lo de no tener que esmerarse con las letras, versiones de grupos indies contemporáneos que aburren hasta a las piedras. En la barra pido cerveza y el chaval al cargo por poco me saca una San Miguel. "Te he pedido cerveza." No me pilla la broma y me voy con una coca-cola. Me entra hambre y como no hay más que nuggets, burgers, chips o popcorns, porque eso de bocadillos de filetes empanados, tortilla de patatas o lomo con pimientos debe ser ahora como muy de pueblo, y claro, ellos son tan cool y tan fashion que si comen algo así se atragantan. Pero, encima pruebo los nuggets y cuando vuelvo para preguntarle al de la barra qué es esa mierda de plástico rebozado que me ha servido, me contesta que pollo vegano. Porque resulta que todo es vegano, o por el estilo, en el recinto de marras. A tope con la vida sana, me dice el pavo, eso y no sé qué otras chorradas sobre el compromiso para salvar el planeta, las islas flotantes de plástico en los océanos o los pedos de las vacas. "¿Pero qué cojones tiene que ver el rock&roll con la vida sana?", pregunto y el chaval que me mira como si fuera la reencarnación de Keith Moon, eso, claro está, en el supuesto de que supiera quién fue el batera de The Who. "Pues, entonces, de pillar drogas por aquí mejor ni hablamos..." Solo a mí se me ocurre vacilar con semejante moñas. Qué asco de juventud, puta manía tiene de querer ganarse el cielo, en serio, siquiera de estar guapos y sanos todo el tiempo. Ni birras en condiciones, ni drogas, ni lapos sobre el escenario; hasta el puesto de popcorn tenía un letrero que decía "ecológico"; así que no me extraña que no hubiera nadie haciendo cola. Lo único que allí parecía consumirse con verdadera fruición eran las patatas frías, perdón, los chips de los cojones; bastante esclarecedor, sí. Tampoco me extraña viendo la oferta gastronómica y etílica como para cortarse las venas allí mismo. Así que mejor volverse por donde uno ha venido, demasiado postureo y de todos los tipos imaginables. Una juventud comprometida en exclusiva con su peterpanismo. Ya no hacen la revolución, ahora hacen hamburguesas de tofu. Suerte que uno tiene sus Alhambras en la nevera y conserva sus discos, CDs y hasta tiene Spotify por si hay que descubrir algo nuevo. La vida ahí fuera cada vez resulta más inhóspita para los pollaviejas como yo.
Qué cosas, después de varios meses en Gasteiz durmiendo a pierna suelta, vuelvo a Oviedo y otra vez a tener pesadillas por las noches; ¿algún siquiatra en la sala? El caso es que después de una semana teniendo todo tipo de pesadillas, desde la de encontrarme en casa de unos conocidos buscando por todos los rincones de la casa, y con un pedo de los buenos encima, las llaves del coche para poder salir pitando harto ya de escuchar al anfitrión hablar todo el puto rato de él mismo y de su trabajo, a esa otra ya terrorífica por lo de volver a la oficina de export-import en la que estuve un porrón de años justo en el momento en el que llegaba una pareja de la guardia civil de aduanas para..., para lo que fuera, anoche me metí en la cama con la pesadilla prácticamente anunciada.
Sí, anunciada porque ya antes incluso de dormirme del todo era incapaz de borrar de mi cabeza las imágenes del paseo en canoa en el embalse de Valdemurio junto a la Senda del Oso. Imposible porque aunque el paseo empezó genial, con el canijo remando en proa y yo en popa, como que hasta nos dio por meter la quinta boga que te boga, al final acabamos embarrancados sobre un lodazal al fondo del embalse, en una zona donde realmente no nos teníamos que haber metido. Eso me obligó a hacer todo tipo de maniobras al tiempo que trataba de calmar el pánico del canijo, el cual ya estaba con lo de "¡Lo sabía, tenía que haber ido con mamá!" Al final, por supuesto, conseguimos salir de aquella trampa de la naturaleza para domingueros; pero, ya no fue lo mismo, entre otras cosas porque servidor acusaba cierto cansancio en los brazos por tanto remar a lo loco y en las piernas ya que apenas cabía en mi asiento por culpa de mi estatura. De hecho, el trayecto de regreso al muelle fue una verdadera locura por culpa de la descoordinación hijo-padre; el uno bogando a estribor y el otro a babor... De hecho, teníamos tantas ganas de llegar al muelle que casi nos lo comemos entero; bueno, en realidad el canijo, que iba delante...; "Tenía que haberme montado con..."
Así que antes ya incluso de meterme en la cama sabía que la pesadilla estaba servida. Lo que no sabía era que me iba a encontrar de nuevo en una canoa con el canijo a cabeza de una estropada demencial, quiero decir, huyendo como alma que lleva el diablo, ya no solo de la canoa con mi mujer y mi hijo mayor, la primera en plan Korta al mando de Kaiku o Castro, "¡boga, cagondios, hijo boga, más fuerte, Diossss!, ¿que no tienes cojones o a ti qué hostias te pasa, pues?", o de esa otra con mi suegra en proa gritando "¿Cuándo venís a comer, cuándo...?", sino también de unas tropecientas canoas tripuladas por indios que, lo mismo que bogaban, también disparaban flechas a la vez que pegaban ensordecedores alaridos y cantaban una de sus canciones de guerra o algo por el estilo, eso si es que no eran irrintzis y lo que cantaban era:
"Boga boga
mariñela, mariñela,
joan behar degu,
urrutira, urrutiraaaa,
bai Indietara, bai Indietaraaaa"
Pues eso, empezamos bien la rentrée esa...
- ¡Al abordaje! Quiero decir, aprovechemos la ola de calor para subirles la factura de la luz por enésima vez.
- ¡Ja, ja, ja, somos insaciables, sí!
- Y lo mejor es que seguirán votando a los que han permitido que les esquilmemos como y cuando nos dé la gana.
- No hay nada como tener en nómina a sus políticos y a los medios que les convencen de lo malos que son los que nos quieren parar los pies!
- Bajel pirata le llaman, por su bravura, Iberdrola, o Endesa, la que sea, en todo mar conocido del uno al otro confín...
- Eso, tú encima cachondéate.
- Ja, ja, ja. Quince ex-cargos sobre el cofre del muerto, ron, ron, ron, la factura de la luz....
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