lunes, 30 de noviembre de 2020
LO DE ESTOS DÍAS
EGUNOTAKOA
Egunean baino egunean etsituagoGauez esna izoztu bailitzaidan denboraNire arimaren egiazko iluntasunaren beldur
Egunean baino egunean aspertuagoDesetorkizunak ez nau eramango inoraEtengabeko porrotek utzi naute harri eta zur
Egunean baino egunean larrituagoIraganean ere ez nengoen oso gustoraDenboraren poderioz ezinegona badut ikur
Egunean baino egunean nekatuagoOrdua da ametsak botatzeko kanporaKostata baina azken finean nire gabezien ziur
Egunean baino egunean izutuagoEguna argitu du, izuak utz ditzadan geroraEtxe badut, elur melur, ez naiz gauaren beldur
-Hik esan nahi diana, baina ez duk batere normala etxetik edontzia eskuan irten izana eta honaino...
-Gosalorduko laranja zukua dun, laztana!
-Bai, baina herenegundamukoa!
-Lasai, maitia, ez al dun aditu ez dela egia laranja zukutu eta gero bitaminak berehalaxe galtzen direna?
-Bai, hi segi holaxe eta ni izango nauk "belaxe" galduko dena.
sábado, 28 de noviembre de 2020
EL LADRÓN DE MERIENDAS - ANDREA CAMILLERI
Aquí una reseñica o algo así para Solo Novela Negra: https://www.solonovelanegra.es/el-ladron-de-meriendas-de-andrea-camilleri-por-txema-arinas/?fbclid=IwAR159ZR-oFkY_NGjfYysI23pCH-xrf8Q2gex5XWlBj5GbbPnJYkPOQ2gBZU
Decía Andrea Camilleri en una de sus últimas intervenciones públicas, con esa voz cavernosa con la que parecía que todo lo que contaba era una novela negra en sí mismo, que el pertenecía a la tradición europea de la novela negra que representaba George Simenon con su comisario Maigret en lugar de esa otra americana con Dashiell Hammet y Raimond Chandler a la cabeza. Luego lo explicaba distinguiendo ambas tradiciones literarias por el uso que hacía cada una de la acción y sobre todo de la violencia, más presente y explícita la americana, y la importancia que se le daba al contexto de la trama estrictamente policial, mucho más amplia e incluso trascendente en la europea.
Se trata, claro está, de una distinción que podría valer en el caso de los autores ya citados; pero, que resulta harto arbitraria para el resto de escritores de novela negra a ambos lados del Atlántico, donde, en realidad, podemos encontrar de todo, americanos como Walter Mosley o Michael Connely donde puede que haya más hojas dedicadas a la descripción de sus personajes y ambientes que a escenas de acción por muy trepidantes e incluso cruentas que sean éstas, y autores europeos como Pierre Lemaitre o Antonio Manzini donde el lector casi siempre está obligado a contener el aliento como si tuviera entre manos un libro de James Ellroy.
En cualquier caso, tengo para mí que lo que realmente pretendía Camilleri al recordar está distinción tan clásica entre una y otra tradición, era advertir a sus lectores potenciales de que lo que se iban a encontrar entre sus libros era un claro ejemplo de esa novela negra en la que la trama policial, y sobre todo la acción y las truculencias que tanto gustan en otros, casi que se supedita al relato de los pormenores que rodean la vida y milagros de sus personajes, a destacar la de su protagonista principal: el comisario Montalvano.
Todavía más, estimo que Camilleri era muy consciente de que la presencia de su Montalvano, a fin de cuentas un homenaje a uno de los autores de novela negra que más decía admirar, el español Manuel Vázquez Montalban con su detective Pepe Carvalho, era tanta que a veces parecía comerse la trama de sus novelas, vamos, que estas solían girar más alrededor de su vida y milagros, sus relaciones con sus subordinados, jefes, pareja y, muy en especial, con el paisanaje, que con los hechos delictivos a los que se enfrentaba.
De ese modo, El Ladrón de Meriendas es el claro ejemplo de esa concepción de la novela negra como un simple pretexto para contar otras cosas, y aquí en concreto, como bien confesó el propio Camilleri en más de una ocasión, para hablar de Sicilia y sus gentes. Pero la de Camilleri no es una Sicilia de cliché, esto es, con la Mafia se quiera o no por alguna parte, con mayor o menor presencia en la trama pero siempre presente, siquiera al modo de su reconocido maestro Leonardo Sciascia, el cual trató el tema de la mafia de la manera más sutil y eficaz que se ha tratado nunca, esto es, haciendo más hincapié en el aspecto sociológico del fenómeno, esto es, en el modo como lo mafioso impregnaba la sociedad siciliana y en consecuencia la conducta de las gentes, antes que en la supuesta épica al uso de los mafiosos tan del gusto de las grandes producciones de Hollywood y la mayoría de las series de nuestro tiempo.
