Hoy muy de mañana. subiendo la cuesta hacia casa, en Oviedo todo son cuestas. Veo y oigo como un tipo "amacarranado", uno de esos que lo mismo podría salir de figurante en un vídeo de Maluma como de proxeneta por el barrio, le grita a un chaval que iba a sacar el coche de su garaje.
-¡Tira, tira, que tienes sitio!
-No puedo, me tengo que subir a la acera.
-Que tires, carajo, que tienes sitio de sobra.
-Que no puedo.
-¿Pero por qué no pasas si tienes sitio de sobra?
Y no pasa porque el macarra en cuestión ha aparcado su buga en el vado junto al garaje del chaval y éste, en efecto, tiene que subirse a la acera para poder incorporarse a la carretera. Entonces, cuando voy a pasar delante del garaje, y entre que llevo un caballero andante en mí, Don Quejote de la Llanada y así, y que los gritos de este personaje sacado de la serie de The Wire me está poniendo de una mala hostia que para qué, decido intervenir sin pensármelo mucho,
-No sale porque eres tú el que tiene que mover el coche.
-¿YO?
-¿Quién es el que lo tiene mal aparcado?
-¡Pero si puede salir perfectamente!
-Pero él no tiene por qué hacerlo. ¿Te lo tengo que explicar otra vez o llamamos a los munipas para que lo hagan ellos?
-¡No pienso mover mi coche!
-Mira -le digo echando mano al móvil-, llamo y se lo explicas tú a los munipas cuando lleguen.
Total que el malumo este de los cojones se mete al coche para moverlo tras dedicarme una ristra de hermosos improperios latinos a lo huevón, pendejo, ladilla, mamahuevo y otros que se me hacen tan inequívocamente familiares por la cosa esa de mi parentela venezolana. Y eso justo en ese momento que el carajito del coche, el mozo, me suelta.
-Si no hacía falta, ya iba a subirme a la acera...
Y menos mal que no soy una persona violenta y no he puesto en práctica lo que se me estaba pasando en ese preciso momento por la cabeza: quitarme el cinto para reventarle la cara con la hebilla al memo del garaje, atarlo con el cinto del cuello al volante, vaciar la gasolina del depósito, esparcirla por todo el coche y prenderle fuego con el chisquero que no llevo encima porque no fumo. Suerte que no lo soy, no.
Por lo demás, a ver si se me va luego el disgusto con unas sidras y uno o varios platos de callos a la asturiana con bien de guindilla, plato del menú típico del Desarme que se celebra estos día en Oviedo, una fiesta en conmemoración de la estratagema con la que los cristinos de la ciudad vencieron a los carlistas que tomaron la ciudad durante la primera guerra por Dios, por la Patria y por el Rey, lucharemos todos juntos, todos juntos en unión, defendiendo la bandera de la santa tradición..., "preparando -aquí ya va la wiki en vena- un rancho abundante de garbanzos con espinacas y bacalao, sumado a enormes cacerolas de callos, todo ello con abundante vino de acompañamiento. Los batallones ante tal banquete poco habitual disfrutaron de una profunda siesta, momento en que los vecinos aprovecharon para requisarles el armamento. Coincide este testimonio en el menú de lo que más tarde se llamó «desarme» aunque no su fecha.
Una de las cosas más curiosas e irritantes de nuestra época es esa gente que repite insistentemente el mantra de que no hay que insultar a nadie, que no hace falta hacerlo para expresar opinión alguna, que ante todo respeto y bla, bla, bla; ¿para qué coño creerá está gente que existe en todos los idiomas un rico vocabulario de insultos e improperios, para rellenar diccionarios?
