lunes, 30 de noviembre de 2020

LO DE ESTOS DÍAS



Gente que sabes que si lee algo es de Pascuas a Ramos y como que por encima, pasando hojas a toda hostia para ver de qué va la cosa, cuando no ya directamente por el final. Gente que sabes que no ha leído ninguno de los grandes en toda su vida. Gente que cree que Pablo Coelho o la Eva García Sáenz de Urturi son escritores. Gente que piensa que escribir es como ir al baño a echar un txorongo para luego limpiarse el culo con lo primero que hay a mano, que ello si se pusieran hasta lo harían mejor. Sí, esa gente, toda esa puta gente, que no se corta en decirte qué deberías escribir, cómo deberías escribir e incluso para quién deberías escribir. Esa gente, es decir, todos esos soplapollas a los que, para qué engañarnos, sabes que si estuvieras en el lejano Oeste, y más que nada como servicio a la comunidad, no dudarías un instante en meterles un tiro entre ceja y ceja y a otra cosa mariposa.




"As they exited (from the public elevators of The London Savoy Hotel situated in the main lobby), with Harris outstretched, the actor shouted to the guest taking tea nearby: "It was he food! Don´t touch the goddam food!" (momento del traslado de Richard Harris desde el hotel Saboy donde residía de continuo, hasta el hospital donde días más tarde moriría de cáncer).

Richard Harris, the biography - Michael Feeney Callan

Un bocazas y dipsómano incorregible, un broncas que exhibía su nariz varias veces partida en peleas de bar a modo de galones, eterna bala perdida disparada contra sí mismo, maniático y caprichoso hasta acabar con la paciencia del alma más cándida, impulsivo de grito y puño fáciles, egocéntrico coronado a sí mismo, perfeccionista hasta la desesperación de los que tenía al lado, sensible en grado sumo, culto, bardo con y sin mil pintas encima, ingenioso con el punzón siempre afilado, verdadero encantador de serpientes, el centro de atracción de todas las fiestas o la fiesta en sí misma, eterno niño grande, tan odioso para los mansos de espíritu como adorable para todos lo que procuran no serlo, un salvaje que se interpretaba a sí mismo, puro instinto interpretativo, enamorado de la vida sobre todas las cosas, el tipo ese impredecible y poco recomendable con el que te irías a tomar unas copas y a echar unas risas sin dudarlo antes que con cualquier santurrón de esos hiperconcienciados y supercrompometidos con todo que nunca rompen un plato y aburren hasta a las piedras. Cómo no voy a estar enamorado de Richard Harris desde que era pequeño y vi Un hombre llamado Caballo o Cromwell. Cómo no hacer votos matrimoniales, o algo así, años más tarde tras emocionarme hasta el tuétano viéndolo en El Prado o en Sin Perdón. Cómo no resistirme a terminar esta biografía, con no poca mala baba ni nada por parte de su autor, todo sea dicho, mientras reía a mandíbula batiente y gozaba como un enano recorriendo, para lo bueno y lo malo, la Historia del Cine de las últimas décadas.


Leo de muy buena mañana en la prensa asturiana un reportaje sobre las opciones para caminar dentro del perímetro confinado de Oviedo. La primera opción era la pista finlandesa, una muy buena opción si no fuera porque, como el resto de opciones, suele estar petado de gente durante estos días de confinamiento. Luego proponía la subida hasta el monumento del Sagrado Corazón desde donde se puede ver toda la ciudad y alrededores, una reliquia nacionalcatólica de esas que piden amonal a gritos. La tercera opción era un precioso recorrido hacia la zona de Trubia.

Las tres opciones son una maravilla. Claro que eso en condiciones normales, dado que, como bien pudimos comprobar mi señora y un servidor el anterior sábado, en tiempos de "periconfinamiento" suelen estar abarrotadas -aunque me da que puede que no tanto como lo debe estar la playa de Gijón a diario según le contaban ayer a mi compañera, que es decir a la gente que no se amontone y... puto human behaviour de ese-, lo cual es precisamente lo que uno procura evitar en tiempos de pandemia. Eso por no hablar del agobio de la mascarilla o del síndrome de soldado tras las líneas enemigas que se me pone cuando paseo por esta ciudad y no paro de ver gente con la mascarilla verde con rojigualda de Vox; y aquí ya mejor me callo mis disquisiciones sobre la condición humana ante el hecho de haber visto llevar la mascarilla facha a más de un latino, negro e incluso a alguna que otra señora con hijab... (también aprovecho a mandar directamente a tomar por culo a cualquiera que tuviera la tentación de replicarme un "¿Y por qué no la van a llevar si se sienten tan españoles como el que más?")

Así pues, ese día nos decantamos por un itinerario con menos verde y más asfalto, un paseo por los alrededores de casa, sin ir más lejos el que solía hacer por las tardes en invierno cuando ya no hay luz en el parque por el que acostumbro a andar el resto del año. Un recorrido que va desde nuestro barrio a ese otro nuevo de Las Campas a las afueras de la ciudad. Un recorrido en el que todavía hay tramos que limitan con el campo de las inmediaciones del monte Naranco. En realidad se trata de una larga avenida de varios kilómetros jalonada por edificios nuevos, más o menos horribles como suelen ser todos, y con algún que otro descampado de por medio.

En cualquier caso, sitio de sobra para andar y prácticamente ni un alma a nuestro alrededor, la situación ideal para quitarte la mascarilla con el fin de recordar lo que era ir por la vida como una persona normal antes de la pesadilla que nos ocupa. Nada que ver con la marabunta con la que nos encontramos el pasado sábado en la pista finlandesa, si bien en ese día declinamos meternos en ella y acabamos tomando una ruta alternativa de esas que, después de un rato largo pisando hierba y saltando charcos de agua o barro, acaban llevándote sin darte cuenta a la parte trasera de una residencia de ancianos donde están los contenedores a los que van a parar todos los coronavirus habidos y por haber.