La Sicilia de Camilleri que aparece en El Ladrón de Meriendas es otra más de carne y hueso, de cercanía e incluso del día a día, más de crímenes corrientes o, cuanto menos, sin más implicación que la que atañe a sus protagonistas sin necesidad de tener que tirar demasiado del hilo para llegar a altas esferas con sus capos a la sombra y algún que otro preboste al descubierto. A decir verdad, la Sicilia de Camilleri es Vigàta, una pequeña ciudad ficticia inspirada en esa otra natal del autor, en la que los crímenes a los que se enfrenta Montalvano adquieren una dimensión sobre todo de proximidad. He ahí la razón por la que el relato sociológico de los personajes de Camilleri sea más el de unos ciudadanos sicilianos tal cuales, esto es, sin la losa mafiosa encima al estilo de las novelas de Sciascia, gente corriente y diversa en sus reacciones y modos de vida, pero muy del país, muy de ese Mezzogiorno italiano con todo su bagaje cultural e histórico a cuestas, pero, insisto, en el que lo mafioso solo es un ingrediente más, nunca el principal, una pincelada más del paisaje y para de contar.
Así pues, nos encontramos con uno de esos escritores con territorio mítico al uso, ese que construyen a partir, tanto del conocimiento de un entorno concreto que más o menos camuflan o disimulan en sus páginas, como del uso exclusivo de su imaginación para así poder sentirse libres de cualquier atadura con la realidad. Y todo ello para poder presentarnos un lienzo escrito en cada una de sus novelas de la sociedad a la que pertenecen sin renunciar a lo universal gracias a aquello tan de Pessoa de “da minha adeia vejo quanto da terra se pode ver do Universo/por isso a minha aldeia é tâo grande como outra terra qualquer/porque eu sou do tamaño do que vejo/nâo do tamanho da minha altura…”
¿Y qué es, pues, lo que encontramos en El Ladrón de Meriendas? Pues dos tramas en apariencia bastante convencionales, la muerte en alta mar de un enigmático personaje en manos de una patrullera tunecina y el asesinato de un jubilado a la puerta de su casa. Dos tramas en principio aisladas que el buen oficio de Montalvano, primero descubre que se entrecruzan, y luego resuelve de acuerdo con su estilo digamos que tan poco convencional, probablemente el mismo que hace de él un personaje tan de carne y hueso a diferencia de otros comisarios o detectives más de la novela negra o policial clásica, la que busca más sorprender al lector con giros inesperados o añagazas a lo Sherlock Holmes. Y no porque Montalvano no sepa, o no quiera, recurrir a triquiñuelas más o menos ocurrentes para resolver sus casos, sino porque estas probablemente no son tan a lo sacar el conejo de la chistera al modo de un prestidigitador como era el detective que residía en el número 221B de la calle Baker de Londres, sino más bien como consecuencia de cierta improvisación y más instinto que otra cosa. insisto,
Con todo, puede que para el lector acostumbrado al glamur de los detectives o comisarios más conocidos del género, verdaderos pormenores en lo suyo, Montalvano se les antoje exactamente lo que es, un comisario de provincias con excesivas manías y que, además, pierde demasiado el tiempo eludiendo compromisos y sobre todo comiendo suculentos platos de pasta en tascas que a él se le antojan restaurantes de tres estrellas Michelin, puede que no sea todo lo efectivo que se espera del héroe sobre cuyos hombros recae todo el peso de la historia, incluso puede también que Montalvano se nos antoje demasiado previsible, yo diría que humanos, en sus reacciones ante cualquier contingencia que se escapa a su control, que hasta peque de ser no todo lo moderno y hasta estiloso que se les exige ahora a los héroes de las sagas negras en boga; pero, todo eso es precisamente lo que hace de Moltalvano un personaje delicioso, auténtico, tan de carne y hueso como el inspector o la inspectora de policía que podríamos tener de vecino, tan adorable en sus virtudes y defectos como cualquier hijo de vecino o veci…, que, mira tú qué mala suerte, no ha sigo ungido por los Dioses para ser el héroe que lo resuelve todo a la primera y casi también que haciendo piruetas buscando en aplauso del público.
