Por una vez, y por supuesto sin que sirva de precedente, voy a contar una pesadilla de verdad. Sin ir más lejos la que he tenido esta noche y de la que me acuerdo al detalle de puro absurda.
Resulta que acompañaba a Bryce Echenique a una entrevista de radio en uno de esos barrios nuevos de avenidas frías e interminables al estilo de los de Salburua o Zabalgana en mi ciudad. En la radio la prima falsa de uno de mis mejores amigos -le digo así porque comparten apellido pero no tienen parentesco alguno- entrevista al escritor peruano mientras yo me como las uñas confiando en que no se le ocurra comentar nada relacionado con el asunto del plagio. Más que nada porque para qué remover la mierda, eso fue hace mucho, así que pecadillos a la mar. Por suerte la entrevista transcurre sin mayores incidentes que no sean el de que todos los presentes en el estudio hemos estado a punto de caer dormidos ante la letanía de candencias andinas del escritor más divertido y limitado como fabulador -según sus propias palabras- del famoso Boom de la Literatura Hispanoamericana contándonos sus obras y milagros, como si no las hubiéramos leído o escuchado ya antes. Así que le propongo a B.E acompañarlo hasta la estación de autobuses de Lakua para que coja uno que lo lleve de vuelta a Madrid, cuando me dice.
- Txema, ¿tú crees que robar está mal?
- Hombre, pues sí, apropiarse de lo de los demás no está bien.
- ¿Entonces tú no me robarías un coche para que pudiera volver a Madrid sin tener que soportar seis horas de viaje dentro de un autobús?
Momento en el que sólo se me ocurre pensar acerca de la inmensa tristeza que me produce ver a un escritor tan reconocido, un clásico de su época, el más divertido del llamado Boom de la Literatura Hispanoamericana, además de tan buena familia y así de acuerdo con los convencionalismos al uso entre las mentalidades más pacatas, purita oligarquía limeña, convertido en un piltrafilla que se codea con el lumpen y así, siquiera ya sólo en mi sueño. Una pena, si es que, en fin, puta Literatura.
Y eso es todo, si bien para mí ya es mucho porque ha sido despertar y preguntarme a qué coño venía lo de Bryce Echenique cuando se trata de un escritor del que después de haberle leído, va para hace más de treinta años o así, vamos, todavía de chaval y convencido de que se trataba de la versión hispana de Henry Miller con sus Trópicos o casi, "Un Mundo Para Julio" y "La Vida Exagerada de Martín Romaña", no había vuelto a acordarme. En fin, esto sí que sería materia para diván y de la buena, supongo.
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