miércoles, 4 de septiembre de 2024

ARTISTA ESKARMENTUDUNA


   - Esaiguzu, Idoia, zertaz doaz zure diska berriko kantak?

- Ba, beittu, esangotzut, diska hontako kantiek nire bizitzan etapa oso gogor bat islau gura daue, azken urte guztiotan sufritu dittudan esperientzia txar guztiek, desengainuak, traizioak, galerak, gaitzak, heriotzak... Labur esanda: bizitzan egonezin etenbakoa.
- Aizu, Idoia, maitea. Nola izan da posible hori guztiori 14 urte edukita?
- Bakitzu, gaur egungo gaztiak oso azkar bizi gare eta...
- Beharko!

ZOZOAK BELEARI IPURBELTZ


               

              - Aizu, uda honetan Espainia aldean geundela oporretan, edonora gindoazela mundu guztia ditxosozko pulseritarekin.

- Zein pulserita?
- Piperpotokoa. Badakizu.
- Bai, egia da, gu Galizan aldean egon ginen eta madrildar gehienak , "fodetxintxoak", ditxosozko "rojigualda" goitik behera, eskuturretan, polo eta kamisetaren lepo zein paparrean, galtzerdietan, belarritakoetan, erlojuetan, txanoetan...
- Txakurren lepokoetan ere bai!
- Bai, ezin sinetsizkoa da euren espainartasuna edonon, kosta ahala kosta, erakusteko duten gogoa.
- Gero eta fatxa gehiago dago bere nazioarekin obsesionatuta.
- Bai noski, buruan besterik ez balute bezala!
- Badakizu, ondokoari bera baino espainolagoa dela adierazi nahian edo.
- Lotsagarria.
- Barregarria.

PUTO JUANJO


 

     El de hoy no es uno de esos sueños o pesadillas de pega que me invento para fantasear a mi antojo. No, esta vez voy a intentar contar la pesadilla que he tenido esta noche poco antes de levantarme con los primeros rayos de la mañana. Lo hago porque pocas veces suelo tener tan frescas mis verdaderas pesadillas como para luego poder plasmarlas de inmediato por escrito. Y si luego resulta hay algún loquero en la sala o por estilo, pues oye, unas risas y tal.


En mi sueño me dirigía a la oficina de la empresa de import-export en la que estuve de administrativo o así durante cinco o más años, no sé ni me importa. Pero, en lugar de encontrarse la oficina donde estaba, yo llegaba al portal de la casa donde viví de pequeño en la Avenida Gasteiz. Ahora, lo curioso es que la acera de la Avenida daba justo al mar como si un muelle se tratara, por lo que servía de playa improvisada para que la gente tomara el sol o se bañara como si estuviéramos en el Cantábrico. Luego entraba al portal y me lo encontraba en obras. Entonces un operario me informaba que habían acabado de instalar el aparato del aire acondicionado para todo el edificio y que tenía la factura colgada en el ascensor. 20.000 euros del ala. Así que subía las escaleras de dos en dos hasta la primera planta donde estaba la oficina y nada más entrar blandía la factura a modo de prueba de mi indignación. Empero, el montante no sólo no escandalizaba a nadie de los presentes, sino que además al dueño del chiringuito y su comercial al mando les parecía pecata minuta. Momento en el que decidían que ya era la hora del almuerzo y me dejaban al cargo de las posibles llamadas. En eso que de repente llegaba otro de los comerciales con los que trabajé durante un tiempo. Un tipo tan entrañable como indolente en todo y con todo. Flaco, desgarbado en su eterno traje a desmedida, barba de cura ortodoxo, un amago de melena rala y una napia de esas ganchudas como para colgar varias maletas. Un comercial al que estoy seguro que los clientes le hacían pedidos única y exclusivamente por las risas que echaban con él cuando les contaba, como lo hacía conmigo, los pormenores de sus azarosa vida sentimental y otras calamidades.

- ¿Dónde están los demás?
- ...
- Pues nosotros no vamos a ser menos. Cierra el chiringuito y vamos a meternos unos pelotazos en el piano bar del hotel...

