Dicen que hace mucho frío ahí fuera,
incluso van con los chamarros abrochados hasta la barbilla.
También señalan hacia la lejanía,
donde las montañas lucen calvas níveas que antes no tenían.
Yo a esto que llaman frío no le veo mucha sustancia,
pero como es la comidilla del día,
y además he visto foticos de donde vegeta mi madre todo cubierto de blanco,
pues que me ha entrado algo así como nostalgia,
o lo que es lo mismo,
metro y medio de blanco para ir a clase.
De repente me he visto de crío con las botas de goma abriéndome paso entre la nieve hasta la rodilla,
los dedos del pie ateridos a pesar de los calcetines gordos de lana,
así también el rabillo de las orejas o la punta de la nariz y los dedos de la mano.
El frío de verdad es algo que se te mete en las entrañas,
que se queda ahí todo el invierno,
que te acompaña noche y día,
es parte de lo que eres y de lo que serás,
lo llevas dentro y sólo hace falta que caigan unos pocos copos para que se active,
y sientas que hay otro motivo para querer estar vivo.
En realidad es un estado de alma.
Ya sé que los nativos de climas mas templados,
gente del Caribe, la cornisa cantábrica y así,
no lo pueden entender,
son como más de encender la calefación a la primera de cambio,
en cuanto ven caer una gota lenta y cebada al otro lado de la ventana.
En cambio los rusos y canadienses saben de lo que hablo,
seguro que ellos entenderían también está absurda nostalgia helada,
puede que hasta aplaudieran que me diera por echarle unas letras al frío
Me refiero a ese de verdad,
el que dice esa señora que me dio la vida
que hace de verdad en las estribaciones de la montaña donde vive,
que no sabe si llegaŕá viva al día siguiente,
porque se le va mucho la cabeza
y a veces se le olvida encender la calefacción,
tantas pastillas es lo que tiene,
eso o no cerrar bien las puertas y ventanas.
Por eso me decía hace un rato,
mientras los demás tiritaban a mi lado como si tuvieran mono de más verano o algo por el estilo,
qué ganas tengo de escribir algo sobre el frío, el de verdad, el bueno, el que te deja pajarito a poco que asomes el dedo gordo del pie.
Pero, le he dado muchas vueltas a la lírica,
que si el manto polar que cubre mis sueños,
la escarcha de los viejos tiempos
o las bufandas que aquí siempre parecen de atrezzo y para de contar,
un poco de vergüenza ajena ya dan...
Y cuando me iba a poner Lírico con ganas,
ya ves tú qué cosas tiene la sidra con su punto de frescor,
han llegado los callos a la asturiana,
por supuesto que he pedido guindilla,
y ya sólo tenía cabeza para el chuletón a la piedra que estaba por llegar.
Así que cada cual afronta los rigores de este anticipo del invierno como puede,
y todo lo demás prosopopeyas y poco temple,
para qué nos vamos a engañar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario