miércoles, 4 de septiembre de 2024

EL VIUDO VERDE


 

     Sueño que he enviudado y que la pena por la pérdida de la mujer de mi vida es tan grande y tal que me dejo arrastrar sin darme cuenta por una vorágine de autodestrucción consistente en entregarme en cuerpo y alma a la buena vida gastando todo lo que puedo viajando por todo el mundo para cebarme en restaurantes de alto copete donde lo de menos son las estrellas porque lo verdadero estratosférico suele ser la cuenta, consumiendo desaforadamente exquisiteces de las que hasta el caviar de beluga o las ostras Gillardeau forman parte de mis desayunos, vaciando botellas de vinos a precio de consulta del dentista, incluso bañándome en Dom Perignon. En fin, lo que viene a ser una carrera autodestructiva con el único objetivo de mitigar la pena tan grande que me embarga. Eso hasta que, hartas ya del ejemplo que estoy dando a sus maridos, en el concreto el de que se puede ser feliz sin ellas, mis amigas de la cuadrilla deciden que tienen que reconducirme y me apuntan a una de esas citas rápidas o "speed dating" consistente en buscarme novia a toda costa y en el menor espacio de tiempo posible.

De modo que, de repente y sin comerlo ni beberlo, me encuentro en un local de esos donde tienes el tiempo justo para decidir si la persona que tienes delante es de tu agrado o no, y viceversa, claro. Ahora bien, me resisto todo lo que puedo porque nada se me puede hacer más cuesta arriba que intentar agradar a alguien fingiendo ser lo que no soy, atractivo, interesante, sensible, educado, todas esas mierdas. Sin embargo, acabo cediendo bajo la amenaza de impedir que mis colegas, esto es, los maridos de mis amigas, vuelvan a quedar conmigo para ir de cena, o ya directamente de juerga, para los restos. Así pues, empieza la ronda de las candidatas y la primera en sentarse delante de mí no es otra que una mujer de edad madura, esbelta, elegante y una preciosa melena morena, la cual me recuerda mucho, demasiado, a Shopie Marceau, como que hasta me parece que habla con acento gabacho y todo.
- Soy una mujer muy segura de mí misma, muy activa e independiente. Lo que quiero lo pido y si no lo obtengo pues a otra cosa mariposa. No pierdo el tiempo con tonterías y tampoco me gusta que me lo hagan perder. El hombre que esté conmigo tiene que saber respetar mi espacio y buscarse el suyo propio. Cuanto menos se haga notar mucho mejor. Ya tenemos una edad para saber a lo que estamos y no comportarnos como adolescentes en celo. ¿Tú crees que podrías ser ese tipo de hombre que busco, culto, inteligente, sensible, sumiso?
- ¿Yo? ¡Buuufffff!
La cita no ha durado ni cinco minutos, de modo que le toca pasar a la siguiente para ocupar la silla. En este caso se trata de una pelirroja espectacular, un verdadero monumento a las diosas de la fertilidad de todos los tiempos, la voluptuosidad hasta en el modo de llevarse a la boca la copa de viña Tondonia blanco que ha pedido nada más sentarse a la mesa. En este caso diría que tengo delante de mí a la gemela de Joan Halloway, vamos, la tetona de Mad Men para no andarnos con rodeos y todavía menos remilgos.
- Yo te voy a ser muy sincera. No busco una amistad y todavía menos un compañero para salir a cenar, viajar, visitar museos ni nada por el estilo. Busco un hombre que esté a la altura del pedazo de mujer que soy. ¿Y cómo soy? Pues soy puro fuego. ¿A ti cómo te gustan las mujeres?
- ¿A mí? No sé. ¿Abundantes?
No se puede ser más tonto. He soltado lo primero que me ha venido a la cabeza sin pensármelo dos veces y la pelirroja, como era de esperar, ha levantado el vuelo tras comprobar el pedazo de gañán que tenía delante. En fin, por lo menos la paja no me la quita nadie; es lo que tiene ser un viudo impresentable. La siguiente candidata no es que se parezca a Ariadna Gil, es que como esto es un sueño ya me he acabado de coscar de que están desfilando una tras otra todas las actrices que más me han hecho amar el séptimo arte y en especial a mí mismo.
- He estado a punto de no venir porque en realidad estoy super desengañada de los hombres. Yo ya sabía que la mayoría erais unos brutos egocéntricos que sólo pensabais en vuestra polla; pero, jamás me lo podría haber imaginado de Viggo. Y mira tú, desde que me dejó no levanto cabeza, que he estado yendo a terapia todas las semanas desde hace dos años y poniéndome hasta arriba de pastillas para la ansiedad. Pero bueno, he decidido que no puedo dejarme arrastrar por la melancolía y que hay que seguir adelante. Creo que, a pesar de todo lo malo, siempre hay que darle una oportunidad al amor. ¿Tú que piensas?
- ¿Perdón? No te estaba escuchando. ¿Decías?
Me prometen que la cuarta candidata va a ser la última. Así pues, espero que, como esto va de lo que va, por lo menos se trate de Scarlette Johansson. Pues no, te puedes creer que veo cómo se acerca, nada más ni nada menos, que la Monica Belucci de cuando rodó "Manuale d’amore 3" con Robert de Niro y es venirme de sopetón una erección de caballo, que ha sido darse cuenta ella a varios metros de distancia y pasar de largo como la que no quiere la cosa, y nunca mejor dicho. En fin, yo ya no aguanto más, así que me dispongo a levantarme de la mesa cuando me anuncian una última candidata.
- ¿Así que viudo? ¡Serás capullo!
- ¿Pero, qué coño haces tú en mi sueño?
Momento en el que me despierto con el consabido sobresalto y muerto de miedo por si acaso también he despertado a la mujer de mi vida y ole, no vaya a ser que, por lo que sea que yo no entiendo de la ciencia de los sueños y todavía menos de la telepatía, sospeche algo de lo de esta noche. En fin, no vuelvo a ver First Dates en lo que me resta de vida.

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