domingo, 22 de noviembre de 2020

LO DE ESTOS ÚLTIMOS DÍAS


 Su empalagosa autosuficiencia de siervos de la sinrazón. Su omnímodo proselitismo para procurar llevarte siempre a su redil. Su empeño en inculcarte toda aquella caterva pestilente de prejuicios y complejos castradores de la voluntad y la inteligencia con el único propósito de hacer de ti un individuo temeroso de todo por principio, un manso para su causa, una ficha más en el tablado sobre el que diseñan su modelo de sociedad esencialmente reaccionaria. Su odio a la vida sin cadenas del prójimo, su repulsión hacia cualquier amago de individualidad. Su complacencia y servilismo siempre para con los poderosos. Su infinita e interesada condescendencia hacia los humildes. Su repulsivo clasismo según fueras hijo de tal o de cual, miembro de una familia o de la otra. Su hipocresía elitista como principal razón de ser. Su sadismo con los que no servían para sus propósitos. Sus modos maquiavélicos e integrismo hipodérmico siempre camuflados bajo una capa de modernidad a lo quiero pero no puedo porque en el fondo se me ve demasiado el plumero. Sus alumnos devotos y eternamente agradecidos que los perpetúan y recompensan con su idiocia y cobardía congénitas, toda esa gente que con su mansedumbre demuestra cuán efectivos son en moldear conciencias a su antojo, todos esos mierdas complacidos en haberse dejado sodomizar mental y a veces hasta físicamente durante años y que, en un acto de verdadero masoquismo, se reencuentran periódica y bovinamente en el colegio para medirse las pollas y chupárselas los unos a los otros. Su eficacia contrastada, por lo tanto, en criar para la sociedad seres irremediablemente convencionales y sobre todo sumisos.


Sí, yo también fui a un colegio de curas, nunca me adapté, nunca me domaron, fui felizmente expulsado y por eso me cago en ellos, en sus acólitos y, sobre todo, en ese ente supremo de pacotilla con el que justifican todo su puto tinglado.


Eso de las dos Españas es tan real como mentira lo de que la culpa se reparte de igual manera entre unos y otros. Aquí cada cual tiene su propia visión de las cosas, faltaría; pero, en el terreno de las ideas, o ya solo en el de la mera decencia intelectual, no es lo mismo el que defiende sus privilegios haciéndolos pasar por el ejercicio de su libertad y el que pide que, si eso, que se los pague él. Qué se puede discutir o acordar con en el que te acusa de atacar su libertad cuando lo que realmente te está diciendo es que no le toques las ventajas, a costa del dinero de todos, que les concedieron los suyos cuando gobernaban para ellos, que los tuyos hacen exactamente lo mismo cuando lo que proclaman es que el estado apueste por la igualdad de oportunidades para todos reforzando lo público en detrimento del cortijo ideológico y elitista de cada cual. Ante semejante maniqueísmo, el cual no tiene otro fin que reafirmar a los propios en sus prejuicios, es imposible entenderse en nada por mucho que todavía te empeñes en condescender con ellos renunciando a algunos de tus propios principios con el único propósito de mantener cierto equilibrio. Y sí, por supuesto, estamos hablando de la Ley Celaa, y, ya más en concreto, de lo de mantener la religión en las escuelas todavía en pleno siglo XXI. La religión de cada cual se debería impartir en la parroquia, mezquita, sinagoga o donde proceda. La escuela de todos está para inculcar valores universales, no los prejuicios o tabúes de la iglesia o secta de turno.


               
La mente humana no es prodigiosa, si eso la de unos pocos y para de contar, sino más bien tirando a cochambrosa. El otro día leía en este medio, a cuenta del acercamiento de presos de ETA al País Vasco (lo que dicta la ley que obliga a que los presos cumplan la condena cerca de su domicilio habitual para no castigar también a sus familias sometiéndolas a grandes desplazamientos con lo que eso supone para su economía y seguridad, algo que en su momento se llamó "dispersión" al objeto de evitar, por lo general en vano, que ETA siguiera manteniendo a sus presos bajo su férrea disciplina como un colectivo monolítico, algo que después de diez años del fin de la actividad criminal de ETA no tiene mucho sentido si no es porque lo que realmente se persigue, no es cumplir la ley para todos los presos, sino más bien el ensañamiento, la venganza más allá del código penal; ¿o es que acaso los presos de ETA son especiales, políticos y así, en contra de lo que tantos y tantos han estado propugnando siempre, y ahora, qué cosas, como que no, no tanto, o más bien según convenga a modo de munición para el chantaje emocional del partido político de turno?) a un fulano reprocharle a un antiguo "euskadiko"y luego socialista del País Vasco, miembro de Gesto por la Paz y amenazado por ETA para más señas, condición que él no exhibió en ningún momento porque como persona inteligente que es sabe que en un debate exhibir galones de esto o lo otro es de una vulgaridad intelectual supina, su postura a favor del acercamiento de dichos presos con el argumento de que el militante en cuestión no era consciente de lo que había supuesto ETA para la convivencia en el País Vasco durante tantos años, eso, decía, a diferencia de él, que acababa de ver la serie PATRIA y por lo tanto estaba convencido de que no había que hacer ningún tipo de concesiones a los asesinos y bla, bla, bla.


Podría pasar por una simple anécdota chusca, porque lo es y mucho; pero no, leyendo y oyendo otras conversaciones sobre el mismo tema creo que podemos afirmar que ha nacido una nueva especie a tener en cuenta dentro de la caterva de charlatanes carpetovetónicos que nos rodea, la de los que, después de haber visto la serie PATRIA pueden afirmar que saben más de lo que pasó en el País Vasco durante los llamados "años de plomo" que la mayoría de los propios vascos que los vivimos. Aunque bueno, más bien se trata de una subespecie perteneciente a esa otra con la que uno se topaba con harta frecuencia del Ebro para abajo y que solía soltarte, por lo general a bocajarro, cosas del tipo "ya te digo yo cómo solucionaba el problema de la ETA; primero los tanques y luego..."

Pues eso, ya sé que lo de cochambrosa es quedarse corto.

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