Era el único comercial con el que no me importa tomar algo porque, en lugar de pretender impresionarme con sus reiterativas y soporíferas proezas en el mundo de la compraventa, me divertía más que nada, no tanto por las anécdotas de su descuidada e impredecible cotidianidad en sí mismas, sino por el modo desenfadado, casi que apático, como si lo que contaba de sí mismo en realidad no fuera con él, con el que lo hacía.

- Tú toma los que quieras; pero, yo con un gintonic voy que chuto, que como me vuelva a parar la "zipaiantza" entonces sí que se me cae el pelo.
- Hostia, es verdad. ¿Pero no te habían quitado todos los puntos después de lo de...?
- Sí, como para que no después de estampar mi coche contra la casa de mi ex mujer.
- ¿Y cómo cojones has venido a Vitoria desde Arceniega?
- Pues cómo quieres que venga, con el de mi actual compañera... (sí, sí, de ahí lo de mi "actual compañera...)
- ¿Sin carné?
- Lo de la "zipaiantza" sería de lo de menos. Lo malo es que le haga un rayón o algo por el estilo al coche, con lo cuadriculada que es la maestra de Zalla.
- Pues ya sabes, un gintonic como mucho.

Al rato J que se empeña en acercarme a casa después de haberse ventilado seis o siete gintonics, y harbele entrado hasta a una monja que pasaba por allí, mientras me contaba por enésima vez su vida sentimental al completo desde prácticamente la primera vez que le puso dura con su correspondiente polución con trece o catorce años allá en su pueblo del valle de Ayala mirando a la vecina dar de comer a las gallinas.

- No me monto contigo ni loco. Y tú tampoco deberías hacerlo.
- Mira chaval, yo me he bajado desde mi pueblo hasta Málaga en un solo día puesto hasta arriba de...
- ¡Que no!
- ¡QUE MONTES, HOSTIA!

Y en eso que monto y al segundo veo a J estampar el coche de la maestra de Zalla contra el piano bar del hotel junto a la Avenida llevándose por delante la cristalera, al pianista y puede que también a un turista de Minnesota.

- ¡No me lo puedo creer! ¿Otra vez?
- Calla, que echo para atrás, salimos pitando y aquí paz y mañana gloria.
- Cagüentodo, se me han clavado cristales hasta en las orejas.
- Ya te digo, para habernos matado...

Luego ya me he despertado con este sentimiento de agobio e incertidumbre sin límites que se me queda cada vez que vuelvo de una pesadilla de las de veras.

  

EL VIUDO VERDE


 

     Sueño que he enviudado y que la pena por la pérdida de la mujer de mi vida es tan grande y tal que me dejo arrastrar sin darme cuenta por una vorágine de autodestrucción consistente en entregarme en cuerpo y alma a la buena vida gastando todo lo que puedo viajando por todo el mundo para cebarme en restaurantes de alto copete donde lo de menos son las estrellas porque lo verdadero estratosférico suele ser la cuenta, consumiendo desaforadamente exquisiteces de las que hasta el caviar de beluga o las ostras Gillardeau forman parte de mis desayunos, vaciando botellas de vinos a precio de consulta del dentista, incluso bañándome en Dom Perignon. En fin, lo que viene a ser una carrera autodestructiva con el único objetivo de mitigar la pena tan grande que me embarga. Eso hasta que, hartas ya del ejemplo que estoy dando a sus maridos, en el concreto el de que se puede ser feliz sin ellas, mis amigas de la cuadrilla deciden que tienen que reconducirme y me apuntan a una de esas citas rápidas o "speed dating" consistente en buscarme novia a toda costa y en el menor espacio de tiempo posible.

De modo que, de repente y sin comerlo ni beberlo, me encuentro en un local de esos donde tienes el tiempo justo para decidir si la persona que tienes delante es de tu agrado o no, y viceversa, claro. Ahora bien, me resisto todo lo que puedo porque nada se me puede hacer más cuesta arriba que intentar agradar a alguien fingiendo ser lo que no soy, atractivo, interesante, sensible, educado, todas esas mierdas. Sin embargo, acabo cediendo bajo la amenaza de impedir que mis colegas, esto es, los maridos de mis amigas, vuelvan a quedar conmigo para ir de cena, o ya directamente de juerga, para los restos. Así pues, empieza la ronda de las candidatas y la primera en sentarse delante de mí no es otra que una mujer de edad madura, esbelta, elegante y una preciosa melena morena, la cual me recuerda mucho, demasiado, a Shopie Marceau, como que hasta me parece que habla con acento gabacho y todo.
- Soy una mujer muy segura de mí misma, muy activa e independiente. Lo que quiero lo pido y si no lo obtengo pues a otra cosa mariposa. No pierdo el tiempo con tonterías y tampoco me gusta que me lo hagan perder. El hombre que esté conmigo tiene que saber respetar mi espacio y buscarse el suyo propio. Cuanto menos se haga notar mucho mejor. Ya tenemos una edad para saber a lo que estamos y no comportarnos como adolescentes en celo. ¿Tú crees que podrías ser ese tipo de hombre que busco, culto, inteligente, sensible, sumiso?
- ¿Yo? ¡Buuufffff!
La cita no ha durado ni cinco minutos, de modo que le toca pasar a la siguiente para ocupar la silla. En este caso se trata de una pelirroja espectacular, un verdadero monumento a las diosas de la fertilidad de todos los tiempos, la voluptuosidad hasta en el modo de llevarse a la boca la copa de viña Tondonia blanco que ha pedido nada más sentarse a la mesa. En este caso diría que tengo delante de mí a la gemela de Joan Halloway, vamos, la tetona de Mad Men para no andarnos con rodeos y todavía menos remilgos.
- Yo te voy a ser muy sincera. No busco una amistad y todavía menos un compañero para salir a cenar, viajar, visitar museos ni nada por el estilo. Busco un hombre que esté a la altura del pedazo de mujer que soy. ¿Y cómo soy? Pues soy puro fuego. ¿A ti cómo te gustan las mujeres?
- ¿A mí? No sé. ¿Abundantes?
No se puede ser más tonto. He soltado lo primero que me ha venido a la cabeza sin pensármelo dos veces y la pelirroja, como era de esperar, ha levantado el vuelo tras comprobar el pedazo de gañán que tenía delante. En fin, por lo menos la paja no me la quita nadie; es lo que tiene ser un viudo impresentable. La siguiente candidata no es que se parezca a Ariadna Gil, es que como esto es un sueño ya me he acabado de coscar de que están desfilando una tras otra todas las actrices que más me han hecho amar el séptimo arte y en especial a mí mismo.
- He estado a punto de no venir porque en realidad estoy super desengañada de los hombres. Yo ya sabía que la mayoría erais unos brutos egocéntricos que sólo pensabais en vuestra polla; pero, jamás me lo podría haber imaginado de Viggo. Y mira tú, desde que me dejó no levanto cabeza, que he estado yendo a terapia todas las semanas desde hace dos años y poniéndome hasta arriba de pastillas para la ansiedad. Pero bueno, he decidido que no puedo dejarme arrastrar por la melancolía y que hay que seguir adelante. Creo que, a pesar de todo lo malo, siempre hay que darle una oportunidad al amor. ¿Tú que piensas?
- ¿Perdón? No te estaba escuchando. ¿Decías?
Me prometen que la cuarta candidata va a ser la última. Así pues, espero que, como esto va de lo que va, por lo menos se trate de Scarlette Johansson. Pues no, te puedes creer que veo cómo se acerca, nada más ni nada menos, que la Monica Belucci de cuando rodó "Manuale d’amore 3" con Robert de Niro y es venirme de sopetón una erección de caballo, que ha sido darse cuenta ella a varios metros de distancia y pasar de largo como la que no quiere la cosa, y nunca mejor dicho. En fin, yo ya no aguanto más, así que me dispongo a levantarme de la mesa cuando me anuncian una última candidata.
- ¿Así que viudo? ¡Serás capullo!
- ¿Pero, qué coño haces tú en mi sueño?
Momento en el que me despierto con el consabido sobresalto y muerto de miedo por si acaso también he despertado a la mujer de mi vida y ole, no vaya a ser que, por lo que sea que yo no entiendo de la ciencia de los sueños y todavía menos de la telepatía, sospeche algo de lo de esta noche. En fin, no vuelvo a ver First Dates en lo que me resta de vida.