Panfleto de 1932. Por si todavía queda alguien que piense que lo de Cataluña es un mero problema de orden público, el capricho de unos políticos locos o solo una estratagema para ocultar corruptelas, la consecuencia del adoctrinamiento de hace solo cuatro días, simple narcisismo étnico. ¿La culpa es del nacionalismo? Puede, desde luego la falta de pragmatismo del independentismo catalán frente a la cruda realidad de los votos llama mucho la atención y hace desconfiar de sus proclamas democráticas. ¿Pero del catalán en exclusiva? ¿Y el nacionalismo español que niega el sentimiento nacional de los catalanes y lo desprecia reduciéndolo a un regionalismo exacerbado, paleto, etnicista, que lo niega? ¿No será que el modo de ser español que se impone desde el centro solo entiende una idea nacional que excluye todas las demás y de ahí que la respuesta periférica sea la negación de todo lo que tenemos en común y en la mayoría de los casos el deseo de construir un estado uninacional a imagen y semejanza de ese del que quieren salir? Los nacionalismos periféricos son una respuesta de defensa ante el desprecio secular de la mayoría de los españoles a todo lo que no sea castellano o en castellano, eso y sobre todo la consecuencia de siglos de colonianismo interno. Llevamos más de doscientos años resistiendo el pujo uniformador de la idea de España que institucionalizó el liberalismo de corte jacobino en el XIX con La Pepa y que tiene a lo español como una Castilla ampliada y todo lo demás como residual, exótico, molestas excrecencias de una identidad previa que en su momento, durante casi dos siglos, ya se encargó la escuela nacional de eliminar a palos. ¿O acaso no apesta a mentalidad colonial todos esos exabruptos que oigo a diario aquí mismo, en la cafetería donde desayuno, cuando hablan de suspender la autonomía, de que la culpa la tiene la enseñanza en catalán, el empeño de hablar catalán, de ser catalán, todo ello pudiendo ser solo español? ¿Cómo calificar sino de mentalidad colonial a esos españoles que afirman que Cataluña les pertenece independientemente de la voluntad de los catalanes, exactamente lo mismo que antes con Cuba, Puerto Rico, etc.? ¿Por qué odian tanto a los catalanes gente que ni siquiera ha salido de su pueblo, dónde, quién les adoctrinó en el odio a lo diferente, en una idea monolítica de lo español? Los hay que cuando oyen hablar en catalán en la tele se ofenden; con el inglés o cualquier otra lengua no pasa nada. ¿Cómo, cuándo, quién comenzó todo este pifostio en el que ahora estamos metidos? Esto independientemente de los errores cometidos por ambos lados. ¿Cómo y por qué de ser minoritario el independentismo catalán pasó a ser casi la mitad de la ciudadanía catalana en menos de una década? ¿Qué pasó con el "Estatut" catalán? Y no hablo, claro está, del de 1932.
Lo que no puedo entender es por qué unos están tan convencidos de que sus sentimientos nacionales son mejores, más legítimos, naturales y respetables que los de los otros, por qué incluso es mejor el que tiene uno perfectamente definido, que el que no los tiene definidos, tiene varios o puede que no tenga ninguno. ¿Porque el de los unos viene refrendado por un Estado con toda la fuerza de sus leyes o de su ejército, y el de los otros no, el de los primeros es lo "normal", lo que dicta la ley, lo que hay y sanseacabó, viva España, viva el Rey, el orden y la ley, y el de los segundos todo ensonación, supremacismo, paletismo, ETA y todo por el estilo?
Y también creo, que todo esto tiene una solución a corto plazo de cajón: pactar la posibilidad de un referendo legal si se diera una mayoría independentista cualificada. Luego ya que discutan qué o cómo se cualifica. Entonces la manida y sacrosanta unidad de España no estaría en peligro sino todo lo contrario. No, porque se habría apostado por la democracia y no por el trágala constitucional como un estado verdaderamente moderno. Entonces España incluso tendría la oportunidad de reforzarse, reencontrarse, redifinirse, dado que debería convencer a los otros para quedarse, seducir en la idea de un estado donde cabemos todos porque nos respetamos e incluso nos apreciamos en la diferencia y en lo común. Entonces también ambos deberían ceder en lo necesario con el fin de llegar a un acuerdo de mínimos, comprometerse a aceptar el veredicto de las urnas les gustara o no. Pero ya, ya, si los primeros que no creen en la casa en común donde cabemos todos con nuestras diferentes sensibilidades son los que la han convertido en una cárcel.
Confieso la contradicción: soy un apasionado de la Historia, pero no me suele gustar la novela histórica, apenas la frecuento de no contener ésta cualidades que trasciendan el género. Anoche, sin embargo, empecé EL ÚLTIMO CERCO de José Villalba Garrote, y me enganché hasta las tantas. Siglo XI, Reino de León, Zamora. Todavía no tengo una idea clara de qué va la historia; pero, disfruté de lo lindo metido de lleno en plena Edad Media, con lo que me gusta dicha época, disfrutando también de que se desarrolle en una ciudad que me encanta, Zamora, con todos los pormenores que descubro sobre sus orígenes, con la microhistoria de los personajes del común apenas unos críos, y, sobre todo, enganchado a una escritura que supera con creces lo habitual en el género, yo diría que hasta lo trasciende, qué curro el del amigo Villalba. Y lo digo nada más empezar el libro porque me he dado cuenta de que al levantarme he pensado en lo leído anoche y ya estoy deseando que llegue el momento para emprender de nuevo la lectura. Y eso, teniendo en cuenta que son varios los libros que leo a diario, no me ocurre muy a menudo. Necesitaba decírselo al mundo. Cuando acabe ya diré más.
MARCA ESPAÑA... y una y dos, y las que haga falta, siempre en la misma piedra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario