La revista literaria hispanoamericana LETRALIA recomienda HISTORIAS DE LA ALMENDRA: https://letralia.com/recomendamos/2019/10/03/historias-de-la-almendra-de-txema-arinas/
Txema ArinasNovelaArte Activo EdicionesVitoria-Gasteiz (España), 2018ISBN: 978-8494909641368 páginas
“Vuelvo a La Almendra, vuelvo después de años de dar tumbos de un lado para otro. Vuelvo porque después de lo de Olaya no sabía adónde ir, qué hacer, a quién acudir. Pero previamente también he vuelto a casa de mis padres, los cuales, y como era de esperar, me han recibido con lágrimas, pobre hijo mío, qué desgracia la tuya, dónde vas a estar mejor que en casa, aquí nos tienes para lo que quieras”.
Comienza como una declaración: un repaso por lo que fueron los primeros años en casa, bajo la protección (a veces incómoda de los padres), con los recuerdos buenos y malos y con una idea clara: evadir a toda costa volver a la casa donde nació y creció, evitar a los padres, a la familia y los recuerdos.
Lo anterior es parte del argumento de Historias de la Almendra, novela del español Txema Arinas publicada en 2018 y en la que retrata su vida en primera persona. En general, la pluma del autor se desplaza con la suficiente intensidad como para retener al lector página a página, mientras lo invita a ser parte de la historia y hacer un análisis que todos, en algún momento de nuestras vidas, haremos: entender lo que fuimos, lo que somos y seremos.
Pero la historia —que transcurre en los años 80 en el País Vasco— no sólo se sustenta en lo que fueron los primeros años de la juventud sino, también, en las creencias políticas y viejas causas ideológicas que en su momento aceleraron el pensamiento y la energía tanto del autor como de sus amigos y, años después, se quedaron en el vacío.
Este viaje profundo, tal como lo expresa el mismo autor, no tiene como deseo único el cuestionamiento o la autorreflexión, también busca que la gente se identifique en esta historia y hasta se ría con ella.
“Lo que sostiene la novela, aparte de las historias de cada personaje, es el humor. Bueno, y también la ternura”, relata el autor en una nota publicada en el sitio web de la Casa del Libro, de España. “Yo mientras he estado escribiendo he disfrutado mucho”.
No quiero sentirme como el hijo que nunca crece, tómate ese zumo para el desayuno, mira cómo vas, no te has cambiado la camisa en dos días, quieres que te presente a la hija de una amiga que no ha tenido suerte con los hombres, que la dejaron plantada en… Sólo de pensar en retroceder un par de décadas con el único propósito de tomar impulso antes de lanzarme hacia esta nueva vida, me entra un escalofrío de arriba abajo.
Una novela para sentirse identificado
¿Identificado? Sí, absolutamente. Quien se sumerja en las 368 páginas que Arinas ha dispuesto para narrar su historia y confesar su juventud, no está exento de tomarse esta historia para sí, y reconocerse en uno de sus pasajes: en los momentos familiares, las reflexiones sobre el porvenir o los momentos de ocio entre amigos, que en la novela tienen de escenario La Taberna de la Hechicera donde, señala el autor, transcurrían los importantes y al mismo tiempo inútiles debates sobre lo que un grupo de jóvenes entendía como urgente y que, con el tiempo, el viento se llevó.
Para sustentar la impresión anterior, está este párrafo:
Sea como fuere, La Taberna de la Hechicera se convirtió en un lugar imprescindible para todos nosotros; allí teníamos asegurados, no sólo diversión y unas copas gratis, sino también un espacio de libertad en el que podíamos despotricar a gusto contra todo y contra todos. A veces incluso un lugar de debate, si es que se puede tildar de tal a la algazara que resultaba de nuestros asertos en forma de berridos, juramentos, algún eructo o amago de soltarle una hostia al de enfrente por atreverse a llevar la contraria en lo que fuera.
Pero La Taberna de la Hechicera no sólo es un escenario: podría decirse que es un personaje. Desde que el protagonista se reencuentra con el local establece una comparación entre sus recuerdos y lo que ve, y se fija muy en especial en las transformaciones que ha sufrido, que no son otra cosa que un reflejo de cómo ha venido cambiando la sociedad en las últimas décadas.
Transformaciones de las que no escapa el antiguo tabernero, un hombre que en los años 80 era camarero, militante de izquierdas, abertzale, internacionalista, siempre pontificando detrás de la barra, y que en la actualidad ha vendido el local y se ha hecho un furibundo xenófobo, que no sólo odia a los inmigrantes sino también a las manifestaciones sociedades o culturales importadas, e incluso dirige una asociación de vecinos que hace frente a los recién llegados con la excusa de repeler los ataques de la delincuencia.
En este personaje, nos dice el autor, está encarnado “ese viraje del idealismo revolucionario de la juventud a las actitudes reaccionarias y hasta xenófobas del presente tras su experiencia como entusiasta admirador de la revolución cubana, su historia particular con la cubana Idania y todo lo demás”.
¿Para quién es este libro? Para todo aquel a quien le guste el género novela y disfrute leer historias donde el argumento que la sostiene es fresco, honesto y tan franco como una conversación donde el lector asumirá el papel de interlocutor, de mediador y, ¿por qué no?, de protagonista.
En Letralia incorporamos a Historias de la Almendra en nuestra selectiva lista de novelas destacadas, de esas que nos gustaría tener impresas, incluso en varios ejemplares, para ponerla en manos de nuestros lectores. Nosotros la recomendamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario