En realidad Canteli (que digo yo que igual es la forma sincopada asturiana de "cantamañanas") quería haber dicho: "¿El último alcalde de mi partido, Caunedo, se iba de putas con el dinero del ayuntamiento, y yo, que soy católico, apostólico, romano y no bebo -esto es algo que, por lo que sea, repite a menudo-, no le puedo pagar un finde de semana en un hotel a mi mujer con el mismo dinero? ¡Vamos hombre! ¿Pero esto qué es, la Unión Soviética? Luego ya el concepto ese de "señora de", pues eso, La Regenta revisited; estos no entran en el siglo XXI ni a patadas.
Este post se lo dedico a Juan Pablo Alvárez Merino por lo que hablamos hace unos días, y a Ángeles de Getafe porque dijo no sé cuándo de que le pone leer sobre jamadas y así; oye, cosas más raras he leído por ahí...
Pues sí, ha sido recordarme el médico las obviedades de rigor y ponerme con una porrusalda para la comida. ¿Por qué? Porque de entre las cosas que preparo habitualmente se trata de aquella con la que menos echo en falta la sal del demonio. De hecho, me llena el aroma del puerro, la patata y la zanahoria todavía en el fuego, tanto como luego sus sabores sin ese condimento ponzoñoso. También es verdad que yo a la porrusalda le echo siempre unos trozos de bacalao tras hacer un medio pil-pil, con lo que el resultado final es siempre peccato di cardinale. Pero tranquilos, creo que el bacalao estaba suficientemente desalado, si eso la pizquita; bah, ni siquiera. Luego ya le pondré al resto de la familia el salero para que se sirvan a gusto. El caso es que me ha salido una porrusalda deliciosa sin sal, el sabor de la verdura en todo su esplendor y el del bacalao otro tanto. A ver mañana con el zancarrón si consigo igualarlo con una buena compañía vegetal; lo rifo casi todo a unos champiñones naturales.
El caso es cuidarse porque de lo contrario a veces resuena el mi cabeza la versión del Oriamendi que dice "Por la tensión, por las arterias y el corazón murieron nuestros padres/Por la tensión, por las arterias y el corazón, moriremos nosotros también..." Una de esas gracias que a mi señora no le hace ni pizca; pero claro, que se atreva a reprocharme nada después de haber ido al medido antes de las navidades, y no después, como habría sido lo habitual en mi cabecita loca.
Recuerdas que tienes que pedir cita para que el médico te mire lo de la tensión desbocada cuando lees en la prensa terruñal: "Una pasarela atravesará el lago de Olárizu en una nueva ruta desde Campo de los Palacios" y lo que tu cabeza imagina es a una pastelera, en este caso una conocida que trabaja en Sosoaga, atravesando el lago, justo al lado de donde vive tu madre, vestida de neska, puede que de mesonera bávara, con un brazo en jarra y en el otro una bandeja de txutxitos o algo así. En fin, a ver si me cogen ya el teléfono, estoy muy malo.
Me ha encantado El Irlandés, es Scorsese en estado puro y con eso para mí está todo dicho. Como que soy de una cuadrilla de subnormales que, con la preceptiva ingesta etílica encima, recitaban diálogos enteros de Uno de los nuestros. Para mí hay dos escenas cumbre, esta de un delicioso surrealismo costumbrista que acompaña el post de Al Pacino/Hoffa con Tony Pro (la de la cárcel también, también), donde Al Pacino deslumbra, qué hostias tendréis que decir vosotros de Al, (mirad algún vídeo del verdadero Hoffa en youtube y veréis que el "desatado" era él, eso y que en los EE.UU todo cristo debe acordarse de cómo era uno de los personajes públicos más conocidos de su época, por lo que poco margen debía tener el bueno de Al para sus histrionismos), y la de Del Niro/El Irlandés contenido cuando Nas/Pesci le dice que no queda otra que darle matarile a su amigo, un diálogo o discusión en silencio sencillamente genial, suficiente para considerarlo el mejor actor de la Historia del Cine. Solo una pega, el final excesivo, demasiado largo para después del climax, cuando ya todo está dicho. Eso y que lo de cine de autor, como lo de literatura de voz propia, no significa películas hechas con cuatro perras, sino con una mirada propia, original. Que luego ya no te guste, no te llene, esa mirada, que lo tuyo sea el ritmo trepidante de las películas inspiradas directamente en los vídeojuegos porque perteneces a la generación de tarados que se han criado con ellos, pues, para qué engañarnos, eso solo significa que eres un cenutrio, nada más. Y me hace muy feliz, amén de viejo que te cagas, poder decir con toda la razón del mundo que ya no se hacen bandas sonoras así. ¿Que no es para tanto? No hay cojones de decírmelo en la calle.
Hoy es un día de esos en los que cualquiera de las grandes empresas del IBEX compran todas las portadas de la prensa escrita para recordarnos quién manda de veras en este puto país, Ibextán. Hoy le tocaba a Endesa (coincidendo curiosamente con la inauguración de no sé qué cumbre medioambiental en Madrid; ellos, la empresa más contaminante, vete a saber si en plan aviso a gobe... navegantes) en breve será el Santander, y así al que le toque, a saber si compitiendo entre ellos a ver quién tiene la portada más grande... Todo esto se supone que para que no os hagáis muchas ilusiones con la cosa esa de la democracia, la libertad de prensa y demás mandangas, ya que, como bien ha recordado el amigo Erlantz, le llaman formalmente democracia, pero en realidad es una plutocracia.
