SAN ANDRÉS DE MUGA




Este verano visitando Medina-Azahara reflexionaba sobre el desdén ancestral por parte de la mayoría de los españoles hacia su patrimonio histórico y artístico. La historia del conjunto califal es la de un olvido premeditado por parte de los cordobeses. De hecho, cuando aparecieron las primeras ruinas, y durante mucho tiempo, éstas se adjudicaron a los romanos, y eso en la ciudad que es mundialmente conocida por su mezquita. El caso de la Alhambra es parecido, sólo hay que leer a Gerald Brenan para recordar cuál era el estado de abandono en el que se la encontró la primera vez que visitó Granada, como que hasta había servido de caballeriza para los soldados napoleónicos. A decir verdad, durante mucho tiempo la estampa de muchos pueblos españoles fue la de un caserío con su iglesia, o mezquita reconvertida en tal, despuntado del conjunto y al fondo la silueta de un castillo o una alcazaba en ruinas sobre una colina cercana o inmediata.

Y así por toda la geografía española. Pero, si al abandono o desprecio del patrimonio artístico-histórico le sumamos los daños de las diferentes contiendas habidas en nuestro suelo, el destrozo ya alcanza proporciones de auténtica catástrofe. .

En eso pensaba la semana pasada viendo las fotos que el amigo Dioni Balda había colgado sobre las ruinas del convento de San Andrés de Muga en Labastida, Álava. Se trata de unas ruinas que yo no llegué a conocer, pero que, sin embargo, me resultan muy familiares porque era precisamente en esa zona, donde ahora no hay ni rastro de muros, y mucho menos de arcos de una antigua bóveda, donde mi abuelo tenía una viña que llamaban El Convento y en la que pasé no pocas tardes de mi infancia jugando con mis primos en el chamizo de piedra que había en medio de ella y que, ahora que lo pienso, bien podía haber sido construido con piedras del viejo convento, la caseta y el muro también de piedra que rodeaba la finca.

La historia del convento de San Andrés de Muga es una historia más de la infinitud de edificios históricos que tanto las guerras como la incuria o la avaricia (aprovechamiento de las piedras y otros elementos arquitectónicos) de los lugareños permitieron que se volatilizara en el recuerdo. San Andrés de Muga era uno de los mejores conventos que poseían los franciscanos en la provincia de Álava. Allí llegaron a reunirse hasta 50 religiosos, y fue una acreditada escuela de Teología y Artes. Abandonado en 1835, tras ser destruido en gran parte por las tropas del general Zurbano durante la guerra carlista. Una guerra, o más bien dos guerras, que sólo en Álava se llevaron por delante casi la mitad del patrimonio arquitectónico de la provincia, a destacar algunos edificios tan emblemáticos como el castillo de los Guevara o el Santuario del Toloño sito en el mismo municipio de Labastida.

Ahora sólo queda lamentarse por lo perdido viendo fotos de cuando incluso ya sólo eran ruinas. Hoy no queda ni eso.

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