PENA ETA PESADUNBRIA

    - Hau pena eta pesadunbria, udara bukatzen ari da.

- Lasai, maitia, laster udagoiena izango dugu, urtarorik ederrena.
- Bai zera! Hori zuretako, bero sapa gorrotatzen duzula, ez dituzula jende multzo handiak zein udako uju eta aja zoroak atsegin, hondartza bakartietan zehar ibiltzea zein Kantauriko ur izoztuan murgiltzea gustuko dituzula, udazkeneko koloreak maite dituzula.
- Horixe bai, bakardadea eta edertasuna elkarren ondokoak!
- Zu hilda zaude, horrexegatik ez duzu maite urtarorik biziena.
- Bai, egia da, eta horrexegatik ere zoriontsua naiz hondartzak ezari-ezarian hustu ahala, bizitzaz lasai askoan mamua banintz bezala gozatze aldera.

CONCORDIA


 

    Pues he soñado que estaba de crucero, que me habían arrastrado por la fuerza y con engaños a una semana de vacaciones con toda la familia, la propia y la político-militar, por lo de la suegra sargento y así, para hacer un crucero por el mar Egeo. ¡Joder, joder, qué pesadilla! El barco sería todo lo grande que tú quieras, pero es que no había manera de esconderse, perderse, en cuanto a uno de la family se le ocurría alguna actividad, algo que hacer juntooooos, como si fuéramos una unidad de destino en lo universal, la familia unida se mantiene... esencialmente de morros y para de contar, de querer justificar la encerrona y punto. Así que ya me podía dar por jodido, tocaba ponerse en fila y apechugar con los caprichitos, las manías, pejigueras del pariente de turno, que si me apetece ir a no sé dónde, que si deberíamos hacer esto o lo otro, que si como esto me gusta a mí ya doy por hecho que también al resto del mundo... Y luego que eran siete comidas sentados a la misma mesa, desayuno, comida y cena; la tensión a flor de piel en todo momento, qué importa a cuenta de los niños, los viejos, el comentario siempre retorcido e insidioso de la de siempre, la jeta malencarada o sólo aburrida tuya o ajena, el esfuerzo titánico por hacer de tripas corazón a toda costa y procurar opinar lo justo para no tenerla, soportar estoicamente las peroratas del figurón de turno que te sientan como una patada en los huevos, ejercer de lo que no eres: normal o casi.

Pues eso, siete días a bordo de la peor pesadilla concebible, siete días a merced de los caprichitos y manías de terceros, siete días haciendo omisión de tu propia voluntad para no tener más roces que los inevitables en la convivencia con gente con la que en realidad tú no has elegido convivir, con la que no tienes nada en común, con la que no puedes comportarte como lo harías con cualquier otro en condiciones normales, esto es, mandarles a tomar por culo al primer conato de tocarte los cojones, siete días buscando el momento propicio para tirar por la borda a... Y todo porque ya se sabe, la familia, esa coartada emocional para fiscalizarte la existencia.
Yo ya no podía más, estaba harto de comidas familiares en las que siempre alguien te lanza una de esas puyas personales que no puedes responder con toda la intensidad de la que serías capaz en condiciones normales, con gente normal, harto de seguir a los jefes de la manada de un sitio a otro porque si algo es la familia es una jerarquía, quieras o no quieras acabas inmerso en una pirámide en la que tú acabas siendo el último mono siquiera sólo porque procuras pasar de todo en la absurda y vana convicción de que así te será más leve y corto. Y tú, claro está, si hay algo que odias precisamente con todas tus fuerzas es eso, que te pastoreen, cuando no que te lleven como a un cordero al matadero, vamos, de compras, a la discoteca o a tomar algo con una familia de Zaragoza. Harto de recibir órdenes o consejos que no has pedido, harto de que te tomen confianzas que no has dado, harto sobre todo de una vocecita que me decía todo el rato detrás de la oreja; "Hay que ser positivo, tener buena disposición, estar dispuesto a divertirse. Cenizo, que eres un cenizo, egoísta, mala persona."
Como que en una de esas incluso pensé tirarme por la borda yo mismo, que ya estaba a punto en lo más alto de la proa a lo Leonardo de Caprio y la Kate Win..., no me acuerdo, la potola de Titanic, cuando veo al capitán del crucero que abandona su puesto de mando cogido de la mano de una joven rubia que le decía algo así como: "Am nevoie de ajutorul dumneavoastra", lo que en el rumano que aprendí hace años de la camarera que me servía el café con leche todas las mañanas viene a ser: "ven pa´cá, mi capitán, ¡oh, mi capitán!, que quiero que me pongas viento en popa a toda vela..." Momentos después el crucero se iba a pique con todo el pasaje en un abrir y cerrar de ojos.
Luego, todavía en mitad de la pesadilla creí distinguirme en un bulto que nadaba hacia la costa. Pero no, el individuo que se alejaba del crucero hacia la costa braceando como un loco vestía uniforme de capitán de crucero e iba canturreando algo así como:
"Penso che un sogno così non ritorni mai più:
mi dipingevo le mani e la faccia di blu,
poi d'improvviso venivo dal vento rapito
e incominciavo a volare nel cielo infinito...
Volare... oh, oh!...
cantare... oh, oh, oh, oh!
nel blu, dipinto di blu..."

NOSTALGIA TOMATERA


     

     Hay toda una filosofía que establece que nada resulta más satisfactorio, e incluso placentero, que lo que uno obtiene con sus propias manos, da igual si se trata de levantar tu propio chamizo en el campo o cultivar tus propias hortalizas. Así que servidor, cual un Thoreau urbanita en el séptimo piso de su Walden particular, lleva un par de años cultivando en la terraza, entre otras cosas, sus propios tomates para el verano.

¿Satisfecho? Pues no voy a decir que no, sí que satisface ver crecer tus propios tomates casi que a diario por la cosa esa de asistir al milagro rutinario de la vida y tal. ¿Placentero? Los tomates son pequeños, insípidos y tienen la piel muy gruesa. De modo que, siquiera desde un punto estrictamente práctico y que tiene que ver sobre todo con el tiempo e ilusiones invertidos en cuidar de la planta y su fruto, más me habría valido bajar al supermercado del barrio para surtirme de cualquiera de esas variedades, un poquito subidas de precio, que hay ahora en todas partes, el rosa de Barbastro, el de Tudela, el corazón de buey, el azul o cualquier otro por el estilo.
Así pues, la moraleja sería que, en contra de esa mierda de filosofía que nos anima a realizarnos como individuos procurando hacer todo por nuestra cuenta, lo que hay que hacer de veras es estar eternamente agradecido a esos terceros que cultivan profesionalmente los tomates que realmente nos proporcionan placer. En resumen; zapatero a tus zapatos. No por nada en eso consiste la civilización, en confiar en el buen oficio de otros, cada cual a lo que mejor se le dé, si es que se le da algo, que yo todavía ando ahí buscando.
Otra cosa es que toda este pujo de hortelano de asfalto responda a la nostalgia del sabor de aquellos maravillosos, gloriosos, imperiales tomates que plantaba mi viejo en las jardineras de nuestra casa de Berrozti. Tomates de los que sacábamos unas rodajas cuya carne no tenía nada que envidiar a la de unos chuletones. Eso y el bocado más sabroso y evocador que jamás haya probado, métele ahí si quieres toda la nostalgia que quieras, ya he dicho que de eso va la cosa. Nada que ver con cualquiera de las variedades de supermercado antes citadas. Empero, de eso va precisamente la nostalgia, de la imposibilidad de atrapar el sabor perdido.
Y por favor, que no caiga nadie en la tentación de alentarme acerca del cultivo del tomate, que si lo que tenía que haber hecho es tal o cual, que si para la próxima esto o lo otro; que sepa que por mí ya se puede ir a tomar por culo antes incluso de intentarlo.


