domingo, 21 de febrero de 2021

LO DE ESTOS DÍAS


"ALGO HABRÁ HECHO..."

Vale que Hasel haya entrado a la cárcel, no tanto por la condena por injurias a la corona, como por sumar esta a otras de exaltación al terrorismo -otro concepto jurídico más que discutible por lo que tiene de saco sin fondo donde se puede meter de todo con intenciones mas que aviesas por parte del poder- y altercados de chichinabo, pero de los que hacen santiguarse a la gente decente y de orden como si ellos nunca hubieran tenido un mal día o tuvieran por principio nervios de acero, eso y exabruptos que por muy gruesos que sean no merecerían otra cosa que el desprecio de la gente sensata. Pero, la cuestión es que ha sido la condena por injurias a la corona la que lo ha llevado al talego, que si no existiera el delito en cuestión no habría entrado por muy bocazas o broncas que sea, incluso, diría. Una condena tan fuera de lugar, y sobre todo de época, la cual le ha dado a Hasel un protagonismo mediático que nunca habría tenido más allá de los círculos más o menos marginales entre los que se mueve y que no son muy distintos de otros como los de la ya famosa y cada vez más mediática moza falangista.

Así que, llegados a este punto, toca hablar de esos conciudadanos que aluden a los delitos que había cometido previamente el rapero para, de alguna u otra manera, a mi juicio bastante cobarde y rastrera, justificar el encarcelamiento del rapero porque, en el fondo, y siempre desde su punto de vista tan de amantes del orden y la ley, se trata de un bicho de cuidado, alguien que siempre estará mejor encerrado para que así no pueda dar el "cante", esto es, desentonar de lo que es la plácida anodinia en la que toda sociedad autosatisfecha debe vivir por principio.

Se trata de la expresión más genuina de la bienquista hipocresía burguesa que se afana en hacer encaje de bolillos para no decir lo que realmente quiere decir diciendo otra cosa que a la postre, en el fondo, es lo que realmente quiere decir. En el caso que nos ocupa, y a la vista de lo feo que resulta apoyar el encarcelamiento de alguien por criticar a un rey, algo como que del Medioevo, toca desautorizar al personaje por otras cosas a toda costa, esto es, pretender hacer creer a terceros que ven bien que lo enchironen, que lo aplauden incluso, pero no por la cosica esa de despotricar contra el rey ladrón, sino porque se trata de un tipo que agrede a un periodista, que ensalza a la ETA y el Grapo, participa en sabotajes de todo tipo. Delitos todos ellos punibles como tales, en especial las amenazas a particulares como José Bono o Patxi López; pero, para los que una condena de cárcel me parece siempre un exceso y sobre todo un mal precedente para el ejercicio de la libertad de expresión de cualquiera de las maneras. 

Pura hipocresía, insisto, porque lo que subyace en ese intento de justificar el encarcelamiento de Hasel haciendo creer que su culpa es más de la que es, incluso que se lo merece no tanto por lo que ha hecho o dicho sino por cómo es él, una mala pieza, un extremista de lo suyo, el yerno que ningunos padres querrían para su hija o su hijos, está el pujo perfectamente reconocible en toda sociedad intrínsecamente conservadora, como casi todas, de justificar lo injustificable de acuerdo con el principio de "algo habrá hecho...".

¿A que suena? A los vascos demasiado cerca porque es el sonsonete con el que durante décadas muchos de los nuestros, demasiados, justificaron, no tanto los crímenes de ETA, como su indiferencia ante estos. También lo fue el de los que todavía hoy en día justifican, o se niegan a reconocer, la gravedad de la guerra sucia del Estado Español en su lucha contra ETA y ya más en concreto la práctica sistematizada y profusamente documentada de la tortura: "algo habrá hecho..." Incluso, retrocediendo no mucho en nuestra historia más contemporánea, también era el sonsonete de la inmensa mayoría de la población española que vivía tan plácida, indiferente y hasta complaciente bajo la dictadura franquista cuando el régimen dictaba sus sentencias de muerte hasta prácticamente el último aliento del dictador: "algo habrá hecho..."

No nos engañemos, por muy épicos y sentidos que sean los relatos escritos a posteriori, todo régimen se sustenta en una masa mayoritariamente complaciente que acepta lo que hay por inercia y justifica los desmanes del poder por simple comodidad, cobardía e incluso convicción. Que luego cambien las tornas como consecuencia del empuje esa minoría de veras concienciada y comprometida que siempre ejerce de vanguardia de los cambios, no quita para que el reverso de ese relato a posteriori sea el que es: "algo habrá hecho..."

En cualquier caso, si alguien cree que las broncas callejeras de esta semana son solo por un rapero broncas y bocazas, o es muy simple o muy cínico. Son el resultado de un hartazgo acumulado desde muy atrás que tenía que estallar por algún lado tras ver cómo la democracia "ferpecta" española no solo permite irse de rositas al emérito tras descubrir lo que ha se ha descubierto sobre sus chanchullos al abrigo de su inviolabilidad constitucional, que ha hecho todo lo posible por cambiar todo lo relacionado con la corona para que en el fondo no cambie nada, por esa y otras impunidades e inequidades de una justicia que siempre beneficia a los de arriba mientras se ceba sin compasión con los de abajo.




Democracia "ferpecta" II "Porque el fascismo es alegría"

En Alemania y otros países de nuestro entorno la moza de la foto estaría ya en la cárcel por soltar esta perla al final de la marcha que recorrió ayer varias calles de Madrid tras una pancarta con el escudo de la División Azul y con la leyenda "Honor y gloria a los caídos”, todo ello al mismo tiempo que hacían el saludo nazi y entonaban canciones de temática fascista:

“El enemigo siempre va a ser el mismo, aunque con distintas máscaras: el judío. […] El judío es el culpable y la División Azul luchó por ello”.

Y no solo eso, otro de los oradores fue Ignacio Menéndez, abogado del ultraderechista Carlos García Juliá –coautor de los asesinatos de los abogados de Atocha en 1977, recientemente excarcelado, el cual, micrófono en mano, pidió a los asistentes no cumplir con las medidas sanitarias contra la COVID-19:

“Hace falta que incumpláis el toque de queda, que os reunáis con vuestros familiares y amigos, que seáis más de seis como somos hoy aquí; y que os abracéis, y que cantéis y que viváis alegres. Porque el fascismo es alegría”.

Pero, no solo se autoriza una manifestación de exaltación fascista y negacionista, sino que, además, se celebra un oficio religioso ante el monolito que recuerda a la División Azul en la Almudena y sobre el que se deposita una corona de flores con una esvástica nazi. Todo ello sin que las autoridades eclesiásticas digan o hagan nada para desautorizar al sacerdote que ofició la misa.

Pues eso, esta es la España cuyos jueces encarcelan raperos por insultar al rey ladrón y donde el gobierno andaluz cede instalaciones a un partido sin representación parlamentaria como la Falange para que haga sus cosicas democráticas.

Luego, claro, ves los resultados de Cataluña, cómo no solo resiste sino que avanza el voto independentista, y no puedes evitar pensar: "Sí, claro, si lo entiendo, vaya que si lo entiendo..."

Por cierto, menos mal que tenemos un gobierno socialcomunista aliado de la ETA y el independentismo catalán, menos mal que vivimos bajo una dictadura de corte bolivariano y en ese plan, menos mal, anda que si no...

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