Levantarse de la cama con la tensión por las nubes por culpa de cierto líquido elemento resultante de la fermentación de la manzana, y no precisamente porque anoche la bebiera "a esgaya" que dicen en Asturias. No, dos botellinas entre dos, menos que nunca. Pero, oye, te llevan a un chigre y es lo que hay. Y mejor no hablar del careto que te pone la camarera cuando le preguntas inocentemente: "¿la siguiente botellina podría estar un poquito más fresca, sólo ya un poquito...?" Eso sí, luego bronca de mi asturiana porque digo y escribo que...
Bueno, a lo que iba, levantarme de la cama después de apenas pegar ojo durante la noche, prepararme un café, sentarme a leer la prensa delante del ordenata, y darme de bruces con la primera gilipollez del día en la prensa online del paísito.
"Cada vez más colegios públicos vizcaínos celebran fiestas laicas en Navidad, donde se eliminan de las canciones hasta los términos religiosos"
Mira que servidor, además de ser ateo practicante y tal, también ha sido comecuras en sus tiempos como cualquier chaval con dos dedos de frente, que mi único contacto con lo religioso ha sido el colegio al que me mandaban mis progenitores sin que ellos fueran especialmente creyentes, prácticamente nada, mi madre incluso hija de un comunista con carné antes y después de la Guerra, y de ahí que en casa nada de religión, de no ser para cumplir con el expediente de cara al resto, vamos, la Comunión y para de contar. Y de ahí también, de ese cole en particular, la tirria que les he tenido siempre a los funcionarios del credo del crío ese que nació en una cuadra. Mira que soy especialmente refractario a todo lo que tenga que ver con la sinrazón religiosa, sumamente crítico con el papel de la Iglesia como agitador social y acaparador de conciencias que pretende ser la muy jetuda, esto es, aprovechando con no poca ventaja el emporio que tiene montado desde hace siglos. Pues oye, de verdad, esta noticia me saca de mis casillas. ¿No te gusta la Navidad por lo que tiene de religioso? Pues no la celebres y ya está. Si eso ponte un taparrabos y baila alrededor de una hoguera para celebrar el Solsticio de Invierno, a ser posible a ritmo de txistu y tamboril para honrar a Amalur o a quien te venga en gana.
Pero sí, la Navidad, nos guste o no, con toda su parafernalia litúrgica-narrativa-consumista es una celebración exclusivamente religiosa, cristiana, siquiera en la forma que nos ha sido dada y por mucho que tenga de reinterpretación de las costumbres paganas como todo lo católico. Otra cosa es que la hayamos desacralizado casi del todo a medida que la sociedad en la que vivimos se ha desacralizado también. La inmensa mayoría de los occidentales nos entregamos a sus ritos y costumbres sin pensar en su trasfondo religioso, simplemente por la famosa inercia de las costumbres, siquiera porque una vez despojada de su envoltorio religioso nos quedamos con lo que tiene de rito para celebrar en familia, con más o menos ganas, y sobre todo, eso sí, como excusa para regalar unos días de fantasía a los pequeños y entregarnos al exceso en una forma más o menos consensuada desde hace ya siglos por nuestros ancestros y poco o nada tiene que ver con lo del baile en taparrabos al que me refería antes. Pero aun así, la Navidad nos ha llegado a nuestros días con todo su ceremonial y costumbres, con su legado litúrgico, literario y sobre todo gastronómico, ni más menos que como recuerdo de un pasado no tan lejano en el que lo religioso era lo primordial, lo omnipresente, un vestigio de nuestro acerbo cristiano por mucho que nos hayamos desacralizado y que nuestros pequeños deberían conocer en su medida tanto o más que el origen de las pirámides de Egipto o la Gran Muralla China, dado que, no por nada y aunque joda, les es más cercano.
Por eso no le veo ni pies ni cabeza, en todo caso mucha cabeza de chorlito, a querer travestir el contenido religioso de las costumbres navideñas. Tiene incluso un algo de sectarismo a lo revolucionarios jacobinos cambiando los nombres de los meses del año en su empeño de querer romper con todo su pasado o a lo régimen de Corea de Norte o cualquier otro por estilo empeñado en sustituir los viejos dioses por los nuevos líderes supremos sin alterar en nada el culto irracional a los mismos. Si no te gustan los villancicos, como a mí que me horripilan, no los cantes, no los oigas, pasa de la zambombas y de los polvorones; pero, si quieres hacerlo, si lo necesitas porque tú tampoco puedes escapar a la tan traída inercia de las costumbres, por lo menos respeta el legado de tus mayores aunque no lo compartas. Y sobre todo, no seas ridículo, que probablemente es lo peor que se puede ser en la vida.
Una noticia, por cierto, que no puedo sino relacionar con esta otra también leída recientemente, la cual debería hacer pensar a los supuestos laicistas de la escuela pública vizcaína qué cerca está la praxis por la que se conducen ellos de la de esos otros a los que probablemente juzgan como en las antípodas de su pensamiento.
"Piden que se retire una obra de Balthus del Metropolitan de Nueva York por incitar a la pedofilia
Acusan a la obra 'Teresa durmiendo', pintada por el artista Balthus en 1938, de incitar a la pederastia. Ahora, una mujer ha reunido alrededor de 10.000 firmas para que el Metropolitan de Nueva York lo retire. Considera que sexualiza y cosifica a la modelo, una niña. Por su parte, el museo asegura que no lo va a descolgar."
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