lunes, 2 de noviembre de 2009
¿¿Preservativos de la memoria??
Hoy a la mañana, antes de emprender el regreso a mi exilio astur y tras una gestión en una aseguradora de una conocida cooperativa del Alto Deba que lleva pasándome anualmente dos recibos tras haber dado de baja mi coche hace tres años, es decir, tras un intercambio de mala hostia a rebosar con el pavo de turno y arrancarle un papel en el que de una vez por todas quedara constancia de que no tengo ni quiero tener nada que ver con semejantes sanguijuelas chupaeuros, he pasado en coche por delante del Monumento a las Vïctimas del Franquismo recién inaugurado en la trastienda del Palacio de la Diputación. No voy a entrar en disquisiciones acerca de la oportunidad o no de este tipo de homenajes póstumos a una parte de las víctimas de la guerra civil. Es evidente que a diferencia de ese otro que durante décadas presidió la cercana plaza de F. Juan De Ayala, dedicada a los caídos del otro bando, ésta parece llegar ocho décadas tarde. Es evidente también que estos últimos fueron "bajas" no sólo de una represión sistemática por parte del mando franquista y en el caso de Älava, como tantos otros, con el agravante de haberlo sido en la retaguardia, allí donde no había ningún peligro de sedición o resistencia, y con especial saña por parte de un régimen que siguió matando años después del final de la guerra. Tanto o más como también las hubo en la zona republicana, si bien y tal como está debidamente demostrado por estudios con el debido marchamo acádemico y en ese plan, en menor medida y siempre en contra de la opinión de las incompetentes autoridades repúblicanas, las cuales, como bien cuenta el propio Azaña, se vieron desbordadas por los exaltados y no tanto de las milicias de todo signo extremista, anarquistas, comunistas, etc. Así pues, y por lo que toca al terruño, teniendo en cuenta que el asunto ya sólo tiene que ver con la Historia y no de saldar cuentas que a estas alturas resultan hasta patéticas, y a lo sumo con la preservación de la memoria para las nuevas generaciones, estimo que no hubiera estado mal, que no habría sido del todo un disparate, haber hecho un homenaje en condiciones a todo tipo de víctimas de la Guerra (In)civil con los matices pertinentes, pues no es una cuestión de números o bandería sino de calado emocional e intelectual, y si la memoria de gente como el diputado general republicano Teodoro Olarte o el también republicano alcalde de vitoriano González de Zárate merece ser tenida en cuenta como ejemplo de demócratas que se opusieron a todo tipo de desmanes de un lado y otro, y sobre todo de víctimas a las que si no les hubieran dado matarife los de Franco no me cabe duda de que se lo habrían dado los de la FAI o similares por burgueses, ricachones o casi, moderados/tibios y todo en ese plan tan de conmigo o al hoyo, es difícil tener una idea desapasionada y acaso sólo objetiva de un hecho histórico como la Guerra Civil sin recordar el testimonio tanto de los que cayeron luchando por la religión y el viejo orden como el de los que fueron asesinados por sus ideas de izquierda; insisto que con sus respectivos matices, pues no es lo mismo morir o ser asesinado en defensa de la libertad o la democracia que hacerlo al grito de "vivan las cadenas, muera la inteligencia, viva Cristo Rey" o en pro de la dictatura del proletariado y el exterminio de todo disidente que se le pusiera a tiro del Stalin de turno. Lo contrario es una versión de signo contrario de ese otro monumento dedicado a los caídos que ya había en la plaza antes citada. Un momumento tan hortera y horrible como al que había en la Plaza antes citada, enésimo ejemplo de cómo el astista/jeta con el correspondiente currículo en lo suyo se la mete doblada al mandamás de turno por eso de no vaya a ser que se piensen que no soy moderno, q no sé de arte o de lo que sea, así que si me dicen que eso es arte, el no va más, pues no voy a quedar de paleto, firmo la subvención ande sea, con lo que no es de extrañar la presencia de una nueva mamarrachada en el paisaje urbano de Vitoria, como en el de casi cualquier otra ciudad. Lo que me ha dejado realmente patidifuso ha sido que los palos doblados o así en los que consiste la escultura de marras estén rematados por una especie de preservativos inflados que no aportan precisamente la dignidad que requiere el homenaje en cuestión, para mí que la "artista" de turno no debió entender muy bien, o ya directamente se la sudaba, el concepto de "preservar" la memoria.
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