Relato, apunte, pedorreta o lo que sea para la revista TIPEALIA: https://tipealia.es/cosmopaletos-town/
Escuchaba decir hace unas semanas a un ingeniero metido al cultivo de caracoles que su actividad le suponía una dedicación “full time”. Tal cual, con una naturalidad no sólo del que está acostumbrado a salpicar su conversación de anglicismos, sino también del que se complace de hacerlo porque, oye, que se note el curso de post-graduado en la prestigiosa escuela para ingenieros de Wankertown. El efecto que a mí me provocaba el tipo era de infinita lástima. Alguien supuestamente instruido que se dirige en castellano a otro y en lugar de utilizar una expresión tan corriente como “a tiempo completo” se decanta por el anglicismo “full time” sólo puede ser un imbécil o mejor aún, lo más probable, un cosmopaleto de tomo y lomo. Y en eso estaba ayer a la mañana dando un garbeo durante el Black Friday, que ayer habría sido Black Saturday, pero para qué utilizar la lógica del idioma que introduces en el propio, si no respetas el tuyo traduciendo el término inglés como “Viernes Negro”, cómo vas a hacerlo con el otro. El caso que mejor incorporar a tu vocabulario, a tus costumbres, un anglicismo de fácil traducción, pero que, claro, en castellano no mola, no tiene esa connotación de “ya estamos todos globalizados, que hoy nos vamos de compras como si estuviéramos en Niuyor o Gúisconsin, oyes”. Y por si fuera poco, cuando sales de tiendas, cuando te arrastra tu parienta más bien, que en eso uno es de un clásico masculino que espanta, que entre ir de tiendas y que me muerda un perro alsaciano en las pelotas, pues ahí, ahí…, te encuentras una vez más con la evidencia de que ni tu madre ni la mayoría de las señoras de su edad puede ya salir a comprar ropa porque, por arte y magia del cosmopaletismo imperante, de repente les han cambiado el paisaje lingüístico al que estaban acostumbradas y resulta que muchas tiendas de ropa ya no es sólo que tengan nombres que a ellas les resulta imposible pronunciar, sino que además rotulan buena parte en la lengua de Sespik. Así que ante la de duda de mi madre de si es que hacía mucho tiempo que no salía de casa y no se había enterado de que nos había invadido la Pérdifa Albión, o es que han puesto una base americana en Nanclares y ha habido que confraternizar a toda pastilla con sus miembros, a mi pobre madre no le quedaría otra que confiar en su intuición ayudada de sus ya escasas dioptrías frente al escaparate. Luego ya dentro podría sugerirle la duda de si sus dependientas van a dirigirse a ella como si estuviera en cualquiera de los grandes almacenes de Oxford Street (para no publicitar ninguno en concreto). Pero no hay cuidado, el nivel medio de inglés de la plana mayor de los dependientes sigue siendo el que es, lo he podido comprobar en multitud de ocasiones cuando un extranjero se ha dirigido a uno de ellos en dicha lengua franca, la reacción inmediata suele ser de perplejidad seguida de espanto, si hay suerte y la tienda es grande igual encuentran a un compañero que estuvo una temporada en Dublin o Londrés; el encargado, por supuesto, escondido en un rincón del almacén. Pero eso sí, en la fachada de la tienda, junto al nombre de la misma plagado de consonantes, leyendas del tipo: “Collections Spring 2014”, “Baby Boy Clothes & Accessories”, “Shoes & Footwear” o “Mens T-Shirts & Vests”; pobre madre, sí. Y ni se te ocurra preguntarles a ver por qué titulan sólo en inglés y no en bilingüe o en trilingüe, que es lo que se acostumbra cuando se incluye el euskera, esa otra lengua local que habla o conoce un 25% de la ciudad, que entonces fijo que te mirarán de arriba abajo como si acabarás de llegar, no ya de la montaña, sino del temido Bildustán, “otro de esos…”, que te dedicarán probablemente una de esas miradas de infinita condescendencia: “¿adónde va éste hablando en esa lengua de pastores, qué paleto, qué poco fashion, oyes, quita, quita que aquí “semos tos mu modelnos…” Pues eso, la globalización a través del cosmopaletismo, que no falte, siempre la apariencia antes que el conocimiento, siempre cuando más tonto, vacuo e ignorante más desdeñoso de lo propio, da igual la lengua o lenguas.
©Txema Arinas
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