En cualquier caso, lo importante en El Ladrón de Meriendas, insisto, no es la trama, sino cómo se desenvuelve él durante la investigación, cómo se superpone a las trabas de la burocracia, a las suspicacias de sus superiores, a las cadenas del compromiso para con su pareja o cómo afronta la aparición en su vida del hijo de la muchacha tunecina desaparecida alrededor de la cual se resolverá el enigma de ambos crímenes, incluso cómo lo hace con su pasado y ya en especial con un padre a punto de irse para siempre.
Yo, incluso diría que lo mejor de Montalvano es que puedes imaginarte que se sienta a tu lado en un restaurante, y, cuando lo reconoces y vas a expresarle tu admiración por su trabajo, lo primero que hace es pedirte con un gesto de la mano, más o menos displicente, que no le molestes con esas tonterías, que muy bien y todo lo qué tú quieras, pero que mejor le dices cuál es el plato estrella de la casa ya que viene hambriento, siempre lo está, y quiere tomarse un par de horas de asueto, sobre todo sin que nadie le hable mientras come, antes de volver a la brega diaria con ese paisanaje tan entrañable como agotador en el trato diario que le espera fuera.
Ficha técnica
Nº de páginas:
240
Editorial:
S.A.) SALAMANDRA (PUBLICACIONES Y EDICIONES SALAMANDRA
Idioma:
CASTELLANO
Encuadernación:
Tapa blanda
ISBN:
9788498387322
Año de edición:
2016
Plaza de edición:
ES
Traductor:
MARÍA ANTONIA MENINI PAGÈS
ANDREA CAMILLERI
Andrea Camilleri nació en 1925 en Porto Empedocle, provincia de Agrigento, Sicilia, y vivió en Roma, donde impartió clases en la Academia de Arte Dramático y en el Centro Experimental de Cine. Durante cuarenta años fue guionista y director de teatro y televisión. En 1994 creó el personaje de Salvo Montalbano, el entrañable comisario siciliano protagonista de una serie que en la actualidad consta de veintiocho novelas. También publicó otras tantas de tema histórico, y todos sus libros ocupan habitualmente el primer puesto en las principales listas de éxitos italianas. Andrea Camilleri fue el escritor más popular de Italia y uno de los más leídos en Europa, traducido a treinta y seis idiomas y con más de treinta millones de ejemplares vendidos.
Sinopsis de EL LADRON DE MERIENDAS (SERIE MONTALBANO 3)
Vuelve el inspector Salvo Montalbano y su particular forma de ver el mundo desde el imaginario pueblo de Vigàta, en Sicilia.
Tercera entrega de la serie del comisario que ha conseguido un espacio propio y original en la literatura policiaca contemporánea.
Sus anteriores andanzas han trazado su polifacético perfil que, como demuestra esta nueva aventura, está lejos de agotarse en el simple estereotipo.
En esta ocasión el comisario debe investigar el asesinato de un comerciante jubilado, cuya amante, una joven tunecina desaparecida tras el crimen, es objeto de todas las sospechas. Sin embargo, las pesquisas guían a Montalbano hacia el turbio mundo de los servicios secretos y su sucia guerra contra el terrorismo internacional. La razón de Estado se ve sometida a su implacable instinto de justicia, «quijotesco» según uno de los agentes secretos. Al mismo tiempo, la trama nos reserva sorpresas inusitadas, como un Montalbano profundamente conmovido por el destino del hijo de la joven acusada hasta el punto de proponerle matrimonio a su tan paciente como lejana compañera Livia.
©Reseña: Txema Arinas,2020.
domingo, 22 de noviembre de 2020
LO DE ESTOS ÚLTIMOS DÍAS
Eso de las dos Españas es tan real como mentira lo de que la culpa se reparte de igual manera entre unos y otros. Aquí cada cual tiene su propia visión de las cosas, faltaría; pero, en el terreno de las ideas, o ya solo en el de la mera decencia intelectual, no es lo mismo el que defiende sus privilegios haciéndolos pasar por el ejercicio de su libertad y el que pide que, si eso, que se los pague él. Qué se puede discutir o acordar con en el que te acusa de atacar su libertad cuando lo que realmente te está diciendo es que no le toques las ventajas, a costa del dinero de todos, que les concedieron los suyos cuando gobernaban para ellos, que los tuyos hacen exactamente lo mismo cuando lo que proclaman es que el estado apueste por la igualdad de oportunidades para todos reforzando lo público en detrimento del cortijo ideológico y elitista de cada cual. Ante semejante maniqueísmo, el cual no tiene otro fin que reafirmar a los propios en sus prejuicios, es imposible entenderse en nada por mucho que todavía te empeñes en condescender con ellos renunciando a algunos de tus propios principios con el único propósito de mantener cierto equilibrio. Y sí, por supuesto, estamos hablando de la Ley Celaa, y, ya más en concreto, de lo de mantener la religión en las escuelas todavía en pleno siglo XXI. La religión de cada cual se debería impartir en la parroquia, mezquita, sinagoga o donde proceda. La escuela de todos está para inculcar valores universales, no los prejuicios o tabúes de la iglesia o secta de turno.