Va una pejiguera de listillo de esas que hacen fruncir ceños a los tontillos. Hay una serie por ahí sobre un tal Hernán Cortes que, bueno, en realidad no está mal, voluntariosa desde luego. Pero claro, lo de siempre, lo de por qué los otros reconstruyen lo suyo con tanto mimo y acierto, y aquí como siempre todo como de cartón de piedra. Si no hay plata para una batallica en condiciones mejor no hagas nada, que todo lo que no sea hacer ciertas cosas a lo grande será siempre rozando el ridículo o dando ya directamente en él.
El caso es que en la serie le dan mucha importancia al uso de las lenguas indígenas, maya y náhuatl, lo cual otorga a la serie de una verosimilitud muy de agradecer para entender la historia. Ahora, así como uno supone que a la hora de escribir los diálogos en esas lenguas indígenas se habrán depurado de los castellanismos de las que hoy en día están impregnadas tras siglos de contacto, disglosia más bien, en el caso del castellano de los conquistadores parece como si hubieran recabado en el continente americano directamente del Lavapiés madrileño de nuestros días, por no hablar del acento impostado de cierto actor argentino que debe pensar que en la península hablamos siempre entre susurros.
Y el caso es que para saber del castellano de Cortes y los suyos, no digo ya solo el de su época, bastaría y sobraría con echar mano del testimonio escrito de uno des sus oficiales, Bernal Díaz del Castillo, el cual, además de narrar en su HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE NUEVA ESPAÑA la versión propia y de su "Capitán", nos acerca al castellano de su época con todo su rico vocabulario ya prácticamente extinto, modismos de todo tipo y cambios semánticos de ciertas palabras o expresiones que incluso nos hacen sonreír por ser su significado original ya casi anacrónico, al estilo de la que viene a continuación:
"...y había conquistado aquella provincia, el cual se decía Vasco Nuñez de Balboa, hombre rico, con quien el Pedrarias Dávila casó una hija que se decía doña Fulana Arias de Peñalosa...."
Solo hay una manera de que tú, ser sensible como pocos, alma pura como ninguna, dejes de hacer sufrir a los seres vivos de los que nos alimentamos, ya sean animales o plantas, incluso de aquellos que domesticamos hacía el 7500 a.C, y no solo como mascotas, sino sobre todo como bestias de carga, guardia y similares; mátate. Los demás, los que no somos tan sensibles y puros como vosotros porque todavía no tratamos a los animales como personas y viceversa, seguiremos pecando de crueles e insensibles. Yo lo hago mientras preparo una lubina y canturreo "mi jaca galopa y corta el viento..." acordándome de San Gorka Urtarán, el cual, primero prohibió a los burros hacer de burros, y ahora prohíbe a otros animales de carga desfilar durante la Cabalgata de Reyes, no se vayan a estresar los bichos por hacer aquello para lo que fueron domesticados, y tenga un trauma al irse a la cama que le impida pensar en la próxima alcaldada bienquedista para con las legiones de memos para los que el sufrimiento de sus verdaderos semejantes pilla muy lejos, desiertos de arena y así, incluso a la vuelta de la esquina donde empieza la cola de la vergüenza de los que van al comedor social con el marchamo del fracaso en esta sociedad rica que ha hecho de su reverso la razón única de la existencia humana, y donde cada cual elige a la carta su causa redentora para sentirse mejor persona, sobre todo mejor que el vecino. Y a ser posible que el destinatario de tantos buenos sentimientos no pueda poner reparos a tanta bondad, vamos, que a diferencia de tanto pobre contestatario, indígena desagradecido y por estilo, no se espera que los salmonetes rebatan las teorías sacadas de la manga que los hacen poseedores de una inteligencia similar a la de un ingeniero nuclear, o que a los caballos les dé por preguntar qué va a ser de sus congéneres cuando se les prohíba ser montados por sus pérfidos dueños para que no se estresen, que a ver quién los va a hacer funcionarios para evitar la extinción, porque lo de volver al monte como que no, me temo yo.
Como tengo la tensión un poco por las nubes suelo comer con poca o nada de sal. Luego ya llega el finde y, hasta los huevos como estoy de ponerme a cocinar entre semana, solemos darnos un homenaje -pequeño por mis huevos también, que la frugalidad siempre me ha parecido cosa de puritanos y tristes, valga la "rebuznancia"- bien regado de sidra si toca en Ast. o de cosechero con los amiguitos y así en V-G donde hacen la ley, capital artificial de un... ( Potato in my mind). Entonces sé que tengo que hacer de tripas corazón y cruzar los dedos para que el chez de turno no le haya dado por verter medio tarro de sal sobre la comida como parece ser costumbre en la hostelería. Ayer estábamos ya con la entraña/entrécula, una delicia cuyo conocimiento debemos al amigo M.E, que en gloria esté allá por las Aezkoas, y que suelen servirnos ya con una capa de sal gorda que procuro retirar de mis bocados para que no me estalle la cabeza antes de tiempo, que estallará. Pues no van ayer, por si no hubieron echado ya poca sal encima, y nos dejan un cuenco de sal por si todavía queríamos echarle más, por si nos parecía que no estaba suficientemente salada la entrécula. Así que me pregunto: ¿es que a la gente le pone jugar a la ruleta rusa con la sal? ¿Se podría considerar esto tentativa de homicidio en no sé qué grado? Preguntas que me hago sin poder dar todavía crédito a mi indignación. La entrécula muy rica, los quesines también. La sidra espectacular; lástima que con esto de controlarse por la edad y así solo cayeran dos botellas por cabeza. Bueno, a mí un poco más, que como me gusta mucho ver cómo te la escancian los camareros en Asturias, no puedo evitar pedirles todo el rato otro culín cuando ya se han dado media vuelta. Pues sí, un cabrón con pintas
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