domingo, 15 de noviembre de 2020

LO DE ESTOS DÍAS




Andan entre los treinta y muchos o cuarenta y pocos. Los varones toman cervezas apostados junto a la barandilla de la terraza de uno de ellos. No sé si es que hablan a voces o que el edificio de enfrente está muy cerca del nuestro y se oye todo como si los tuviéramos al lado, nítido. Hablan, o más bien me temo que lo intentan, con un deje chuleta que parece querer imitar, no tanto la forma contemporánea del cheli madrileño, como ese otro impostado o exagerado de las películas españolas; sin embargo, enseguida les delata el tono cantarín de su acento asturiano que hace que parezcan menos malotes de lo que pretenden. Que si el gobierno criminal -no sabría decir a cuál de ellos se referían- que les ha cerrado los bares, que si lo del Covid19 es una excusa para no sé qué oculto plan maquiavélico de en realidad no importa quién, dado que tampoco parecen tener mucha imaginación y todavía menos información; lo importante es mentar lo de la dictadura según ellos inminente y para de contar. Y de ahí a la venta de España a ETA y a los catalanes, que si en breve todos los etarras a la calle con un sueldo vitalicio, el castellano que apenas saben hablar en peligro en toda España y parte de la Argentina, que si la homosexualidad obligatoria, el dinero de sus impuestos para la paguita de los moros asesinos, el casoplón del Coletas... ¿Y las mujeres? Pues que ya están tardando con la comida. "¿Qué, ho, comemos o no comemos?" Se toman otra cerveza mientras ellas ponen la mesa. Ellas por fin se unen al debate sobre el estado de la nación procurando hacer méritos para ganarse la atención de sus machos; putos progres, putos podemitas, putos vascos, putos catalanes, putos maricones, putos moros, putas feministas... Solo me queda claro lo mucho qué le mola a esta peña tan moderna y tan española y la rehostia de española ir por la vida de odiadores de todos aquellos que parecen considerar de buen tono odiar, siquiera ya solo por no desentonar con el ambiente imperante, porque eso es lo que se estila, lo que se predica de continuo en la mayoría de los medios a su alcance. Cómo les pone el discurso cuanto más reaccionario mucho mejor, más simple, más molón y por lo tanto más fácil de entender, más como son ellos, básicos. O acaso solo como quieren ser, porque insisto que es el signo de los tiempos, a menos educación, lecturas y mundo, más desinhibición para aceptarse como cabezas rapadas siquiera ya solo de espíritu; son la generación inconformista y rebelde de nuestra época.


Es curioso, desde que los del cole me mandan por email toda la información referente al mismo, cada vez que me llega un mensaje con el encabezado "informacion de actividad del AMPA", no puedo evitar que se me dispare la imaginación y al rato ya me estoy viendo sentado en el sofá en paños menores, bebiendo un whisky y fumándome un puro, mientras doy órdenes a mis secuaces para que se carguen con sus subfusiles Thomson a los vecinos que siguen fumando en el ascensor de casa o lo hacen apostados en la esquina del portal. Luego ya, cuando acabo de leer la circular, enseguida me percato de que los del Hampa en realidad son otros...


 Llevo teniendo la misma pesadilla durante toda la semana. Sueño que me encuentro en el bosque de Armentia, que voy paseando tranquilo como acostumbro a hacer por las tardes cuando estoy en casa de mi madre. La única diferencia es que en esta ocasión llevo una bota de vino colgada al cuello; qué cosas. Entonces, de repente, veo venir hacía mí una piara de jabalíes -ya me han salido al camino varios de ellos en más de una ocasión-. Tardo en reaccionar porque lo habitual es que sean ellos los que se asusten de los humanos, que en cuanto nos ven salgan disparados en dirección contraria. A no ser, claro, que se vean acorralados. En ese caso mejor poner tierra de por medio. A mí, en el sueño, apenas me da tiempo a pensarlo. Salgo escopeteado antes de que se me eche encima la piara entera. Así que ya casi está contado lo que resta del sueño. Una huida a la carrera por las sendas y veredas, no ya solo del bosque de Armentia, sino también de los alrededores, dado que en seguida se me queda pequeño y sigo corriendo hacia los caseríos de Eskibel y desde allí, subiendo por Inazabala y las Ventanas de Ogabe, hacia la cumbre del Zaldiaran; una puta locura, tengo agujetas de solo soñarlo. En cualquier caso, todo el raro perseguido por lo que cada vez se me antoja un número mayor de jabalíes, cientos y cientos de puercos peludos dispuestos dispuestos a clavarme sus mandíbulas al menor descuido. Es una de esas pesadillas recurrentes en las que pasas toda la noche a la carrera, huyendo de un peligro inminente que no acaba de alcanzarte, hasta que parece que por fin lo va a hacer de un momento a otro, y entonces despiertas de sopetón. Pues eso, puto coronavirus en forma de marranos asilvestrados, qué ganas de poder volver al txoko, y luego ya, supongo, lo de la vacuna en forma de cosechero en bota, que me da que, al igual que con lo de la vacuna, no va a ser el remedio definitivo, pero como consuelo tampoco está nada mal.


Espero sentado en un banco del parque a que salga el enano de la academia de inglés. De repente las voces de un trío de comadres a lo lejos que se me acerca a paso de tortuga.

-Y dizme que la fía non para de da-yos problemes, que-yos salió una folgazana de cuidu y nun hai manera de faer carrera con ella.
-¿Tu visti cómo visti la guaja?
-Igual les putes nel mio pueblu de tola vida.
-Probe muyer. Como si nun tuviera yá bastante col home.
-¡Pero si yá ta xubiláu con cincuenta años!
-Yá, y tol día nel chigre hasta que cierren.
-Tampoco ye qu'ella sía la muyer más guapa y prestosa del mundu.
-Nin la más llimpia...

Pues eso, imposible evitar pensar que, de alguna u otra manera, todos somos a la postre personajes de la comedia del prójimo y viceversa.

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