Por suerte la caminata de esta mañana ha sido una gozada, prácticamente solos y con un sol que ha empezado a calentar cuando ya regresábamos a casa. Ahora sí, comentábamos mi señora y un servidor, la sensación de haber tenido nuestra hora de patio antes de volver a las celdas no te la quita nadie. 


Qué curioso estas cosas de la "terruñidad". Oyes y lees lo de que el National Geographic ha seleccionado tu ciudad -que es y será siempre aquella en la que has nacido, crecido y tienes a tus parientes y amigos de toda la vida- como la más interesante para visitar de entre las españolas de tamaño medio, y lo primero que te viene a la cabeza es que eso ni por asomo, que cuánto les habrá pagado el Urtaran a los del NG por el reportaje, con la que está cayendo. No puede ser de otra manera, porque para ti, si hay una ciudad de tamaño medio en España que de verdad merezca ser destacada esa es sin lugar a dudas Cádiz, ciudad de la que estás enamorado hasta el tuétano, como solo se puede estarlo de una ciudad con unas vistas y un paseo sobre el mar tan espectaculares, amén de su casco antiguo con sus tascas y recovecos, con una gente tan maravillosa. Eso y que enseguida miras a tu alrededor y te crees obligado a reconocer que hay ciudades mucho más espectaculares en cuanto a arte e historia que tu pequeña capital de provincia, que en ese apartado, y aunque duela, al que le duela, claro, no hay color con Bilbo o Donostia, que si es por casco viejo prefieres mil veces el de Iruña, que si es por arte e historia ahí están Toledo, Gerona, Zamora, León, Córdoba, Cáceres, o, si es por paseos o vistas, Gijón, Coruña, Granada y así un montón.
Pero no lo haces porque no le tengas cariño a tu ciudad, ni sepas apreciar sus virtudes y logros, tanto como reconocer sus taras y defectos, porque presumas de descastado ni nada por el estilo, ni siquiera porque desconozcas su historia y la de sus rincones, más bien todo lo contrario, si todo lo humano te interesa, cómo no va a hacerlo allí donde has nacido y crecido. De hecho, si te diera por hacer de guía turístico de Gasteiz podrías dar la chapa durante días a los turistas con historias, anécdotas y detalles que la mayoría de tus paisanos desconocen. Lo haces porque te horroriza esa mentalidad provinciana de los que creen que lo suyo es el centro del universo, incapaces por decisión propia de apreciar lo del prójimo de tan enamorados que están de su ombligo. Lo haces porque esa versión local del cateto de todas partes, el cual en tu ciudad se dice "vitorianico", te resulta especialmente antipática. Claro que ni más ni menos que las que se estilan en otras, tipo el bilbaíno profesional o el ñoñostiarra que ni siquiera sabe que lo es.
Empero, en seguida te das cuenta, para tu disgusto, de que, contradicciones de la vida, no hay nada más vitoriano que esa actitud tuya de desapego hacia tu ciudad. En efecto, no hay nada más vitoriano que renegar de lo bueno de Vitoria por ingratitud, desdeñar cualquiera de sus logros por pura ignorancia, y, sobre todo, aprovechar la ocasión para quejarse de cualquier cosa haciendo de menos el elogio o la mención de turno: "Ya, mucho Green Capital y la hierba del jardín de debajo de mi casa sin cortar", "Ya, mucha ciudad sostenible y el vecino bajando la basura a las siete de la tarde", "Ya, mucho National Geographic y el casco viejo lleno de pintadas..."
Entonces descubres con espanto que, de alguna u otra manera, puede que en el fondo seas como esos otros "vitorianicos" abonados a la queja por inercia, uno más del estilo de los que despotrican del tranvía y cuando lo ponen se suben y ya no se bajan de por vida.
Es triste, claro que sí, pero una vez que reconoces en ti ese ser provinciano que además sabes que te acompañará de por vida, por qué no rendirte a la evidencia y disfrutar con la idea, esas ideas que solo nos importan a los de Vitoria de puro aldeanos del alma que somos, porque al resto del planeta, y en especial a nuestros vecinos, y como no puede ser de otra manera, se la trae floja, de que cabe la posibilidad, por muy ínfima que sea, que la susodicha portada del Nathional Geographic haya servido por lo menos para que le escueza algo a algún bilbaino o donostiarra, siquiera a un par, no más, no exageremos, que eso no va con nosotros, no, no poco..
*Ah, adjunto enlace al reportaje del NG, faltaría: https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/por-que-vitoria-es-uno-destinos-best-of-the-world-viajes-national-geographic_16174/1?fbclid=IwAR3z-wy9DT759CESN9_HIdeIeF5JaExWk2JMZ5Txy2YhinngweGGCMF0MpA



Ni ha sido el mejor jugador de la Historia, si eso el más suertudo, ni había en él nada digno de encomio. De no ser, claro está, demostrarnos el absurdo del culto al mito de barro que solo se redime después de muerto por aquellos dispuestos a perdonarlo todo con tal de tener algo, más o menos tangible de tan cercano, en lo que creer llevando su adoración al extremo, puede que solo un espejo sobre el que proyectar sus propias debilidades o limitaciones. Ni más ni menos que el mismo fraude sobre el que se sostienen todas y cada una de las religiones habidas y por haber. Y en eso estamos, humanos, siempre demasiado humanos.



Los del: "eso no se puede decir... ni pensar."

El líder de una formación política vasca independentista afirma que apoya los presupuestos del Estado como un paso más en la consecución de la República vasca. Al momento la cohorte al uso de politicastros y tertulianos de la famosa Brunete mediática, así como legiones de opinadores de barra de bar -se supone ahora vagando sin rumbo por las calles, o dando la chapa a la parentela y compañeros de trabajo- gritan y se tiran de los pelos indignados, entiendo que en la convicción del que el susodicho líder independentista vasco lo que tenía que haber dicho es que votaba a favor como muestra de su amor incondicional a España, al rey y a la ley, y si no, pues, más claro agua: "¡anatema, anatema, la ETA sostiene a Sánchez!

