Apunticos e impresiones sobre lo de Cataluña que he ido apuntando estas semanas, y de ahí que esta entrada sea más larga de lo normal, que ya es decir, y sobre todo que no van a gustar a nadie.
1.- Lo de Cataluña, sí, ya aburre y mucho; pero, negar la trascendencia que tiene y decir que uno está a otras cosas, que le trae al pairo lo que suceda, también resulta un acto de más que evidente irresponsabilidad política, yo diría que de verdadero autismo ciudadano.
2.- Lo de Cataluña, y pase lo que pase el uno de octubre, es la crónica de un gran fracaso de España como proyecto común.
3.- Lo de Cataluña, y lejos de lo que puedan pensar los más entusiastas con la independencia, es también el fracaso de los independentistas que no han sabido llegar hasta el final de la mano de sus compatriotas contrarios a la independencia pero dispuestos a secundar su reivindicación de un referendo pactado y con garantías.
4.- El referendo del 1 de Octubre es una chapuza se mire por donde se mire, no reúne ninguna garantía democrática y tiene más de perfomance independentista que de verdadera expresión de la voluntad popular de todos los catalanes. De hecho dudo mucho que el referendo en sí sea el objetivo de los independentistas, sino más bien evidenciar el carácter autoritario y represivo del Estado Español tal y como lo están consiguiendo.
5.-Lo de Cataluña ha provocado una reacción de ese nacionalismo español cuya existencia muchos negaban y que no es sino la consecuencia de décadas de escuela nacional-católica, de adoctrinamiento "patriótico" en una idea muy concreta y sobre todo muy restrictiva de España, de varias generaciones de españoles que también se la han transmitido a sus hijos y nietos y de ahí el desagarro patriótico, casi religioso, de tantos.
6.- Lo de Cataluña está demostrando a los que todavía creemos que España es o debería ser un estado plurinacional como Suiza o Canadá, que este nacionalismo español ve toda particularidad como una amenaza para esa unidad de destino y de ahí que ahora se cuestionen como nunca las autonomías y se demonicen y hasta exija la prohibición de los nacionalismos periféricos en lo que es una concepción de la democracia verdaderamente sectaria. Las demostraciones de la ultraderecha española, a la que se suman muchos "demócratas" que dicen eso tan viejo de antes una España roja que rota, sólo son la punta del iceberg de esa hasta ahora mayoría silenciosa que es el principal caladero de los partidos que sustentan el Régimen del 78, porque haberlo lo hay. Los españoles de fuera de las comunidades con lengua y culturas propias que respetan éstas e incluso las asumen como propias son, por mucho que nos duela, una minoría, y de ello da debida cuenta la hipocresía de los que afirman reconocer la diversidad de España a la vez que desprecian o minusvaloran todo lo que venga en una lengua de la periferia, cuando no las lenguas de ésta en su totalidad.
7.- Lo de Cataluña está demostrando por enésima vez la escasa cultura democrática de los españoles, se consideren como tales o no. Impera la descalificación del contrario, incluso la búsqueda de su estigmatización social, y a niveles que han alcanzado ya el ámbito privado con lo que eso supone para convivencia, sólo por no compartir las lealtades propias, porque, lejos de existir un debate sobre la viabilidad o legitimidad o no de una Cataluña independiente, lo que hay es una exaltación de las identidades propias contra las de los que las cuestionan, un continuo conmigo o contra mí, una tribalización progresiva de las posturas frente al tema de la independencia que cada vez exigen más estar de un lado o del otro sin matices, los verdaderos demonios del pensamiento único. Y no hay debate tanto por la incapacidad para discutir con datos y argumentos, para saber aceptar y respetar al contrario, como porque el Gobierno de España nos ha hurtado ese debate al considerar que el sólo hecho de plantearlo atenta contra la Constitución, la cual no es más que el texto que condensa esa idea nacional de España por la que ésta es una unidad de destino indivisible e incuestionable. La Constitución del 78 se hizo para desterrar esos debates de la opinión pública; al no ser, claro está, que le convenga a la mayoría del PPSOE, el bipartidismo resultante de la Segunda Restauración Borbónica, plantear una reforma constitucional.
8.- Lo de Cataluña también ha puesto de manifiesto la baja o nula calidad de la prensa española entregada, con notables excepciones casi todas digitales, a la causa de una sola parte por vía de la manipulación y la mera propaganda, ya sea en su versión centralista y en castellano, como en la autonómica y en catalán, poco más que el reverso de la misma moneda. Los ejemplos de periodismo de verdad están contados con los dedos de la mano.
9.-Lo de Cataluña no se explica con argumentos exclusivamente económicos, puede que sólo monetaristas, que suelen ser los que tanto gustan y creen irrebatibles aquellos que todo lo cifran a los asuntos del bolsillo. El "Espanya ens roba" o el de la falta de solidaridad o el falso egoísmo innato de los catalanes y otros tópicos, no sólo no llegan ni a la categoría de argumentos, sino que además son usados insistentemente por aquellos que o no entienden, o no quieren hacerlo, la importancia que tiene el aspecto puramente emocional, y en buena parte irracional, del sentimiento identitario, sobre todo cuando éste se percibe ofendido o atacado como es el caso del catalán por la sentencia del Constitucional contra el Estatut y todo lo que rodeó a éste con el PP recogiendo firmas en su contra por toda España. La gente, en general, no suele entender otros sentimientos que no sean los propios y de ahí también la tendencia a querer imponerlos en la convicción de que son los correctos, los únicos con legitimidad. Y mejor no hablar de aquellos que desprecian de entrada los sentimientos patrióticos o identitarios del prójimo porque se creen por encima de ellos, no sólo hay mucha impostura, como que a poco que rascas enseguida te asoma el nacionalista español vergonzante que se dice ciudadano del mundo simple y llanamente porque asume el status quo tal cual y eso le hace sentirse libre de las vulgares y tribales pasiones de los nacionalistas periféricos, sino también una petulancia intelectual como pocas.
