Anoche soñé con Mónica Bellucci; se veía venir. Total, que estábamos en el Festival de Donosti por lo del premio que le van dar allí. Yo estaba de traductor de italiano, se ve que tanto escuchar a Celentano acaba pasando factura. Y eso porque la Mónica el francés y el inglés todo lo que quieras, pero el español dice que se le resiste; "será por lo diferente que es del italiano", le suelto yo, así, nada más presentarnos, lo que se dice empezando bien.
El caso es que falta mucho para la entrega del premio en el Velódromo y la Mónica me dice que la lleve a dar una vuelta por la ciudad. Yo le digo que la mejor manera de empaparse del ambiente de Donosti es ir de pinchos por lo viejo. Supongo que asiente porque me sonríe y hace un ligero cabeceo como queriendo decir: "vai avanti, andiamo". La verdad es que la señora no es mucho de hablar, cualquiera diría que le da apuro abrir la boca; me digo que será el botox, a ver si le va a estallar.
De cualquier modo, ya estoy viendo que no va a ver mucha conversación con la señora, que ésta es más de mirar mucho por encima al género humano y hacer como que no se da cuenta que todo quisque la está mirando. De hecho, cuando le dices algo siempre está mirando hacia otro lado, lo cual a veces crea situaciones bastante comprometidas porque hay momentos que está tan erguida, tan de diva, que vas a decirle algo y te encuentras hablándole a sus pechos: "Sì, sì, cornice incomparabile..."
Así que me digo, mejor llamo a un nativo como el Etxaniz para que nos lleve de bares por lo viejo, que él conoce mejor la zona y así nos evitamos la Fermín Calbetón porque de un tiempo a esta parte está intransitable con tanto gabacho en sandalias y facineroso detrás de la barras, que te ponen un trozo de txistorra sobre un plato y te cobran como si fuera un plato en el Arzak.
De modo que quedamos a la media hora en el Paco Bueno de la Calle Mayor, que es uno de los pocos baretos todavía verdaderamente jatorras, castas, que quedan por lo viejo, adonde van los donostiarras sin miedo a que les pongan un plato delante de las narices y les diga el camarero eso tan humillante de : "Take the pintxos and put them on the plate."
Entretanto yo me voy con la Mónica a tomar algo al Gandarias, que no es que me guste especialmente porque allí las rabas son de potarro y eso es algo que saca verdaderamente de quicio; pero, como la barra de pinchos da el pego por bien surtida y el local hace siglos que no ha sufrido una reforma, pues oye, en plan "authentic, typical... vero donostiarra." Y ya allí conmino a la Mónica a que se tome un pincho. Pues oye, que sí, que muy bonito todo; "very tipical spanish" me suelta la pava, momento en el casi tenemos un roce por lo de "basque, that´s Basque Country, estúpida chochona", y mira que por hablar algo, que a mí me la pela; pero, qué quieres, me corto un poco, no vaya a ser que luego no me paguen por etarra o algo así. Ahora, voy y le pongo un pincho de chatka en un plato para que lo pruebe, que por lo que se ve son los que más llaman la atención a los guiris, y ella, educación obliga, lo coge con una mano como si estuviera cogiendo un órgano vital recién extraído de un ser vivo y pregunta: "Che cosa è questa cosa?" Yo le explico lo de la chatka, el surimi, el abadejo y toda la hostia. En realidad le hago una descripción detallada de todos los pinchos que hay sobre la barra. No obstante, en seguida me doy cuenta de que la italiana no me hace ni puto caso, que está ahí con el pincho en alto cogido entre dos dedos y con la mirada perdida en un punto indeterminado del bar, vamos, dejándose ver: "Sono la Belucci, premio non so cosa del Festival di Donostia."
Así que la arranco del Gandarías diciéndole que hay una norma foral que prohíbe quedarse en un bar más de cinco minutos. La llevo hacia el Paco Bueno donde supongo que ya habrá llegado Mikel mientras ella acaba el pincho de chatka por el camino. Pues no, todavía tengo que tomar otro pote a solas con la diva. Por cierto, muy contenta ella porque el Bueno está a rebosar de varones y ha sido entrar ella en el establecimiento y hacerse el silencio al tiempo que ella templaba pechamen como con De Niro en aquella película italiana "horribile", Manual di Amore XXXX, creo. Así que se le nota que está en su salsa, es decir, en plan diva modo esfinge y que el personal babee hasta rellenar sus vasos. Yo, todo hay que decirlo, ya empiezo a estar un poquito harto de la señora. Como que en una de esas casi le pregunto por su última película, a ver qué tipo de mierda ha rodado últimamente, porque mucho premio y mucha hostia pero como actriz eres bastante flojita, de lucir palmito y poco más, no te lo tomes a mal, ya llevamos unos cuantos potes encima y como si nos conociéramos de toda la vida. Como se lo digo en castellano ella apenas me dedica una mirada desde su altura de diva, lo justo también para sorprenderse por el careto que me ha puesto el camarero cuando le he pedido un txakoli de Álava y me ha contestado que de eso no tenían ni sabían qué era, que si quería uno tendriá que ser de Getaria, y yo, por joder, sólo por joder, se ve que estoy incomodo de cojones, los nervios y tal, que a ver si tampoco tenía de Bakio: "tu seí, solo per infastidire...", le explico a la Belucci, me temo que para que pueda confirmar definitivamente que le han puesto un idiota de acompañante.
Y en eso que por fin llega el Etxaniz con su vitalismo galopante, se diría que recién llegado de dar de comer a miles de refugiados en una isla del Mediterráneo o de vete a saber qué otra movida de las suyas: "¡Aupa, Monica, maja! ¿Qué tal estas!" Pues oye, que ha sido llegar el Mikel y cambiarle el semblante a la señora. Al principio un poco asustada, todo hay que decirlo, porque ella es italiana y con eso de la mafia, la camorra y tal ha sido ver al Mikel y darle un escalofrío o algo parecido. Pero luego, joder, entre que Mikel no calla, que nos ha llevado por los bares de lo viejo a los que ya sólo entran los koskeros de verdad, y que ha sido un txakoli tras otro, de Getaria, sí, que ya no sabía dónde estábamos, y eso que yo he vivido allí un tiempo y bebido en todos los tugurios de lo viejo; pues que veo a la Mónica de un suelto que alucino, sobre todo en comparación con lo rígida que estaba conmigo. Pues no va y en una de esas hasta le acaricia la calva al Mikel mientras se partía el culo por no sé qué chorrada que había dicho éste: "Tu sei molto divertente, mio caro basco pericoloso..."
Así que ya me veo una vez más en plan sujetavelas; pero qué les dará el Mikel a las tías... Y me digo que por mis cojones treintaitrés, que en cuanto tenga la menor ocasión me despido con la escusa de que tengo que marchar a Vitoria porque allí me espera mi señora, mi madre y ya puestos hasta la perra.
Luego de haberme escabullido antes de entrar a una de esas tascas de la calle más patriótica de lo viejo, llego a Vitoria hora y media más tarde (entre otras cosas porque he sufrido una parálisis, otra, al ir a pagar el parking, que no me lo podía creer y mira que en yendo a Donosti debía estar ya acostumbrado...), y, será hijo de puta el Etxaniz, pues no me manda un selfie al whassapp donde aparece la parejita subida, no sé si a la Montaña Suiza, a una barca del Estanque o puede que a los autos de choque del parque de atracciones de Igeldo. Eso y él haciendo una de sus muecas de tarado recién escapado del manicomio, y la Belucci con la cabellera al aire partiéndose la caja y un canuto entre los dedos. Anda que no va a llegar la italiana a la entrega del premio en el Velódromo poco contenta ni nada.
Pues eso, otro mito por los suelos. Gracias subconsciente, gracias Mikel....
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