Otro tanto para cuando alguien también se escandaliza porque un partido de ultraderecha, racista, machista, homófobo y un montón de cosas más, hace declaraciones racistas, machistas, homófobas y un montón de cosas más. Así también cuando un partido de derechas meapilas defiende la enseñanza concertada de los curas que los adoctrinaron, un partido republicano defiende la república como el mejor gobierno para España, o cualquier otra cosa que sea expresar convicciones distintas a las nuestras.

En resumen un país de memos o jetas, cuando no de niños grandes y para de contar, que, lejos de entender que en democracia valen todas las opiniones, excepto las que incitan a la violencia o propugnan la vulneración de los derechos humanos, que discutir no es lo mismo que despotricar, corren a indignarse cuando oyen declaraciones de otros que no piensan como ellos, se entiende que en la convicción de que no pensar como ellos es lo más parecido a un sacrilegio porque para algo son ellos los depositarios de la verdad suprema, siquiera ya solo de la legal, la permitida, comme il faut.

Anda que no se nota poco ni nada siglos de pensamiento único, Inquisición, Franco y demás mandangas; "¿Pero cómo se atreve Ud. a pensar diferente que un servidor, qué desfachatez, voy a denunciarlo ahora mismo?"

 



De la sinceridad. Cuando en casa de un desconocido, siquiera de alguien con el que no tienes la suficiente confianza o intimidad, te sacan un vino a probar, no conviene decirle que te parece menjunje imbebible, eso y que además ya hay que ser zote para haber pagado lo que ha pagado por él. No, la urbanidad obliga a decir cosas como que no es el tipo de vino al que estás acostumbrado, que no te llega a convencer de todo, que seguramente tienes el paladar demasiado condicionado por los vinos de tu tierra y todo ese tipo de cosas a lo de quitar hierro a la cosa. Ahora, si el que te lo saca lo hace a sabiendas de que es un vino de mierda con el único propósito de ponerte a prueba, entonces está claro una vez más el precepto universal que establece que hay que procurar sentarse a la mesa lo menos posible con personas que no son de tu círculo íntimo, de esas con las que no tienes la suficiente confianza para mandarlas a tomar por culo sin miedo a malas caras y puede también que hasta a alguna que otra hostia, pues eso, de una u otra manera, siempre acaba siendo un verdadero dolor de muelas.



He aquí un libro que no tengo vergüenza en calificar de maravilloso, escrito por el profesor de Historia Contemporánea de la UPV, Ludger Mees. Ni más ni menos que la historia del Medoc Alavés, esto es, el intento fallido de adaptar en el siglo XIX los vinos de Rioja Alavesa a los modos productivos del vino de Burdeos, un proyecto que supuso en su tiempo toda una revolución, o más bien amago de, y todo un ejemplo de innovación promovida directamente por las instituciones alavesas con la colaboración de particulares. Un proyectó que fracasó como tantas otras iniciativas de tipo industrial de la España decimonónica, un país anclado en sus inercias y carencias de todo tipo y cuyo resultado más palmario fue el retraso que hemos padecido como consecuencia de haber perdido el tren de la modernidad en todas y cada una de las veces que se dio la ocasión para que eso no ocurriera así

Se trata, por lo tanto, de un libro que habla de la historia del vino, del de Rioja en concreto y sobre todo circunscrito a la comarca alavesa que comparte nombre con esa otra castellana y hasta navarra; pero que, como todo trabajo sobre un hecho concreto o particular, sirve de ejemplo perfecto para entender las inercias de la época y con ellas las razones del retraso secular económico español.

Una historia con nombres propios, desde los de los diputados forales de Álava, Ortiz de Zarate y Egaña, que se empeñaron en sacar adelante el proyecto, el director de la Granja Agrícola Modelo de Álava, Eugenio Garagarza, los particulares que arriesgaron su dinero a pesar de tenerlo todo en contra, Francisco Paternina de Labastida, Manuel Gortazar de Laguardia, Pedro Olano de Elciego y muchos más, algún que otro personaje más o menos turbio como Gregorio Torrecilla, hasta llegar al más decisivo de todos, el enólogo francés Jean Pinneau. Incluso con secundarios de lujo como la propia regente María Cristina y su segundo marido, la reina Isabel II y toda una recua de personajes de la Corte y la política de entonces.

Una historia además prácticamente desconocida por la mayoría del público, y aquí subrayar el vasco y todavía más el alavés, a pesar de la trascendencia que tuvo el proyecto en su momento. Aunque, para qué engañarnos, nada del otro mundo en un país donde si no son batallitas, chismorreo de entre sábanas o crímenes más o menos truculentos, el paisanaje tiende a desconocer todo lo referente a su entorno inmediato, ignorancia que solo suplen con la retahíla de prejuicios y lugares comunes al uso, y de los relacionados con el vino de Rioja mejor ni hablar -¿cuántos y cuántos analfabebedores siguen convencidos de que el vino de Rioja es un todo y que no hay diferencia alguna entre el de una orilla y la otra del Ebro, eso cuando no piensan que los que aseguran que las hay lo hacen por razones políticas o, ya solo provincianas, y no por otras exclusivamente enológicas, geológicas incluso?-, la cual, insisto, es la única manera con la que eso que decimos el ciudadano de a pie acostumbra a enfrentarse al conocimiento de su pasado e incluso del presente. Como que tengo la sospecha de que la escasa acogida que tuvo el libro en su primer momento, puede que despachado como otro "rollo" académico más, ha sido la razón por la que haya tenido que venir a rescatarlo el responsable de Bodegas Remelluri, Telmo Rodríguez, consciente, tanto del desconocimiento existente sobre el tema, como del valor intrínseco del libro.