AZKEN EGUNOTAKOA
Salbatierra
egun ey dago tristeric
oyta dabela
eguiten asco negarric
çerren jarri da
guztia destruiduric
ez da gueratu
barruan ese galantic
çerca çabaloc
jarri ey dira bacarric
oy onezquero
ez da mercatu bearric
apain çe bedi
oyta donçella galantic
erraz daoque
Araba lutoz jançiric
ez ara eroan
barrundiarra frutaric
Nafarroaric
jasi çe bidi gararric
Salbaterrarrac
ez eguin barriz justaric
erraz çaozque
oy ondo gaztigaturic
jaun çerucoac
onela permitiduric
Ezin esan dot
egon bear dot exilic
flaquezeonen
estit emayten lecuric
balia bequit
oy badot adisquideric
yfini nagui
oy arren esporçaduric
conta deçadan
dolorez asco coitaric
ez daquienac
daoçen abisaduric
asi gura dot
nançuçu çaoz exilic
mila ta bosteun
urte alcarri erançi
yrurogueta
lau gueiago ganeti
da jaio çala
jaun çerucoa justoric
abuztu ylac
egun bat cunpliçacaric
oyta jagui çan
su ori utra fortiçic
Salbaterragaz
andiro enojaduric
portaleetan
comiençua arturic
oyta erre dau
Jan Doneanez calteric
canpaac bere
chapitelegaz arturic
bobedaxeoc
ychi dau euroc bacarric
çerren ez dago
norc socorridu jenteric
çerren eoçen
içurriteaz urtenic
ifini dave
oy eta asco penaric
comarcaetan
ara balloa giçonic
çerren eoçen
larrin guztiac beteric
persona ascoz
yçurriagaz gaxoric
oy jente asco
egoan pare bagaric
ara beguira
oy eçin socorriduric
su ori barriz
oy beti sobervioric
ez eucala
bapere piadaderic
yçurridunac
asco eucaen llanturic
norc bereari
oy ezin cobru emunic
Etorri dira
oy barri onoc ençunic
comarcaetan
eoçenoc rrecogiduric
oyta levela
eguiten asco negarric
çerren ecusten
even guztia galduric
galduric eta
suorrec abrasaduric
emun al baga
bapere rremedioric
al eguienac
esporçuz animaduric
ateraetan
asi çirean tristeric
aziendea
dolorez contu bagaric
andioc barriz
utra negoçiaduric
euren eseac
oy eçin defendiduric
ala galdu çan
lecuau desastraduric
enparaçaca
ese bat baiçe besteric
asco erre da
barruan joia galantic
bay gueiago
oy asco arca gariric
ascoc dauco
bioça ondo erreric
Euguico bere
secula osaçaric
eucaiteco
asco da errazoaric
çerren eguin da
oy asco calte andiric
guraso asco
jarri da ume bagaric
umeac bere
oyta guraso bagaric
asco dabilça
cureldo desterraduric
norc bere ese
apaindurean urtenic
oyta dabela
ecusten asco penaric
çerren ez daucae
nun paseadu caleric
ez gueiago
erregalozco tendaric
ez gueiago
alcate rregimenturic
jaunac dabela
oy asco gueraçiaric
biçi garean
guztioc rrecojiduric
oy ez cargadu
norc bere conçençiaric
jaunac ez digun
oyta gaztigu besteric
ez ynor eguin
Ez gueiago
conçençiazco traturic
ez erabila
derecho baga auçiric
eroan ustez
ynori aziendaric
çe eucaiqueçu
yñogaz ynjuriaric
proximoari
ez eguin agravioric
acorda çatez
çaoça yraçarric
Salbaterrai
ez artu soberviaric
çerren dacusu
oy asco profeçiaric
jaun çerucoac
çuri bidaldu jaguinic
adietaco
badeçu miramenturic
ez consentidu
çeure lurrean gaxtoric
rregimentua
yfinçu abisaduric
ez daguiala
bide ez daben gauçaric
oy dafinela
rrepubliquea garbiric
bazterroc bere
oy ondo gobernaduric
beguirauçu
ez eguin beste gauçaric
ffin
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