miércoles, 4 de septiembre de 2024

BAÑARSE EN EL CANTÁBRICO


 

      16 de agosto y un solazo de esos de hay que bañarse hoy sí o sí, que ya me dirás tú cuándo si no, que un día como el de hoy como mucho una o dos veces a la semana durante estos meses de verano por esta zona y ni exajero lo más mínimo.

No sé cómo le puede gustar a alguien bañarse en esa sopa que llamáis Mediterráneo. Pero bueno, son tantas las cosas que no sé y que, además, cada vez me preocupan menos. El caso es que el baño de hoy en el agua más mansa de lo normal para ser el occidente astur-galaico ha sido apoteósico. Yo es que ya sólo me meto en el Cantábrico si estoy seguro de que se me van a encoger los cojoncillos al primer contacto con el agua. No conozco mayor placer que pasar del calor al frío en un instante y luego ya convertirme en un elemento marino más como una sardina, un begihaundi o ya directamente un cachalote. Lo importante es flotar y dejarse balancear por las cosas como si estuvieras en el vientre gigante de una madre a punto de dar a luz a un monstruo; cinco kilos dice mi vieja que pensaba yo nada más asomarme a este mundo. Así de bien hasta antes de las 12 que empieza a llenarse la playa de humanidad, y así y todo, insisto, 16 de agosto y mira tú cómo está la playa, me hablas de masificación y te digo que eso ya más desde Gijón hasta Hendaya. Este es un Cantábrico, ya casi al límite con el Atlántico, decente, digno -vamos, sin demasiados bilbainos o madrileños pegando berridos-, donde todavía puedes, si no querer a tus semejantes, que de qué, sí al menos respetarlos; no vengáis, el agua está muy fría y hay muchas algas a pie de playa, dicen que hasta se han visto calaveras portuguesas asaltando al abordaje a algún bañista
Luego ya la sidra achampanada, un ribeiro más que aceptable, ensalada de tomate con cosas, la empanada de carne y unas tortillas de patata que me he marcado en un santiamén. Se estaba tan a gustito que casi ni me he enterado que había venido la suegra a tocar un poco los cojones "comme il faut".
Por lo demás, escribo estas líneas desde el móvil, a hostia limpia con el puto corrector que me cambia las palabras y me vacila con las tildes, y eso que me había propuesto no hacerlo durante estas minivacatas, que ya sé que aburro demasiado durante el resto del año con mis mierdas; pero, de qué me quejo, si así hago tiempo hasta que toque levantarse de la cama para ir a cenar algo de marisco. Eso y que para qué engañarme, si me encanta escribir hasta debajo del agua, si lo necesito como ir a descargar la próstata por la noche. Me divierto y punto.

 

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