Pero, sobre todo, una historia maravillosamente bien contada, nada que yo haya descubierto porque ya sabía que el profesor Ludger Mees, alemán de origen y políglota que hasta ha llegado a ser Vicerrector de euskera de la UPV, tiene un acusado instinto narrativo, el cual, y yo que los he padecido durante mis años de facultad me tomo la libertad de subrayarlo, destaca y mucho en comparación con tantos y tantos mamotretos prácticamente ininteligibles, o ya simplemente soporíferos, perpetrados por tantos y tantos de sus colegas de la misma UPV.

En cualquier caso, una historia que el propio Ludger Mees resume a la perfección hacia el final de su libro:

"No deja de ser una ironía de la historia que todas esas nuevas empresas, beneficiarias de la reputación que el Medoc Alavés en su día había labrado para los vinos de la Rioja Alavesa, se afincaran en la Rioja castellana y no en la alavesa. La mayoría de esas nuevas bodegas se fundaron antes de la crisis filoxérica en Rioja, y todas resultaron lo suficientemente sólidas como para sobrevivir durante los duros años de la destrucción y posterior replantación de los viñedos. Junto con el capital francés y vasco, había también algunas empresas vinculadas a acaudalados empresarios locales, que generalmente también solían tener vínculos con Burdeos en la fase inicial de su trayectoria empresarial. Entre las iniciativas empresariales más importantes de esos años cabe señalar a López de Heredia en Haro (1877), la Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE, 1879) también en Haro, Bodegas Franco-Españolas (1890) en Logroño, y las Bodegas Bilbainas (1901) en Haro, el gigante del sector que actuaba también en otras regiones vinícolas como la Mancha. La única bodega de cierta entidad y capacidad de producción ubicada en la Rioja Alavesa seguía siendo Riscal en Elciego, que en 1886 y 1887 había realizado nuevas ampliaciones en las instalaciones de su finca La Torrea."

EL MEDOC ALAVÉS la revolución del vino de Rioja - Ludger Mees 

EGUNOTAKOA



Egunean baino egunean etsituago
Gauez esna izoztu bailitzaidan denbora
Nire arimaren egiazko iluntasunaren beldur

 

Egunean baino egunean aspertuago
Desetorkizunak ez nau eramango inora
Etengabeko porrotek utzi naute harri eta zur

 

Egunean baino egunean larrituago
Iraganean ere ez nengoen oso gustora
Denboraren poderioz ezinegona badut ikur

 

Egunean baino egunean nekatuago
Ordua da ametsak botatzeko kanpora
Kostata baina azken finean nire gabezien ziur

 

Egunean baino egunean izutuago
Eguna argitu du, izuak utz ditzadan gerora
Etxe badut, elur melur, ez naiz gauaren beldur




Ez naiz ni, ez, oso rapzalea, egia esan deus ez; baina, aitortu beharrean nago, pozarren gainera, aspaldi honetan euskalgintza gero eta anitzagoa, nabarragoa, begitantzen zaidala belaunaldi berriei esker, gero eta irekiagoa, interesgarriagoa, iradokiagoa. Eta gainera, beste behin ere Araba aldetik, psikologia ikasten duen txinatar jatorriko neska baten eskutik https://www.argia.eus/argia.../2710/uxue-iturrate-ningra. Beldur naiz niri bitxia begitantzen zaidan dagoeneko agure bat, zakilzahar bat, naizelako, hau da, gaur egungo euskaldungo gaztea nik/guk uste baino aberatsagoa, eta batez ere kaletarragoa zein konplexu gabekoa delako. Beldur naiz ere nire belaunalditik gorakoak ez diren jabetzen ala agian ez duten nahi aldez aurreko aurreiritziei atxikita bizi baitira, hau da, oraina den etorkizunari sinesgogorrik bezain soraiorik.

Bitxia da gero postetxera joatea eta bertan, Covid19ko arauak direla medio, ordura arte digitalizatuta zegoen oro, hau da, txandaren txartela hartzeko makina edo txanda iragartzeko panela edo, bazter utzi eta gero dena lehen bezain ondo, hur-hurrean hobeto, dabilela jabetzea.

Are bitxiagoa ere, posta-langileetariko batek oso modu zakarrez ate ondotik baztertzeko eskatzea (nolatan nahi zuen txanda asmatzea ez baldin bazen ate ondotik, barruan debekatuta izanda?), eta zuk, zure paketea jasotzeko txandaren ostean, bere lehiatilaraino joan eta ea ez zekien gauzak gizalegez eskatzen, hau da, mesedez, arren, faborez, otoi, denon aurrean ozen-ozen galdetu eta gero, egia esan errieta egin eta gero, berak baietz, zuzen zaudela, sentitzen duela, erantzutea.

Ba hori, Covid19 aroko bitxikeriak, xelebrekeriak omen.

 


-Hik esan nahi diana, baina ez duk batere normala etxetik edontzia eskuan irten izana eta honaino...

-Gosalorduko laranja zukua dun, laztana!

-Bai, baina herenegundamukoa!

-Lasai, maitia, ez al dun aditu ez dela egia laranja zukutu eta gero bitaminak berehalaxe galtzen direna?

-Bai, hi segi holaxe eta ni izango nauk "belaxe" galduko dena.

sábado, 28 de noviembre de 2020

EL LADRÓN DE MERIENDAS - ANDREA CAMILLERI

 


Aquí una reseñica o algo así para Solo Novela Negra: https://www.solonovelanegra.es/el-ladron-de-meriendas-de-andrea-camilleri-por-txema-arinas/?fbclid=IwAR159ZR-oFkY_NGjfYysI23pCH-xrf8Q2gex5XWlBj5GbbPnJYkPOQ2gBZU

Decía Andrea Camilleri en una de sus últimas intervenciones públicas, con esa voz cavernosa con la que parecía que todo lo que contaba era una novela negra en sí mismo, que el pertenecía a la tradición europea de la novela negra que representaba George Simenon con su comisario Maigret en lugar de esa otra americana con Dashiell Hammet y Raimond Chandler a la cabeza. Luego lo explicaba distinguiendo ambas tradiciones literarias por el uso que hacía cada una de la acción y sobre todo de la violencia, más presente y explícita la americana, y la importancia que se le daba al contexto de la trama estrictamente policial, mucho más amplia e incluso trascendente en la europea.

Se trata, claro está, de una distinción que podría valer en el caso de los autores ya citados; pero, que resulta harto arbitraria para el resto de escritores de novela negra a ambos lados del Atlántico, donde, en realidad, podemos encontrar de todo, americanos como Walter Mosley o Michael Connely donde puede que haya más hojas dedicadas a la descripción de sus personajes y ambientes que a escenas de acción por muy trepidantes e incluso cruentas que sean éstas, y autores europeos como Pierre Lemaitre o Antonio Manzini donde el lector casi siempre está obligado a contener el aliento como si tuviera entre manos un libro de James Ellroy.

En cualquier caso, tengo para mí que lo que realmente pretendía Camilleri al recordar está distinción tan clásica entre una y otra tradición, era advertir a sus lectores potenciales de que lo que se iban a encontrar entre sus libros era un claro ejemplo de esa novela negra en la que la trama policial, y sobre todo la acción y las truculencias que tanto gustan en otros, casi que se supedita al relato de los pormenores que rodean la vida y milagros de sus personajes, a destacar la de su protagonista principal: el comisario Montalvano.

Todavía más, estimo que Camilleri era muy consciente de que la presencia de su Montalvano, a fin de cuentas un homenaje a uno de los autores de novela negra que más decía admirar, el español Manuel Vázquez Montalban con su detective Pepe Carvalho, era tanta que a veces parecía comerse la trama de sus novelas, vamos, que estas solían girar más alrededor de su vida y milagros, sus relaciones con sus subordinados, jefes, pareja y, muy en especial, con el paisanaje, que con los hechos delictivos a los que se enfrentaba.

De ese modo, El Ladrón de Meriendas es el claro ejemplo de esa concepción de la novela negra como un simple pretexto para contar otras cosas, y aquí en concreto, como bien confesó el propio Camilleri en más de una ocasión, para hablar de Sicilia y sus gentes. Pero la de Camilleri no es una Sicilia de cliché, esto es, con la Mafia se quiera o no por alguna parte, con mayor o menor presencia en la trama pero siempre presente, siquiera al modo de su reconocido maestro Leonardo Sciascia, el cual trató el tema de la mafia de la manera más sutil y eficaz que se ha tratado nunca, esto es, haciendo más hincapié en el aspecto sociológico del fenómeno, esto es, en el modo como lo mafioso impregnaba la sociedad siciliana y en consecuencia la conducta de las gentes, antes que en la supuesta épica al uso de los mafiosos tan del gusto de las grandes producciones de Hollywood y la mayoría de las series de nuestro tiempo.

La Sicilia de Camilleri que aparece en El Ladrón de Meriendas es otra más de carne y hueso, de cercanía e incluso del día a día, más de crímenes corrientes o, cuanto menos, sin más implicación que la que atañe a sus protagonistas sin necesidad de tener que tirar demasiado del hilo para llegar a altas esferas con sus capos a la sombra y algún que otro preboste al descubierto. A decir verdad, la Sicilia de Camilleri es Vigàta, una pequeña ciudad ficticia inspirada en esa otra natal del autor, en la que los crímenes a los que se enfrenta Montalvano adquieren una dimensión sobre todo de proximidad. He ahí la razón por la que el relato sociológico de los personajes de Camilleri sea más el de unos ciudadanos sicilianos tal cuales, esto es, sin la losa mafiosa encima al estilo de las novelas de Sciascia, gente corriente y diversa en sus reacciones y modos de vida, pero muy del país, muy de ese Mezzogiorno italiano con todo su bagaje cultural e histórico a cuestas, pero, insisto, en el que lo mafioso solo es un ingrediente más, nunca el principal, una pincelada más del paisaje y para de contar.

Así pues, nos encontramos con uno de esos escritores con territorio mítico al uso, ese que construyen a partir, tanto del conocimiento de un entorno concreto que más o menos camuflan o disimulan en sus páginas, como del uso exclusivo de su imaginación para así poder sentirse libres de cualquier atadura con la realidad. Y todo ello para poder presentarnos un lienzo escrito en cada una de sus novelas de la sociedad a la que pertenecen sin renunciar a lo universal gracias a aquello tan de Pessoa de “da minha adeia vejo quanto da terra se pode ver do Universo/por isso a minha aldeia é tâo grande como outra terra qualquer/porque eu sou do tamaño do que vejo/nâo do tamanho da minha altura…”

¿Y qué es, pues, lo que encontramos en El Ladrón de Meriendas? Pues dos tramas en apariencia bastante convencionales, la muerte en alta mar de un enigmático personaje en manos de una patrullera tunecina y el asesinato de un jubilado a la puerta de su casa. Dos tramas en principio aisladas que el buen oficio de Montalvano, primero descubre que se entrecruzan, y luego resuelve de acuerdo con su estilo digamos que tan poco convencional, probablemente el mismo que hace de él un personaje tan de carne y hueso a diferencia de otros comisarios o detectives más de la novela negra o policial clásica, la que busca más sorprender al lector con giros inesperados o añagazas a lo Sherlock Holmes. Y no porque Montalvano no sepa, o no quiera, recurrir a triquiñuelas más o menos ocurrentes para resolver sus casos, sino porque estas probablemente no son tan a lo sacar el conejo de la chistera al modo de un prestidigitador como era el detective que residía en el número 221B de la calle Baker de Londres, sino más bien como consecuencia de cierta improvisación y más instinto que otra cosa. insisto,