10-. Se acusa a los respectivos nacionalismos periféricos de adoctrinar a los niños en la escuela como si todos los Estados no hicieran lo mismo, como si la única diferencia no estuviera sólo en el contenido de ese adoctrinamiento.
11.- Los nacionalismos periféricos españoles no son sino la respuesta por emulación al proceso de uniformización de España que el Estado ha llevado a cabo durante siglos en un proceso que el occitano Robert Lafont denominaba “colonianismo interno”, esto es, la imposición de la lengua y cultura del centro político a territorios que ya tenían su lengua y cultura propias. Los nacionalismos periféricos intentan revertir ese proceso mediante políticas que imponen con el respaldo democrático que les dan los votos, y esto lo olvidan siempre los "antinacionalistas"..., a su vez la lengua y cultura de sus territorios a ciudadanos que tienen ya la lengua y cultura de ese centro político como propias, ya sea de nacimiento o de elección, en muchos casos también desde hace ya mucho tiempo, y de ahí también el inevitable conflicto político y cultural.
12.- El independentismo catalán quiere borrar de golpe una convivencia de más de quinientos años con el resto de España, con todos sus claroscuros, a saber si más de lo uno que de lo otro, y eso a pesar de los inequívocos vínculos que la mayor parte de los catalanes seguirán teniendo con España por razones familiares, culturales o simplemente sentimentales. También es verdad que si Cataluña se independizase de España las relaciones de la mayoría de los catalanes con los españoles, familiares o no, no serían muy diferentes de las de los irlandeses con los británicos tras la independencia de Irlanda en la primera mitad del XX, esto es, completamente normales, si acaso con algo de papeleo de por medio, o puede que ni eso.
13.- Si triunfara la independencia de Cataluña todavía cabría el riesgo de crear uno o varios Ulsters en su territorio y hacer que el conflicto se enquistara eternamente; por ejemplo una Barcelona españolista o su cinturón industrial otro tanto. Serían voces cuyas reivindicaciones a favor de la reunificación con España serían tan legítimas como las de los actuales independentistas. Para evitarlo lo conveniente sería una Ley de Claridad al estilo del que tiene Canadá con Quebec. Eso sería lo lógico de existir una verdadera cultura democracia en España, no el actual tour de force entre el imperio de la voluntad secesionista de unos y el de la de considerar la unidad de España incuestionable con la Constitución como el texto sagrado que así lo establece.
14.- Lo de Cataluña, al contrario de lo que parecen pensar la mayoría de los independentistas vascos tan entusiasmados con el asunto catalán, no supone un revulsivo para su causa. Al contrario, el independentismo catalán evidencia, con su sociedad más compacta política y culturalmente de lo que nunca lo estará la vasca, en la cual muchos incluso niegan su condición de tales como parte considerable de los navarros y otros, que la independencia de lo que llamamos Euskal Herria o País Vasco-Navarro es prácticamente imposible. Los vascos estamos divididos entre dos estados, al mismo tiempo entre dos comunidades autónomas y una tercera y mínima estructura local para los territorios vasco-franceses en los que ni siquiera nuestra lengua es oficial. Al mismo tiempo, hay particularismos localistas que hacen de difícil entendimiento que lo que para unas provincias es bueno o aceptable para otras sea todo lo contrario. Tampoco hay una unidad cultural, los vascoparlantes somos una minoría dentro de nuestro propio país y la mayoría castellanoparlante vive por lo general completamente de espaldas a la cultura que se hace en euskera, sus referencias son exclusivamente españolas o francesas. En general, casi todos los factores que se dan para que Cataluña pueda ser un estado independiente, si así lo decidiera una mayoría amplia de los catalanes, están ausentes entre nosotros, somos una nación socio-cultural por la voluntad de una parte de nuestra sociedad y ante la indiferencia y hasta la hostilidad de la otra. Si al final se quisiera llevar a cabo una independencia sólo con la parte más proclive a ella, Gipuzkoa y la zona más vascoparlante de Bizkaia y/o Navarra, sería como si la Cataluña independiente se redujera a la provincia de Girona y alrededores estrictamente rurales.
15.- El que esto suscribe pretende que estas reflexiones sobre lo de Cataluña se deban en exclusiva al ejercicio de la razón. No obstante, también reconozco que en lo que afecta a mi lado más sentimental mis simpatías están casi que instintivamente con Cataluña, independentista o no. Lo está porque todos tenemos una biografía, por lo que, ni aun queriendo, mi subconsciente me permitiría sentir otra cosa. Y eso también por mucho que haya cambiado mi manera de concebir todo lo identitario desde que era chaval y que entonces respondía en general a cierta "sordera" que padecí en su momento. Así pues, me quedo con la enormidad de Gabriel Aresti, si bien con gran fuerza metafórica y desde luego que poca vigencia en estos días de atávica regresión por todos los lados: "Sólo es español quien sabe / Meabe / las cuatro lenguas de España".
16.- Este último apunte personal sólo responde al deseo de no parecer equidistante. Sí me posiciono, por un referendo pactado y una Cataluña reconocida como nación dentro de España. Porque una cosa es lo racional y otra lo emocional. Estoy dispuesto a debatir cualquiera de los puntos anteriores, de hecho es muy probable que pueda cambiar de opinión en los próximos días, lo hago de continuo; pero, no acepto descalificaciones ni insultos como los ya recibidos por los banderizos de turno de un signo y otro.
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