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Rosa Eguizabal Leniz, Nekane Mendia Arnedo eta Beste 31

 

BAÑARSE EN EL CANTÁBRICO


 

      16 de agosto y un solazo de esos de hay que bañarse hoy sí o sí, que ya me dirás tú cuándo si no, que un día como el de hoy como mucho una o dos veces a la semana durante estos meses de verano por esta zona y ni exajero lo más mínimo.

No sé cómo le puede gustar a alguien bañarse en esa sopa que llamáis Mediterráneo. Pero bueno, son tantas las cosas que no sé y que, además, cada vez me preocupan menos. El caso es que el baño de hoy en el agua más mansa de lo normal para ser el occidente astur-galaico ha sido apoteósico. Yo es que ya sólo me meto en el Cantábrico si estoy seguro de que se me van a encoger los cojoncillos al primer contacto con el agua. No conozco mayor placer que pasar del calor al frío en un instante y luego ya convertirme en un elemento marino más como una sardina, un begihaundi o ya directamente un cachalote. Lo importante es flotar y dejarse balancear por las cosas como si estuvieras en el vientre gigante de una madre a punto de dar a luz a un monstruo; cinco kilos dice mi vieja que pensaba yo nada más asomarme a este mundo. Así de bien hasta antes de las 12 que empieza a llenarse la playa de humanidad, y así y todo, insisto, 16 de agosto y mira tú cómo está la playa, me hablas de masificación y te digo que eso ya más desde Gijón hasta Hendaya. Este es un Cantábrico, ya casi al límite con el Atlántico, decente, digno -vamos, sin demasiados bilbainos o madrileños pegando berridos-, donde todavía puedes, si no querer a tus semejantes, que de qué, sí al menos respetarlos; no vengáis, el agua está muy fría y hay muchas algas a pie de playa, dicen que hasta se han visto calaveras portuguesas asaltando al abordaje a algún bañista
Luego ya la sidra achampanada, un ribeiro más que aceptable, ensalada de tomate con cosas, la empanada de carne y unas tortillas de patata que me he marcado en un santiamén. Se estaba tan a gustito que casi ni me he enterado que había venido la suegra a tocar un poco los cojones "comme il faut".
Por lo demás, escribo estas líneas desde el móvil, a hostia limpia con el puto corrector que me cambia las palabras y me vacila con las tildes, y eso que me había propuesto no hacerlo durante estas minivacatas, que ya sé que aburro demasiado durante el resto del año con mis mierdas; pero, de qué me quejo, si así hago tiempo hasta que toque levantarse de la cama para ir a cenar algo de marisco. Eso y que para qué engañarme, si me encanta escribir hasta debajo del agua, si lo necesito como ir a descargar la próstata por la noche. Me divierto y punto.

 

HERRI TXIKIA...


 

    Nork esan zuen herri txikietako bizimodua lasaia, geldoa, gizakien neurrirakoa dela, hots, tamainako txorakeria? Nik dakidala auzoko zein ezkon-senitartekoekiko konpromisoak, ustekabeko bisitak, erosketak egiteko ondoko herri nagusirainoko etengabeko kotxe bidaiak, gauetan loa etengabe zapuzten dizuten inguruko herrietako jaietan jaurtitzen dituzten etxafleroak eta abar eta abar direla medio... Eta hau guztiau gutxi ez balitz bezala, gaur hemen beraneantea ere den eta auzokoen artean nire kontura gaizki esaka ari den amaginarreba bazkaltzera etorriko da... Egia da, bai, udako oporrak oso aproposak direla nola edo hala indarberritzeko, batik bat zeinen urbanita zaren, erabatekoa, zenbat maite duzun "hirimodua", asfaltoa zainetan, gogoraztearren. Ba hori, udako zipriztin bat goizeko 7etatik esna gainerakoak noiz jaikiko zain.