Con todo, puede que para el lector acostumbrado al glamur de los detectives o comisarios más conocidos del género, verdaderos pormenores en lo suyo, Montalvano se les antoje exactamente lo que es, un comisario de provincias con excesivas manías y que, además, pierde demasiado el tiempo eludiendo compromisos y sobre todo comiendo suculentos platos de pasta en tascas que a él se le antojan restaurantes de tres estrellas Michelin, puede que no sea todo lo efectivo que se espera del héroe sobre cuyos hombros recae todo el peso de la historia, incluso puede también que Montalvano se nos antoje demasiado previsible, yo diría que humanos, en sus reacciones ante cualquier contingencia que se escapa a su control, que hasta peque de ser no todo lo moderno y hasta estiloso que se les exige ahora a los héroes de las sagas negras en boga; pero, todo eso es precisamente lo que hace de Moltalvano un personaje delicioso, auténtico, tan de carne y hueso como el inspector o la inspectora de policía que podríamos tener de vecino, tan adorable en sus virtudes y defectos como cualquier hijo de vecino o veci…, que, mira tú qué mala suerte, no ha sigo ungido por los Dioses para ser el héroe que lo resuelve todo a la primera y casi también que haciendo piruetas buscando en aplauso del público.

En cualquier caso, lo importante en El Ladrón de Meriendas, insisto, no es la trama, sino cómo se desenvuelve él durante la investigación, cómo se superpone a las trabas de la burocracia, a las suspicacias de sus superiores, a las cadenas del compromiso para con su pareja o cómo afronta la aparición en su vida del hijo de la muchacha tunecina desaparecida alrededor de la cual se resolverá el enigma de ambos crímenes, incluso cómo lo hace con  su pasado y ya en especial con un padre a punto de irse para siempre.

Yo, incluso diría que lo mejor de Montalvano es que puedes imaginarte que se sienta a tu lado en un restaurante, y, cuando lo reconoces y vas a expresarle tu admiración por su trabajo, lo primero que hace es pedirte con un gesto de la mano, más o menos displicente, que no le molestes con esas tonterías, que muy bien y todo lo qué tú quieras, pero que mejor le dices cuál es el plato estrella de la casa  ya que viene hambriento, siempre lo está, y quiere tomarse un par de horas de asueto, sobre todo sin que nadie le hable mientras come, antes de volver a la brega diaria con ese paisanaje tan entrañable como agotador en el trato diario que le espera fuera.

 

Ficha técnica

 

 

Nº de páginas:

240

Editorial:

S.A.) SALAMANDRA (PUBLICACIONES Y EDICIONES SALAMANDRA

Idioma:

CASTELLANO

Encuadernación:

Tapa blanda

ISBN:

9788498387322

Año de edición:

2016

Plaza de edición:

ES

Traductor:

MARÍA ANTONIA MENINI PAGÈS

 

ANDREA CAMILLERI

 

Andrea Camilleri nació en 1925 en Porto Empedocle, provincia de Agrigento, Sicilia, y vivió en Roma, donde impartió clases en la Academia de Arte Dramático y en el Centro Experimental de Cine. Durante cuarenta años fue guionista y director de teatro y televisión. En 1994 creó el personaje de Salvo Montalbano, el entrañable comisario siciliano protagonista de una serie que en la actualidad consta de veintiocho novelas. También publicó otras tantas de tema histórico, y todos sus libros ocupan habitualmente el primer puesto en las principales listas de éxitos italianas. Andrea Camilleri fue el escritor más popular de Italia y uno de los más leídos en Europa, traducido a treinta y seis idiomas y con más de treinta millones de ejemplares vendidos.

 

Sinopsis de EL LADRON DE MERIENDAS (SERIE MONTALBANO 3)

 

Vuelve el inspector Salvo Montalbano y su particular forma de ver el mundo desde el imaginario pueblo de Vigàta, en Sicilia.

Tercera entrega de la serie del comisario que ha conseguido un espacio propio y original en la literatura policiaca contemporánea.

Sus anteriores andanzas han trazado su polifacético perfil que, como demuestra esta nueva aventura, está lejos de agotarse en el simple estereotipo.

En esta ocasión el comisario debe investigar el asesinato de un comerciante jubilado, cuya amante, una joven tunecina desaparecida tras el crimen, es objeto de todas las sospechas. Sin embargo, las pesquisas guían a Montalbano hacia el turbio mundo de los servicios secretos y su sucia guerra contra el terrorismo internacional. La razón de Estado se ve sometida a su implacable instinto de justicia, «quijotesco» según uno de los agentes secretos. Al mismo tiempo, la trama nos reserva sorpresas inusitadas, como un Montalbano profundamente conmovido por el destino del hijo de la joven acusada hasta el punto de proponerle matrimonio a su tan paciente como lejana compañera Livia.

 

©Reseña: Txema Arinas,2020.


domingo, 22 de noviembre de 2020

LO DE ESTOS ÚLTIMOS DÍAS


 Su empalagosa autosuficiencia de siervos de la sinrazón. Su omnímodo proselitismo para procurar llevarte siempre a su redil. Su empeño en inculcarte toda aquella caterva pestilente de prejuicios y complejos castradores de la voluntad y la inteligencia con el único propósito de hacer de ti un individuo temeroso de todo por principio, un manso para su causa, una ficha más en el tablado sobre el que diseñan su modelo de sociedad esencialmente reaccionaria. Su odio a la vida sin cadenas del prójimo, su repulsión hacia cualquier amago de individualidad. Su complacencia y servilismo siempre para con los poderosos. Su infinita e interesada condescendencia hacia los humildes. Su repulsivo clasismo según fueras hijo de tal o de cual, miembro de una familia o de la otra. Su hipocresía elitista como principal razón de ser. Su sadismo con los que no servían para sus propósitos. Sus modos maquiavélicos e integrismo hipodérmico siempre camuflados bajo una capa de modernidad a lo quiero pero no puedo porque en el fondo se me ve demasiado el plumero. Sus alumnos devotos y eternamente agradecidos que los perpetúan y recompensan con su idiocia y cobardía congénitas, toda esa gente que con su mansedumbre demuestra cuán efectivos son en moldear conciencias a su antojo, todos esos mierdas complacidos en haberse dejado sodomizar mental y a veces hasta físicamente durante años y que, en un acto de verdadero masoquismo, se reencuentran periódica y bovinamente en el colegio para medirse las pollas y chupárselas los unos a los otros. Su eficacia contrastada, por lo tanto, en criar para la sociedad seres irremediablemente convencionales y sobre todo sumisos.


Sí, yo también fui a un colegio de curas, nunca me adapté, nunca me domaron, fui felizmente expulsado y por eso me cago en ellos, en sus acólitos y, sobre todo, en ese ente supremo de pacotilla con el que justifican todo su puto tinglado.


Eso de las dos Españas es tan real como mentira lo de que la culpa se reparte de igual manera entre unos y otros. Aquí cada cual tiene su propia visión de las cosas, faltaría; pero, en el terreno de las ideas, o ya solo en el de la mera decencia intelectual, no es lo mismo el que defiende sus privilegios haciéndolos pasar por el ejercicio de su libertad y el que pide que, si eso, que se los pague él. Qué se puede discutir o acordar con en el que te acusa de atacar su libertad cuando lo que realmente te está diciendo es que no le toques las ventajas, a costa del dinero de todos, que les concedieron los suyos cuando gobernaban para ellos, que los tuyos hacen exactamente lo mismo cuando lo que proclaman es que el estado apueste por la igualdad de oportunidades para todos reforzando lo público en detrimento del cortijo ideológico y elitista de cada cual. Ante semejante maniqueísmo, el cual no tiene otro fin que reafirmar a los propios en sus prejuicios, es imposible entenderse en nada por mucho que todavía te empeñes en condescender con ellos renunciando a algunos de tus propios principios con el único propósito de mantener cierto equilibrio. Y sí, por supuesto, estamos hablando de la Ley Celaa, y, ya más en concreto, de lo de mantener la religión en las escuelas todavía en pleno siglo XXI. La religión de cada cual se debería impartir en la parroquia, mezquita, sinagoga o donde proceda. La escuela de todos está para inculcar valores universales, no los prejuicios o tabúes de la iglesia o secta de turno.


               
La mente humana no es prodigiosa, si eso la de unos pocos y para de contar, sino más bien tirando a cochambrosa. El otro día leía en este medio, a cuenta del acercamiento de presos de ETA al País Vasco (lo que dicta la ley que obliga a que los presos cumplan la condena cerca de su domicilio habitual para no castigar también a sus familias sometiéndolas a grandes desplazamientos con lo que eso supone para su economía y seguridad, algo que en su momento se llamó "dispersión" al objeto de evitar, por lo general en vano, que ETA siguiera manteniendo a sus presos bajo su férrea disciplina como un colectivo monolítico, algo que después de diez años del fin de la actividad criminal de ETA no tiene mucho sentido si no es porque lo que realmente se persigue, no es cumplir la ley para todos los presos, sino más bien el ensañamiento, la venganza más allá del código penal; ¿o es que acaso los presos de ETA son especiales, políticos y así, en contra de lo que tantos y tantos han estado propugnando siempre, y ahora, qué cosas, como que no, no tanto, o más bien según convenga a modo de munición para el chantaje emocional del partido político de turno?) a un fulano reprocharle a un antiguo "euskadiko"y luego socialista del País Vasco, miembro de Gesto por la Paz y amenazado por ETA para más señas, condición que él no exhibió en ningún momento porque como persona inteligente que es sabe que en un debate exhibir galones de esto o lo otro es de una vulgaridad intelectual supina, su postura a favor del acercamiento de dichos presos con el argumento de que el militante en cuestión no era consciente de lo que había supuesto ETA para la convivencia en el País Vasco durante tantos años, eso, decía, a diferencia de él, que acababa de ver la serie PATRIA y por lo tanto estaba convencido de que no había que hacer ningún tipo de concesiones a los asesinos y bla, bla, bla.


Podría pasar por una simple anécdota chusca, porque lo es y mucho; pero no, leyendo y oyendo otras conversaciones sobre el mismo tema creo que podemos afirmar que ha nacido una nueva especie a tener en cuenta dentro de la caterva de charlatanes carpetovetónicos que nos rodea, la de los que, después de haber visto la serie PATRIA pueden afirmar que saben más de lo que pasó en el País Vasco durante los llamados "años de plomo" que la mayoría de los propios vascos que los vivimos. Aunque bueno, más bien se trata de una subespecie perteneciente a esa otra con la que uno se topaba con harta frecuencia del Ebro para abajo y que solía soltarte, por lo general a bocajarro, cosas del tipo "ya te digo yo cómo solucionaba el problema de la ETA; primero los tanques y luego..."

Pues eso, ya sé que lo de cochambrosa es quedarse corto.

AZKEN EGUNOTAKOA


Behinolako euskaldunek euren Jaungoikoa maite zuten. Orduan bai, euskaldun, fededun. Halere, urteak aurrera joan ahala, gehienak fedea galtzen joan ziren, hots, gero eta ustezko fededun gutxiagok Jaungoikoa maite omen zuen. Gauzak horrela, euren elizgizonek urtean behin behialako fedea aldarrikatzeko edo, hau da, ustezko fededunek urtean behin bakarrik eta betiere jendartean euren Jaungoikoarekiko atxikimendua ozen-ozen erakuts zezaten, prozesioak edo elizbirak asmatu zituzten; euretariko norbaitek "fedealdia" ere esan ohi zion. 





 -Nora joango gaituk asteburu honetan, laztana?


-Ez zakinat ba, ez baldin bada hire ama p... puska, puska, ikustera?

-Badakik nire gurasoak beste udalerri batean bizi direla, ezin garela haraino joan gobernuak konfinamendu perimetrala jaso arte.

-Orduan gure amodioaren inguruan txangotxo bat egingo dinagu!

-Ondo ba, baina, badaezpada, maskara kentzeke... 



Ba bai, jakina, denok bagaude zoritxarreko izurriteaz kopetaraino. Halere, pentsa dezagun patua beti beltzagoa izan daitekeela ustekabean, hala nola Agurain aldean, 1564 urtean, non orduko izurritearekin batera sute bat ere hedatu zen hiribilduan zehar etxe guztiak suntsituz: "En los pueblos circunvecinos se negaban a admitir en sus domicilios a los que de Salvatierra huían por no tener casa y para librarse del contagio, ante el temor de que llevaran este consigo, y para obligarles a recibirlos tuvo la Justicia de Salvatierra necesidad de acudir al Rey en demanda de una Real Cédula, que consiguió."

Honatx ere Joan Perez de Lazarraga arabar poeta garaikideak delako suatearen gainean idatzitako kronikaren bertsoak. Ez dakit nik pasadizo honek kontsolamendu gisa balio ote digun, seguru ezetz; baina, nolabait ere irakurgarria begitantzen zait oso:

Ystoria de la quema de Salvatierra que fue a primero de agosto del ano del nasçimiento del
Señor 1564 conpuesta por Laçarraga

Salbatierra

egun ey dago tristeric

oyta dabela

eguiten asco negarric

çerren jarri da

guztia destruiduric

ez da gueratu

barruan ese galantic

çerca çabaloc

jarri ey dira bacarric

oy onezquero

ez da mercatu bearric

apain çe bedi


oyta donçella galantic

erraz daoque

Araba lutoz jançiric

ez ara eroan

barrundiarra frutaric

Nafarroaric

jasi çe bidi gararric

Salbaterrarrac

ez eguin barriz justaric

erraz çaozque

oy ondo gaztigaturic

jaun çerucoac

onela permitiduric


Ezin esan dot

egon bear dot exilic

flaquezeonen

estit emayten lecuric

balia bequit

oy badot adisquideric

yfini nagui

oy arren esporçaduric

conta deçadan

dolorez asco coitaric

ez daquienac

daoçen abisaduric

asi gura dot

nançuçu çaoz exilic

mila ta bosteun

urte alcarri erançi

yrurogueta

lau gueiago ganeti

da jaio çala

jaun çerucoa justoric

abuztu ylac

egun bat cunpliçacaric

oyta jagui çan

su ori utra fortiçic


Salbaterragaz

andiro enojaduric

portaleetan

comiençua arturic

oyta erre dau

Jan Doneanez calteric

canpaac bere

chapitelegaz arturic

bobedaxeoc

ychi dau euroc bacarric

çerren ez dago

norc socorridu jenteric

çerren eoçen

içurriteaz urtenic

ifini dave

oy eta asco penaric

comarcaetan

ara balloa giçonic

çerren eoçen

larrin guztiac beteric

persona ascoz

yçurriagaz gaxoric

oy jente asco

egoan pare bagaric

ara beguira

oy eçin socorriduric

su ori barriz

oy beti sobervioric

ez eucala

bapere piadaderic

yçurridunac

asco eucaen llanturic

norc bereari

oy ezin cobru emunic


Etorri dira

oy barri onoc ençunic

comarcaetan

eoçenoc rrecogiduric

oyta levela

eguiten asco negarric

çerren ecusten

even guztia galduric

galduric eta

suorrec abrasaduric

emun al baga

bapere rremedioric

al eguienac

esporçuz animaduric

ateraetan

asi çirean tristeric

aziendea

dolorez contu bagaric

andioc barriz

utra negoçiaduric

euren eseac

oy eçin defendiduric

ala galdu çan

lecuau desastraduric

enparaçaca

ese bat baiçe besteric

asco erre da

barruan joia galantic

bay gueiago

oy asco arca gariric

ascoc dauco

bioça ondo erreric


Euguico bere

secula osaçaric

eucaiteco

asco da errazoaric

çerren eguin da

oy asco calte andiric

guraso asco

jarri da ume bagaric

umeac bere

oyta guraso bagaric

asco dabilça

cureldo desterraduric

norc bere ese

apaindurean urtenic

oyta dabela

ecusten asco penaric

çerren ez daucae

nun paseadu caleric

ez gueiago

erregalozco tendaric

ez gueiago

alcate rregimenturic

jaunac dabela

oy asco gueraçiaric

biçi garean


guztioc rrecojiduric

oy ez cargadu

norc bere conçençiaric

jaunac ez digun

oyta gaztigu besteric

ez ynor eguin


Ez gueiago

conçençiazco traturic

ez erabila

derecho baga auçiric

eroan ustez

ynori aziendaric

çe eucaiqueçu

yñogaz ynjuriaric

proximoari

ez eguin agravioric

acorda çatez

çaoça yraçarric

Salbaterrai

ez artu soberviaric

çerren dacusu

oy asco profeçiaric

jaun çerucoac

çuri bidaldu jaguinic

adietaco

badeçu miramenturic

ez consentidu

çeure lurrean gaxtoric

rregimentua

yfinçu abisaduric

ez daguiala

bide ez daben gauçaric

oy dafinela

rrepubliquea garbiric

bazterroc bere

oy ondo gobernaduric

beguirauçu

ez eguin beste gauçaric


ffin 

UN POLVO MAYESTÁTICO

        Sueño que soy Jose I de Portugal y que después de pasarme la noche en vela cortejando a la soprano más famosa de mi época, Francesca...