   

VERANO DEL 2024


    

    El verano es la época de la ligereza en todos los aspectos. El tiempo parece más ligero, las conversaciones, las preocupaciones, incluso las noticias con sus comedietas a lo Puigdemont o sus polémicas de chichinabo, y la mayoría de temporada, tipo peleas de prebostes para figurar más que el otro en la foto oficial de la procesión o inicio de las fiestas del pueblón de cada cual. Hasta las guerras de nuestra época parecen injusta y cruelmente más ligeras que el resto del año, poco más que el telón de fondo de esa tragedia que es la vida dependiendo de si te ha tocado asistir a ella sobre el escenario o desde la platea.

Una ligereza que a mí, y sé que no soy el único, me retrotrae de continuo a la infancia. El verano en todo su esplendor ya fue, son los recuerdos de entonces. Lo confirmo cuando veo desde la terraza de la casa de mi cuñado en Ortiguera, Asturias, a los chavales tirarse de cabeza en el puerto al agua en medio de una algarabía que se expande hacia los cuatro puntos cardinales del pueblo. Es una escena que ya he vivido y de la que ahora soy un simple espectador algo cansado y aburrido. Es una escena como la de un cuadro de Sorolla. Dicho en plata, un tiempo lejano y ligero que me emociona y acongoja por igual.

OPOR TANTTAK


    

      Adingabekoa denez txikerra ekarri behar izan dugu nahitaez; nagusia berriz hirian lagata. Ez du hondartzara joan nahi. Behartzen baldin badugu gurekin hondartzaraino etortzeko, ez du bainurik hartuko Atlantikotik gertu dagoen ur ikaragarri goxoa guk zelan gozatzen dugun ikusiagatik. Izan ere, kexaka, purrustaka, baita edozein huskeriaren kontura gaizki esaka ere jardungo du etengabean gure buruak ia-ia eztanda egin arte. Horrenbestez, badaki, jakina, ondo asko zertan ari den, aspertu, atsekabetu, asaldatu nahi gaitu kosta ahala kosta bakean utz dezagun, hau da, egun osoan bere osabak utzitako etxearen barruan ordenagailuari atxikita, gure etxeko logelatxoan balego bezala, potrojorran egon ahal izate aldera.


Nerabezaroa, noski. Denok izan gara nerabe, baita oso petralak ere, baliteke bera baino hamaika bider gehiago. Halere, sekula ez zitzaigun burutik pasa gure gurasoak hain nabarmen, zuzen, tai gabe izorratzea. Bagenekien muga bat zegoela, oso fin eta zehatza. Tamalez, ezin dut nire koinatuaren etxeko harresitik behera jaurti, ahal badut portuko uretaraino, hori, antza, delitu bat edo delakoan. Gauzak horrela, guk atzo bertan nire emaztearen familia betidanik beraneatzen den herrian barrena ozta-ozta etxerik etxe auzoei bisita egindakoan, berak gaur, bakarrik, eta gainera auzokoek beraiek eskatuta ia urtero etortzen garelako, gauza bera egin behar duela ezinbestez esatea okurritu egin zait. Zer dela eta? Ni ere gaiztoa naizelako, eta haren ahuleziak edo ezagun ditudanez, besteak beste bere gurasoak ez direnekiko oso atsegina, adeitsua, gizalegezkoa, izatea, badakit gaur oso egun luze eta nekosoa izango duela harik eta bere aita petralak adarra sano jo egin diola jabetu arte. 

ARTISTA ESKARMENTUDUNA

    - Esaiguzu, Idoia, zertaz doaz zure diska berriko kantak? - Ba, beittu, esangotzut, diska hontako kantiek nire bizitzan etapa oso gogor ...